Texto original: Lebanon NOW
Autor: Ziad Mayid
Fecha: 17/07/2012
"Uno, uno, uno, palestinos y sirios son uno"
A tres pueblos de la zona del Levante árabe reúne el sufrimiento provocado
por el régimen sirio: el sirio en primer lugar, el palestino en segundo lugar y
finalmente el libanés. Pero el sufrimiento del pueblo palestino tiene un
significado especial, o mejor dicho, connotaciones especiales, a saber, que en
nombre de la cuestión de este pueblo se encarceló a los tres.
La ley de emergencia, la prohibición de partidos, el saqueo del Estado y la
sociedad, la protección del “punto débil” (El Golán) y el enfrentamiento a todo
proyecto de rendición fue resultado de la máxima “la prioridad es la cuestión
palestina”. La guerra de los campamentos en Líbano se llevó a cabo también
partiendo de dicho principio, del mismo modo que con ella han de relacionarse
las detenciones y la represión en los campamentos palestinos en Siria. Basta
con que una de las sedes más crueles en sus métodos de tortura de los servicios
de seguridad en Damasco se llame “sede de Palestina” para que uno comprenda la estrecha
relación establecida por el régimen con la cuestión de la liberación de
Palestina, convirtiéndola en una cárcel material oscura por un lado y en un
centro de detención simbólico por otro. En el primero amontona a los opositores
políticos, sirios y palestinos y los llama traidores y enemigos de su cuestión “central”,
sometiéndolos a torturas y trato inhumano. En el segundo, inunda con palabras y
conceptos los cerebros, dirigiéndose a sus rivales con un antiimperialismo
desatado y tratándoles como “enemigos de palestina” y enemigos de su bandera,
adoptada como bandera del Baaz.
Así conforma el régimen sus redes de domesticación y asesinato de las
libertades y cimenta un despotismo cuyo título es “Palestina”. Si a alguien se
le ocurre desafiarlo, se saca de los cajones de sus reuniones de seguridad la
acusación preparada y se difama a quien “se ha atrevido a conspirar contra Palestina”.
Y así es como el régimen ha elaborado un programa que se ha convertido en la
identidad de los “antiimperialistas” (de todo tipo) que lo repiten de memoria,
justificando todo con la excusa de Palestina y entendiendo el mundo entero (hipócrita
o estúpidamente) como un nido de trampas y emboscadas preparadas en su contra
por ser los portavoces, como su régimen, de Palestina.
Esta prostitución se ha mantenido durante cuatro décadas e incluso cuando
estalló la revolución siria, llamando a la libertad y la justicia, el régimen y
sus aliados antiimperialistas blandieron la misma espada en su cara, pensando que
serviría como factor disuasorio. Pero esta vez se sorprendieron y descubrieron
que era demasiado tarde, que las bondades del robo y la corrupción ya no
servían. La sede de Palestina ya no da demasiado miedo y los campamentos de
Latakia, Homs, Daraa, como los campamentos de Damasco y el resto de ciudades
sirias se han diluido con su entorno y han derrocado en pocas semanas años de
hipocresía y picardía.
Y hoy, la revolución agrieta las puertas de la mismísima “sede de Palestina”,
y sirios (y palestinos) arrancan la luz entre sus celdas. Mañana cuando se
desplome, pasarán junto a ella decenas de miles de quienes dejaron años de su
vida en ella y construirán sobre sus escombros un museo para recordar a todos a
los que se les robaron sus años y su dinero, las voces de cuyas madres se ahogaron
en la acera y en las salas de larga espera…
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