Autor: Elías Khoury
Fecha: 30/07/2012
Hay una vergüenza árabe que se mueve entre Líbano, Jordania e
Iraq y cuyo nombre es los refugiados sirios. Solo los palestinos se han salvado
de tal vergüenza, no porque sus autoridades hayan adoptado posturas nobles,
sino porque los campamentos palestinos en Siria han expulsado de sí la
vergüenza de las fuerzas políticas y el faccionalismo que los tenía dominados
desde hace mucho tiempo, convirtiéndose en centros de acogida de los sirios que
se han refugiado en ellos, antes de que aparato destructor del régimen los
obligara a participar en la lucha por la defensa de la dignidad de la gente y por
el derecho a la libertad y a la vida.
Lo que vemos en estos países vecinos de Siria es una
verdadera deshonra moral, una deshonra que no puede justificarse más que con la
mezquindad, la bajeza, el miedo y el hecho de protegerse por medio de las
solidaridades extremistas sectarias. No hablaremos de Iraq o Jordania, pues hay
gente que conoce mejor el tema para hablar de él, hablaré de mi sentimiento
personal de vergüenza y humillación resultado de la postura oficial libanesa y
las posturas de algunas fuerzas políticas/sectarias de los sirios que residen
en Líbano o que se han refugiado ahí huyendo del infierno de la muerte y la
destrucción.
Nuestra vergüenza tiene múltiples nombres, pero encuentra su
justificación o sus causas en dos cuestiones simultáneas:
La primera cuestión es el racismo, que se materializa en un
concepto que se utilizó durante la larga guerra civil, cuando se llamaba a los
palestinos y los sirios “extranjeros”. Si los palestinos fueron los que pagaron
el precio más alto por esta postura racista, especialmente tras la destrucción
israelí de 1982, el racismo se materializó y sigue materializándose en la
postura que se tiene de los trabajadores sirios y de todos aquellos que tienen
la tez morena, especialmente los trabajadores y las trabajadoras asiáticos. Se
trata de una prepotencia que nace de un sentimiento vacío de superioridad
cultural y material conformado por una estúpida burguesía, que se ve, en la
leyenda política y cultural que se ha creado en torno a Líbano considerado la Suiza
de Oriente Medio, el país de las estrellas, como la perfección elitista sin
parangón.
La lengua secreta, es decir la lengua oral de este racismo libanés, resulta de la mezcla de un doble complejo de superioridad e inferioridad: inferioridad ante la cultura occidental que ha convertido el balbucear en inglés o francés en una característica definitoria de la clase media sea cual sea la secta a la que pertenezca, y superioridad ante el otro, que puede ser extranjero, pero que también puede ser hijo de otra secta. Tal vez la escandalosa forma de tratar con las empleadas domésticas asirias y la violencia reprimida que se vislumbra en ello, sea una de los rasgos de la pérdida del equilibrio moral, y de la caída en prácticas racistas de una obscenidad y un salvajismo sin límites.
La lengua secreta, es decir la lengua oral de este racismo libanés, resulta de la mezcla de un doble complejo de superioridad e inferioridad: inferioridad ante la cultura occidental que ha convertido el balbucear en inglés o francés en una característica definitoria de la clase media sea cual sea la secta a la que pertenezca, y superioridad ante el otro, que puede ser extranjero, pero que también puede ser hijo de otra secta. Tal vez la escandalosa forma de tratar con las empleadas domésticas asirias y la violencia reprimida que se vislumbra en ello, sea una de los rasgos de la pérdida del equilibrio moral, y de la caída en prácticas racistas de una obscenidad y un salvajismo sin límites.
La segunda cuestión es el sectarismo, que es concretamente una
forma de racismo. Lo que llama la atención es que la clase política libanesa
traduce los distintos hechos que suceden en el mundo al lenguaje de sus
intereses, considerando que son el centro del universo y que el juego de las
minorías sigue siendo la esencia de lo que en el pasado vino a llamarse “la
cuestión de Oriente”.
Las sectas libanesas respetables han ofrecido su lectura de
la revolución siria a la luz de sus estrechos intereses sectarios. Así, hay
quien piensa que el levantamiento del pueblo sirio fue para debilitar su
influencia en Líbano y fortalecer la influencia de sus enemigos, o que lo
contrario es lo correcto. Es como si los sirios y las sirias no tuvieran ningún
interés por los centenares de personas que mueren a diario, más que en la
medida en que sepan quién se beneficiará de su muerte para robar la red
eléctrica de Líbano o para quedarse en su puesto y mantener su influencia.
Desgraciadamente, la sociedad civil libanesa ha demostrado
su incapacidad para construir una fuerza social independiente que apoye a la
revolución siria. No quiero subestimar las decenas o centenares de iniciativas
que muchos activistas sin nombre han puesto en marcha para ofrecer apoyo
humanitario a los sirios dentro de Siria y en las zonas de refugio, pero quiero
señalar la vergonzosa y triste realidad que el único apoyo efectivo se ha dado
en el norte y bajo una bandera sectaria, mientras que el odio, la indiferencia,
la persecución y la represión han adoptado otro nombre sectario.
Mientras los sirios luchan para no caer en la trampa de la
siniestra guerra civil sectaria a la que el régimen dictatorial les empuja, se
traduce la revolución siria en Líbano a dos lenguas: suní y chií. La traducción
que hacen los sectarios cristianos por su parte es un eco de las dos anteriores,
y adopta la forma del miedo a uno de los dos fundamentalismos, el suní o el
chií.
Es esta una realidad que se refleja en el hecho de que el
Estado libanés se ha desentendido de su responsabilidad moral hacia los
desplazados sirios en Líbano, donde tratarlos médicamente se ha convertido en
un problema y el atenderlos de urgencia una cuestión, mientras que la discusión
libanesa se ha vuelto siniestra, cerrada y sin ningún significado moral, brillando
por su ausencia el deber humano. Incluso pueden escucharse las carcajadas de
algunos dueños de hoteles que han subido los precios, y que ríen porque los
burgueses sirios que huyen del infierno de la muerte en su país les estén
salvando la estación veraniega, en regresión en Líbano debido a que los
veraneantes del Golfo han huido por miedo a la falta de seguridad.
Esta vergüenza nacida del régimen político y moral libanes ha
embarrado a Líbano. Pero la responsabilidad no recae en una única parte, sino
que es resultado de la mentalidad reinante que aún vive en las cuevas de la era
pre-revoluciones árabes y piensa que puede dominar Líbano por medio del
conglomerado sectario racista que protege su poder y evita que se lo roben.
Hay una deshonra que ya no puede soportarse, una deshonra
moral, humana y política. No habrá perdón para nadie. La política de auto-aislamiento
que siguen las autoridades libanesas en el nivel político por miedo a un
deterioro de las divisiones sectarias no significa alejarse de la moral humana.
Alejarse del deber que uno tiene hacia los refugiados y maltratados lo condena
a uno a la extinción.
Creo que la denominacion de asirio/a se confunde en el texto con la de sirio/a.
ResponderEliminarPor otra parte, la mayoria de mujeres trabajando en el servicio domestico en Libano son, creo, de origen asiatico y africano, no sirio. Me ha extranado tambien que el autor hable de "tez morena" refiriendose a los ciudadanos sirios. Que yo sepa, la composicion etnica de la poblacion siria es tan plural y variopinta como la de la libanesa. Los libaneses son racistas, clasistas y sectarios. Igualito que los sirios, segun estan demostrando los acontecimientos. Pero hay que darle razon al autor en que la actitud que el gobierno y la poblacion del Libano esta teniendo para con los refugiados sirios es particularmente odiosa teniendo en cuenta la acogida generosa de la que los libaneses han gozado en tierra siria cuando las circunstancias lo han requerido, como ocurrio en la ultima guerra del 2006 con Israel. Muchos sirios recuerdan hoy con amargura aquellos dias, y comparan la acogida que dieron a los libaneses huyendo de los bombardeos israelis, con el recelo, indiferencia y hasta delacion con que se encuentran hoy en Libano.
El error era otro y pedimos disculpas.
EliminarLos asirios, junto con los caldeos, siriacos y arameos ; son los habitantes indígenas de esa zona , antes de las invasiones o así llamadas " emigraciones " de los hagarenos , ismaelitas, sarracenos , muhayirunes y sabeos ; luego llamados genéricamente árabes.
EliminarBoutros Al Ghazzalem