Autor: Abd Allah al-Assil
Fecha: 09/05/2012
Lo que estamos presenciando hoy en Siria comenzó bajo el
nombre de la Revolución de la Dignidad, cuando la gente salió a las calles a
pedir libertad. Esa misma libertad sobre la que ahora nos preguntan: ¿Qué
libertad es esa que queréis? Lo cierto es que esa libertad no es de ningún tipo
concreto ni entra en ninguna clasificación. Queremos libertad en y para todo,
una libertad sin límites ni constricciones. La dignidad que pedimos es
dignidad, la dignidad que perdimos por haber sido víctimas de la injusticia
durante cuarenta años o más.
La libertad que quiero es la libertad de poder hablar, decir
lo que tengo en mi cabeza, lo que pienso. Incluso si no te gusta, quiero
decirlo. Pero desgraciadamente hay personas hoy que han pasado por la
revolución, y que aún siguen en ella, que han empezado a excluir a algunos sectores,
mientras que a otros se les deja hablar, y ello a pesar de que tanto ellos como
nosotros nos rebelamos contra el “Fulanito habla y Menganito se calla”. Así,
por ejemplo hoy, si eres de Damasco, puedes hablar; si tienes un tanque frente
a tu casa, puedes hablar seguro. ¿Hay un francotirador frente a tu casa? Te escucho
con gusto. ¿Eres de Alepo? (Hace un gesto que significa: Cierra la boca).¿Estás
exiliado? Mejor ahórrame escucharte.
Bien, ¿por qué?. Tú y yo estamos en la revolución de la
dignidad y hemos gritado por la libertad, porque este régimen no nos ha dejado
hablar durante los cuarenta últimos años o más. ¿Por qué se me excluye hoy? ¿Por
qué si quiero decir algo que te beneficia a ti o a tu forma de pensar me dices “Muy
bien dicho”, mientras que cuando critico algo que a ti te gusta, pierdo mi
derecho a hablar?
¿Me estás juzgando por mí mismo o por mi pensamiento? Queremos
una Siria construida por las ideas y la razón, no por personas o nombres. Así
solo hacemos lo mismo que el régimen. Con esto no quiero decir que si frente a
tu casa hay un francotirador, está claro que estás en la misma situación que
yo, que vivo con total seguridad. Pero créeme, el hecho de que haya frente a tu
casa un francotirador o que yo esté fuera de Siria no lo hemos elegido ni tú ni
yo. A los dos se nos ha impuesto esto porque elegimos la libertad. ¿Es lógico
que si el régimen nos ha impuesto una cosa a cada uno, haciéndonos iguales, eso
nos separe? No. Tú y yo seremos uno.
Recuerdo cuando el inspector me preguntó:
¿Qué gritabais en la manifestación? Elegí dos lemas para decirle. El primero
fue: “Uno, uno, uno, el pueblo sirio es uno”. Me dijo: ¿Y el otro? Le dije: Un
solo ser. Sí, porque somos un único ser, y tú y yo nos rebelamos como un todo.
A mí no me gusta que haya francotiradores frente a tu casa y a ti no te gusta
que yo esté lejos de mi familia, de mi universidad y lejos de todo lo que amo,
lejos de mi país. Por eso, debemos escucharnos unos a otros para construir una
Siria en la que tengan cabida todos los colores, todas las formas, todas las
ideas. La Siria del futuro es para todos y si empezamos a no querer oír de este
o de aquel, ¿cómo será después? Este estaba muy a favor de la revolución,
aportó mucho, lo ponemos como ministro. Menganito es muy buena persona, y muy válido,
pero no le hemos visto en ninguna manifestación, no quiero sentarme con él, no
formará parte de la construcción del Estado.
Siria es de todos. Siria, un
Estado donde gobierne la ley, condenará a los criminales y después entre todos,
la construiremos, sin distinciones ni exclusiones, porque la exclusión carece
de lógica, la exclusión carece de ética.
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