Blog dedicado a publicar traducciones al español de textos, vídeos e imágenes en árabe sobre la revolución siria.

El objetivo es dar a conocer al público hispanohablante al menos una parte del tan abundante material publicado en prensa y redes sociales sobre lo que actualmente acontece en Siria. Por lo tanto, se acepta y agradece enormemente la difusión y uso de su contenido siempre y cuando se cite la fuente.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Cartas a Samira (11)


Texto original: Al-Jumhuriya
Autor: Yassin al-Haj Saleh
Fecha: 09/12/2018
¡Cinco años! ¡Sesenta meses! ¡260 semanas! ¡1.826 días!
Diría que me ha pasado por la cabeza mil veces lo que haría si me encontrara de frente con los cuervos del mal que te secuestraron e hicieron desaparecer, Sammur. Les secuestraría el alma: esa es la respuesta más directa. Las suyas son almas muertas que viven de destrozar la vida y que no descansan hasta que han esparcido la muerte a su alrededor. ¿Sabes lo que dice Al-Mutanabbi [1] de almas como las de ellos?

“La muerte no se lleva un alma nauseabunda de las suyas
si no puede cogerla con un palo”

Hace falta un palo muy largo para alejar esas almas fétidas que provocan náuseas a la propia muerte.


Pero, incluso si me los encontrara de frente y tuviera ese largo palo, ¿sería el secuestro de las almas de semejantes seres el castigo justo por un crimen de secuestro, desaparición forzosa y negación durante años? Quien sufre por amor suele inclinarse a veces por algo más sencillo, menos violento y quizá con un impacto más duradero: que permanezcan, desposeídos de toda fuerza, seguidores y dinero, bajo su atenta mirada. Los quiero expuestos, al alcance de nuestras miradas, la mía y la de los familiares de los desaparecidos. Pienso en que no se les haga daño, que se les dé de comer y de beber y que se les vista, que los preserven como reliquias vivas del crimen.

Sin embargo, ¿puede haber un castigo justo? ¿Es justo que nos preocupemos de tal manera por mantener con vida a esos insignificantes criminales y mostrárselos a los espectadores, en vez de ejecutarlos o encarcelados, como otros criminales de su misma calaña, asesinos o violadores? ¿O quizá deberían ser secuestrados y hechos desaparecer? Para mí, esta última opción debe descartarse porque hace sufrir a sus familias (esos rabiosos también tienen familia, ¡e hijos!), y porque eso supone producir nuevos secuestradores, algo que no debe suceder, ni experimentarse, ni existir.

Mi imaginación en ese sentido, Sammur, es modesta, y no sé si eso es bueno. Durante los primeros meses en que estuvimos presos, pensábamos qué haríamos con Hafez al-Asad si lo tuviéramos delante, y sin embargo, apenas recuerdo la propuesta que más gracia me hizo, y que fue idea de uno de mis compañeros: meterlo de pie en un hoyo de su estatura, enterrado hasta el cuello con excrementos humanos, y que un hombre portando una espada saltara sobre él continuamente gritando “¡La cabeza, la cabeza, la cabeza!” Eso le obligaría a meter su cabeza una y otra vez en los excrementos para protegerla. Con ello, los detenidos desarmados se vengaban imaginariamente de su verdugo rencoroso, de quien pensaban que todavía no había cometido el peor de sus crímenes: la matanza de Hama.

¿Cuál podría, entonces, ser el castigo más justo para Bashar y los fabricantes y administradores de muerte en su régimen? Tal vez ninguno, tal vez no haya un castigo justo para sus semejantes, como no lo hay para Ka’ka, Dirani, Shadhili y Buaydani algunos de los que os secuestraron a ti, a Razan, a Wael y a Nazem.


Izzat Abu Rab'iya



Poner a Bashar al-Asad frente a los innumerables sirios a los que ha asesinado, condenado al exilio y torturado, ante todos aquellos cuyas vidas ha destrozado y cuyos corazones ha roto, mostrarlo ante ellos, para que las víctimas le hagan escuchar los crímenes que ha cometido contra ellos, y condenarlo a permanecer ante sus miradas… Quizá eso sea lo más cercano a la justicia.
La pregunta que quizá cabe hacerse es: ¿Durante cuánto tiempo han de mantenerse expuestos los criminales? ¿Deben ser castigados con el escrutinio de las miradas de sus víctimas durante el resto de su vida? La verdad es que, aunque ellos lo merezcan, nosotros no. Nuestros ojos merecen algo mejor, y también nuestras almas.
Queremos que los criminales reciban su castigo, y que desaparezcan de nuestras miradas, para que en sus conciencias quede el recuerdo de las heridas que no queremos que se repitan.
Pero, ¿por qué no recurrimos al Talión? Que prueben exactamente lo mismo que han dado a probar a otros. Habría que poner a Bashar, Maher [2], Jamil Hassan [3], Ali Mamlouk [4] y sus cómplices en la matanza en celdas estrechas, escasamente ventiladas en las que sintieran que se asfixian. Habría que tenerlos semanas y meses sin ducharse, asustarlos y golpearlos de vez en cuando, aplicarles electricidad en sus partes, sodomizarlos con una vara o botellas de cristal, y obligarlos a violarse unos a otros, como ellos hicieron con sus víctimas en la cárcel de Seidnaya, privándolos de la muerte durante un poco más de tiempo. Ka’ka, Dirani, Shadhili, Buaydani y Younes al-Nisrin deberían ser encerrados en jaulas de hierro, para luego pasearlos ante la gente por el barrio industrial de Adra [5] ¿Por qué no imponerles la lectura de los discursos de Bashar al-Asad y su padre, y hacerles exámenes sobre ellos, como solían hacer ellos con sus presos a los que obligaban a memorizar el Corán? Quizá podrían enseñar ellos mismos a Bashar al-Asad y sus socios a rezar, examinarlos de los diez pecados del islam, o del cuaderno del rabioso siervo del poder, Samir al-Ka’ka, sobre la lealtad y la absolución [6], y golpearlos con el látigo si no se lo saben.
¿Hay alguna forma de lograr la justicia, Sammur, sin castigar a esos asesinos? Creo que no. Castigarlos con una mirada escrutadora no es suficiente: tiene que haber una forma material o corporal de castigo justo, sin que se convierta en una copia del crimen cometido por el criminal al que se está castigando, y sin suponer una aplicación literal de la ley de Talión. La justicia del ojo por ojo deja a todos ciegos, como decía Ghandi. Sin embargo, la esencia del ojo por ojo contra el ente criminal sigue siendo la base para un castigo justo. No se trata de secuestrar a quien secuestra, ni de matar a quien mata, ni de cortar la mano de quien la corta, sino de imitar la acción inicial despojando a los criminales de toda posibilidad de torturar, proteger a la sociedad frente a ellos y convencerla de que se ha hecho justicia.
En cualquier caso, si la justicia tiene futuro en nuestra patria, o nuestra patria tiene futuro, ello no va a depender de que los que han cometido delitos se libren del castigo, sino que va más allá: el castigo ha de ser un acontecimiento nacional, público, grande, fundacional y político. Me refiero a que los sirios han de saber lo que está pasando, poder seguirlo, y conocer su justificación, los detalles de los crímenes y los mecanismos utilizados para hacer justicia, y que se produzca de tal forma que suponga una ruptura en la historia de nuestro país, que cierre por fin el capítulo anterior.
¿Cabe la esperanza, Sammur? Quizá eso nunca suceda, quizá no lo veamos, pero tal vez el hecho de imaginarlo, pensar en ello y trabajar en ello ayude a que mentes y corazones encuentren una forma justa de castigo que quizá sea más fácil de hacer realidad.
Ahora bien, ¿no es más importante el perdón que una justicia imposible, cuyo continuo retraso avisa de su imposibilidad con el paso de los días, los meses y los años durante los cuales vemos todo tipo de injusticias flagrantes con las que llevamos conviviendo décadas? No lo creo. No porque no nos contentemos con un cuarto de la justicia no vamos a conseguir nada. El problema es que ya nos hemos contentado con ese cuarto, pero a dicho cuarto no le hemos bastado. ¿Recuerdas la iniciativa que firmaron los ex presos, en 2003 o 2004, para derogar la privación de derechos civiles y la compensación por los años de cárcel? Dicha iniciativa no suponía ni el 10% de la justicia que merecíamos, y se hizo con conocimiento y coordinación del aparato de seguridad e inteligencia: no dio ningún resultado.
Antes de aquello, estoy seguro de que recuerdas que algunos de los nuestros hablaron de una reconciliación nacional y a la compensación de los agravios para cortar el camino a los actos de venganza y las explosiones irracionales. También hubo algunos ex prisioneros políticos que adoptaron el lema de Mandela: “Perdonamos para no olvidar”. Yo mismo fui uno de ellos, pero en el lema estaba implícito lo que se había logrado en el caso de Mandela: el cierre del capítulo de la discriminación y el inicio de una nueva era. Teníamos la esperanza de que el capítulo se cerrara y la reconciliación tuviera lugar, para entrar de veras en el tiempo del perdón. No solo no sucedió nada de eso, ¡sino que se nos calificó de rencorosos!
La justicia no puede convalidarse con el perdón o las conciliaciones. Ese tipo de pactos son traicioneros: Líbano se está pudriendo hoy por culpa de un pacto así. Queremos justicia para poder perdonar.
Cuando vuelvas, sana y salva, cuando los criminales sean puestos a disposición de un tribunal justo, cuando reciban el castigo merecido, entonces, podremos pensar juntos en el perdón y la conciliación.
Pido menos de lo que pedía Heinrich Heine, el poeta alemán de siglo XIX, que decía de sí mismo, con ironía, que era “de carácter muy pacífico” y que sus deseos apenas eran “una cabaña modesta con el techo de paja, pero con una buena cama y buena comida, leche y mantequilla frescas, flores en la ventana y bellos árboles frente a la puerta”. Y por último añadía esta modesta petición: “Y, si Dios quiere, completar mi felicidad viendo a seis o siete de mis enemigos colgando ahorcados de dichos árboles. Antes de su muerte, con el corazón acongojado, les perdonaré por todo lo que me hicieron en vida, pues lo cierto es que uno debe perdonar a sus enemigos, pero no antes de ser ahorcados”.
Yo quiero ver a mis enemigos privados de poder y dinero, sus dioses a los que adoran. No quiero que pasen hambre, pero que se alimenten del racionado, como hacían ellos con sus presos. No tengo esa gracia para el odio que tenía Heine y no quiero que mis enemigos sean colgados antes de que les muestre mi misericordia y los perdone, sino que quiero que vivan como pollos sin alas, que es como en realidad se encuentran cuando carecen de poder asesino y dinero robado.
Sammur, ni en nuestro idioma, ni probablemente en ningún otro, existe una palabra para llamar a quien sufre la desaparición de un ser amado, del que no sabe nada durante años. Por mi experiencia, creo que quienes están pasando por algo similar no tienen una opinión clara sobre cuál es el castigo justo para los que os han hecho desaparecer. Por mi parte, no puedo negar la relevancia de pedir la ejecución de quienes han prometido a sus víctimas en los sótanos asadianos de la muerte (o sus homólogos, los señores islamistas de la tortura y la muerte) que desearan la muerte, pero que no la obtendrán. Pero ello, la ejecución no ha de tener lugar hasta que los asesinos no sean privados del poder y la influencia que poseen, no sin que hayan sido acusados y culpados, y no sin que la justicia se configure como acontecimiento social público que nos sirva de base para el futuro.
Creo que el crimen cometido por los torturadores y los secuestradores no es como el que cometen otros, por lo que su castigo no ha de ser el mismo tampoco. Debe suponer el fin de las desapariciones forzosas y las torturas y no el fin de los secuestradores y torturadores como tal. Después, deberá renovarse el pacto y celebrarse cada año, para que no se olvide. Ha de ser una fiesta contra el mal, que recordemos cada año para no repetirlo.
[1] Famoso poeta árabe del siglo X.
[2] Hermano de Bashar al-Asad.
[3] Jefe de la Dirección de la Inteligencia Aérea siria.
[4] Hombre de confianza de Asad y jefe de la Oficina de Seguridad Nacional del Partido Baaz.
[5] Barrio en el Ejército del Islam tomó rehenes alauíes y los paseó en jaulas por la calle.
[6] Conceptos de la jurisprudencia islámica.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Cartas a Samira (10)

Texto original: Al-Jumhuriya

Autor: Yassin Al Haj Saleh

Fecha: 26/11/2018
 
En un día como hoy hace veintisiete años, saliste de la cárcel, tras cuatro años, un mes y once días de una ausencia más reducida. Hoy, se cumplen cuatro años, once meses y diecisiete días de tu ausencia mayor. No he sabido nada de ti durante todo este tiempo, como tampoco han sabido nada tus muchos seres queridos.

Ya habías vivido antes, como yo, esa vida suspendida. Tus años de cárcel y los míos fueron un tiempo en suspense que no sabíamos cuándo terminaría. Sin embargo, hoy es un tiempo más duro y oscuro: no puede prácticamente establecerse comparación alguna entre tus dos ausencias, Sammur. Esta ausencia tuya es mucho más larga y dura, y rompe más el corazón.

Cuando desaparecí, me esperaba una mujer, de una edad similar a la tuya cuando desapareciste. Después esperó a un segundo, y un tercero y se acabó marchando con el corazón roto, sin que se marchara la espera. Hoy yo espero a una mujer ausente, que vive en un lugar desconocido desde hace 1.813 días, una experiencia que había probado ya durante 1.482 días: ella y yo a ambos lados de un muro o dos muros de lo desconocido.

Entre tus dos ausencias, se encuentra la vida sencilla y rica de una mujer valiente.

Tras los años de cárcel, decidiste tomar las riendas de tu vida, buscar por ti misma el amor, el trabajo y la libertad. Dejaste Homs y te instalaste en Damasco. No diste la espalda a un padre, una madre y unos hermanos a los que amabas, sino que deseabas hacer tu camino y tener la vida más independiente posible. Compartiste casa con Nahid, tu amiga, que también había estado encarcelada y que esperaba a un amado encarcelado. Por cierto, Sammur, siento mucho decirte que Salameh[1] falleció hace algo menos de dos meses. La enfermedad pudo con él y se marchó por sorpresa.

Posteriormente, viviste de forma independiente. Trabajabas en la oficina de un periódico del Golfo, editando piezas periodísticas y libros. A cambio, percibías un salario modesto, pero una vida digna no está necesariamente ligada a un sueldo alto. Y tú viviste una vida digna, Sammur.

En esa casa, de una sola habitación, que servía como lugar de trabajo, descanso y vida en general, comenzaste una relación amorosa con un hombre que había estado también en la cárcel. Tu vida social a finales de los noventa se desarrolló entre ex presos y ex presas, o quienes conocían bien ese mundo. La vida era difícil la mirases por donde la mirases en nuestro país en aquel momento para una mujer independiente, en la treintena, pero tú no pedías demasiado: un espacio propio que protegiera tu intimidad, un trabajo del que vivir y, lo más importante, un hombre que te quisiera. No era demasiado, y aun así, no lo tenías garantizado: la casa era una habitación alquilada, el trabajo era temporal y apenas daba para el alquiler y los gastos básicos, y los hombres a tu alrededor estaban en una situación similar, buscando su propia vida.

Me emociona recordar, Sammur, que en las primeras semanas de nuestra relación me dijiste que había dos cosas que querías preservar: tu trabajo y tu relación conmigo. Era la toma de tierra en la vida inestable de una mujer independiente.

Durante dos años, tuviste dos casas: tu habitación en Berzeh, detrás del hospital Hamish, y nuestra casa en Al-Mansura, un poco antes de Qudseya. Unas veces dormías conmigo, especialmente los fines de semana, y otras veces iba yo a tu habitación, pero generalmente salíamos a una cafetería, un restaurante o el cine. No podía quedarme contigo en tu casa en la habitación que una familia alquilaba a una mujer soltera para ayudarles con los gastos.

En mi casa, conociste a mi hermano Khalil, que vivía conmigo; a Ali, que fue quien nos casó; y a muchos amigos más. Fuiste parte de la casa desde el principio. La gente de tu amado te quiso: nunca fuiste una extraña ni ellos lo fueron para ti. La familia era más o menos familia y la vida era más o menos vida. Lo único malo era que el amado era austero en su expresión, poco romántico y prácticamente anda poético.

Sin embargo, en aquellos primeros días del amor, solía cocinarte distintos platos.

¿Recuerdas lo rico que estaba el maqluba[2] que te preparé? Sin almendras, pero muy bueno. Lo intenté hacer una segunda vez porque había encantado, pero el resultado fue más modesto. Sin embargo, siempre preferiste recordar aquel temprano e inusitado éxito, y yo me seguí centrando en el fracaso posterior, para que el hecho de que tú cocinaras no fuera un mero reparto de tareas tradicional. Al principio, todo sea dicho, no se te daba muy bien la cocina. ¿Recuerdas el mutabbaq[3] que te estabas preparando un día que te visité por sorpresa? Te distraje con mi flirteo y me dijiste: ¡Se va a quemar la comida! Y rápidamente, de forma nada habitual, respondí: ¡No solo se está quemando la comida! Te gustó mi comentario picarón, y yo me sigo maravillando de esa salida que tuve. Por favor, no digas que fue un acierto poco habitual, pues no lo fue demasiado, al menos, no tan poco habitual como mi éxito aquel día en la cocina, ¿cierto?

Lo que me alegra un poco, Sammur, es que te gustaba nuestra vida juntos. No fue todo lo maravillosa que podría haber sido, pero la viviste y la vivimos juntos con dignidad. Tú hiciste de una casa alquilada un hogar, construido a base de amigos y amigas, parejas de jóvenes enamorados, y de huéspedes a los que a veces no conocíamos bien. Por supuesto, también había personas con las que habíamos vivido experiencias pasadas de amor y emparejamiento.

Finalmente, arreglamos, aunque tarde, los lazos familiares rotos debido a nuestro compromiso. Me hizo feliz porque a ti te hacía feliz.

Del mismo modo que tu vida tras la cárcel fue una continuación de tu lucha antes y durante ese período, nuestra vida juntos fue una continuación diferente de nuestras vidas antes, durante y tras la cárcel. No dejamos nada atrás: nos lo llevamos todo, y no renunciamos a los años de cárcel a favor del carcelero.

Tus compañeras de cárcel están dispersas por muchos países, Sammur: Francia, Alemania, Turquía y Emiratos. También están en el exilio interior. Durante años no se habían reunido en esta velada, como solían hacer año tras año, contigo. Se han separado como se han separado muchos amigos y seres queridos, antes y después de tu ausencia. La situación es difícil, pero la gente sigue luchando, reconstruyendo sus vidas como pueden. Nuestra generación entrada en años no está en la mejor situación para recuperar su vida, pero estamos acostumbrados a las dificultades. No creo que necesites más explicación: tú conoces la dificultad, a la que siempre has vencido.

Tus amigas se reúnen hoy, virtualmente, para recuperar la tradición interrumpida. Te escriben y recuerdan a la ausente que solía participar con ellas en las reuniones y la compañera eterna de las veladas anuales.

Querías que nos quedáramos en Turquía cuando nos encontráramos de nuevo al salir yo de Siria en dirección al vecino del norte hace cinco años y un mes y medio. Tenías miedo de alejarte de Siria, y querías encontrarte en un ambiente sirio en el que hablar árabe. Nos habríamos quedado ahí seguramente si todo hubiera salido como esperábamos. Salí de allí hace poco más de un año, pero volví en verano para estar lo más cerca posible de ti, tras la evacuación forzosa de Duma en la pasada primavera. Fueron meses duros, estresantes y decepcionantes. Sin embargo, se me hicieron menos duros en Gaziantep, donde me encontré con Bakr y Tahama, con su generosidad, su deliciosa comida y la compañía de Bakr para jugar al backgammon, a quien "la joven” Diana apoyaba en mi contra. Decidí llamarla “la joven” porque insistía en no decir mi nombre y me llamaba “el hombre”. No me dejaba oír su voz y solo se metía conmigo sin palabras.

Solo, con tus seis fotos, en el aniversario de tu primera libertad, mi sueño, Sammur, es que tu segunda libertad se convierta en un día de celebración pronto, conmigo y con tus seres queridos.

Mientras llega ese feliz día, “la luz de tus ojos” sigue tu camino, porque no tiene otro.

Hasta que nos encontremos, siempre, aquí, allí o donde sea.

[1] Salameh Kaileh, intelectual marxista palestino, encarcelado en varias ocasiones por el régimen sirio, que falleció recientemente a causa del cáncer que sufría. En este blog, se pueden encontrar algunos textos, como este.
[2] Plato típico de siria que incluye arroz, berenjena, carne y almendras, que se sirve “del revés”, de ahí su denominación de “volteado”.

[3]Plato que consiste en una lámina de masa rellena o presentada como base del plato con diferentes ingredientes.

Dos hombres poseídos por la vida


Texto original: Al-Jumhuriya

Autor: Mustafa Abu Shams

Fecha: 25/11/2018 


Un día en Alepo a comienzos de 2012, antes de que un creciente número de trincheras acabaran enfrentadas unas a otras, las pancartas de Kafranbel y sus autores se convirtieron en el eje de una conversación. La mayoría de los presentes comentaron el “ingenio” y la ironía mordaz de los que hacían gala, y el hecho de que se salían de lo común. Uno de los participantes en la conversación dijo en tono satírico que las escribían los agentes de tráfico, en referencia a la profesión que ejercían la mayoría de habitantes de Kafranbel. Otro mencionó "el número de estudiantes de Medicina” fracasados y su papel en el diseño de las pancartas. El resto se mantuvieron en silencio y regresaron a Alepo oriental, reflexionando sobre dichos carteles, haciéndoles un guiño y adoptándolos.

En aquel momento era complicado determinar quiénes eran los “diseñadores” de dichas pancartas, pero poco tiempo después, el nombre de Raed Fares se hizo presente como uno de los más importantes activistas de la revolución siria, y como diseñador de las pancartas de Kafranbel junto a un grupo de amigos. Juntos, trasladaron el alegre espíritu de la ciudad y su gente en forma de pancartas, imágenes y canciones, que transmitían mensajes que traspasaban las fronteras de Siria para llegar al mundo entero, con la esperanza de que su voz llegara antes de morir.

Raed Fares nació en 1972. No completó sus estudios de medicina, sino que viajó a Líbano para trabajar allí. Quienes lo conocieron dicen que presenció el asesinato de Rafik Hariri y que siempre culpó por ello al régimen de Asad. Poco después, regresó a Kafranbel para trabajar en el sector inmobiliario. Al inicio de la revolución, fue de los primeros en sumarse a sus filas, lo que lo situó rápidamente en la lista de buscados por los servicios de seguridad. Por ello, junto a Hamoud Jnaid y otros activistas, abandonó Kafranbel para refugiarse en un campamento a las afueras y formar la Coordinadora de Kafranbel.



Por medio de dicha coordinadora, convocaban a la población de Kafranbel a manifestarse y se encargaban de redactar las pancartas y lemas, además de participar en las manifestaciones que en aquel momento quitaban el sueño al régimen. Rápidamente, esas pancartas y lemas se convirtieron en tema recurrente en la calle y colmaron las redes sociales, como señal de la “continuidad de la revolución, sus principios y su carácter pacífico”. La exposición de imitaciones y copias de sus pancartas durante las manifestaciones se convirtió en un “deber revolucionario”.

Hamoud Jnaid era “de naturaleza afable y de espíritu alegre y afectuoso”, lo que le permitió ser el punto de unión entre la gente de la ciudad y la coordinadora. Con la cámara de su móvil, comenzó a registrar las violaciones que las fuerzas del régimen perpetraban en Kafranbel, a la que se acercaba en secreto para realizar alguna misión, entregar un mensaje o preparar una manifestación.

Tras la liberación de la ciudad de las fuerzas del régimen a mediados de 2012, Raed Fares, Hamoud Jnaid y otros activistas de la ciudad fundaron lo que hoy se conoce como “Unión de Oficinas Revolucionarias”. Raed asumió la dirección de la oficina de prensa y comenzó a contar al mundo lo que sucedía en la revolución por medio de vídeos que grababa él mismo, intervenciones en canales de televisión, su presencia en conferencias internacionales y las pancartas que redactaba en inglés y que portaban mensajes políticos dirigidos al mundo entero.

Impulsado por su conocida “valentía”, según sus amigos, Hamoud Jnaid colaboró con la brigada “Caballeros de la Verdad” (Fursán al-Haqq) desde su fundación, “cubriendo las batallas y los bombardeos de los aviones”, pues creía firmemente en la importancia del papel de los medios y la necesidad de dejar constancia con su cámara de las manifestaciones de la ciudad y sus actividades revolucionarias. También grabó cientos de ataques contra la zona.

Pocas veces se perdía algún suceso. Su cámara siempre era la primera: un hombre cubierto de polvo salía de entre los escombros, portando la herida de su gente, los auxiliaba si seguían vivos y los revivía en el recuerdo con su lente si habían muerto. Fue el más importante testigo de los crímenes y los asesinatos perpetrados en la ciudad cuya gente lo amaba, y a quienes él amaba también. Sus amigos, que muchas veces le reprendían por su impusividad, cuentan que siempre respondía riendo: “No puedo evitarlo. Siento que ese es mi rol, que esos son mis hijos y tengo que ayudarlos”. Solía acompañar a los heridos a la sala de urgencias, preocupándose por ellos. “Tal vez esa fuera su misión más sublime: salvar a quien se pudiera”, olvidándose de grabar muchas cosas, poseído por su papel “humano”, sin quedarse en lo meramente mediático.

Pocas veces podía salir uno de Kafranbel sin sonreír. La gente allí se ríe de todo, hasta de la muerte. Si los rasgos de Raed por sí solos no bastaban para conocer “su geografía” sin revelarla, no tenías más que esperar unas palabras de Hamoud para “saber que estabas al ante un revolucionario de Kafranbel”. Ese “tono afectuoso”, sencillo, plagado de expresiones de sorna y groserías, expresiones soeces acompañadas de una sonrisa (como referirse a uno como “maricón”) eran la forma habitual de iniciar un comentario fugaz, una conversación o una mención a una muerte inminente y cercana.


Hamoud era un sencillo obrero de la construcción, nacido en 1980. Fue uno de los pioneros de los grafittis en las paredes al inicio de la revolución, y de los primeros activistas, manifestantes y periodistas también; sin embargo, su rasgo más destacado era que fue “el primero en entrar en los corazones de la gente y el que logró dominarlos”. Se reía como un niño, se mofaba de la muerte que se había llevado a muchos de sus amigos, hasta el punto de que algunos decían que “daba mala suerte”. La mayoría de aquellos con los que trabajó en su labor de certificación de hechos y cobertura mediática habían sido asesinados, pero ese hombre delgado seguía resurgiendo entre el polvo, farfullando insultos y riendo.

Con la ayuda de Hamoud, Raed fundó Radio Fresh[1] a mediados de 2013, como primera emisora que utilizaba en sus programas la lengua oral. Ahí comenzó a conformarse un aura de cohesión en la ciudad: al cmainar por sus calles o sus mercados, la voz del locutor cantaba los precios de los productos a través del altavoz. No hacías caso a los precios, sino que el dialecto te arrancaba una sonrisa con cada palabra, pues se alejaba de las voces roncas “con traje y corbata” que uno estaba acostumbrado a escuchar. Sin darte cuenta, te veías “liberado” con una “chilaba” o un “pantalón vaquero”. La emisión se interrumpía unos segundos, el emisor te informaba de que “un avión o un helicóptero viene hacia ti”, la gente se dispersaba, pasaban unos minutos, y se escuchaba una explosión, seguida de un breve silencio, interrumpido por “la vuelta de la emisión”.

Hamoud no era un “empleado” de la radio, sino que él era “Radio Fresh al completo”, como dice su amigo Mahmud al-Sweid (redactor y presentador de programas en la radio). No percibía ningún salario, ni buscaba fama, sino que dedicaba su tiempo a la revolución y la gente de su ciudad. “Cuando los corresponsales de la radio llegaban al lugar donde se había producido el bombardeo o al punto donde se precisaba ayuda humanitaria u otro tipo de servicio, la sonrisa de Hamoud, que había completado la misión, los sorprendía”.

Los aviones no lograron “callar la voz de Radio Fresh”, así que se ayudaron metafóricamente de sus compañeros en la opresión y la injusticia. Daesh emitió una fatua (edicto religioso) en la que declaraba la radio ilícita y sus integrantes confiscaron el equipo a finales de 2013, además de detener a Raed y Jnaid durante dos días. En la trayectoria de ambos, no había nada por lo que acusarlos o castigarlos.

No es que Daesh necesitara alegar una acusación firme, evidentemente, pero lo que está claro es que la organización en aquel momento no podía permitirse enfrentarse a una ciudad, por lo que intentó matar a Raed lejos de sus cárceles. La intentona fracasó. Tras la marcha de Daesh en 2014, aumentó la hegemonía del Frente de Al-Nusra en la ciudad y sus alrededores, para ñadir su “huella”, que en nada se diferencia ni en pensamiento ni en actuación, de su gemela daesh. Nuevamente, confiscaron el equipo de la radio e intentaron impedir que siguieran con sus trabajo. Volvieron a detener a Raed en la cárcel de castigo y, tras su liberación, se expuso a varios intentos de asesinarlo.

Con su habitual ironía, Raed y sus compañeros añadieron a la emisión sonidos de pájaros, animales, aficiones de fútbol y explosiones en susteitución de la “música pecaminosa”, y modificaron las voces de las mujeres para que parecieran más masculinas. Siempre vencían, gracias a su “ironía y sarcasmo”, a sus ejecutores, con la compañía inestimable de la “lengua hablada y el espíritu del chiste y el ingenio”. La radio y la oficina de medios se convirtieron en una colmena, un lugar de trabajo y un espacio donde pasar veladas al calor del laúd, contar chistes e intercambiar esas sonrisas en las que la revolución se mantenía más fuertemente presente. Esos lugares eran el refugio de todo aquel que pasaba por Kafranbel, de paso, para quedarse o para buscar trabajo y una vida.

Esta vez, la bala fue más rápida que Hamoud, y por primera vez, no pudo grabar lo que sucedió la mañana de ese viernes 23 de noviembre de 2018. En compañía de Raed y Ali Dandoush, había salido de la sede de la radio para prepararse para las manifestaciones que habían vuelto a celebrarse en la ciudad desde hacía unos meses. El sonido de una metralleta alertó a quienes rezaban en la mezquita cercana, mientras realizaban su segunda prosternación. Sin embargo, terminaron su rezo, pues ninguno pensó que “la ciudad había caído de nuevo”. El ruido del asesinato fue más alto que el sonido de la llamada a la oración, ya que, esta vez, los asesinos siguieron a Raed y sus compañeros hasta una calle secundaria al este de la ciudad. Salieron del coche para asesinar a los dos hombres, sin contar con que Ali Dandoush estaba en el asiento trasero y que se salvaría de la muerte. Decenas de balas atravesaron el coche de Raed y los cuerpos de ambos. La ciudad los despidió en silencio.

Dos hombres perseguidos que se negaron a dejar la ciudad, fueron asesinados por una mano traidora, porque alguien debía “silenciarlos”. Sus voces y sus sonrisas provocaron a los asesinos, las pancartas de la libertad, su crítica valiente contra todo aquel que perjudicara a la revolución siria y su lucha por medio de la palabra y la letra engendraron ese rencor contra ellos: eran los artífices de las pancartas y carteles encargados de corregir el devenir de la revolución que había sido robada. Quizá el esfuerzo por redireccionar el camino sea la acusación de la que no se librarán nunca los habitantes de Kafranbel.

[1] Accesible desde aquí.
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martes, 20 de noviembre de 2018

Las elecciones locales en Anjara: Fuerte presencia femenina


Texto original: Al-Jumhuriya

Autor: Mustafa Abu Shams

Fecha: 19/11/2018

 "Elegid bien a quien os representará en el Consejo Local de Anjara
Tu voto construye tu presente."
 
A excepción de algunas limitadas y dispersas experiencias electorales previas, la formación de los consejos locales en las zonas dominadas por las facciones de la oposición ha estado ligada al equilibrio de fuerzas en cada municipio, pueblo o región, donde las prerrogativas especiales otorgadas por los consejos militares o algunas facciones, junto con la representación y las alineaciones familiares y de clase, jugaban un papel central a la hora de elegir a los miembros de estos consejos, sin elecciones, partiendo del “número y poder de cada comunidad”. Sin embargo, las experiencias electorales que comenzaron a darse en julio de 2017 supusieron el inicio de un cambio en el paradigma general de los mecanismos de elección de los miembros de los consejos locales: desde entonces, las urnas y el número de votos ejercerían de árbitros en las elecciones generales. Ejemplos son las elecciones de Saqba y Saraqeb del año pasado.

Por tanto, aunque esta no es la primera vez que nos vemos ante unas elecciones a los consejos locales en las zonas bajo autoridad de las facciones de la oposición, la preparación de las elecciones al consejo local de Anjara y sus pedanías en la zona rural de Idleb occidental contiene una serie de elementos vanguardistas en lo referente al desarrollo de estas elecciones, las más completas y organizadas.

Los preparativos para el establecimiento de una hoja de ruta hacia las elecciones generales en la zona rural de Idleb occidental comenzaron hace meses, en colaboración con el Consejo de la Provincia Libre de Alepo, la Oficina de Desarrollo Local y Apoyo a Pequeños Proyectos y la Unidad de Consejos de Administración Local. Esta última había inaugurado un centro de formación sobre el mecanismo de celebración de elecciones y las reglas de organización de las mismas. Además ha servido de asesor para los consejos y la provincia durante todo el proceso electoral, en colaboración con la Oficina de Desarrollo, con el fin de que se celebre un proceso electoral general transparente e imparcial con la participación de todos que sirva para reforzar la legitimidad de los consejos electos. Tales esfuerzos han servido, primero, para preparar las elecciones del consejo local del municipio de Anjara, auspiciado por el deseo de su consejo actual de celebrar unas elecciones generales ejemplares y poder extender esta experiencia a todos los consejos locales de la región. Las posibilidades de éxito vienen reforzadas por el gran interés que ha demostrado la población y el apoyo de las organizaciones de la sociedad civil activa en la región.

Posteriormente, se abrió el período de presentación de candidaturas en Anjara, entre los días 20 y 25 del pasado mes de octubre, sin ninguna condición previa salvo “que el candidato tenga dieciocho años”. En esos días comenzaron también a emitirse acreditaciones electorales por parte de la oficina del censo para quienes tenían derecho a voto. El período de presentación de candidaturas se amplió hasta el 1 de noviembre y las listas se publicaron el 10, dándose un plazo de cinco días para interponer recursos. Las listas contienen 35 candidatos, entre los cuales hay 4 mujeres, que competirán en las elecciones generales al consejo local el 24 de noviembre.

Desde que se publicaron las listas de candidatos, el municipio y sus pedanías se han transformado en una célula de trabajo para candidatos y organizaciones de apoyo. Por ejemplo, el Consejo de la provincia y la Oficina de la Mujer que depende de él visitaron los colegios y asociaciones civiles para informar a la población de su derecho a votar y la importancia de las elecciones. También visitaron el registro civil para seguir de cerca la entrega de acreditaciones electorales a los ciudadanos, e invitar a la gente a votar y participar en las elecciones, bajo el lema “Tu voto, a salvo en nuestras manos”, por medio de sus identificaciones oficiales y las redes sociales.

La Oficina de Desarrollo también ha organizado una serie de talleres en colaboración con la Dirección de Consejos Locales de la región, para explicar el papel y la importancia del consejo local, además de arrojar luz sobre las elecciones, sus mecanismos, los sistemas electorales y los mecanismos de elaboración de programas electorales y sus medios de difusión.

En declaraciones a Al-Jumhuriya, Muhammad al-Baqa’i, director del Centro de Desarrollo Administrativo, dijo lo siguiente: “El Centro pretende, por medio de los foros que ha organizado, ayudar a los consejos locales a celebrar elecciones directas que aumenten su legitimidad”, asegurando que comenzarán a dar pasos prácticos y realizar actividades que contribuyan al éxito de estas elecciones mediante la “distribución de pósteres y colocación de carteles que animen a participar en las elecciones y conocerlas, así como la comunicación con los electores por medio de talleres de concienciación”. También llamó la atención sobre la “positiva interacción de los ciudadanos”, cuyo deseo de conocer sus derechos y sus esfuerzos por hacerlos realidad había palpado, algo que le llenaba de “felicidad”. Eso mismo lo ratificó Thaer al-Hijazi, de la organización El Día Después, que ha participado en la preparación de los talleres, actividades que considera “necesarias” para reforzar la idea de la participación en las elecciones y su importancia: “Estamos aquí para elevar nuestra voz junto a la de la gente” para hacer realidad la democracia y la justicia. 

La mujer: presencia destacable y apoyo institucional 

Las mujeres ya habían tenido presencia en los consejos locales, pero esta se había limitado a la presidencia de las Oficinas de la Mujer en algunos de esos consejos; sin embargo, cuatro mujeres del municipio de Anjara se han sumado esta vez a las listas para las próximas elecciones. Sobre esto, el activista y periodista ciudadano de la zona occidental de Alepo, Abu Muhammad, ha dicho lo siguiente: “Nos sorprendió que hubiera cuatro candidatas en Anjara, porque conocemos el carácter de la zona. Por ello, consideramos su candidatura un gran éxito en sí mismo”. No obstante, aclaró que: “La zona ha presenciado una gran y destacable actividad de apoyo a las candidatas, tanto por parte de las asociaciones de apoyo, como de las asociaciones de mujeres y la población”.


1. Amun Razouk 2. Aya Mustafa
3. Kinana Razouk 4. Banan Rostom
(Agrupación Feminista Siria)


Por su parte, Hanan Orabi, directora de la Oficina de la Mujer en el Consejo de la Provincia lLibre de Alepo, dijo a Al-Jumhuriya que la presentación de cuatro candidaturas por parte de mujeres es un “indicador positivo” al que ha de añadirse “la gran afluencia de mujeres para la recepción de sus acreditaciones electorales”. “Las mujeres que han conseguido dicha acreditación suponen el 50% de los electores”. Esto, en su opinión, es un indicio del deseo de las mujeres de elegir “a quien las representa y hacer llegar su voz y demandas”.

La candidata Amun Razouk, profesora, ha afirmado que estas elecciones son un “cambio cualitativo” para ella y para las mujeres en general, que servirán para certificar su presencia en “el ámbito político”, como ya han hecho en múltiples ocasiones en los ámbitos de la enseñanza y los servicios. Amun cuenta que “en cuanto recibió el listado de condiciones, pensé que sería buena idea presentarme, porque los consejos no son monopolio de los hombres, y siendo mujer se puede hacer llegar la voz de las mujeres mucho mejor”. Además añadió que “las mujeres tienen una opinión, una voz y un derecho a elegir y ser elegidas, algo que les han permitido hacer estas elecciones”, y expresó su deseo de que la sociedad hiciera gala de “una adecuada cultura electoral” para que la experiencia sea exitosa. Por su parte, a la candidata Aya Mustafa, también profesora, “la idea de presentarse le resultó algo extraña al principio”, según explicó a Al-Jumhuriya, temía no saber “cómo convencer a mi familia de mi candidatura”. Sin embargo, cuando les propuso la idea, “recibí un gran apoyo por su parte”. “No me importa si gano o pierdo, pues todo lo que quería era dejar constancia de mi presencia, pasar por esta experiencia y hacer que nuestras voces y sufrimiento lleguen a los demás y trabajemos para solucionarlo”. Eso mismo dijo la candidata Banan Rostom, que desea que la experiencia sea “un paso hacia el desarrollo del país”. Banan se ha envalentonado con el apoyo de su familia y amigos, tras una etapa “dubitativa” al presentarse.

La Agrupación Feminista Siria, que se define como “grupo de activistas sirias interesadas por los asuntos públicos y que desarrollan su actividad en dicho ámbito, buscando alcanzar una sociedad democrática libre y justa en la que todos tengan sus derechos y ejerzan sus deberes en condiciones de igualdad”, apoya a las cuatro candidatas. Dicha agrupación trata de aumentar las opciones de éxito de las candidatas. Hasnaa Barakat, responsable de la Oficina de Archivo y Elaboración de Informes de la asociación, dijo que uno de los ámbitos en que se desarrolla la actividad de la asociación son las elecciones y la participación política, por lo que han establecido más de una agenda de trabajo para apoyar a las candidatas, como una campaña de reparto de panfletos y pegatinas con las que han cubierto el municipio de Anjara y sus pedanías, además de otras campañas de “pintadas en las paredes” con los mensajes más adecuados. Por último, han colocado carteles para animar a la gente a participar en las elecciones en general y a apoyar a las candidatas en particular.

La agrupación sigue las actividades de las candidatas y la organización de sus agendas y programas electorales, además de organizar foros y grupos de mujeres para permitir a las candidatas llegar a las mujeres electoras, aclararles sus visiones de futuro, explicarles la importancia del proceso electoral y el papel activo de la mujer en la toma de decisiones sabias” y presentar precedentes de “instituciones femeninas” que han certificado “su presencia y vanguardismo”.

Hasnaa espera que el papel de las mujeres en los consejos locales no se limite a las Oficinas de la Mujer y se afana, junto con las integrantes de la agrupación femenina en apoyar a las candidatas en todas las futuras elecciones, para lograr “una representación real” de la mujer en todos los centros y organismos.

Frente al taller de Abu Nadim el sastre, se concentran decenas de carteles de candidatos, a la espera de ocupar un lugar en las calles y plazas públicas, tras anunciar el consejo de la provincia que el plazo de distribución y colocación de propaganda electoral comprendería se extendería entre el 17 y el 22 de noviembre, invitando a las organizaciones de la sociedad civil que deseen realizar tareas de observación electoral que se dirijan al consejo de la provincia para recibir sus acreditaciones formales para la observación de unas elecciones que se desea que sean democráticas, transparentes y justas, no “impuestas” ni “sectarias” esta vez.