Texto original: Syrian Change
Autor: Azme Bishara
Fecha: 20/06/2012
La etapa actual está registrando un momento de perseverancia
y resistencia históricas de un gran pueblo contra la crueldad sin precedentes
de un régimen al que protege la mentira de “la comunidad internacional”. Dicho
régimen ha rechazado hacer cualquier reforma, dando a elegir a sus aliados entre
aceptarlo tal y como es o bien continuar hacia una guerra contra su pueblo
hasta el final, sin importar la destrucción de Siria como entidad. Muchos son
los que han rechazado su opción cruenta mientras que sus aliados han tomado partido
por los intereses estratégicos que a él le unen, y lo han aceptado como es. Al
margen de lo que piensen algunos de ellos o lo que aseguren sobre el régimen y
sus desgracias, ellos también son víctimas de la deshonra y la vergüenza,
porque han aceptado su condición de apoyarlo incondicionalmente. Así, han
acabado participando en su feroz guerra contra su pueblo. Por su parte, a “la
comunidad internacional” no le importa que Siria acabe destruida como entidad,
y su vecino israelí la quiere ver desangrándose del todo en una guerra civil.
Pero el pueblo está en una revolución que rechaza ese tipo
de elecciones y esa es la verdadera resistencia y el verdadero antiimperialismo:
se niega a que el régimen lo tome como rehén de su desinterés ante los
resultados provocados por el lema “Bashar o quemamos el país” y se niega también
a que el régimen lo convierta en rehén de su disyuntiva cruenta: o la sumisión
y adoración o la guerra civil. Tal disyuntiva servía para disuadir a la gente
antes de la revolución, pero empezada esta, atravesaron la barrera del miedo y
ya no es posible darles a elegir entre este tipo de opciones: ellos también
seguirán hasta el final.
Con este tipo de elecciones político securitarias y con la
política de armar a milicias el régimen ha conducido al pueblo a la
autodefensa, convirtiéndolo en un pueblo armado, y ha dirigido el país a una guerra
civil, algo que considera una justificación de la dictadura. Pero la guerra
civil impuesta desde arriba no elimina la naturaleza impuesta a la revolución
por su base social. Lo que sucede en Siria es una revolución popular víctima de
un intento de convertirla en una guerra civil. Lo que sucedió en Iraq fue una
ocupación exterior.
Que los pueblos tengan sus derechos no significa que puedan
formar cuarteles de buenas personas, ni que si se arman lo hagan con total “pureza”.
En Siria hay un pueblo armado ahora, y el pueblo sale con sus virtudes y sus
defectos, con sus grandes esperanzas, su cultura y el retraso de algunos de sus
sectores. Aguanta y persiste movilizándose contra la dictadura por la libertad
y se vale de la solidaridad civil que acoge a la gente en su desgracia ayudándose
mutuamente. La movilización ha sido contaminada por el rencor y la herida y la
suciedad sectaria y civil en todas sus formas solo la curará la consciencia de
los revolucionarios sirios y su insistencia en que el objetivo es establecer un
sistema de gobierno democrático para todos los ciudadanos de Siria, Además han
de definirse con seriedad la naturaleza de la etapa de transición, aceptando que
estas las etapas de transición son necesarias para conservar el Estado. Ahí
radica la importancia de que haya líderes políticos conscientes en el nivel
nacional y no exclusivamente el local dentro de Siria. Estos liderazgos se van
creando continuamente porque el seno de la gran revolución siria da a luz a
diario a líderes sobre el terreno y líderes políticos.
Nadie ha dicho que mientras el pueblo se mantenga
revolucionario las aspiraciones de los Estados se detendrán ni que dejarán de
intentar mantener sus intereses valiéndose de la lucha.
Tal vez llegue el momento en que los aliados del régimen se
den cuenta de que no se le puede salvar y que no hay otra opción que aceptar la
etapa de transición sin Al-Asad de por medio, aunque sea con una Cúpula Militar
que dirija las elecciones. Tal vez esa opción les convenza, pero el pueblo
sirio se liberará por sí mismo. Incluso aunque vengan ayudas tardías, seguirá
siendo el único merecedor de tal honor. Tendrá en cuenta quién estuvo de su
lado y no tendrá en cuenta a quienes abandonaron al régimen porque ya no podían
salvarlo tras meses de sangre y destrucción. Pero nadie podrá imponer tutela
alguna sobre el pueblo sirio en el futuro. La libertad al completo le
pertenece, ha pagado su alto precio en sangre y la historia recordará su
perseverancia y tesón durante los días críticos que hoy vive bajo las bombas
seguidas de incursiones de bandas primitivas.
Todo aquel que sienta los valores de la justicia, la
libertad y la dignidad del ser humano puede decir de los revolucionarios de
siria: Esos son mis hermanos, tráeme unos iguales.
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