Texto original: All4Syria (entrevista)
Autor: Ma'an Aqel
Fecha: 30/05/2012
La primera pregunta que se me ocurrió hacerle a la
activista política siria Rima Flihan fue quién estaba en la vanguardia de los
que participaron en la concentración del 3 de febrero de 2011 frente a la
embajada de Egipto en Damasco (que fue en apoyo a la revolución allí) y que fue
disuelta por medio de la fuerza. Se lo preguntaba a ella que también se
concentró frente al Palacio de Justicia para exigir la liberación de los
detenidos y quien sacó a la luz el manifiesto de los niños de Daraa conocido
como el “Manifiesto de la leche”, y por el que se enfrentó a una feroz campaña[1].
Después, se metió de lleno en el corazón de la revolución.
Lo primero que hay que decir es que en Siria una manifestación
no puede salir más que de la mezquita, porque es el único lugar donde está
permitido reunirse. Era necesario cambiar este régimen y yo estaba con
cualquier movimiento que deseara cambiarlo. La calle es muy variada: hay
islamistas, pero son moderados y convivimos con ellos sin problemas. No les
tengo miedo y no todos los lemas han sido islámicos, por ejemplo está el “Uno,
uno, uno, el pueblo sirio es uno”, o “Ni salafistas ni Hermanos”, así como
lemas que proclaman la instauración de un Estado civil, e incluso he trabajado
en comités de coordinación local de naturaleza islamista, pero que son
moderados y pacíficos. En ellos hay gente de todas las confesiones y sectas,
que creen en la resistencia civil. Sentí que representaban a Siria y que la
diversidad estaba presente en todas nuestras manifestaciones. De las mezquitas
salían jóvenes cristianos, alauíes, drusos y ateos, sin que hubiera problema
alguno. A los intelectuales y laicos critican esta situación, yo les propongo
que salgan de los centros culturales para que salgamos con ellos. Algunos de
ellos son meros teóricos de palabras vacías, un sector que esperábamos que
fuera el primero en salir a la calle porque se han pasado la vida hablando de
cambiar el régimen y de acabar con la dictadura, pretendiendo ser opositores. Y
de pronto, cuando la revolución comenzó, se pusieron a hablar de una revolución
de mezquitas y fustigaron a la gente con sus teorizaciones, siempre observando
desde arriba. Ellos deberían haber estado en la calle, si realmente es una
calle religiosa e islamista, para que bajen y moderen a la calle con su
presencia. Sin embargo, frustraron nuestras esperanzas: los intelectuales y
opositores tradicionales miraron a la calle como si fueran muchedumbre.
¿Entonces las expresiones políticas no estuvieron
históricamente en coordinación con la calle?
Los políticos miraban a la calle como si fuera una
muchedumbre, una masa, y como si no fuera capaz de conformar un pensamiento y
dirigir un proceso de cambio. Ello es resultado de los deseos individuales:
ellos no han construido la revolución y de hecho les sorprendió; no han podido
asimilarse a ella. Una parte de ellos entró en el movimiento y se convirtió en
uno de sus líderes, pero la cuestión está relacionada con los deseos individuales.
Pero hablaban de miedos reales: enfrentamiento sectario,
islamización de la revolución e intervención extranjera.
No había nada que hiciera sentir esos temores. Además, si
hablan de ellos, lo lógico es que protejan contra ellos, en vez de quedarse
mirando desde lejos y contar dichos miedos. Que se metan en el movimiento y lo
cambien desde el corazón. Teorizar sobre personas que mueren en la calle supuso
una verdadera provocación para nosotros que esperábamos algo de ellos. Es
decir, cuando comenzaron a aumentar los supuestos temores, no había ningún
indicio, sobre todo en los primeros tres meses: ni indicios de sectarismo, ni
voces islamistas radicales, ni siquiera del movimiento armado en el sentido de
la palabra “armado”. Sus palabras desde el principio eran similares a las de
Buthayna Shaaban y el régimen, que se inventaban historias inexistentes.
Estábamos en el corazón de la calle y no había nada de lo que decían. Por
tanto, se alejaron aún más de la calle y se acercaron a lo que decía el
régimen. Eso supone una provocación para la calle que no duda de su sentimiento
nacional ni de su oposición al régimen, pero no entiende por qué su postura era
tan negativa.
Por eso esperábamos de estos cerebros políticos que fueran
la protección, el muro contra el régimen, y eso solo podía ser si bajaban a la
calle y se mezclaban con la gente, en
vez de quedarse sentados en sus despachos. Cuando sus palabras son
aceptables, entonces ya no son meras
personas cuya profesión es teorizar y mirar a la gente como una masa, una muchedumbre.
He escuchado a muchos políticos decir que la calle es una masa que no sabe lo
que hace. Bien, si miran a la gente con esa superioridad, ¿qué derecho tienen
para hablar de sus asuntos y criticarlos si no consideren ni valoran los
sacrificios que ofrecen? Esto escapa a la lógica…
Pero tenían razón en el sentido de que el régimen ha
logrado llevar al país a tensiones sectarias y se ha desarrollado un cierto sentimiento
del miedo a que el país se divida y de que haya una intervención exterior por
medio de la presión securitaria y militar.
Son ellos los que han llevado la situación a estas
situaciones vergonzosas con su negatividad y su cercanía a la teoría del régimen
más que a la de la calle: hay quien no ha participado en una sola manifestación
con el movimiento; es decir, hablan de una realidad que no han visto. Yo no veo
que el país esté expuesto al peligro de la división, es una mentira que ha
soltado el régimen y todos sabemos que eso no sucederá. Hay una congestión
sectaria en algunas zonas donde ha habido masacres colectivas, pero ello no
engloba a toda Siria y la causa es la incitación del régimen de unas clases
contra otras, y el valerse de personas de pocas miras para llevar a cabo sus
crímenes. No hay que mirar el palo, sino quién lo sostiene, porque el régimen
no es sectario, sino que está conformado por un grupo de personas de todas las
sectas que conforman una banda y que ha intentado provocar los sentimientos
sectarios, pero todo esto desaparecerá cuando se produzca el alto el fuego y haya
observadores internacionales y fuerzas de mantenimiento de la paz. Si se
produce un derrocamiento rápido del régimen y se juzga a los responsables de los crímenes, la
cuestión de la congestión sectaria se resolverá, pero insisto en que no estamos
en el umbral de la guerra civil.
¿Por qué apuestas teniendo en cuenta las políticas que
refuerzan los conceptos de la división y la guerra civil?
Por el pueblo sirio que no ha pensado ni pensará en la
división. Lo que hace el régimen ahora puede corregirse tras su caída. Ni los
alauíes ni otros sectores sociales aceptarán separarse de Siria. Tampoco los
kurdos han hablado a una sola voz sobre la independencia definitiva, sin que hablan
de la descentralización administrativa, no de la separación y de la fundación
de un Estado kurdo. Eso es impracticable debido a la mezcla de todos los
sectores a lo largo y ancho de Siria. Por ello, es imposible que se produzca
una división.
¿Cómo valoras a la oposición interior?
Estuve en la primera conferencia del hotel Semiramis[2] (27/06/2012)
porque las coordinadoras así lo deseaban. En esta reunión los participantes de
dividieron en lo que después serían la Corriente de Construcción del Estado[3],
y el Comité de Coordinación Nacional. Hablaron de diálogo en un momento en que
no se entendía para qué dicho diálogo. Reinaba una cierta aura derrotista.
¿Cuál era el problema del diálogo?
El problema era que el régimen debía hacer realidad algunas
de las condiciones que se exigían antes del diálogo, como el alto el fuego, la
liberación de los detenidos, la retirada del ejército y su regreso a los cuarteles;
pero eso no ha sucedido hasta ahora.
¿Y qué opinas de la oposición exterior tras haber trabajado
con ella?
La oposición exterior no se asemeja a ni representa a la
calle ni al interior, no tiene la armonía de la calle y están lejos de la
realidad del interior. Por tanto, les es difícil percibir lo que siente la
gente y pensar como ellos. Vive un verdadero desligamiento del país y hay
grandes fuerzas en el exterior que no tienen base en la calle o que la tienen
pero es muy pequeña.
Pero, ¿dicen que ellos son los que comenzaron y dirigen la
revolución?
No, claro que piensan que son lo mejor y que representan a
la calle, y que son los más acertados, pero trabajan con el fin de atraerse a
la calle de un modo u otro, y hay diferencias entre ellos. Trabajan para repartirse
cosas y para ver quién tiene mayor presencia, mantienen luchas para demostrar
distintos puntos de vista y corrientes más que para lograr el éxito de la revolución
y derrocar al régimen para poder pasar a la siguiente fase.
¿Qué es lo que se reparten?
Ahí está la pregunta, aún no sé qué es porque el régimen no
ha caído y no hay nada que repartir, pero cada uno intenta conseguir una mayor
representación, y decir que representa a la revolución y a la calle. Todo tipo
de luchas están presentes entre ellos, es alarmante: partidos, corrientes, e
incluso en el nivel individual.
Si esta es la realidad de la oposición interior y
exterior, ¿cuál es el futuro del movimiento sin un paraguas político?
Va en la
dirección de crear un liderazgo político propio, que con el tiempo sea capaz de
conformar líderes y trabajar de forma diferente. Hay una cierta esperanza en la
oposición, que se encuentra ahora dentro y fuera en una prueba de orden moral.
Deben conformar una visión unida, pero no es necesario que estén
bajo el mismo paraguas o que se unan en grupos políticos únicos. Sino que deben
ponerse de acuerdo en una forma que presentar a la comunidad internacional. No
se les pide más que eso y quien dirige las cosas, a fin de cuentas, es la
calle, ya que es ahí donde debemos apostar en primera y última instancia. Yo no
apuesto por la comunidad internacional ni por la oposición interior ni
exterior. Apuesto por una calle que no baja el ritmo, en la que confío, como
también confío en que no será derrotada y como confío en que el régimen no podrá
derrotar a un pueblo.
Pero la calle ya no está unida debido a las divisiones
sobre el uso de armas y la resistencia pacífica…
Esta calle es capaz en cualquier momento de formar un liderazgo que aúne
los esfuerzos y organice el tema de las armas, uniendo al movimiento pacífico. No
es imposible, porque nosotros hablamos de una revolución contra el régimen
cuyas raíces se extienden a lo largo de más de cuarenta años durante los que se
ha sostenido gracias a sus aparatos de seguridad, inteligencia y represión y la
segregación del movimiento político y la fuga impuesta de cerebros. Era natural
que la revolución se tomara un tiempo para aportar líderes, conformar un pensamiento
político y organizarse. El proceso por el que está pasando la calle siria es
natural, pero debemos estar en el corazón del movimiento como intelectuales y
como personas interesadas y activas en los asuntos generales desde antes de la
revolución, y ayudar a la organización.
¿Por qué saliste del Consejo Nacional Sirio (CNS)?
Porque no se asemeja a ni representa al interior como tampoco se asemeja a
ni representa a esta revolución, y porque es incapaz de llevar a cabo sus
misiones. Sentí que perdía mi tiempo en un sitio que no hacía lo que se le
pedía. Por eso prefiero centrarme en ayudar a la gente en los medios a través
del bloque revolucionario al que pertenezco, que son los comités de coordinación
locales, en vez de perder el tiempo en un lugar en el que no aportaba nada,
aunque lo haya reconocido el mundo entero. Hasta ahora, el CNS no ha aportado
lo que le pide la calle en todos los ámbitos.
¿Qué opinas de él?
No ha dado lo que se le pedía en el tema de ayuda humanitaria,
mediáticamente es muy débil y no está al nivel de los hechos. Políticamente,
hay mucha dispersión y diferencias, lo que lleva a que la toma de decisiones
sea muy lenta, y hasta ahora no han ofrecido iniciativas sino que las siguen
recibiendo. Hasta el momento no ha puesto, ni él ni ninguna otra de los entes
políticos, una estrategia para derrocar al régimen, incluso en el nivel de los
nombres de los viernes, han sido incapaces de establecer cierto control.
Tampoco han podido establecer un contacto real con todas las clases sobre el
terreno. Una parte de este Consejo, algunas corrientes, están ligadas con
corrientes similares a ellas en el interior, por eso pueden querer arreglar
cuentas con el resto de corrientes fuertes y débiles en el interior sobre el
terreno y eso es peligroso.
¿Cuáles son esas corrientes?
No quiero nombrar a nadie, pero esto
influye en la otra calle, que es la revolución.
¿No es su derecho?
Eso es correcto cuando hay un único bloque, pero no cuando en el Consejo
alguien dice que representa a toda la revolución. Su derecho es apoyar a su
calle, pero no a espaldas del CNS.
¿Y qué se puede hacer entonces?
Desde el principio de la existencia del Consejo, hablamos de la necesidad
de contactar con el Ejército Sirio Libre (ESL) para organizarlo y unirlo con el
liderazgo político, de forma que se pusiera fin al caos y la espontaneidad,
pero el Consejo fracasó. Había y hay caos en la forma de armar y la formación
de brigadas, cada uno trabajaba y trabaja de manera independiente y ello lleva
a un túnel oscuro. Pero si pudiéramos organizar al ESL en un liderazgo militar
que siga a uno político con un pensamiento nacional, podemos conformar un núcleo
para proteger al país en caso de caer el régimen. Estoy en contra de la
militarización de la revolución y contra el uso armas porque la congestión
sectaria supone un peligro para la seguridad del país.
Pero la revolución se ha militarizado…
Una parte de ella, el ESL, lo que se llama ESL, pero la mayoría de la calle
sigue pacífica.
Ante la incapacidad de acuerdo entre la evolución y el
régimen y la injerencia de factores exteriores, ¿no piensas que este ambiente
es propicio para una guerra civil? ¿No piensas que la comunidad internacional
tiene un interés en una guerra como esta?
No creo que la comunidad internacional quiera el interés de Siria, quiere
los suyos propios. Por eso, hay una lucha de intereses y la postura
internacional está construida, tal y como yo lo veo, en torno a un juego de
intereses. Hay Estados que intentan apoyar en el tema de la ayuda humanitaria y
ofrecen ayudas humanitarias, y eso se agradece, pero no hacen nada que tenga
peso políticamente, porque todo país quiere garantizar sus intereses en la región.
Esto llevará a grandes problemas dentro de Siria. Además hay Estados que apoyan
a algunas corrientes concretas con el objetivo de fortalecerlas en
detrimento de otras, y ello será a costa del movimiento civil que conforma la
cara civilizada de la revolución siria. Y será, a fin de cuentas, a costa del
país porque el desarrollo de las corrientes que no tiene base en la calle con
el dinero político es algo muy peligroso y puede cambiar la estructura social
siria. Algunos Estados, y no toda la comunidad internacional tiene interés en
dividir a la sociedad siria y debilitar el país para preservar la seguridad de
Israel a largo plazo en caso de cambiar el régimen, considerando que este
protegía a aquel. Por tanto, es necesario debilitar al régimen, a la revolución
y al pueblo sirio, y con ello se garantizará la debilidad del Estado a largo
plazo. Por eso hablábamos de la solución política pacífica para el traspaso de
poder porque ello salvaguarda a la sociedad de la desintegración. En lo
referente al nivel de los pueblos, estos simpatizan con el pueblo sirio, como
también lo hacen las organizaciones de derechos humanos. Hay algunos gobiernos
que simpatizan de hecho, pero que no pueden hacer nada, y piensan en sus
intereses en primer lugar. Hay un muro ruso con el que chocan todas las
iniciativas y proyectos de resoluciones del Consejo de Seguridad, incluidas las
meras condenas. A fin de cuentas, se trata de un juego de intereses.
O sea, la comunidad internacional empuja al
estancamiento en Siria…
Una parte de la comunidad internacional, a otros Estados les interesa que
la situación se prolongue y están trabajando en ello.
¿En qué medida es posible una solución negociada con
el régimen?
Cualquier solución debe garantizar la marcha de la familia gobernante del
poder, el ignorar este punto supondrá una conspiración contra la revolución y
un fracaso. La revolución no empezó para que Fulano o Mengano llegasen al
poder, sino para acabar con un régimen represor, dictatorial y despótico.
[1] Este manifiesto lo firmaron muchos artistas sirios que se enfrentaron a
una campaña de deslegitimación, acusados de traición a la patria.
[2] Conferencia en la que se reunieron distintas personas y grupos
opositores en el interior y que muchos criticaron alegando que había tenido
lugar bajo el paraguas del régimen.
[3] Corriente dirigida por el opositor alauí Loauy Hussein, que busca
preparar una base social y política para la construcción de una nueva Siria que
evite el colapso tras la caída del régimen. Se opone a armar al ESL y al uso de
la violencia y, en consecuencia, a cualquier intervención exterior. Su existencia
demuestra que la oposición interior no la conforma solo el Comité de
Coordinación Nacional.
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