Teto original: Al-Hayat
Autor: Samer Franjieh
Fecha: 08/07/2012
El hecho de describir los “sucesos” actuales en Siria como
una “guerra civil” ha provocado la ira de la mayoría de partes que participan
en ella, debido a que tal descripción no se ajusta a su definición de la actual
situación ni a su papel en ella. Los revolucionarios se han opuesto a ello
porque arrebata a su movimiento su dimensión ética y los convierte en una mera
parte sectaria en una lucha civil. El régimen se ha puesto de acuerdo con sus
opositores en rechazar dicha denominación, aferrándose a su versión de la
“guerra contra el terrorismo” y sus resultados purificadores, aunque su postura
sea algo confusa: confirma la guerra civil, cuando habla de la amenaza a la
existencia de las minorías y la llegada de los islamistas, haciendo que Israel se
preocupe por su seguridad, y después la niega cuando amenaza la influencia del
régimen, la familia y el partido (tal y como escribió Hazem al-Amin en Al-Hayat
el 17 de junio de 2012).
La cuestión de poner nombres es por tanto una parte
inseparable de la lucha que está teniendo lugar en Siria, ya que es una
cuestión política por excelencia, que erige sobre la base de la definición de
la identidad de los jugadores, las víctimas y la sociedad, una definición moral
más que práctica. Toda denominación tiene sus deducciones, como pudieron
observar los libaneses tras el estallido de la guerra libanesa y su paso de ser
una guerra “de derecha e izquierda” como algunos pensaron, a ser un conjunto de
guerras civiles sectarias. Toda versión tiene una lógica, unas soluciones y
unas dimensiones éticas que cambian el “significado” de los hechos. Ello no
significa que la denominación pueda obviar la realidad, sino todo lo contrario:
Toda realidad es un abanico de denominaciones que entran en una lucha
simbólica.
Parece que la comunidad internacional va hacia el
ensalzamiento de la versión de la “guerra civil” como versión consensuada, que
ofrece el mínimo entendimiento entre los actores internacionales y una hoja de
ruta aceptable políticamente para la crisis siria. A la luz de los equilibrios
regionales y la necesidad de un acuerdo sobre el tipo de intervención en la
crisis, ambas versiones contrapuestas –es decir, al versión del terrorismo y la
de la revolución-, han caído para anclar la versión de la guerra civil, que permite
la entrada en juego de todas las partes concernidas en la potencial solución, del
mismo modo que garantiza una salida al régimen al convertirlo en una parte
necesaria de la lucha civil, y que deja de ser el dictador, como en la versión
de la revolución, cuyo destino es la desaparición.
Muchos grupos coinciden en esta denominación, desde las
minorías asustadas por el islam político hasta la ONU, que ha materializado su
papel en las últimas décadas en torno a las frases sobre luchas civiles y el
papel humanitario, lejos de la “política” que le exige apoyar las revoluciones.
Partiendo de esto, la guerra civil se ha convertido, como denominación, en una
necesidad de muchas de las partes en esta lucha, además de en la versión
dominante sobre lo que sucede hoy en Siria.
Pero el sacrificio de la “revolución” en pro de una “guerra
civil” tiene un precio político, que ha de tenerse en cuenta. Lo que se exige
no es la insistencia en una descripción a pesar de la realidad ni el aferrarse
a una pureza ideológica que niegue lo que no se quiere ver en esta realidad,
sino que lo que se exige es la búsqueda de un lugar en nuestra versión que
salvaguarde la revolución y sus contenidos morales, aunque sea eliminada por
medio de la guerra civil.
Entre estas necesidades está la cuestión de la identidad de
las víctimas que han caído durante año y medio en la más atroz serie de
asesinatos y torturas que ha presenciado la zona en mucho tiempo. Según la
versión de la guerra civil, los asesinados son meras víctimas cuya muerte
carece de todo significado político, más allá de constituir un ambiguo
indicador de lo malo de las guerras. Esta descripción se une a la avaricia de
la imaginación política en el mundo árabe, que no tiene sitio más que para los
mártires de la epopeya de la lucha con Israel o víctimas de “la intervención
exterior”. En cuanto a los muertos en Siria, en la versión de la guerra civil,
son como los de Iraq o como todas las víctimas de los regímenes, que fueron
purificados políticamente, rodeados del olvido y la vergüenza. La revolución
siria ha venido a liberar a aquellos del olvido, ofreciendo una versión que re-politiza
a las víctimas y da un significado a su muerte. Por esto, el peligro de la “guerra
civil” no es otro que el peligro de que aquellos mártires vuelvan a su lugar
principal como meros muertos, que es mejor olvidar.
El aferrarse a la versión de la revolución es un intento de poseer
la memoria de nuestro presente. El destino sangriento de la revolución siria no
es el primer modelo de una cuestión legítima que cae bajo el fuego de la
represión. Pero reprimir las cuestiones e incluso asesinar a quienes las portan
a sus espaldas no supone necesariamente su final. El destino de una cuestión
política entra a fin de cuentas en un mundo simbólico, que limita la memoria
del hecho y la forma en la que documentarlo en la historia. Por ejemplo, la
importancia de la versión dominante en la guerra española de finales de los
años treinta del siglo pasado muestra que lo que sucedió fue una derrota
política y militar de la izquierda, pero la historia republicana y de la
izquierda se ha convertido en un almacén de leyendas y símbolos de un
internacionalismo con el que terminó la alianza comunista y fascista en el
marco de un fracaso global. El aferrarse a la revolución, aunque sea
traicionada, es un intento de aferrarse a la memoria futura de los eventos
actuales y la insistencia en que lo que sucedió en Siria, sea cual sea la forma
del pacto futuro, fue una acción política ética que de la que no se puede
retroceder.
La defensa de la denominación no compensará las víctimas que
cayeron, el buscar una versión es reconocer que la realidad, en cierto modo, ha
comenzado a ir en otra dirección. También se trata de un reconocimiento de que
la revolución ya no se impone a sí misma como la única versión de los hechos, y
que esta va cayendo a diario debido a la sectarización de la lucha y los
crímenes cómetidos. Sin embargo, esta situación en concreto exige un intento de
reimponer dicho título, para prohibir al régimen de los Asad que lleve a cabo
una destrucción que no se limita solo al pasado de Siria y su presente, sino
también a su futuro.
Finalmente, la versión de la revolución no es solamente una
exigencia ética, sino que hasta hoy sigue siendo el marco más realista para dar
una forma concreta a los hechos en Siria. El régimen baasista, que es uno de
los regímenes más destructores de la zona, no merecerá siquiera el que se trate
con él como una parte en una lucha civil. La revolución impone la dirección de
la solución, y el aferrarse al menos a esta dirección es un deber que ha de
defenderse para salvar lo que queda de la revolución.
ESTIMADO PRESIDENTE DE SIRIA BACHAR AL ASAD:
ResponderEliminarSolicito su renuncia presidencial porque los rebeldes y la organizacion de las naciones unidas quieren perpetrarlo porque usted promueve la division internacional por la cual no es eclesiastico de los Dioses Baal-Peor y de Moloc supeditar al pueblo asirio debido a que son conciudadanos del imperio babilonico y porque tambien soy el avatar y la transmigracion divina de los Dioses asirios Baal-Peor y Moloc.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.
Proclamo Oracion y Ayuno por lo acontecimientos en Siria, por las mujeres y niños que sufren mas en la guerras para que el Señor en su misericordia frene esta situación en el nombre de Jesús.
ResponderEliminar