Texto original: Al-Nahar
Autor: Ratib Sha'bo
Fecha: 17/03/2012
Se trata de un texto en respuesta a otro de Yassin al-Hajj Saleh disponible aquí.
Dibujo de Mansur al-Habr
Es fácil invertir la energía que ofrece el colectivo religioso en el campo político contra la fragilidad del tejido político de una sociedad concreta. Por el contrario, cuando la estructura política de un país se completa en forma de estado civil con instituciones que reflejan la voluntad de la sociedad y dan lugar a su unidad nacional y política, retrocede el papel de la energía religiosa y sectaria en la lucha política y en la conducta del aparato del estado.
En el régimen de las cuotas sectarias estamos ante un régimen político sectario por definición. En tal situación, como sucede en Líbano por ejemplo, se crean sectas como base para la estructura política en el estado. Al contrario de lo que sucede en la estructura política moderna, se trata de estructuras aisladas del conjunto de la sociedad porque se les otorgan según el peso demográfico de su secta, es decir tienen una cuota política establecida.
El estado central se convierte así en el punto de encuentro y desencuentro de los miniestados sectarios secundarios, no más. El estado en esta situación se convierte en una confederación de estados sectarios que aplastan los lazos civiles modernos y los marginan, dificultando la creación de lazos políticos nacionales. En este modelo enfermo de gobierno político, la guerra civil se convierte en una amenaza real y el estado sectario, que no puede ser dictatorial, está en continua crisis y goza de una nerviosa estabilidad.
Igual que el estado sectario se sostiene sobre cuotas, podemos imaginar un régimen sectario que ha adoptado tal adjetivo al dominar una secta sobre el resto de ellas acercándose a la discriminación racial: Israel puede ser un modelo donde el judío tiene unas prerrogativas de las que el resto carecen.
¿Qué pasa con el régimen sirio?
Aquí hablamos de un régimen dictatorial totalitario cuyo núcleo duro son los servicios de seguridad con capacidad de maniobra ilimitada, impunes y extremadamente fieles al estado solo en la medida en que el este es una colonia exclusiva del presidente y su entorno más cercano, apoyado por un ejército doctrinal (es decir, monopolizado políticamente por el partido gobernante) cuyos altos oficiales profesan una lealtad personal al presidente. El resto del aparato del estado, facilitan los asuntos del estado y la gente en primera instancia por lo que las instituciones pierden su calidad principal que es el ser independientes. Sentirse seguro con la fidelidad es la base de la estructura del régimen dictatorial totalitario, la fidelidad al individuo y no al origen sectario del mismo, aunque ese origen común juegue un papel en dicha tranquilidad.
Pero nos alejamos de la precisión si definimos a un régimen dictatorial totalitario como un régimen sectario, tal y como decía en su artículo mi amigo Yassin al-Hajj Saleh (“Sobre el sectarismo y el régimen sectario en Siria” 11/02/2012, Al-Nahar). En él, Yassin al-Hajj Saleh determina tres aspectos del régimen sectario: 1) para reproducirse, se basa en la reproducción ampliada de las diferencias sectarias, 2) los grados de identificación de los ciudadanos con él se diferencia según las diferencias sectarias y religiosas y se relaciona con la formación de una élite de poder y sus prácticas y 3) su estructura o las prácticas de la élite del poder van en consonancia con el desarrollo de la conciencia sectaria de todos en detrimento de la conciencia y la unidad nacionales.
Pero se trata de algunos puntos difíciles de determinar: 1) “La reproducción de las diferencias sectarias” no es más que el conocido principio de “divide y vencerás”, en el que se basan todos los modelos de gobierno impuesto para continuar gobernando si ampliamos el concepto de secta para englobar todas las adscripciones heredadas (religiosas, sectarias, étnicas, regionales, etc.); 2) “Los grados de identificación de los ciudadanos con él” se refiere por un lado al sentimiento intrínseco de los grupos no significativo en la definición conceptual; 3) “La consonancia con el desarrollo de la conciencia sectaria de todos en detrimento de la conciencia y la unidad nacionales”, necesita ser aclarado. ¿Cuál es la estructura independiente de “cambiante albedrío” al que se refiere aquí? Tal vez las continuas “prácticas conocidas” del régimen sirio sean los intentos de identificarse con la secta de la mayoría en lo referente al seguimiento de los ritos, la apertura de escuelas e institutos de sharía y la construcción de mezquitas, llegando hasta los matrimonios mixtos[1]. Además de esta paranoia que no deja de alterar la tranquilidad del régimen, este padece otra paranoia que lo priva del sueño: la adscripción minoritaria del presidente, que no debería ser una paranoia si fuera un régimen legítimo, lo que hace el régimen lo haya ocultado bajo la cortina del incesante discurso sobre la unidad nacional.
En el artículo de Yassin al-Hajj Saleh falta una delimitación conceptual entre el régimen dictatorial totalitario sirio y los que a él se parecen, y el régimen sectario de Líbano por ejemplo. ¿Acaso la alimentación de las diferencias entre la gente es el parámetro para definir el sectarismo de un régimen político o se trata de un comportamiento salarial con el que los regímenes dictatoriales mendigan por naturaleza?
El régimen sirio intentó durante los enfrentamientos con el movimiento de los Hermanos Musulmanes a principios de los ochenta del siglo pasado enmarcar a los alauíes en una institución sectaria (La Asociación de Al-Murtada) en la que se apoya, según la situación, en su lucha por el mantenimiento de su poder. Sin embargo, no tardó en olvidar estos intentos, no porque lo nacional hubiera ganado a lo sectario, sino simplemente porque es un intento destinado al fracaso políticamente. Lo que ha importado al régimen sirio durante todo este tiempo ha sido “mantenerse sin importar el apoyo” y mendiga para lograr este objetivo. Es cierto que “aplastaba cualquier organización política independiente que pasara por alto las sectas”, como dice el escritor, pero no lo ha hecho porque pase por alto las sectas, sino porque es independiente. Es decir, no la aplastará como práctica sectaria sino como práctica dictatorial. Es de sobra conocido que la mayor crueldad del régimen sirio cayó sobre una organización que en absoluto pasaba por alto las sectas: los Hermanos Musulmanes. Por otra parte, el partido Baaz y el resto de partidos satélite del régimen sirio son partidos que pasan por alto las sectas.
Quien gobernaba y gobierna Siria en la época de Al-Asad padre y Al-Asad hijo es una secta que se ha conformado más claramente con el paso del tiempo y a la que unen lazos de intereses mucho más fuertes y conscientes que las adscripciones religiosas heredadas. Además trabaja por destruir todos los demás lazos sociales, los buenos y los malos, y aprovecharlo para mantener su régimen.
El régimen sirio (o “la secta” influyente y que domina la economía y la política en el país, y puede que el porcentaje de alauíes en ella sea menor que su porcentaje en la sociedad siria) se apoyó en los oficiales de origen alauí para darles los puestos más sensibles en el aparato de seguridad y el ejército, medida necesaria para la naturaleza dictatorial del régimen. En la naturaleza de estos regímenes dictatoriales está el confiar las misiones militares y securitarias sensibles a las personas en las que confía, generalmente de las minorías, incluso aunque el régimen fuera de la mayoría, porque el ser minoría impide frena las aspiraciones securitarias o militares, por muy alto cargo que se ocupe, fuera del marco del régimen. Lo primero es mantenerse fiel al régimen.
No es extraño que la realidad del régimen dictatorial sirio se refleje en la conciencia del resto de los sirios deformada como si fuera un régimen alauí. Claro está que toda imagen consciente deformada tiene una base de realidad. Así, la memoria prototípica que llevan los alauíes de injusticia histórica puede extenderse a toda minoría y parece que la llegada de uno de sus hijos al sillón de la presidencia es una forma de rehabilitación o sirve de apósito para la antigua herida moral en la psicología psicológico general. Esto por sí mismo es suficiente para que los alauíes saboreen el hecho de que el régimen sea calificado de alauí aunque se alimente de sus propias carnes. En esta descripción se trasluce un cierto reconocimiento, algo que tanto han anhelado. Imagina cómo será si encima a ello se añaden ganancias económicas. Lo cierto es que estas ganancias son individuales en su mayoría porque las zonas alauíes no han gozado de un patrocinio distinguido. Esto los saben todos los que han visitado sus pueblos y barrios. No hay de qué sorprenderse mientras el régimen esté tranquilo con su fidelidad después de comprar su conciencia general con la ilusión del poder.
En lo referente a la conciencia general siria, el régimen se ha dado cuenta de que es un régimen alauí en el sentido de que el presidente es alauí y que los servicios de seguridad están, en su mayoría, en manos de individuos alauíes. Este aparato es aquel del cual ningún sirio puede escapar si desea realizar cualquier actividad. Así, la realidad de que los alauíes son la víctima del régimen, al haberse convertido en escudos e instrumentos de represión, ha terminado reflejándose en la conciencia siria general como un trato preferente a los alauíes, pero “el régimen no está en manos de los alauíes, sino que los alauíes están en manos del régimen”, tal y como dice Yassin al-Hajj Saleh con mucha razón en su artículo.
Con este régimen dictatorial y totalitario sirio, la soberanía no es de la ley, sino de la corrupción en todos sus sentidos. El campo está abierto a los tratos preferentes, las connivencias, las rendiciones de cuentas y las traiciones profesionales, e incluso traiciones nacionales. El sectarismo (ponerse de lado de los hijos de una secta concreta y el hacerles favores en el campo político, además de otorgarles otros derechos por su adscripción sectaria), es una característica y un elemento real debido al fracaso de la ley a la luz de este régimen a cuyos miembros solo une la corrupción, que no es un instrumento de gobierno por definición.
Últimas palabras
El ser humano no encuentra una explicación sociopolítica para un fenómeno ampliamente extendido en el mundo rural y los barrios alauíes pobres, me refiero al fenómeno de exaltar la imagen del presidente en las casas que carecen de los mínimos para una vida digna. La explicación puede darse en el campo de la psicología, la psicología de grupo. La adscripción del presidente por nacimiento a este grupo llena la necesidad del reconocimiento, como dijimos antes. Tal vez esto explique en parte la negatividad general de los alauíes hacia la revolución siria.
[1] Para consolidar su poder sobre una amplia base y, desde la masacre de Hama, reafirmar que el régimen nada tiene en contra del islam, estas son algunas de las políticas promocionadas por el régimen sirio.
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