Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elías Khoury
Fecha: 09/07/2012
Tal vez la lección más elocuente que aún sigo aprendiendo de
Yassin al-Hajj Saleh es la modestia que acompaña a su riqueza intelectual y su
compromiso con los principios, que hacen del intelectual una moral ética, un
ejemplo y una autoridad. Recuerdo que lo conocí en Damasco y tras insistir yo
en que me contara su larga experiencia en la cárcel, simplemente me habló de
sus tobillos. Vi una cárcel grabada de forma material y clara en sus talones
debido a las ataduras con cables eléctricos. Cuando quise más, se limitó a
esbozar una pequeña sonrisa y cambió de tema.
Después me encontré con él una segunda y huérfana vez en
Beirut, antes de que se le prohibiera viajar y desde entonces nuestros
encuentros se convirtieron en comunicaciones político-culturales por medio de
la publicación de sus artículos en el “apéndice” del periódico Al-Nahar
en Beirut, antes de que la complicada situación me obligara a abandonarlo.
Volví a descubrir a este hombre con el estallido de la
revolución siria, cuando Yassin se convirtió en una de sus voces más
distinguidas, por no decir su voz cultural más racional y clara. Con esta
revolución he conocido a un intelectual que mezcla la valentía con el
sentimiento crítico y la claridad con una delicada sensibilidad humana. Yassin
no ha abandonado su patria, sino que escogió el camino difícil, siendo este el
primer indicio del nacimiento de un nuevo intelectual sirio, un intelectual más
allá de la antigua oposición tradicional. Este intelectual nace del trabajo
secreto que convierte la lucha en un hecho público, y hace de la escritura un
arma en contra de las armas con las que el pueblo sirio revolucionario es
asesinado y con las que se destruyen sus ciudades y pueblos.
La página de Facebook de Yassin se ha convertido en
una de nuestras ventanas diarias a la Siria que está renaciendo y su artículo
semanal en Al-Hayat se ha convertido en un indicador de las
posibilidades de la revolución. Con él y con otros intelectuales y luchadores de
su calibre, las palabras han pasado a ser hechos, la libertad un horizonte y la
revolución un camino.
No hay duda de que Yassin al-Hajj Saleh sabe que es uno de
los que están escribiendo una nueva historia para su país y que su labor
escrita e intelectual constituirá una de las fuentes de la historia de la
revolución siria, como también sabe que esta revolución es un grito de
liberación real que Siria había estado esperando durante mucho tiempo. Yassin
ha titulado su libro sobre su experiencia en Siria “Por la liberación, jóvenes”
(Dar al-Saqi, Beirut), pero dicha expresión de liberación nos lleva a lo que
viene tras la cárcel, y nos descubre cómo pudo el intelectual leer su experiencia
con ojo crítico, y cómo este ojo es el inicio de la visión que camina por la
senda de la revolución, interactúa con ella y la escribe.
Leí el nuevo libro de Yassin en su calidad de continuación
de las novelas “Traiciones de la lengua y el silencio” de Faraj Pierre Qadar y “La
concha” de Mustafa Jalifa. Ambos libros cuentan experiencias de cárcel y
sufrimiento en el terrible infierno de la cárcel de Tadmor (Palmira), mientras
que “Por la liberación, jóvenes” de Yassin al-Hajj Saleh separa la experiencia y
la liberación de su absolutismo, para transformarla de una experiencia
excepcional en una experiencia vital profundizando en ella y superándola, ofreciendo
una nueva lectura de la experiencia como preso político en Siria y en el mundo
árabe. Yassin al-Hajj Saleh no estará de acuerdo con que se le dé una
calificación literaria a su obra, pero si el arte no es visión, descubrimiento,
conocimiento y delicadeza humana, ¿qué es entonces?
He hecho uso de la palabra delicadeza no solo para describir
el estilo bello, sencillo y directo con el que escribe Yassin, sino como forma
de describir el significado humano profundo que impregna el texto. La suavidad
humana nos lleva a reflexionar sobre la experiencia en la cárcel y a ir más allá
de la heroicidad hacia la vida misma, pues la vida reduce la heroicidad cuando
descubre las bondades de la producción diaria, y la mezcla de debilidad y
fuerza, que convierte a la cárcel en una parte de la experiencia de la propia
vida, liberando al preso de su cárcel y a las palabras de sus cortezas. Este libro supone un verdadero sumergimiento en la
literatura de cárcel árabe, ni porque cuente una experiencia heroica pasada,
sino que, por el contrario, se debe a que cuenta una experiencia humana cotidiana,
convirtiendo lo humano en una alternativa a lo legendario y la creación de la
vida cotidiana en un horizonte de los significados que llenan la experiencia
individual y grupal.
Lo que cuenta Yassin de cómo se liberó en la cárcel de sus otras
cárceles, lo que cuenta de lo que llama experiencia de la retención, y el
análisis sociológico que ofrece de su experiencia y las experiencias de sus
compañeros, abre las puertas de la libertad de par en par, pues el hombre que
construyó su libro sobre lo que puede definirse como una confesión reflexiva,
ha introducido por primera vez la experiencia de los izquierdistas sirios en
los ochenta en el marco de la historia siria (desgraciadamente, el escritor no
ha podido incluir la experiencia de los presos islamistas en su libro, y ello
se debe a razones ideológicas que explica el escritor que han hecho de esta
experiencia algo mudo).
Domar a la bestia y a la revolución en el alma y descubrir
la cultura y la vida es la experiencia de un estudiante de la facultad de
Medicina que entró en la cárcel teniendo unos veinte años y que salió dieciséis
años y veinticuatro días después convertido en un hombre y un intelectual de
treinta y seis años. “En la cárcel, me apreció que la mejor manera de liberarse
de ella era convertirlo en un marco de liberación de otras cárceles, que llevamos
en nuestros espíritus y mentes; es decir, la cárcel ideológica, la cárcel del
partido y la cárcel del yo”. Esta liberación lleva a la desintegración de la
ideología de cárcel y sus leyendas: “En la medida en que la cárcel borra la
individualidad, el deber de escribir sobre la cárcel, por el contrario, rajó el
vientre de esta bestia y sacó a los individuos de ella, de uno en uno”.
En el capítulo que lleva por título “Sobre los intelectuales
de cárcel y no sobre la cárcel de los intelectuales”, el autor apunta a la
realidad clara que dice que los intelectuales sirios no entraron en las
cárceles por utilizar sus cuentas culturales y su capital simbólico para
enfrentarse a las políticas generales, sino que la detención de algunos
intelectuales “fue por su participación o cercanía a organizaciones políticas
opositoras”. Esta realidad indica un daño cultural que este libro no trata, y
ello se debe a que se centra en un fenómeno nuevo y tal vez único, que es el
hecho de que las cárceles a las que se vieron sometidos cerca de mil jóvenes de
izquierdas fue el útero del que nació una nueva generación de intelectuales
sirios, la generación a la que pertenecen Yassin y sus amigos.
Hoy mientras leemos el libro al ritmo de la revolución siria
con sus ingentes sacrificios descubrimos la gran distancia entre el nivel
político de la oposición siria inmersa en sus egoísmos, su división y la falta
de iniciativa, y entre el modelo iluminador que construyen los sacrificios del
pueblo revolucionario que decidió liberarse de la dictadura y enfrentarse al
aparato del monstruo de metal con perseverancia y paciencia.
Esta distancia no puede sobrepasarla más que la inmersión
del nuevo intelectual sirio en el trabajo crítico que nace de su participación
en la revolución.
Un saludo a Yassin al-Hajj Saleh.
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