Texto original: Al-Jumhuriya
Autora: Arwa Khalifa
Fecha: 30/01/2018
Hoy debería haberse iniciado la conferencia de Sochi,
convocada por Moscú durante la clausura de la octava ronda de negociaciones de
Astaná, a finales de noviembre del año pasado. La Comisión Suprema para las
Negociaciones de las
Fuerzas de la Revolución y la Oposición (CSN) había anunciado su boicot a la
misma en la clausura de la novena ronda de negociaciones de cara a una solución
política, celebrada de forma excepcional en Viena.
A pesar de que la CSN había anunciado su rechazo a
participar en la conferencia, la plataforma de Moscú, que forma parte de dicha
comisión, se apresuró a desmentir que ellos apoyaran el boicot, puesto que sus
representantes habían votado, junto con otros miembros, a favor de la
participación en Sochi. Algunas filtraciones de última hora hablaban de la
posibilidad de que algunos miembros de la CSN participaran de forma individual.
No obstante, el Comité de Coordinación Nacional de las Fuerzas de Cambio
Democrático, que también es parte de la CSN, había anunciado por medio de su
presidente, Hasan Abd al-Azim, que respetaría la decisión de boicot.
Estos acontecimientos, simultáneos en los últimos días a
movimientos políticos regionales e internacionales, forman parte de una serie
de tendencias con implicaciones directas sobre el terreno en Siria.
Varias fuentes
cercanas a la oposición siria decían que la CSN había recibido fuertes
presiones de Riad y Ankara para participar en la conferencia de Sochi, por lo
que la visita de la delegación de la CSN a Moscú y su reunión con el ministro
de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, se entendió como una confirmación de asistencia
a la conferencia. Sin embargo, la emergencia de EEUU durante una pequeña reunión
celebrada en París al margen de la conferencia internacional, bajo el lema “asociación
internacional contra la impunidad en el uso de las armas químicas”, permitió un
margen al “no”, que los aliados tradicionales de la oposición siria en la
región ya no ofrecían.
Desde París,
los países allí reunidos (EEUU, Francia, Reino Unido, Jordania y Arabia Saudí)
enviaron un documento “no oficial” que incluía una serie de propuestas sobre la
forma de la constitución, la limitación de las prerrogativas del presidente y el
freno a una mayor influencia política de los “gobiernos de las regiones”.
Tanto el
régimen sirio como la plataforma de Moscú rechazaron el documento, que era un
mensaje político de Washington sobre la conferencia de Sochi más que una lista
de recomendaciones sobre las negociaciones políticas que auspicia Naciones
Unidas. El reciente anuncio de la postura estadounidense y la reticencia occidental
a la conferencia de Sochi, junto con la celebración de la conferencia de París,
permitió a la oposición siria rechazar la participación en la conferencia en el
último momento, después de que la CSN hubiera retrasado el anuncio de su
decisión hasta que terminara la ronda de negociaciones en Viena.
La oposición y
la región
La explícita
postura turca y la implícita saudí-emiratí sobre la participación en Sochi
constituye un nuevo punto álgido en las relaciones de los aliados tradicionales
de la oposición en relación a la cuestión siria. Este escenario había comenzado
a conformarse con la implicación de Turquía en las negociaciones de Astaná, que
había patrocinado junto con Irán y Rusia. En lo que respecta a los saudíes, Riad
2 había constituido el principal indicador de su cambio de postura en relación
a la situación en Siria.
La
transformación regional es resultado de varios cambios en la situación política
y militar de la región, y en concreto, en los países implicados en esta
transformación (principalmente, Arabia Saudí y Turquía), aunque las razones
objetivas de la transformación forman parte de una imagen global combinada con el deseo de los diseñadores de políticas
exteriores en ambos países (sin publicar en los últimos dos años) de “poner fin
al expediente sirio y las complicaciones que ha traído a sus políticas”.
Doha ya había
anunciado previamente una orientación similar, mediante las famosas declaraciones
del ex ministro del Interior, Hamad Ben Jasim, “nos peleamos por la presa, y la
presa se escapó”, una especie de expresión condensada de la postura regional
actual en relación a la situación en Siria, cuya principal justificación recientemente
es el “retroceso estadounidense” frente a la influencia rusa e iraní en Oriente
Medio. Sin embargo, la postura de Washington puede constituir una oportunidad
para la revisión de las posturas de las potencias regionales y, en concreto, la
de los aliados tradicionales de la oposición siria, consideradas una expresión del
deseo oculto de esos países de aceptar la solución rusa en Siria (volver a
sacar a flote al régimen sirio, imponer una solución militar, y poner fin a toda
forma posible de oposición política), a cambio de desactivar los peligros
directos a los que se exponen sus políticas y aspiraciones en la región.
Transformación
estructural en la oposición siria
La oposición
siria, representada por la CSN, ha sido capaz de rechazar participar en la
conferencia de Sochi a modo de experimento de la nueva estructura que se
conformó en Riad 2; sin embargo, las minas plantadas con minuciosidad dentro de
la nueva estructura de la comisión, podrían explotar en cualquier momento, como
preludio a la desaparición de una de las principales instituciones de la
oposición siria, dado que no existe una voluntad regional de apoyar la cohesión
de las instituciones de la oposición. La lista de invitados que se filtró a las
redes sociales anteayer por la tarde parece una expresión clara de la postura
de los países de la región en relación a la oposición siria, puesto que tres
partes/personalidades son quienes se han encargado de invitar a quienes se
supone que son opositores sirios. Rim Turkmani, Randa Qasis y Ahmad Jarba han
enviado invitaciones a más de trescientas personas que se supone que
representan a algún sector de la oposición siria. Los tres representan lo
pasajero de las relaciones en la lucha regional e internacional, y una postura
poco clara sobre los parámetros principales de las decisiones internacionales y
las exigencias políticas que se le hacen a la oposición para lograr una
solución política. Esto los convierte en ideal futuro de lo que tal vez sea la
nueva generación de la oposición siria. Si la lista de invitaciones filtradas es
correcta, ello supone un nuevo cambio cualitativo en la estructura y forma de
lo que podría llamarse la oposición siria, pues tras la transformación que tuvo
lugar en las negociaciones de Astaná, donde los burós políticos dependientes de
las facciones asumieron la responsabilidad de la negociación con el régimen,
parece que los (antiguos-nuevos) rostros pueden ser la expresión del camino que
Moscú pretende imponer con aprobación regional: una nueva forma de negociación
basada en la visión rusa, que se resume en comenzar lo que este país llama “diálogo
nacional” y terminar con la reproducción del régimen sirio y su coronación como
principal controlador del destino de la lucha en Siria.
A pesar de las
transformaciones regionales y el progreso militar que están logrando las
fuerzas del régimen en Idleb bajo el amparo de la aviación rusa, Moscú no ha
podido hacer que Socchi parezca ir en la línea de Astaná, pues ni siquiera las
facciones militares y las fuerzas políticas ligadas directamente a la postura
turca han adoptado una postura unificada conforme a Sochi. El rechazo de
algunos de los representantes que viajaron a Sochi a abandonar el aeropuerto de
esa ciudad, en protesta por la presencia de una bandera del régimen en los
carteles de la conferencia, ha retrasado el inicio de la misma. Este fracaso,
que ha dado a la conferencia una imagen de farsa, ha supuesto un golpe a la
estrategia de Moscú para la etapa “post-victoria militar”, a la que ha
respondido con masacres en distintas ciudades y municipios de Idleb,
especialmente Saraqeb, expuesta a una campaña de bombardeos aéreos a gran
escala: un claro mensaje a quienes han provocado el fracaso de su conferencia.
A fin de
cuentas, parece que las potencias regionales se equivocaban al pensar
que tenían el control absoluto de lo que sucede en Siria.