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martes, 8 de mayo de 2012

Desde Palestina, hacia Alepo en el norte y El Cairo en el sur


Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 08/05/2012


La huelga de hambre de los presos palestinos ha entrado en su tercera semana, mientras que Alepo ha presenciado uno de los episodios más salvajes de represión al irrumpir los servicios de seguridad en la ciudad universitaria y disparar. Por su parte, Egipto está viviendo uno de los más violentos enfrentamientos con la Junta Militar gobernante. La sangre corre en los tres grandes centros del Oriente árabe: represión, resistencia y movimientos populares que expresan una dignidad que han minado durante mucho tiempo la ocupación, la represión y la dictadura.

¿Hay alguna relación entre estos tres hechos simultáneos? ¿Qué relación hay entre Alepo y las cárceles israelíes? ¿Cómo pueden unirse los cruentos sucesos de Al-Abbasiya (Egipto) con la huelga de los presos o con el levantamiento de los estudiantes de la universidad de Alepo? El denominador común está claro: es la resistencia a la injusticia y la defensa de la dignidad, pero lo curioso es que la ola de revoluciones árabes en el centro sirio-egipcio-palestino ha adoptado su forma más violenta y sangrienta, como si todo lo que ha pasado desde la revolución tunecina se concentrase ahora aquí y se estuviera acercando al momento decisivo. Aquí se decide hoy el destino de las revoluciones árabes, y con ellas, el destino de la región.

Aquí, es decir, en Egipto, Siria y Palestina, se está construyendo el presente árabe y se están abriendo los horizontes del futuro. Si las revoluciones siria y egipcia sufren de un vacío en el liderazgo político, fruto de la incapacidad de los jóvenes de la revolución de conformar nuevos y sólidos marcos políticos que dirijan el movimiento de las masas, el levantamiento del hambre que están llevando a cabo los presos de Palestina es también expresión de la falta de liderazgo, al ser incapaces ambos bandos (Hamas y Fatah) de conformar un nuevo horizonte para la lucha palestina contra la ocupación.

Este claro vacío de liderazgo expresa una nueva realidad que las élites de la oposición no han podido plasmar en programas políticos claros ni en nuevas formas de organización. Es un indicio de que lo que sucede es un nuevo comienzo sin precedentes, que, como tal, está abocado a tropezarse y caer en cierta ambigüedad y desorientación intelectual.

Esta falta de orientación puede ser constituir un gran peligro porque las fuerzas del poder dictatorial y de la ocupación saben bien lo que quieren: los militares en Egipto quieren mantener su imperio de poder político y económico sin tener que rendir cuentas, la mafia militar-económica en Siria quiere mantenerse en el poder aunque ello acarree la destrucción total del país, y la ocupación quiere seguir con su política de apoderamiento de tierras, limpieza étnica, y anexión de territorios. Sin embargo, estas fuerzas no podían ni imaginarse la voluntad de resistencia de la que hacen gala los pueblos, una voluntad que ha superado al miedo y a la muerte, haciendo del presente árabe un modelo sorprendente de la voluntad de unos pueblos que han roto todas las cadenas.

La apuesta de los poderes dictatoriales egipcio y sirio por agotar a la gente ha fracasado porque, después de tanto sacrifico, ya no puede haber marcha atrás. Del mismo modo, la apuesta de la ocupación israelí por hacer que los palestinos acaben asqueados del conglomerado de represión y corrupción que los gobierna en Gaza y Cisjordania no surtirá efecto. Los jóvenes y luchadores palestinos no se quedarán atrás en el movimiento del cambio, y el levantamiento del hambre que anunciaron los presos no es más que el inicio de una unión entre estas tres situaciones que se convierte en realidad, pues las revoluciones siria y egipcia se encuentran en la misma situación, si bien con importantes diferencias: el dictador egipcio se ha marchado, pero no su régimen, mientras que el dictador sirio está plenamente identificado con su régimen, siendo su marcha el preludio de la marcha del régimen. En cuanto a lo que sucede en Palestina hoy, es un indicio de que la victoria de los egipcios y los sirios supondrá el reinicio de la resistencia palestina en todas sus formas.
En Egipto, Siria y Palestina se decidirá el futuro de la región que se encuentra hoy ante tres grandes posibles escenarios:

En primer lugar, cabe la posibilidad de que los militares en Egipto y Siria logren mantener el poder, un importante éxito que en realidad será temporal y defectivo. Las revoluciones no solo han anunciado la caída del antiguo texto que daba a la militarocracia la legitimidad del poder, sino que han proclamado también la rebeldía de los todos los sectores populares contra el poder. Así, el gobierno militar se ha convertido en una realidad imposible, y el éxito de los militares no será más que una prolongación de la situación de ebullición y asesinatos hasta que llegue la hora del régimen.

En segundo lugar, puede que un régimen árabe dominante contenga la revolución, que es lo que ha intentado Arabia Saudí con Egipto y que intentan los emiratos del petróleo en todas partes. Esta posibilidad es temporal porque es imposible: los aires de cambio no se detendrán en las fronteras de las repúblicas y la victoria de la revolución en Egipto en sí misma es suficiente para devolver el equilibrio a sus “volúmenes” reales.

En tercer lugar, está la posibilidad de que la evolución egipcia triunfe al hacerse con la presidencia, lo que supondrá el comienzo de una nueva era democrática que necesariamente se reflejará de forma positiva en Siria y Palestina.

No hay un conjuro mágico para el cambio, la construcción de la democracia o la liberación de la voluntad nacional. El Oriente árabe vive hoy un gran y determinante punto de inflexión, una situación llena de luchas y que exige comenzar por el paso de una política de la identidad a la política real, es decir, a unos programas políticos, económicos y sociales que miren hacia el futuro. En esto no hay excusa para nadie, la veda está abierta para todos los esfuerzos que se quieran realizar y el gran vacío que han dejado las largas épocas de represión ha de encontrar quien lo llene.

Palestina, que parece hoy alejada de este gran proceso histórico, está más cerca de lo que pensamos. Sus presos están hoy en una misma celda con miles de presos sirios y su sueño de un nuevo comienzo está muy cerca del sueño de libertad de los egipcios. Por último, su causa adopta hoy su carácter formativo: se trata de una cuestión de libertad y liberación de los árabes.

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