Blog dedicado a publicar traducciones al español de textos, vídeos e imágenes en árabe sobre la revolución siria.

El objetivo es dar a conocer al público hispanohablante al menos una parte del tan abundante material publicado en prensa y redes sociales sobre lo que actualmente acontece en Siria. Por lo tanto, se acepta y agradece enormemente la difusión y uso de su contenido siempre y cuando se cite la fuente.

domingo, 30 de octubre de 2011

El fin de Bashar

Texto original: Al-Quds al-Arabi
Fecha: 23/10/2011
Autor: Abdel-Halim Qandil*




Nadie puede ignorar el enorme sufrimiento de Siria, toda la sangre que continuamente se derrama en sus ciudades y pueblos. Me llamó la atención una pancarta que sostenía un hombre en una de las manifestaciones. De alguna forma espontáneo, escrito con una caligrafía muy básica, el mensaje explicaba el dolor y la desesperación que están sintiendo los sirios. El texto de la dolorosa pancarta decía: “Abajo el régimen y abajo la oposición, abajo la nación árabe, y la islámica, abajo el mundo, abajo todo”.

La espontánea pancarta parecía colmada de desesperación, rebosante del dolor que sienten los sirios por haber sido abandonados a su suerte, en su lucha a pecho descubierto contra una monstruosa máquina de matar. Miles son ya los mártires, y nadie les hace justicia. No se les deja siquiera enterrar a sus seres queridos, pues las balas también persiguen a los funerales. El que va a uno, es como si fuera con el muerto al más allá, como si estuviera celebrando su propio funeral y no sólo el de su hermano, hijo, familiar o amigo. En Siria ya no hay respeto por nada, el derecho a vivir no está garantizado, ni siquiera el derecho a ir a la tumba. Y el régimen está resuelto a quedarse en el poder a cualquier precio, capaz de matar a todos los sirios, incendiar todas las ciudades de Siria y sentarse a cantar entre las ardientes ruinas como hiciera Nerón de Roma.

Toda esta sangre se derrama, y el régimen de los vampiros sigue sin saciar su sed. Las cifras de mártires siguen aumentando y los heridos se multiplican, mientras que el régimen, sin preocuparse, sigue con su guerra demente y sus historias sobre bandas terorristas armadas. Como si realmente hubiera en Siria otro terrorista que el régimen de Bashar al-Asad, que repite las matanzas del padre. Las matanzas que hizo Hafez al-Asad en Hama hace treinta años, las lleva a cabo ahora su hijo Bashar en decenas de ciudades sirias. Las matanzas que hizo Hafez al-Asad en la oscuridad las repite Bashar en la era del sonido y la imagen, que se transmite en antena, en directo. No tiene piedad ni con los niños ni las mujeres, ni el joven ni el anciano sobreviven a la fiesta de la sangre. Con él los titulares sobre gente asesinada se han convertido en el día a día de Siria. El régimen continúa con el asesinato y el atropello, y el pueblo continúa con su resistencia y su insistencia heroicas, desafía a la desesperación, no teme a la muerte, odia la humillación. Está resuelto a conseguir la libertad por la que tan alto precio está pagando. Dirán algunos que el régimen es capaz de conseguir quedarse, aduciendo para ello que Damasco y Alepo están en silencio (o así parecen estarlo), que en ellas se concentra más o menos la mitad de la población de Siria, y que hasta ha habido manifestaciones apoyando al régimen de Bashar. Que el régimen parece cohesionado y firme, sin fisuras ni señas de desaparecer. A primera vista puede parecer convincente, aunque implica en buena medida debilidad moral y desprecio hacia la indignación de los sirios del resto de ciudades, solo por el hecho de no ser damascenos ni alepinos. La aparente cohesión y firmeza del régimen de Bashar se debe a un claro motivo: su naturaleza puramente securitaria y militar. Y es que una fuerza de partido, populista, se basa necesariamente en la seguridad y está desprovista de reivindicaciones ideológicas. Una fuerza sectaria y familiar que controla completamente los aparatos de seguridad, la inteligencia y el ejército y que saca músculo en las dos grandes ciudades de Damasco y Alepo, lo que explica la forzosa y temporal tranquilidad que en ellas reina. Pero según nos alejamos del centro de estas dos ciudades, la revolución espontáneamente se manifiesta y se hace visible. Las manifestaciones prorrégimen de Damasco o Alepo carecen de valor real comparadas con las que salen en los pueblos y provincias de alrededor. Las primeras son completamente artificiales, al estilo de las dictaduras árabes salientes. Los que hoy en ellas sostienen pancartas de apoyo a Bashar, saldrán mañana contra él, y descubrirán la gran mentira de su defensa de las minorías, pues el régimen familiar está perdiendo constantemente apoyos dentro de la noble secta alauí a la que pertenece.


El silencio de Damasco y Alepo es, entonces, un mero obstáculo temporal, y la aparente cohesión del régimen no es sino pura solidaridad familiar. Y es que el régimen ha empezado a agotarse. Su uso de las fuerzas armadas ha acabado con su prestigio y ocasionado deserciones, que van en aumento. Los que han desertado ya y los que quieren hacerlo, que quizás estén posponiendo su decisión para tomarla en el momento adecuado. Quieren mantener al ejército unido y salvarlo de la sombra del conflicto sectario que el régimen alimenta, y esperan a que el régimen caiga de agotamiento. El pueblo está dispuesto a sacrificar más y más mártires, mientras que el régimen va perdiendo fuerzas, sumido en escándalos, las manos sucias de sangre, irascible y fiero como un lobo herido. La máquina de matar ha perdido el control y va por un camino en el que no hay marcha atrás. Cada vez que asesina a los que rebelan contra él, cada vez que las manifestaciones parecen debilitarse, cada vez que el régimen aparenta estar venciendo, en realidad su derrota está más y más cerca. Pues la revolución ni es obra de agitadores u opositores ni se debilita o se termina con asesinatos ni detenciones. La revolución mana de una indignación política, social y humana enterrada, mana de inagotables pozos de rabia. Cada vez que termina una manifestación, empieza otra más grande. Cada vez que se endurece la represión, los manifestantes adquieren más experiencia. La revolución, esta vez, es una guerra de guerrillas popular y espontánea, renovable y dinámica, mientras que el régimen es una vara mecánica que se está partiendo y que no puede reparar sus desgastadas fuerzas. Si baja su puño represor, al momento habrá tremendas manifestaciones en Damasco y Alepo y no tardará en caer, y si continúa con la represión, opción que parece la única para el régimen, seguirá cavando su propia tumba. Aunque se retrase la fecha del entierro y se pospongan las exequias, el régimen caerá de sobreagotamiento y le llegará su fatal y necesario destino.



Sí, el régimen sirio caerá agotado y dolorido, y vencerá la revolución de Siria, nación del orgullo árabe. Con el final del régimen caerán también las mentiras, falsos rumores y temores sobre el futuro de la unidad de Siria, pues el régimen actual es un factor de división y no un elemento unificador. Intenta provocar una guerra sectaria para asegurar los intereses de la familia, perjudicando a la noble secta alauí, que rechazó las tentaciones del antiguo colonialismo y prefirió la unidad de Siria a obtener un pequeño Estado para ella. Caerán los temores sobre un conflicto civil con los suníes, gran mayoría demográfica en el país, columna vertebral que garantiza la unidad de Siria y la convivencia entre chiíes, alauíes, cristianos, drusos, y kurdos. Vencerá la revolución de Siria para construir el Estado democrático árabe moderno que los sirios merecen, y por el que tanta sangre han pagado.


* Escritor egipcio

martes, 25 de octubre de 2011

Reflexión sobre la mayoría silenciosa


Este texto se ha cogido de una actualización de estado de la página de Al-Domari* de Facebook. 

Más triste que llorar… Muchas veces hay quien espera una historia de sangre caliente para leerla con sangre fría, se llaman para hablar de ella, la analizan y se derrumban ante su sacralidad. Esos que no han matado con sus manos, sino con su silencio… En mi país hay quienes disfrutan con la muerte y quienes disfrutan mirando. Al gobernante árabe no le ha sido difícil imaginar a otro gobernando en su lugar y por ello perdona a sus asesinos sus pecados, pero no perdona a los que piden libertad sus exigencias. No puedes mantenerte neutral mientras estás tratando con los cadáveres esparcidos de las víctimas, parado frente a los charcos de sangre. Recoges la escena en un papel para gentes de papel, no puedes dejar de documentar los hechos, pues la dictadura del Baaz después de 50 años sigue imponiéndonos más víctimas de la libertad, te censura, te juzga, te hace rendir cuentas. ¿Acaso las víctimas son inmortales porque has gritado en la cara de su asesino, por completar tu camino o por contar su historia aunque sea ante las personas que bailan de alegría por la noticia de su partida? ¿O te has callado y has dejado que tu silencio los abandone? ¿Los has inmortalizado o los has abandonado? La muerte en nuestras calles hace que los muertos griten en nosotros.

*Revista satírica que se publicó entre 2000 y 2001 en Siria hasta que fue prohibida por cruzar las líneas rojas.

Antibióticos para el miedo

Texto original: Al-Quds Al-Arabi

Autor. Subhi Hadidi

Fecha: 16/10/2011


Ya han pasado cinco semanas desde que la psicoanalista siria Rafah Tawfiq Nashid, de 66 años, fue detenida después de que los servicios de inteligencia aérea sirios la secuestraran en el aeropuerto de Damasco cuando se disponía a viajar a París. Ellos negaron que se encontrara en las sedes de la seguridad o la policía para después confesar que estaba en la cárcel de mujeres de Duma. El poder judicial sirio, como de costumbre, ha acatado las órdenes que le llegaban de arriba y se ha negado a liberar a Nashid previo pago de una fianza. En consecuencia, permanece bajo custodia mientras las autoridades en materia de seguridad terminan de adornar la lista de acusaciones habituales: incitar a manifestarse, debilitar el sentimiento nacional y, para que la falsificación sea lo suficientemente paradójica como para que nos cercioremos de que es una broma pesada, debilitar la moral de la nación, teniendo en cuenta que la psicología es la especialidad de Nashid. 

Lo cierto es que no se conoce la filiación política de esta mujer ni es activista en ninguna asociación cultural o académica que se considere opositora. Tampoco, hasta donde yo sé, ha firmado ninguno de los manifiestos de los intelectuales sirios que pedían reformas, concretamente los que se publicaron tras heredar Bashar al-Asad la presidencia. Esta mujer, después de licenciarse en la universidad de París VII (1985), se metió de lleno en el campo de su especialidad practicando el psicoanálisis en Alepo, su ciudad natal, y después en la capital, Damasco, tanto en los hospitales públicos como en su consulta privada. Se trata de una de las precursoras del psicoanálisis en Siria y a ella debemos la fundación de la escuela de psicoanálisis de Damasco, además de ser quien organizó la primera conferencia sobre psicología de la historia contemporánea de Siria.

En cuanto al “crimen” que según el régimen ha cometido Nashid y que le ha valido su secuestro en el aeropuerto y su encierro en la misma celda que las asesinas, las traficantes de hachís y las criminales, es que intentó usar su ciencia para acaparar a todos los hijos e hjas de la patria e incitarles a cambiar de opinión y tener alucinaciones, a decir cosas intolerables y a calmar sus miedos… Todo ello no en el conexto de una manifestación ni una reunión secreta en algún club o celebración, sino en la tranquila terraza del centro de los jesuitas en Damasco. A finales del pasado mes de agosto, la agencia de noticias francesa hizo circular un informe sobre estas reuniones, que decenas de periódicos árabes e internacionales publicaron con distintos títulos, pero en cuya base todos coincidían, a saber, que los sirios de todas las confesiones y religiones coincidían en un miedo común: el miedo al futuro.

El informe explicaba el programa de las reuniones semanales a las que asistían seis personas cada vez de un total de cincuenta y en ellas se planteaban todo tipo de cuestiones con la mayor transparencia posible y evitando hablar sobre las cosas prohibidas, especialmente los miedos confesionales, religiosos y étnicos y las posibilidades de que estallara una guerra civil. El informe también señalaba que Nashid coordinaba el programa junto con el padre Rami Elias, psicoanalista y responsable del centro. He aquí un extracto del mismo: “Lo paradójico es que todos sienten miedo en Siria. ¿Por qué el régimen utiliza la violencia y la represión? Porque tiene miedo de perder el poder. Y quienes se manifiestan, ¿no tienen miedo? Claro que sí, y aún así van a las manifestaciones.” Después leemos lo que dice uno de los participantes, de confesión alauí, que expresó su miedo por su persona y sus hijos después de que la mezquita de Al-Rifa’i de Damasco [1] fuera atacada. Por otro lado, una participante drusa dijo no tener miedo de las divisiones sectarias más de lo que temía que se produjera una intervención extranjera, que dividiría el país y un tercer participante, este cristiano, contó que se había mantenido partidario del régimen hasta que los asesinatos comenzaron a aumentar y entonces se fue a Duma, donde sus habitantes a los que el régimen llama “salafistas” le dieron refugio.

¿Qué puede debilitar la determinación de la nación cuando se reúnen algunos de sus jóvenes y se enfrascan en discusiones como esta, siendo unos partidarios de la revuelta mientras la temen a ella o a las impicaciones exteriores que pueda conllevar? ¿Cómo pueden este tipo de reuniones debilitar “el sentimiento nacional”? ¿No es parte de esto lo que el régimen buscaba cuando hablaba de “diálogo nacional”? Son preguntas absurdas, innecesarias, porque la raíz de la decisión de secuestrar a Nashid era congelar su iniciativa y paralizar la energía que empleaba en el tratamiento clínico directo de una dura enfermedad crónica en siria desde hace 48 años, cuando se impusieron el estado de emergencia y la ley marcial: el miedo. 

A Nashid le está prohibido servirse de las teorías de Sigmund Freud, Jaques Lacan, George Bataille, o incluso de los psicólogos árabes como Mustafa Sufiyan, Mustafa Hiyari o Sami Ali en sus lecciones para eseñar a los sirios y sirias cómo romper el muro del miedo, cómo abrir boquetes en las paredes del silencio y cómo mirar al horizonte, hacia la libertad, la dignidad, la democracia y un futuro mejor. Y si el régimen fue demasiado ignorante o tonto como para darse cuenta del peligro de los estudios anteriores de Nashid sobre el significado político-cultural del aumento del uso del velo y el niqab [2], la creciente religiosidad popular, y las relaciones de indentidad entre el yo y el otro (como se lee en su brillante artículo “Diciendo lo que no se dice”, por ejemplo), esos mismos aparatos no pueden más que saltar y arder en cólera y rencor cuando Nashid hace un favor a la revuelta, aunque sea de forma indirecta, pero con un profundo impacto.

Es como repartir antibióticos para matar el miedo o proporcionar a la comunidad la inmunidad necesaria para protegerse de él para siempre.

[1] Atacada durante el mes de Ramadán por los esbirros del régimen.
[2] Velo que cubre la cara que puede dejar o no los ojos al descubierto.

martes, 18 de octubre de 2011

jueves, 13 de octubre de 2011

Entre dos vetos

Texto original: Al-Quds al-Arabi
Fecha: 11/10/2011
Autor: Elias Khoury


Hay un capítulo perdido en la lectura que los árabes hacen de su realidad política en esta época de las revueltas árabes democráticas y que, desgraciadamente, no ha preocupado a los analistas. Estos han optado bien por glorificar la revolución, entendiéndola como el principio de una nueva era en la que la libertad y la democracia dominarán o bien por condenarla, diciendo de ella que se trata de una conspiración imperialista que confirma la lógica de las políticas imperialistas en la zona. Tal lógica comienza por traicionar a los fieles aliados, como sucedió con Ben Ali y Mubarak en el momento de su caída, y termina con la suposición de que las revueltas han nacido en las salas secretas de sus servicios de inteligencia con el objetivo de destrozar “el frente de resistencia” y llevar al mundo árabe a la desintegración.

Ambas opiniones son simplistas y, aunque yo prefiero el simplismo del optimismo que desprende la primera opinión y considero que la ingenuidad del pesimismo de la segunda opinión es una de las consecuencias de la jubilación del cerebro provocada por años de dictadura, el optimismo no debe ocultar las verdades que ha puesto de manifestó la disensión política en el Consejo de Sguridad de la ONU en las dos últimas semanas a través del fenómeno de los dos vetos. Con ellos me refiero a la amenaza del veto americano contra el reconocimiento internacional del Estado palestino y el veto ruso contra el proyecto de resolución de condena de la represión salvaje llevada a cabo por el régimen sirio contra su pueblo, que se ha levantado para pedir libertad y dignidad.

En el primer veto, del que EEUU no quiere ser el campeón y, por ello, presiona a un gran número de países del Consejo de Seguridad para que voten en contra del derecho palestino, los árabes encuentran en Rusia y China dos aliados, mientras que EEUU y sus aliados occidentales juegan el  papel del escudo con el que se protege el racismo israelí para apoyar la ocupación de Palestina y justificar la represión salvaje de su pueblo.

En el segundo veto, los demócratas árabes se ven enfrentados a Rusia, la cual ejerció su derecho de veto para evitar que se condenaran los terribles métodos (de asesinato y coerción) del aparato represivo del régimen hereditario de Damasco, mientras que, por el contrario, se encuentran en alianza directa o indirecta con el protector de su enemigo nacional.

¿Qué tipo de injusticia es esta que te obliga tomar la "decisión de las decisiones", es decir, elegir entre la dignidad de la patria o la dignidad del ciudadano? Si optas por la primera, debes renunciar a tu dignidad nacional para garantizar tu dignidad individual. En la otra, debes renunciar a la dignidad individual en pro de la dignidad de la nación.

Así, se trata verdaderamente de "la gran decisión", no porque la dignidad del ciudadano quede por debajo de la dignidad de su nación solamente, sino también porque los regímenes árabes son unos mentirosos y unos hipócritas. No es cierto que Gaddafi o Al-Asad sean los garantes de la dignidad nacional ni es cierto que la caída de la misma en el Egipto de Mubarak, en el Yemen de Ali Abdallah Saleh, en los Emiratos del Golfo o en el Reino de Arabia Saudí garanticen la dignidad individual. La nación queda, en el primer caso, destruida y ocupada; en el segundo, el individuo es rebajado y humillado.

Se trata de una decisión falsa y carente de sentido. No es más que un velo que impide ver la realidad de que la caída de los árabes entre ambos vetos expresa el grave hecho de que continuarán estando ausentes en la escena política internacional. Y ello, a su vez, es una de las represetaciones del estado de coma que ha hecho del mundo árabe una cárcel para los individuos y un cementerio para las naciones.

La burla árabe me enerva cuando se la llama a la medida con el nombre del medidor, cuando se analiza la política estadounidense como si esperásemos del imperio que domina el mundo algo distinto… Sí, ellos usan los medidores, están preparados para usar los que haga falta para garantizar sus intereses, sin dividir en ningún momento sus intereses estratégicos. Quien se alía con EEUU sabe de antemano que no es fácil lidiar con la superioridad israelí sobre los países árabes. Todos lo saben porque las distintas administraciones estadounidenses lo repiten a diario: quien se alía con los árabes espera de antemano no solo que dividan sus intereses sino que también se los traguen. Así EEUU está con la democracia en Egipto y contra ella en Arabia Saudí, con la libertad en Túnez y contra ella en Palestina… Y los árabes lo permiten, se callan o simplemente, lo aprueban tácitamente.
Debemos comenzar ya a criticar este sistema de medición; si no, la política perderá su significado y, para ello, las mentiras han de destruirse: no es cierto que el régimen sirio defienda la resistencia contra Israel. Del mismo modo, la marcha atrás de Egipto en lo referente a la expulsión del embajador de Israel tras el asesinato de algunos soldados egipcios en el Sinaí poco tiene que ver con la inteligencia. No se trata de resistencia ni de sabiduría, sino de las máscaras de unas dictaduras que se han afanado en destruir la dignidad de los ciudadanos y han terminado destruyendo la dignidad de la nación.

No es en absoluto sabio que los demócratas árabes se callen ante la negación del derecho palestino ni es inteligente esa pretendida debilidad cuando se flirtea con la posibilidad de una intervención militar en Siria. Esto, en la ciencia política y revolucionaria, se llama "suicidio" porque supone contentarse con una de las humillaciones para evitar la otra, pero de sobra es conocido que separar la dignidad del ciudadano de la de la nación es pura palabrería.

Cuando venza la revolución en siria, que lo va a hacer, quedará patente el nexo entre ambas dignidades y el Golán ocupado volverá a su lugar original en el mapa de la lucha contra el ocupador sionista. Sé que mis amigos de la oposición nacional democrática en Siria saben que su lucha por la libertad, la democracia y la dignidad del ciudadano es una lucha por la dignidad de la nación y su independencia. Sé también que sienten cierta amargura provocada por la trampa de los dos vetos que las grandes potencias coloniales han preparado para volver a dividir la zona aprovechando la decadencia en la que la han sumido las dictaduras. Pero también sé que las revueltas populares árabes son la verdadera respuesta a la decadencia y la esperanza para que el ciudadano árabe recupere su dignidad y vuelva a erigir su nación. Estas revueltas son demasiado grandes como para que un Consejo Militar las confisque aquí o las paralice la amenaza del veto allá.

Estamos ante el nexo de unión entre el derecho y la realidad, algo que han puesto de relieve la creación del Consejo Nacional Sirio y su llamada a la diferenciación clara entre, por un lado, la protección de los civiles por parte de las organizaciones de derechos humanos internacionales, y, por otro, la intervención de la OTAN, rechazando la lógica de la intervención militar en Siria e insistiendo en la unidad del pueblo y sus instituciones.

Las revueltas árabes no pueden vencer si no se rebelan contra la trampa de los dos vetos, una trampa que borra la presencia internacional del mundo árabe e intenta recuperar la antigua lógica colonial que no ve en la zona más que un lugar donde repartirse las zonas de influencia y las riquezas. Salir de esta trampa mortal solo puede lograrse a través de la recuperación de la lógica de las cosas, pues la lucha por la democracia es una lucha por la libertad y la liberación. La libertad no llega sin la independencia nacional , ni sin Palestina, ni sin el derecho árabe de liberar la tierra ocupada. Los pueblos sirio y palestino, enfrentados a dos vetos que se contraponen, saben que su lucha es una, y que la libertad de Damasco abrirá el camino hacia la libertad de Jerusalén.

Desaparición de una profesora de universidad tras dimitir ante sus alumnos y escribir en la pizarra “Las historias de bandas armadas son mentira”

Texto original: Asharq al-Awsat
Fecha: 13/10/2011

Manifestación en Arbiya (Damasco provincia) en respuesta a las manifestaciones de apoyo al régimen.
En el cartel se lee: "Participantes en la marcha de apoyo al sanguinario: 1-  Sanguinarios (seguridad y shabbiha) 2- Funcionarios (coaccionados) 3- Estudiantes (se suspendieron las clases) Arbiya 12/12/2011"



Organizaciones opositoras y activistas llaman a los estudiantes a manifestarse durante el próximo “domingo del levantamiento de las universidades”

Beirut - “Asharq al-Awsat”
El pasado lunes por la mañana, en la Universidad de Damasco, la profesora Jawla Haidar Haidar entró en el aula de primer curso de Física donde imparte la asignatura de matemáticas, y escribió en la pizarra la siguiente frase: “Las historias de bandas armadas son mentira. Son el ejército y las fuerzas de seguridad los que matan a los manifestantes” Acto seguido declaró ante sus alumnos su renuncia como profesora en la Universidad de Damasco y escribió su nombre y su firma, tras lo cual la sala estalló en un gran aplauso que duró varios minutos.

Pero el asunto no terminó así, según narraba uno de los alumnos, pues rápidamente “se acercó a ella uno de los alumnos y le mostró un carné de policía secreta disponiéndose a detenerla, si bien varios estudiantes les separaron y protegieron a la profesora sacándola del aula, y nadie ha vuelto a verla más”, señalando que “el campus se llenó de hombres de seguridad”.

Activistas sirios han confirmado la veracidad de los hechos narrados por dicho alumno, y han expresado su temor de que Jawla haya sido detenida por la policía siria y de que esté siendo presionada para salir en televisión desmintiendo la noticia. Asimismo han señalado que este suceso se enmarca en el inicio del “levantamiento de las universidades sirias” (estudiantes y profesorado) contra el régimen sirio, que fue anunciado el 27 de septiembre coincidiendo con el inicio del curso académico en Siria.

En apoyo al levantamiento del pueblo sirio, que arrancó el pasado 15 de marzo, activistas y opositores llamaron a los estudiantes de las universidades sirias a “manifestarse diariamiente para dejar claro su rechazo a estudiar bajo el yugo del régimen sirio, así como su apoyo al levantamiento sirio”. El objetivo del “levantamiento de las universidades sirias” es el de movilizar a los estudiantes para dar fuerza a las manifestaciones contra el régimen”. Los activistas han anunciado que este domingo habrá manifestaciones dentro y fuera de las universidades.

La “Comisión General de la Revolución Siria” ha declarado su apoyo al levantamiento de las universidades e institutos sirios como muestra de que “la revolución la hace y la conduce la juventud”, y ha animado a participar a todo el sector “porque no puede haber ciencia sin que haya libertad”.

[…]

sábado, 8 de octubre de 2011

Mejor pensar que las balas no van a florecer

Texto original: Kebreet
Fecha: 07/10/2011
Autor: Anónimo




El soldado que llevaba cuarenta años
descalzo,
fumando el mismo cigarro "largo" de Al-hamra
y bebiendo del mismo vaso de mate,
sorbiendo y sorbiendo sin parar,
de pronto se pone su calzado militar,
unas botas estrechas, tanto como la mente del régimen,
tira el vaso de mate, “cuyos beneficios se secaron” hace medio siglo
y pisa su honor militar y humano, contento con sus nuevos zapatos.

Le han dado un arma para que sienta lo que es la virilidad después de castrarle.
Aprieta el gatillo.
El arma hace albórbolas con las balas
y la madre del que ha muerto mártir hace también albórbolas por su desgracia*.
Echa a andar, subido a un tanque que machaca la piel del país, 
país cuyo rostro han deformado las huellas de las llantas.

“Quien mata a su pueblo es un traidor”,
gritan las ramas de los olivos.
Pero el niño solo alcanza a oír el rugido de los tanques.
Vuelve a apretar y olvida su dedo en el gatillo.

Las balas siguen reventando aceitunas,
y de ellas fluye un líquido que bien podría encenderse aunque no lo alcanzara el fuego,
imagina lo que pasaría si lo alcanzara...

El niño pregunta a su padre:
"Papá, ¿cuál dura más, la temporada de la aceituna
o la de las balas?
¿Cuál es más dura, la madera del olivo o la madera del mango de un arma?
¿De verdad tienen para cada aceituna una bala que van a dispararle por la espalda?
¿Qué pasa si se nos acaban los olivos y sus balas a la vez?"

El padre le contesta:
"Solo vencerán cuando importemos los olivos y florezcan las balas.
Nosotros tenemos temporadas de la aceituna y ellos cajas de balas
Mejor pensar que las balas no van a florecer..."

* Cuando alguien muere como mártir, en vez de llorar, es costumbre hacer albórbolas para expresar la tristeza.

martes, 4 de octubre de 2011

Una minoría religiosa y una mayoría confesional no significan nada

Texto original: Al-Safir
Fecha: 01/10/2011
Autor: Youssef Salameh*
 La foto es uno de los dibujos publicados durante la revolución en Egipto.
En Siria, como se ve en uno de los vídeos de la derecha, se formaron una cruz y una media luna humanas en respuesta a las palabras del Patriarca maronita. 

Los sistemas democráticos han presumido de apoyar su gobierno en una mayoría que ha depositado la mayoría de los votos a favor de un grupo determinado en unas urnas transparentes, tan transparentes como el propio proceso de elección. Todo ello significa que la soberanía reside en primera y última instancia en el pueblo. Claro está que los sistemas democráticos imaginan a esa mayoría como una mayoría política; es decir, la única mayoría que ha de tenerse en cuenta y la única que puede expresar la voluntad y soberanía populares.

El concepto que complementa a la mayoría política es la minoría política, ya que los sistemas democráticos consideran que los que han perdido en las elecciones son una minoría política que no pudo convencer con su programa electoral más que a un número limitado de personas. Ahora bien, tal minoría política puede convertirse en cualquier momento en una mayoría que exprese lel compromiso de un número mayor de ciudadanos con un programa político diametralmente opuesto al anterior.

De todo ello se sobreentiende que los conceptos de minoría y mayoría son conceptos relacionados con la naturaleza humana. Es decir, son producto del hecho de que los humanos somos seres políticos y sociales y no son resultado de una dominación exterior ni de una voluntad divina o no divina que imponga al ser humano una serie de decisiones que no son acordes con su razonamiento. Estas decisiones, por su naturaleza "suprahumana", no pueden ser comprendidas ni asimilidas por los seres racionales ya que provienen de una voluntad que solo se respeta por medio de la fe del corazón. También pueden ser decisiones “infra humanas”; es decir, decisiones que nacen de la fuerza bruta y ciega de los instintos enfermizos de una única persona o un grupo de personas sedientas de imponer su voluntad personal y privar a la mayoría de su derecho de construir el presente y el futuro. Con ello, nos encontramos ante un gobierno dictatorial y personalista o un régimen dictatorial y autoritario dirigido por una única familia o grupo de familias aliadas con un grupo de hombres de negocios y con la burocracia administrativa y militar.

Y además de eso, la propia existencia de la democracia se apoya en los parámetros que las personas se ponen a sí mismas, pudiendo desarrollarlos o cambiarlos si la mayoría está de acuerdo con ello. Así y solo así el gobierno es político y, por ende, la mayoría y la minoría son conceptos políticos no condicionados más que por el hecho humano en sí mismo: es eso precisamente lo que los hace políticos.

En este sentido, hablar de una mayoría religiosa y una minoría también religiosa no tiene ningún sentido puesto que, si una de las sectas islámicas como, por ejemplo, la suní, supone una mayoría poblacional en uno u otro país revolucionario, ello no implica nada en el plano político si nos apoyamos en las categorías democráticas. En este caso, la mayoría no hace referencia más que una mayoría neutral porque no tiene un fondo político concreto. Esta carencia de fondo político es consecuencia de la multiplicidad  de intereses, tendencias, ideologías y visiones culturales y otros factores que definen las posturas políticas que se observan en esta secta que se define como mayoritaria.

Del mismo modo, la minoría religiosa en uno u otro país, ya sea la secta alauí, cristiana o ismailí es un concepto ficticio porque tampoco, por las causas que acabamos de mencionar, tiene un fondo político determinado. En consecuencia, las posturas a las que estas personas se acogen no están delimitadas por la adscripción religiosa, sino por los intereses políticos, económicos y sociales y las distintas visiones culturales que adoptan los miembros de este grupo que se denomina minoría religiosa. Esto es así en el caso de que tales minorías religiosas quieran vivir bajo un régimen democrático y representativo en el que las urnas sean la única fuente de poder.

Queda un tipo de agrupación humana que es difícil de considerar como grupo político, a pesar de que utiliza las categorías políticas en su trabajo y sus actividades diarias y para justificar el hecho de ser la fuerza gobernante en uno u otro país. Nos referimos con esto al gobierno del partido único. ¿Puede considerarse que el partido único constituye una mayoría o una minoría política?

La respuesta a esto la encontramos, tal vez, en las carácterísticas del grupo religioso. Tanto el grupo religioso como el partido religioso que se considera portavoz de Dios y ejecutor de los deseos divinos en la tierra no puede considerarse una agrupación política porque parte de presupuestos suprahumanos que toda razón puede rechazar por razones lógicas o incluso ilógicas. Lo mismo sucede con el partido único que impone su dominio sobre uno u otro país: solo puede entenderse como una agrupación religiosa que está en un conflicto eterno contra los infieles y los que se alejan del Santo Espíritu[1] (su bendita ideología). Esto es, una mayoría que, por naturaleza, prefiere la pluralidad política característica del ser humano por su condición de ente político y social.

Tomemos como ejemplo la organización de los comités revolucionarios en el sistema libio u órganos similares en otros países árabes: tales organizaciones políticas consideran que tienen la verdad absoluta y todo el que no opina como ellos en un infiel y un jariyí[2] que merece ser castigado y torturado según dicten las leyes. 

Para salir del callejón en el que un grupo no político domina el sistema de gobierno en el mundo árabe solo hay una opción y es que estos grupos gobernantes no políticos reconozcan la necesidad de una transición pacífica hacia el gobierno de un grupo político en el que podamos distinguir mayoría y minoría sobre una base puramente humana.

Si no aceptan la transición pacífica hacia una vida política, estos grupos no políticos tendrán que asumir los peligros que ello conlleve, a cuya cabeza está la posibilidad de una intervención exterior que no diferencia entre un grupo y otro y ni siquiera entre un individuo y otro. Su objetivo son todos sin discriminar entre el gobernante y el gobernado. 

A tenor de lo dicho, no vemos ninguna razón aparente que justifique los temores de su Excelencia el patriarca Beshara al-Rai (al que reiteramos nuestro respeto y más alta consideración) en lo referente a la minoría cristiana en el mundo árabe y especialmente en Siria. Todas las desgracias de las que han sido víctimas los cristianos iraquíes han sido resultado de la invasión estadounidense de Irak y el estallido de las salvajes luchas sectarias entre suníes y chiíes que han quemado en su infierno a todos los iraquíes y, entre ellos, a los cristianos. Por eso, consideramos que la garantía de la seguridad es algo compartido entre cristianos y musulmanes: un sistema de gobierno laico donde, bajo ningún concepto, una secta se apropie del poder. Da igual si se trata de un secta que representa a la mayoría como los suníes en Siria o una de las sectas que se consideran minorías religiosas como los cristianos, los ismailíes o los alauíes. Las garantías han de ser para toda la sociedad y no para esta o aquella secta. Quien quiere garantías para una única secta parece indicar que está dispuesto a sacrificar al resto a costa de esa secta escogida. No obstante, consideramos que el patriarca Al-Rai no ha querido decir eso.

En cualquier caso, sus palabras, Excelentísimo Patriarca, son ley exclusivamente dentro de la Iglesia maronita, pero fuera, en el mundo de la ciudadanía, pueden ser discutidas libremente según las consideraciones humanas. Este es un derecho que debe respetar su Excelencia.
Pensamos que usted no está en desacuerdo con el hecho de que los cristianos, como individuos, tienen el derecho de pensar de la forma que consideran conveniente para ellos y su patria y que su Excelencia sabe que el progreso en Europa ha estado condicionado por la victoria del laicismo en esos países. Tal vez alguien diga que las experiencias humanas no se repiten, pero nosotros le respondemos con total sencillez que las formas y las imágenes pueden no repetirse, pero las formas de la vida humana son un algo compartido por toda la humanidad: el anhelo de gozar de libertad y liberarse de todo dominio (político o religioso) seguirá siendo el mayor deseo del ser humano mientras este siga sobre la faz de la tierra.

* Escritor y pensador sirio a quien, por conocerlo personalmente, queremos agradecer este texto.
[1] Literalmente "los que se salen" (jariyin), grupo desligado del islam suní y chií en el primer siglo del de la Hégira.
[2] Véase la nota anterior. 

domingo, 2 de octubre de 2011

Viaje desde Damasco a mi Idleb “ocupada” pasando por el Alepo de “la fidelidad”.

Texto original y fotografías: Blog de Zaina Erhaim
Fecha: 24/09/2011
Autora: Zaina Erhaim

Queremos agradecer a la autora por su colaboración con su explicación de algunas de las imágenes del texto.





"Las fronteras son una cosa y los controles militares en la carretera son otra" me contestó mi tío cuando le dije, ingenuamente, que iba a ir a Idleb. Los nombres de los buscados se reparten por zonas y si la suerte me había acompañado al entrar en Siria, podría abandonarme al intentar cruzar los controles de Idleb.

Sin embargo, los controles no serían el único obstáculo en mi camino hacia Idleb sino que la hoja de ruta que guiaría el camino hacia mi ciudad insurrecta necesitó dos verdaderas asambelas: una interior entre los miembros de mi familia en Idleb y otra exterior con mis seres queridos en el resto de provincias. El resultado de ambas conferencias fue la creación de varios comités: uno para "distender el ambiente", otro para "mediar" y un tercero para supervisar la presencia del aparato de seguridadla en los controles.

Tras una larga espera, llegó el sábado. Mi amigo Amer Matar y yo habíamos acordado ir juntos al “Estado de Idleb” independiente donde podríamos movernos con libertad e ir donde quisiéramos.

La estación de autobuses de Damasco sigue tan fea como siempre, tal vez esté algo más ennegrecida y haya más capas de suciedad acumuladas sobre las paredes y el suelo. Han abierto un puesto de shawarma[1] de esos de “Come y despídete”. Estaba aún grabando en mi memoria la imagen cuando un trabajador de una de las empresas de transporte gritó: “Deir Ezzor, señorita”. Y con un movimiento involuntario respondí: “Sí”. Comencé a seguirle hasta que otro gritó: “Homs”. Volví a asentir con la cabeza y le seguí. Entonces, otro gritó: “Hama” y yo dejé a los dos anteriores para seguirle. Finalmente, volví a la realidad y me dije: “Yo voy a Alepo”.

El autobús partió sin contratiempos mientras un flujo de chismorreos, noticias y sentimientos rodeaba nuestro asiento. Entonces recordé dónde estaba y pedí a Amer que bajara la voz mientras fijaba mi mirada en los ojos de la persona que estaba sentada a nuestro lado haciéndose el dormido tras unas gafas negras. También me fijé en el hombre que había recostado su cabeza en el asiento de Amer. La sospecha, esa enfermedad siria de la que mi estancia de un año en Londres no me había curado.

El camino de Damasco a Homs estaba, como de costumbre, seco y amarillento; mas, en cuanto empezaron a aparecer los árboles de Homs, pudimos vislumbrar ese otro verdor. Mi primer encuentro con los tanques de los “protectores de la tierra”[2] fue chocante y doloroso. Lo primero que pensé fue “¡Qué horribles son los tanques, Dios mío!”, hasta que apareció la bandera siria ondeando sobre ellos. Entonces entré en un estado de shock seguido por la histeria. En ese momento, Amer y yo intercambiamos nuestros papeles y fue él quien me tapó la boca con fuerza para que me callara.

Texto de la imagen: "Abajo el traidor Bashar al-Asad, que ha perdido su legitimidad"

Ver a los coches pasar a su lado, pitándoles y adelantándoles como si nada, totalmente acostumbrados a ese invitado que compartían todas las calles en Siria, ahogó mi grito.

Amer miraba al lado derecho de la carretera y yo al izquierdo y nos avisábamos uno al otro cada vez que aparecía un tanque, un coche militar, un francotirador, un soldado escondido entre los árboles o incluso un porta-tanques. Hasta el cruce de Alepo, no pudimos terminar una sola conversación porque cada poco me avisaba y mirábamos a la la derecha o le avisaba yo y mirábamos a la izquierda. Y es que el valeroso ejército había desplegado todos sus efectivos y equipamiento a lo largo de la carretera desde Homs hasta el cruce de Idleb pasando por Hama.

Algunos estaban apostados sin hacer amago de esconderse sobre los edificios gubernamentales,apuntando con sus armas hacia el interior de la ciudad y detrás de sacos de arena que daban a la calle principal. Otros ocupaban los tejados de los edificios sobre los que la ropa tendida se había secado y decolorado sin que la señora de la casa la hubiera recogido. Bajo los francotiradores, la vida continuaba con su ritmo habitual en los talleres de coches.

Junto al hospital al-Shifa, en Jan Shayjun había tres tanques con cuya sombra se refugiaban soldados débiles y cansados, mientras otros, adolescentes, caminaban entre ellos con la espalda doblada por el peso de las armas que llevaban.

En la entrada de Al-Rastan y junto a su puente había cuatro tanques y un coche militar cargado de soldados. Lo mismo sucedía en Talbisa, donde los bombardeos habían dejado marcas de hollín negro en algunos edificios habiendo resultado otros destruidos parcialmente y eso solo en la calle principal.

Una idea me estuvo acosando durante todo el viaje. De ahora en adelante diré, con total sinceridad, a todo palestino que viva en una tierra ocupada que “Sé perfectamente lo que sientes”.

Mientras la visión del despliegue militar me encogía violentamente el corazón tal vez por el miedo, por el terror o por la violencia (lo cierto es que no lo sé con seguridad),las viejas casas, apartamentos y fachadas de tiendas borraron de mis ojos la confusión y me abrieron sus muros para leer en el cuaderno de la libertad los lemas escritos a mano. Algunos se borraban y se alteraban para que la expresión “Te queremos”, grabada con precisión en tinta negra, se mostrara precedida por un “No” escrito a mano con tinta roja. También se borró el nombre del presidente de la frase “El pueblo quiere a Bashar al-Asad” para convertirse en “El pueblo quiere derrocar al régimen”.

En el puente de Saraqib, que acostumbraba a presenciar la bulliciosa actividad de los autobuses y los microbuses sobre todo en ese momento del año “antes de la fiesta de fin de Ramadán”, imperaba la soledad. Estuvimos dos horas observando los lemas de la libertad reprimidos por los tanques a derecha y a izquierda de la calzada. Por fin, llegamos al cruce de Alepo.

El teléfono, que había perdido la cobertura total o parcialmente varias veces a lo largo del camino, recuperó toda la señal; y los tanques y los soldados fueron sustituidos por una gran fotografía de Al-Asad al lado de la carretera a cuyo pie podía leerse “El Alepo de la fidelidad”. Junto a la foto, podian verse anuncios de restaurantes y de fiestas y el programa de un club nocturno.



Se me cortó el habla y Amer y yo entramos en un estado de enmudecimiento ante la visión de fotos y consignas que de fomar clara, con su elocuencia, habían plasmado los escritores del nacionalismo. Mientras calculaba cuál era la foto más grade, llegamos al primer control militar, después al segundo y, finalmente, llegamos al "Alepo de los Asad".

Las calles estaban llenas de conductores y no había ni un hueco para dejar el coche delante de los establecimientos de comida rápida ni las cafeterías. Los restaurantes estaban también a rebosar. Nada había cambiado en la ciudad tal y como yo la recordaba excepto las hiperbólicas demostraciones de “fidelidad” y los lemas grabados en las paredes y los caminos como si alguien los estuviera desmintiendo y ellos respondieran asegurando que “Te queremos, te juro por Dios que te queremos”.

Amaer y yo nos separamos, pero él me llamaba cada diez minutos: “Zaina llévame contigo a Idleb, esto es horrible”. Yo me sentía igual y a las dos horas, estaba de camino a Idleb. Cuando comencé a respirar el aire libre de Idleb, mi corazón sufrió un arrebato de tristeza y de empatía con aquellas personas libres que se quedaban en la ciudad “de la fidelidad”. Ser libre en Alepo significa estar a merced de la tortura de miles de presos, cada uno con sus instrumentos y sus celdas propias, desde el simple vendedor de verdura en la llanura hasta el autobús de la ciudad o el ayuntamiento. “¡Qué difícil lo tienen!”.

Ahora me encontraba cerca de Idleb. Había sacado a Alepo de mi pensamiento para poner en su lugar a Sarmin. Cuando leí la primera noticia de que había sido atacada y de que el ejército y los shabbiha habían entrado en ella, se dibujó en mi memoria la entrada a la ciudad, con el gran arco en el que se leía en letras negras "Sarmin, el hogar de Al-Asad". Sobre ello, se alzaban las fotografías de Hafez al-Asad y Bashar al-Asad. Me preguntaba qué habría pasado con el arco.

No me sorprendió que “El hogar de Al-Asad” fuera renombrado "Sarmin la libre". Por el contrario, el ingente número de frases pidiendo libertad grabadas en los muros de la escuela de Sarmin a lo largo de la calle principal me dejaron atónita: “Morimos y Siria vive”, “Viva Siria y abajo Bashar al-Asad”, “Siria quiere libertad”, “Venceremos o moriremos”, “No te queremos. Iros tú y tu partido”, “La eternidad para las víctimas”.

Sarmin quedó atrás y me acerqué un poco más. Un solo control más y estaría en mi bello capullo revolucionario. Me despedí de mi rostro mientras la brisa del viento movía mi cabello y me vestí con mis nuevos rasgos: un hiyab bien sujeto en la frente, una abaya, gafas de sol por el día y un velo cubriendo mi tez por la noche.




Mis seres queridos tenían miedo de ese villano que conoce a los hijos de la ciudad y los caza en los controles. Pero no estaba allí, lo que significa que mi Idleb me quería allí. Caminé sin problemas y sin que me pidieran la documentación y eso que estaba en Idleb: la plaza del Mihrab, el mercado de verduras... Cuando tocó la hora en punto, pestañeé varias veces para creer y no creer.

Idelb se había despojado de la oscura y raída abaya del Baaz, de las vanguardias, de las juventudes y de la fama de la "policía" y se había puesto un vestido verde luminoso decorado con un collar de seis piedras preciosas de ágatas oscuras.

Los caídos te dan la bienvenida, caminan junto a ti en el mercado y atraen hacia ti las miradas a través de las paredes de la delegación de turismo. Sus almas vibran en Al-Dabit y el barrio norte, y con sus nombres se han decorado las plazas, las rotondas y las calles. La escuela del Baaz se ha convertido en la escuela de "La libertad", La escuela de Muhammad Zakaria al-Bitar se llama ahora escuela del caído Muhammad al-Sayyid Issa. Además, están las nuevas rotondas de Muhammad Garib, Hawwan Awd e Ibrahim Shahud.

No hay imágenes de Al-Asad excepto en las delegaciones de gobierno , las cárceles y la zona de los castillos, donde están el edificio del gobierno provincial, la oficina de los servicios de seguridad y la casa del gobernador provincia. Allí cerca están los restos de la estatua de Hafez al-Asad que destrozaron los participantes en el funeral de una víctima y cuyos pedazos recogió al día siguiente el ayuntamiento como si fueran piedras estorbando en el camino.

En la plaza de Los Siete Mares y bajo la mirada de Ibrahim Hanatu[3] hay dos grandes fotos de Al-Asad. La que está entre las banderas del Baaz y Siria sobre el teatro Al-Afrah "ha sido purificada" y mientras bajo ella se lee “Que Dios proteja a Siria de la que Al-Asad es el dirigente”, un esmalte rojo cae de su cara sonriente mientras que el olivo ha dejado en su cuello un agujero de su vivo verdor.
 
El verdor de mi Idleb es más intenso que el de antes y le van muy bien las ropas de la libertad de las que me agarré por un lado, como si fuera una niña inocente por la tarde para seguir a los héroes en sus manifestaciones diarias tras la oración de Ramadán. Grabaré en lo más profundo de mi memoria el 26 de agosto: primera manifestación en mi Idleb y primera manifestación en la que mi voz dirigió los lemas y cánticos. Mi pequeña ciudad, una vez más, me guardó un sitio especial.

[1]Comida rápida muy común en Siria. Se trata de carne de pollo o cordero asada enrollada en pan parecido al de las fajitas mexicanas.
[2] Nombre que se da al ejército sirio
[3] Uno de los líderes de la revuelta contra los franceses, originario de Alepo (1869-1935).