Texto original: Lebanon NOW
Autor: Ziad Majed
Fecha: 31/07/2012
Hasan Nasr Allah durante su discurso el 18 de julio de 2012
En su elegía por los asesinos de “la célula de la crisis”[1] hace una
semana, el secretario general de Hezbollah, Hasan Nasr Allah, ha cometido tres
peligrosos errores.
El primer error es “ético”, puesto que ha pedido la misericordia para cuatro
muertos-asesinos y no la ha pedido para las miles de víctimas directas e
indirectas que, en caso de ser cierto que no “las ha visto” durante el
bombardeo de la ciudad de Homs, lo más probable es que las haya visto después.
Y aunque considerase que todos esos miles no son víctimas de la “célula de crisis”
y del resto de sus “compañeros de armas”[2] en el gobierno, sino víctimas de
los enfrentamientos, las batallas y las “conspiraciones exteriores”, al menos
conoce la situación de decenas de miles de detenidos en las cárceles sirias y
conoce la forma en la que los tratan los aparatos que dirigen los asesinados (“mártires”
como él se refirió a ellos). Aún más ya había hablado de ello hace dos años, cuando
utilizó la expresión “moler los huesos a la manera anjarí”, al referirse al trato
que se daba a los detenidos en el difunto centro de los servicios de
Inteligencia siria en Anjar (Líbano), donde el trato no era diferente del que
se lleva a cabo en las decenas de cárceles del interior de Siria.
El segundo error es “práctico”. Utilizar argumentos como que el régimen de
Damasco fuera quien envió los misiles durante la guerra de julio de 2006 para
justificar su apoyo supone ignorar que los precios de dichos misiles se
entrecruzan con la economía del pueblo sirio, sus sacrificios y sus esfuerzos y
que no es una dotación del Tesoro de la familia Asad y sus allegados. Hoy se
utilizan para traicionar al pueblo sirio que las compró y desfigurar sus carnes…
Pero que se ignora tal realidad no sorprende cuando viene de alguien que llama
a los países por los nombres de sus dictadores, ciñendo su historia y su
presente al nombre de una familia, y dejando a un lado a los pueblos con sus
dolores, sus esperanzas, su sangre y el sudor de su frente.
El tercer error es político. No es inteligente (al menos libanesamente)
ponerse de parte de un régimen que se tambalea y seguir provocando a la mayoría
popular en el momento en que está llevando a cabo una revolución contra la
injusticia que lleva viviendo 42 años poniendo los cimientos para (incitando a)
que lo vean como un enemigo en el futuro. Más aún cuando el tema va más allá en
el caso del propio Nasr Allah de la polarización política general, llegando a
la situación sectaria de la que no puede decirse que esté al margen, siendo él
alguien que lleva turbante y de fuerte carácter doctrinario, pero cuyas
opiniones cambian según quién es su enemigo y quién su aliado en un polo
regional que lucha contra otros polos, cuyas luchas están libres de toda
polarización confesional asesina.
En cualquier caso, el secretario general de Hezbollah es hoy consciente de
que el régimen de los asesinos ha caído. Pero lo que no ve, aun con el mismo prisma,
es la caída de su credibilidad y su popularidad en los niveles sirio y árabe. Incluso
si alguno de los que fundamentan su apoyo al régimen en un extremismo sectario
le respondieran, podría preguntarles por las causas de su anterior popularidad
a la luz de ese mismo extremismo del que hablan. Más le valdría darse cuenta de
ello, aunque sea tarde, ya que él es el responsable de un partido que
representa a una mayoría de un grupo civil en el país de la fragilidad de las
sociedades nacionales y en una zona de enfrentamientos velados desde hace
tiempo sobre lo que sucedió aquel día en la “azotea de los Banu Sa’ida”[3].
Desear que se dé cuenta no es solo para el partido del señor exclusivamente,
sino también para “su pueblo” y para el futuro de la relación entre los dos
países en lo que no habrá lugar para compañeros de tales armas, ni para tales
células de crisis.
[1] Grupo creado por Bashar al-Asad para tratar la “crisis” creada en el
país desde que comenzara la revolución en marzo de 2011.
[2] Así se refirió a los muertos en la reciente explosión de Damasco.
[3] Donde se celebró una reunión de urgencia tras la muerte del profeta para
ver quién lo sucedería y unos dieron su obediencia a Abu Bakr (primer califa
del Islam) y otros a Ali (primo y yerno del Profeta), que fueron el origen de
la rama chií del islam.
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