Texto original: Al-Jumhuriyya
Autora: Rand Sabbagh
Fecha: 23/09/2015
Nikolay Doychinov
“Los extranjeros fuera”, escribieron miembros de la extrema
derecha en las paredes del campamento atacado con piedras y petardos en la
ciudad de Heidenau el pasado agosto. Y este es solo uno entre varios ataques
similares que han tenido lugar en los últimos dos meses.
La frase nos hace volver la vista atrás a la misma expresión
que utilizaron quienes atacaron en 1992, concretamente entre el 22 y el 24 de agosto,
el campamento de los Girasoles (Sonnenblumen) en la ciudad de Rostock-Lichtenhagen
en la provincia alemana de Mecklemburgo, como nos cuenta la película “Somos jóvenes, somos fuertes”
del director afgano-alemán Burhan Qabbani, estrenada en 2015 y que cuenta lo
sucedido durante el ataque contra el edificio liderado por unos jóvenes, con
implicación de varias ramas de la extrema derecha alemana, ante el aplauso de
unas tres mil personas de los barrios vecinos. Finalmente, el campamento en el
que se alojaban los solicitantes de asilo, en su mayoría gitanos y vietnamitas,
fue quemado, acto que fue calificado como el más violento contra extranjeros en
Alemania después de guerra.
Estos hechos que tuvieron lugar hace cerca de 25 años no
parecen ser un mero episodio histórico hoy, sino que más bien son motivo de
alarma, pues según el periódico Berliner Zeitung del 7 de septiembre de
este años, “uno de cada cuatro berlineses tiene un problema con los
extranjeros, y cree que los alemanes deben defender su cultura”. Del mismo
modo, el periódico señalaba que el 7% de los participantes en la encuesta
podrían tomar parte en alguna acción seria contra los campamentos de sus regiones.
En este sentido, este año se ha conocido más de una agresión
contra campamentos y algunos analistas consideran que estas agresiones vienen
“apoyadas” o “son instigadas” por parte de algunos partidos de derechas que
están en el poder. Por su parte, la policía alemana ha registrado más de 336
ataques contra los refugiados en lo que va de año.
En Francia, una encuesta realizada a 1.000 franceses ha
demostrado que el 55% de ellos no recibe con agrado que se hayan relajado las
condiciones para recibir refugiados y que se les den facilidades. Aún más,
creen que el papel de Francia puede ser más útil si esta interviene
militarmente en Siria.
Estos y otros datos no apuntan a que la cuestión de los
refugiados se vaya a tratar con calma y en paz, y cabe plantearse hasta dónde
va a llegar la situación en lo que se refiere al pueblo, sobre todo con el
tratamiento que le dan los medios occidentales, que no han dudado en cubrir
absolutamente todo lo relacionado con el tema y presentar a Europa como víctima,
centrándose de forma prácticamente unánime en plantear dudas sobre el futuro de
Europa y su devenir económico. Además, los medios se han centrado en depurar
responsabilidades políticas e internacionales a fin de solucionar este aspecto
de la crisis relacionado con los refugiados, antes de centrarse en la cuestión
humanitaria, tan necesaria para aportar soluciones radicales, aunque los
métodos para lidiar con ella diverjan entre los periódicos de izquierdas y de
derechas.
ACNUR
En definitiva, los medios se preguntan por la situación
económica, cómo Europa puede aportar dinero, si debería rebajar la cuantía de
las ayudas o elevarlas y por qué el contribuyente debe ser la víctima de esta
situación Pero también se preguntan (algo que está claro en la prensa de
derechas) la carga que pueden suponer los que llegan en términos culturales más
allá de lo económico, en concreto, por el hecho de que la mayoría son
musulmanes. La islamofobia ha subido de forma preocupante y hace sonar la
alarma de Daesh y Al-Qaeda para aumentar el terror entre la sociedad de acogida,
un aspecto que muchos políticos no se
han preocupado en minimizar, como es el caso del primer ministro húngaro Viktor
Orban, que considera que los refugiados son una amenaza para los valores
cristianos de Europa. En esta línea, Marine Le Pen, líder del partido
ultraderechista francés, ha pedido que se cierre la frontera entre Francia y
Alemania para evitar que llegue un solo refugiado a Francia. A ello se suman
varios alcaldes de Europa y que algunos países han anunciado a los cuatro
vientos que no quieren recibir musulmanes, algo que ha provocado que Naciones
Unidas interviniese y declarase que no se puede separar entre los refugiados
por temas de religión.
La situación de la crisis hoy y los medios para tratar con
ella son similares a la forman en que se trató la cuestión de los judíos en
Europa durante dos siglos, por medio de la filosofía de la “cuestión judía” y
el bombardeo continuo de la prensa y las élites conformadas por escritores,
pensadores, economistas y políticos, que ponían el foco en cuestiones idénticas
a las que hoy trasladan los medios en relación a los miedos europeos: ¿amenazan
nuestra cultura?, ¿pueden integrarse con la sociedad europea?, ¿suponen un
peligro para nosotros? Y así hasta que apareció el nazismo que traía “la
respuesta”.
La comparación no implica llevar el pesimismo a un lugar en
el que siempre pensamos en relación con esta cantidad de violencia, pero el
discurso de odio y la manera en que históricamente ha tratado Europa con la
cuestión judía -que aunque durara dos siglos entonces, hoy apenas unos meses o
años de bombardeo mediático y político serían equivalentes- puede llevar a una
tragedia. Y aunque se limitara a unos pocos individuos, la violencia no
necesita a la mayoría para dejar su huella.
Si uno se aproxima a las reacciones populares, ya sea
mediante artículos o en las redes sociales, el discurso del odio queda claro y
las voces se elevan a favor del ala derechista, aunque existan campañas
contrarias, como la de la bienvenida a los refugiados #refugeeswelcome, que se
ha difundido ampliamente por toda Europa, unida a manifestaciones en las
grandes ciudades. Incluso, algunos periódicos de importancia internacional,
como The Independent, han adoptado la campaña y han dedicado parte de
sus páginas a publicarla y participar en ella. Por otra parte, 430 mil
británicos han firmado una petición para que el gobierno británico reciba a más
refugiados, frente a los 110 mil que la firmaron para que el gobierno detuviera
las olas de inmigración y cerrara las fronteras.
A pesar de ello, las posturas populares en los países de la
Europa occidental han sido menos agresivas que sus homólogas en países del
este, como Hungría, la República Checa o Grecia entre otros.
***
Pero, ¿es Europa el primer destino de los refugiados del
mundo? ¿Soporta de veras la mayor carga como nos dicen los medios?
No cabe duda de que las cifras que llegan a Europa son
altas, e incluso sorprendentes, pues según dijo el 18 de septiembre en Ginebra Adrian
Edward, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, más
de 442.440 refugiados y emigrantes habían cruzado el Mediterráneo en lo que va
de año, de los cuales 4.000 llegaban diariamente a las islas griegas,
habiéndose registrado la muerte de 2.921.
Pero estos números no suponen que Europa sea el principal
receptor, ya que la crisis ha tomado un cariz internacional al comenzar a llegar
los refugiados a las costas europeas, pero ¿y antes? ¿Acaso no vivía ya el
mundo una verdadera crisis de refugiados? ¿Es ahora, de repente cuando ha comenzado ahora a darse
cuenta de la catástrofe?
ACNUR
Si nos fijamos en los números proporcionados por el informe
anual de la ONU sobre las situaciones de guerra y los refugiados en 2014,
veremos que el número de inmigrantes solo en ese año llegó a los 13,9 millones -con
un promedio de 42.500 desplazados diarios-, llegando el total de exiliados
forzados en el mundo a 59,9 millones, el 50% de los cuales son menores. Además,
hay 38,2 millones de desplazados internos. La paradoja de este informe reside
en que el 86% de ellos son acogidos por países en desarrollo.
Así, solo 6 países reciben aproximadamente el 46% de los
refugiados totales, que son, en orden de mayor a menor: Turquía con 1,59
millones registrados; Pakistán con 1,51; Líbano con 1,15; y por último Irán,
Etiopía y Jordania.
¿De verdad están los europeos amenazados culturalmente?
La cuota propuesta por la UE, y que Alemania pretende que se
cumpla, muestra la necesidad de repartir a los refugiados que llegan a su
territorio entre el resto de países de la unión, siendo la propia Alemania la
que más va a acoger, seguida de Francia. Pero los números pueden responder de
manera bastante fiel al discurso del miedo en Europa que insiste en la amenaza
que supone para la identidad europea el hecho de que lleguen más refugiados. En
Alemania, el número de refugiados será de 80 por cada millón de habitantes y en
Francia 64, frente a lo que sucede en Líbano, donde hay 232 refugiados por cada
mil habitantes.
A tenor de lo comentado anteriormente, el presidente francés
François Hollande ha anunciado que su país recibirá 24.000 refugiados sirios
durante los próximos dos años, mientras que el primer ministro británico ha
anunciado la intención de su país de recibir a 20.000 sirios de aquí a 2020.
Por su parte, EEUU y Australia se han ofrecido a acoger un escaso número de
refugiados.
Del mismo modo, las cifras reales dan respuesta a los miedos
por la identidad, pues hasta el momento, el número de extranjeros en Alemania
no ha llegado al 9,1% de la población (3,4% de los cuales son europeos de la
unión), por lo que Alemania se sitúa en el puesto número 11 de los países de la
UE con mayor número de extranjeros. Gran Bretaña, por su parte, ocupa el puesto
número 15 con un 7,6%, de los cuales 3,9% son de fuera de la unión. En el caso
de Francia y Suecia, que van por detrás, encontramos la misma situación.
En lo referente a la economía, los europeos comentan en las
redes sociales y los medios, el miedo y preocupación que sienten ante la
llegada de refugiados o inmigrantes -como les gusta llamarlos-, quejándose
siempre de que ese dinero saldrá de los bolsillos de los contribuyentes.
Mirando los números, nuevamente veremos que la UE gastaba
cantidades desorbitadas en apartar a los inmigrantes y refugiados de su
territorio. Por ejemplo, entre 2000 y 2014, gastó más de 13.000 millones
de euros, de los cuales 11.3000 fueron
destinados a deportar a solicitantes de asilo cuyas peticiones habían sido
denegadas, pagando 4.000 euros por cabeza. Además, 1.600 millones se gastaron
en reforzar la vigilancia en las fronteras de la UE, según las propias
estadísticas de dicha entidad.
ACNUR
Ahora bien, se puede mirar a los recién llegados como una
oportunidad de inversión para el viejo continente, en el que el número de
defunciones supera al de nacimientos, por lo que se espera que en Alemania el
número de habitantes baje en 6 millones en 2030. Además, la edad de jubilación
se está elevando en más de un país debido a la falta de mano de obra joven que
ocupe los puestos. En este sentido, algunos informes indican que los
inmigrantes que han podido entrar en el mercado laboral en los últimos cinco años
son 1,5 millones solo en Alemania, lo que puede arrojar luz sobre lo cortos de
miras que son muchos europeos contrarios a la presencia de extranjeros porque
los consideran una carga económica para el país. Más aún, la mayoría de refugiados tienen formación en diversos
ámbitos, ya sea de tipo manual o intelectual, lo que los capacitará –tras conseguir
el premiso de trabajo y dominar la lengua- para entrar en el mercado de
trabajo, y participar en el pago de impuestos.
No obstante, no ha de perderse de vista el hecho de que los
países que se han puesto en guardia y consideran que están atravesando la peor crisis
de la era contemporánea son los países que ocupan los puestos más altos en la
economía mundial y que disfrutan de enormes réditos de la fabricación y
exportación de armas, después de EEUU y Rusia. De hecho, Francia, Gran Bretaña y
Alemania se disputan el tercer puesto, que parece que ocupará casi seguro, Alemania.
Pero, ¿no indica esto que la industria de la guerra sigue
siento más rentable que la industria de la paz, y que los réditos que se
obtienen de la exportación de armas a países del Tercer Mundo y otros en
conflicto, y los intereses de los que se disfruta en la actual coyuntura siguen
siendo mayores que el gasto en refugiados?
Y hablando de cómo se trata políticamente a los refugiados y
los intentos de explicar políticamente “la crisis”, veremos que el mundo no ha
internacionalizado la cuestión siria con tanto ahínco desde hace mucho, como si
el cruce del Mediterráneo por parte de los sirios hubiera traído de vuelta las
historias para las que Occidente no había tenido oídos durante los cuatro años
anteriores, a pesar de las campañas y la cobertura mediática que han tenido.
Sorprende que los hechos se hayan acelerado hasta cierto
punto, aunque sea en el ámbito de las alianzas políticas, pero el problema es que
estas siempre caen en la trampa de reducir la situación en Siria a una elección
entre Daesh y Asad. Y en dicha tesitura, Occidente prefiere a Asad, que es lo
que vemos en los medios a través de artículos y análisis intensivos sobre cómo
los sirios huyen de Daesh (y realmente una gran parte huye de Daesh) y que
olvidan quién es el primer responsable de la guerra en Siria, que es el régimen
de Asad.
AFP
No sabemos si los movimientos políticos que vemos hoy son
serios, o si son un mero intento por parte de los líderes europeos y Occidente
de dominar la opinión pública, pero los acercamientos no son solo entre estadounidenses
y rusos, sino también entre Alemania y Rusia, según las últimas declaraciones
del ministro de exteriores alemán, que dio la bienvenida a la entrada de Rusia
en la guerra contra Daesh. Incluso, el tono europeo dominante ha empezado a
cambiar en relación con Asad y su permanencia, aunque los franceses sigan
siendo los más duros hasta el momento. Sin embargo, lo más peligroso de acabar
con Daesh y mantener a Asad, es que se anuncie que Siria es un Estado seguro de
la ONU, y que, por tanto, los sirios podrán regresar para vivir, obligados,
bajo la sombra de Asad de nuevo, enfrentándose a un destino desconocido.
Ya sean movimientos políticos correctos o no, siguen siendo
insuficientes y cosméticos, porque la crisis de refugiados no es una cuestión
en sí misma, sino que es uno de los reflejos de la cuestión, y el
enfrentarse a los reflejos de las cuestiones no es una solución en absoluto.
El número de refugiados no cambiará las
ecuaciones políticas que mantienen en Oriente Medio y África este caos, pues en
el mundo hay 5,1 millones de refugiados palestinos; 3,8 millones de sirios; 2,5
millones de afganos y más de un millón y medio de somalíes. Y si esto indica
algo es que los estados del mundo desarrollado han fallado y también la ONU,
que se estableció para intentar cimentar la paz en el mundo. También indica la
necesidad de establecer un nuevo orden mundial que devuelva a la Humanidad su
dignidad, pero esta sigue arando en el mar.
?Para cuando Al Jomhouriya y usted Naomí Ramírez Díaz van a condenar la cristianofobia de los musulmanes, al igual que el maltrato a los refugiados sur sudaneses en los países árabes?.
ResponderEliminarOpinión míope y sesgada escrita por un antisemita.
ResponderEliminarSí, el antisemita judeóphobo al jomhouríya, la transcripción al yumhuriyya de Naomí es falsa y errónea; es un un terrible medio mentiroso, racista, sexista y proterrorista.
ResponderEliminarGracias por tu puntualización, Anónimo. Sin embargo, siempre que no se trata de nombres propios de reconocido uso, me remito a la transcripción más cercana a la fonética castellana.
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