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sábado, 26 de septiembre de 2015

Europa y la crisis de los refugiados: entre la exageración mediática y las realidades obviadas



Texto original: Al-Jumhuriyya 

Autora: Rand Sabbagh


Fecha: 23/09/2015

 Nikolay Doychinov

“Los extranjeros fuera”, escribieron miembros de la extrema derecha en las paredes del campamento atacado con piedras y petardos en la ciudad de Heidenau el pasado agosto. Y este es solo uno entre varios ataques similares que han tenido lugar en los últimos dos meses.

La frase nos hace volver la vista atrás a la misma expresión que utilizaron quienes atacaron en 1992, concretamente entre el 22 y el 24 de agosto, el campamento de los Girasoles (Sonnenblumen) en la ciudad de Rostock-Lichtenhagen en la provincia alemana de Mecklemburgo, como nos cuenta la película “Somos jóvenes, somos fuertes” del director afgano-alemán Burhan Qabbani, estrenada en 2015 y que cuenta lo sucedido durante el ataque contra el edificio liderado por unos jóvenes, con implicación de varias ramas de la extrema derecha alemana, ante el aplauso de unas tres mil personas de los barrios vecinos. Finalmente, el campamento en el que se alojaban los solicitantes de asilo, en su mayoría gitanos y vietnamitas, fue quemado, acto que fue calificado como el más violento contra extranjeros en Alemania después de guerra.

Estos hechos que tuvieron lugar hace cerca de 25 años no parecen ser un mero episodio histórico hoy, sino que más bien son motivo de alarma, pues según el periódico Berliner Zeitung del 7 de septiembre de este años, “uno de cada cuatro berlineses tiene un problema con los extranjeros, y cree que los alemanes deben defender su cultura”. Del mismo modo, el periódico señalaba que el 7% de los participantes en la encuesta podrían tomar parte en alguna acción seria contra los campamentos de sus regiones.

En este sentido, este año se ha conocido más de una agresión contra campamentos y algunos analistas consideran que estas agresiones vienen “apoyadas” o “son instigadas” por parte de algunos partidos de derechas que están en el poder. Por su parte, la policía alemana ha registrado más de 336 ataques contra los refugiados en lo que va de año.

En Francia, una encuesta realizada a 1.000 franceses ha demostrado que el 55% de ellos no recibe con agrado que se hayan relajado las condiciones para recibir refugiados y que se les den facilidades. Aún más, creen que el papel de Francia puede ser más útil si esta interviene militarmente en Siria.

Estos y otros datos no apuntan a que la cuestión de los refugiados se vaya a tratar con calma y en paz, y cabe plantearse hasta dónde va a llegar la situación en lo que se refiere al pueblo, sobre todo con el tratamiento que le dan los medios occidentales, que no han dudado en cubrir absolutamente todo lo relacionado con el tema y presentar a Europa como víctima, centrándose de forma prácticamente unánime en plantear dudas sobre el futuro de Europa y su devenir económico. Además, los medios se han centrado en depurar responsabilidades políticas e internacionales a fin de solucionar este aspecto de la crisis relacionado con los refugiados, antes de centrarse en la cuestión humanitaria, tan necesaria para aportar soluciones radicales, aunque los métodos para lidiar con ella diverjan entre los periódicos de izquierdas y de derechas.


ACNUR


En definitiva, los medios se preguntan por la situación económica, cómo Europa puede aportar dinero, si debería rebajar la cuantía de las ayudas o elevarlas y por qué el contribuyente debe ser la víctima de esta situación Pero también se preguntan (algo que está claro en la prensa de derechas) la carga que pueden suponer los que llegan en términos culturales más allá de lo económico, en concreto, por el hecho de que la mayoría son musulmanes. La islamofobia ha subido de forma preocupante y hace sonar la alarma de Daesh y Al-Qaeda para aumentar el terror entre la sociedad de acogida, un  aspecto que muchos políticos no se han preocupado en minimizar, como es el caso del primer ministro húngaro Viktor Orban, que considera que los refugiados son una amenaza para los valores cristianos de Europa. En esta línea, Marine Le Pen, líder del partido ultraderechista francés, ha pedido que se cierre la frontera entre Francia y Alemania para evitar que llegue un solo refugiado a Francia. A ello se suman varios alcaldes de Europa y que algunos países han anunciado a los cuatro vientos que no quieren recibir musulmanes, algo que ha provocado que Naciones Unidas interviniese y declarase que no se puede separar entre los refugiados por temas de religión.

La situación de la crisis hoy y los medios para tratar con ella son similares a la forman en que se trató la cuestión de los judíos en Europa durante dos siglos, por medio de la filosofía de la “cuestión judía” y el bombardeo continuo de la prensa y las élites conformadas por escritores, pensadores, economistas y políticos, que ponían el foco en cuestiones idénticas a las que hoy trasladan los medios en relación a los miedos europeos: ¿amenazan nuestra cultura?, ¿pueden integrarse con la sociedad europea?, ¿suponen un peligro para nosotros? Y así hasta que apareció el nazismo que traía “la respuesta”.

La comparación no implica llevar el pesimismo a un lugar en el que siempre pensamos en relación con esta cantidad de violencia, pero el discurso de odio y la manera en que históricamente ha tratado Europa con la cuestión judía -que aunque durara dos siglos entonces, hoy apenas unos meses o años de bombardeo mediático y político serían equivalentes- puede llevar a una tragedia. Y aunque se limitara a unos pocos individuos, la violencia no necesita a la mayoría para dejar su huella.

Si uno se aproxima a las reacciones populares, ya sea mediante artículos o en las redes sociales, el discurso del odio queda claro y las voces se elevan a favor del ala derechista, aunque existan campañas contrarias, como la de la bienvenida a los refugiados #refugeeswelcome, que se ha difundido ampliamente por toda Europa, unida a manifestaciones en las grandes ciudades. Incluso, algunos periódicos de importancia internacional, como The Independent, han adoptado la campaña y han dedicado parte de sus páginas a publicarla y participar en ella. Por otra parte, 430 mil británicos han firmado una petición para que el gobierno británico reciba a más refugiados, frente a los 110 mil que la firmaron para que el gobierno detuviera las olas de inmigración y cerrara las fronteras.

A pesar de ello, las posturas populares en los países de la Europa occidental han sido menos agresivas que sus homólogas en países del este, como Hungría, la República Checa o Grecia entre otros.

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Pero, ¿es Europa el primer destino de los refugiados del mundo? ¿Soporta de veras la mayor carga como nos dicen los medios?

No cabe duda de que las cifras que llegan a Europa son altas, e incluso sorprendentes, pues según dijo el 18 de septiembre en Ginebra Adrian Edward, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, más de 442.440 refugiados y emigrantes habían cruzado el Mediterráneo en lo que va de año, de los cuales 4.000 llegaban diariamente a las islas griegas, habiéndose registrado la muerte de 2.921.

Pero estos números no suponen que Europa sea el principal receptor, ya que la crisis ha tomado un cariz internacional al comenzar a llegar los refugiados a las costas europeas, pero ¿y antes? ¿Acaso no vivía ya el mundo una verdadera crisis de refugiados? ¿Es ahora, de repente cuando ha comenzado ahora a darse cuenta de la catástrofe?


ACNUR
 
Si nos fijamos en los números proporcionados por el informe anual de la ONU sobre las situaciones de guerra y los refugiados en 2014, veremos que el número de inmigrantes solo en ese año llegó a los 13,9 millones -con un promedio de 42.500 desplazados diarios-, llegando el total de exiliados forzados en el mundo a 59,9 millones, el 50% de los cuales son menores. Además, hay 38,2 millones de desplazados internos. La paradoja de este informe reside en que el 86% de ellos son acogidos por países en desarrollo.

Así, solo 6 países reciben aproximadamente el 46% de los refugiados totales, que son, en orden de mayor a menor: Turquía con 1,59 millones registrados; Pakistán con 1,51; Líbano con 1,15; y por último Irán, Etiopía y Jordania.

¿De verdad están los europeos amenazados culturalmente?

La cuota propuesta por la UE, y que Alemania pretende que se cumpla, muestra la necesidad de repartir a los refugiados que llegan a su territorio entre el resto de países de la unión, siendo la propia Alemania la que más va a acoger, seguida de Francia. Pero los números pueden responder de manera bastante fiel al discurso del miedo en Europa que insiste en la amenaza que supone para la identidad europea el hecho de que lleguen más refugiados. En Alemania, el número de refugiados será de 80 por cada millón de habitantes y en Francia 64, frente a lo que sucede en Líbano, donde hay 232 refugiados por cada mil habitantes.

A tenor de lo comentado anteriormente, el presidente francés François Hollande ha anunciado que su país recibirá 24.000 refugiados sirios durante los próximos dos años, mientras que el primer ministro británico ha anunciado la intención de su país de recibir a 20.000 sirios de aquí a 2020. Por su parte, EEUU y Australia se han ofrecido a acoger un escaso número de refugiados.

Del mismo modo, las cifras reales dan respuesta a los miedos por la identidad, pues hasta el momento, el número de extranjeros en Alemania no ha llegado al 9,1% de la población (3,4% de los cuales son europeos de la unión), por lo que Alemania se sitúa en el puesto número 11 de los países de la UE con mayor número de extranjeros. Gran Bretaña, por su parte, ocupa el puesto número 15 con un 7,6%, de los cuales 3,9% son de fuera de la unión. En el caso de Francia y Suecia, que van por detrás, encontramos la misma situación.

En lo referente a la economía, los europeos comentan en las redes sociales y los medios, el miedo y preocupación que sienten ante la llegada de refugiados o inmigrantes -como les gusta llamarlos-, quejándose siempre de que ese dinero saldrá de los bolsillos de los contribuyentes.

Mirando los números, nuevamente veremos que la UE gastaba cantidades desorbitadas en apartar a los inmigrantes y refugiados de su territorio. Por ejemplo, entre 2000 y 2014, gastó más de 13.000 millones de  euros, de los cuales 11.3000 fueron destinados a deportar a solicitantes de asilo cuyas peticiones habían sido denegadas, pagando 4.000 euros por cabeza. Además, 1.600 millones se gastaron en reforzar la vigilancia en las fronteras de la UE, según las propias estadísticas de dicha entidad.

 ACNUR



Ahora bien, se puede mirar a los recién llegados como una oportunidad de inversión para el viejo continente, en el que el número de defunciones supera al de nacimientos, por lo que se espera que en Alemania el número de habitantes baje en 6 millones en 2030. Además, la edad de jubilación se está elevando en más de un país debido a la falta de mano de obra joven que ocupe los puestos. En este sentido, algunos informes indican que los inmigrantes que han podido entrar en el mercado laboral en los últimos cinco años son 1,5 millones solo en Alemania, lo que puede arrojar luz sobre lo cortos de miras que son muchos europeos contrarios a la presencia de extranjeros porque los consideran una carga económica para el país. Más aún, la mayoría de  refugiados tienen formación en diversos ámbitos, ya sea de tipo manual o intelectual, lo que los capacitará –tras conseguir el premiso de trabajo y dominar la lengua- para entrar en el mercado de trabajo, y participar en el pago de impuestos.

No obstante, no ha de perderse de vista el hecho de que los países que se han puesto en guardia y consideran que están atravesando la peor crisis de la era contemporánea son los países que ocupan los puestos más altos en la economía mundial y que disfrutan de enormes réditos de la fabricación y exportación de armas, después de EEUU y Rusia. De hecho, Francia, Gran Bretaña y Alemania se disputan el tercer puesto, que parece que ocupará casi seguro, Alemania.

Pero, ¿no indica esto que la industria de la guerra sigue siento más rentable que la industria de la paz, y que los réditos que se obtienen de la exportación de armas a países del Tercer Mundo y otros en conflicto, y los intereses de los que se disfruta en la actual coyuntura siguen siendo mayores que el gasto en refugiados?

Y hablando de cómo se trata políticamente a los refugiados y los intentos de explicar políticamente “la crisis”, veremos que el mundo no ha internacionalizado la cuestión siria con tanto ahínco desde hace mucho, como si el cruce del Mediterráneo por parte de los sirios hubiera traído de vuelta las historias para las que Occidente no había tenido oídos durante los cuatro años anteriores, a pesar de las campañas y la cobertura mediática que han tenido.

Sorprende que los hechos se hayan acelerado hasta cierto punto, aunque sea en el ámbito de las alianzas políticas, pero el problema es que estas siempre caen en la trampa de reducir la situación en Siria a una elección entre Daesh y Asad. Y en dicha tesitura, Occidente prefiere a Asad, que es lo que vemos en los medios a través de artículos y análisis intensivos sobre cómo los sirios huyen de Daesh (y realmente una gran parte huye de Daesh) y que olvidan quién es el primer responsable de la guerra en Siria, que es el régimen de Asad.




AFP

No sabemos si los movimientos políticos que vemos hoy son serios, o si son un mero intento por parte de los líderes europeos y Occidente de dominar la opinión pública, pero los acercamientos no son solo entre estadounidenses y rusos, sino también entre Alemania y Rusia, según las últimas declaraciones del ministro de exteriores alemán, que dio la bienvenida a la entrada de Rusia en la guerra contra Daesh. Incluso, el tono europeo dominante ha empezado a cambiar en relación con Asad y su permanencia, aunque los franceses sigan siendo los más duros hasta el momento. Sin embargo, lo más peligroso de acabar con Daesh y mantener a Asad, es que se anuncie que Siria es un Estado seguro de la ONU, y que, por tanto, los sirios podrán regresar para vivir, obligados, bajo la sombra de Asad de nuevo, enfrentándose a un destino desconocido.

Ya sean movimientos políticos correctos o no, siguen siendo insuficientes y cosméticos, porque la crisis de refugiados no es una cuestión en sí misma, sino que es uno de los reflejos de la cuestión, y el enfrentarse a los reflejos de las cuestiones no es una solución en absoluto. El  número de refugiados no cambiará las ecuaciones políticas que mantienen en Oriente Medio y África este caos, pues en el mundo hay 5,1 millones de refugiados palestinos; 3,8 millones de sirios; 2,5 millones de afganos y más de un millón y medio de somalíes. Y si esto indica algo es que los estados del mundo desarrollado han fallado y también la ONU, que se estableció para intentar cimentar la paz en el mundo. También indica la necesidad de establecer un nuevo orden mundial que devuelva a la Humanidad su dignidad, pero esta sigue arando en el mar.