Texto original: Al-Hayat
Autor: Zaina Erhaim
Fecha: 10/03/2012
“Nuestras mujeres y no su Baaz”, “Detrás de cada gran revolución hay una mujer”, “La dignidad es femenina, la justicia es femenina y la revolución es femenina”, son algunas de las frases de una campaña que llegó anteayer a su punto álgido, una campaña que los y las activistas lanzaron en internet y en las calles de Siria para celebrar el día internacional de la mujer como el día de la mujer siria. Ese mismo día es en el que el régimen solía recordar como el aniversario “de la revolución del partido Baaz” el 8 de marzo de cada año.
Para esta campaña, los activistas prepararon una serie de vídeos, canciones, diseños gráficos y cuadros artísticos, además de coordinarse a través de Facebook con grupos y páginas para que fuera un día en honor a la mujer y su papel en la revolución como víctima mortal, detenida o madre que ha perdido a sus hijos.
“Mi vida no es más valiosa”
Desde el estallido de la revolución siria han caído más de 300 mujeres según la página que documenta los excesos cometidos en Siria. Además, miles de ellas han pasado por la experiencia de la detención, aunque sus experiencias han oscilado entre unas horas y varios meses. Las primeras en ser detenidas fueron diez mujeres que participaron en una concentración ante el ministerio del Interior en Damasco el pasado 16 de marzo para exigir que los presos políticos fueran liberados. Entre ellas estaban Suheir al-Atassi, Nahid Badawiya, Maymuna Mi’mar y Dana al-Yawabira. Además de las manifestaciones, las mujeres han formado grupos para recaudar donaciones y ayudar a las familias de las víctimas, los detenidos y los perseguidos. Por otra parte, también trabajan en las coordinadoras locales, ayudando a tratar a los heridos y a evacuar a los buscados.
Una doble revolución
Está entre cientos de hombres en el barrio del Midan, en el centro de Damasco, Yafra grita fuerte: “La muerte y no la humillación”. Los servicios de seguridad disparan a la manifestación, los hombres las miran y uno de ellos grita: “Echaos para atrás, volved”. Yafra responde desgañitándose: “No he venido para darme la vuelta, mi vida no es más valiosa que la tuya”.
Yafra es una de las miles de sirias que han rechazado representar el papel de la neutralidad y la negatividad implantada en las costumbres sociales, llevando a cabo una doble revolución a un tiempo: contra el machismo de su sociedad y contra el régimen. Evita mencionar la bala que le dio en el pie en una manifestación en Baramke (barrio de Damasco) y dice: “No es más que una bala, un hecho sin más que no merece ser mencionado en comparación a lo que pasa a los heridos y detenidos”.
“Dahia”, como prefiere ser llamada, pertenece a la vanguardia de las activistas que se manifiestan y trabajan en el ámbito de la ayuda humanitaria y el reparto de panfletos en Alepo. Señala que sus compañeras han jugado un gran papel en la movilización de la calle alepina, dentro de lo posible: “Al principio conformábamos la mitad de los manifestantes y quien me conocía se sorprendía de que participara en las manifestaciones porque la imagen del manifestante en sus cabezas era un hombre religioso y pobre ”. Y añade: “muchos hombres se unían a las manifestaciones para defendernos cuando los agentes de seguridad atacaban a las mujeres y nos pegaban. También se concentraban para exigir nuestra puesta en libertad cuando éramos detenidas. Yo, personalmente he sido liberada dos veces gracias a ellos”.
Lejos de las “dos capitales” (Damasco y Alepo), las sirias completan su revolución con el silencio que ha impuesto el largo corte de las comunicaciones. Umm Hussam salió a manifestarse en una ciudad de la provincia de Idleb sin que en su familia hubiera ningún detenido ni víctimas mortales. Lo arriesgado que fue para ella perder su empleo, siendo su única fuente de ingresos, hizo que muchas otras mujeres se convirtieran después en hitos de las manifestaciones en la ciudad. “Todas las víctimas son mis hijos y todos los detenidos suponen para mí una nueva cárcel que visitar”, dice Umm Hussam. “Se fueron para garantizar a mis nietos un futuro mejor en el que no haya injusticia ni cárceles”.
Con la expansión del Ejército Sirio Libre en la ciudad, Umm Hussam, con un grupo de mujeres, formó una brigada para preparar la comida a sus miembros y coser sus ropas en mitad del frío. “Son jóvenes que, hace un año, intentaban ligar con las muchachas en las puertas de los colegios, y hoy se pierden. Sus almas están en sus manos mientras soportan las preocupaciones del país, lo mínimo es que los cuidemos”.
La albórbola de “Dahia”
“Estoy contenta por ser una joven más que nunca antes en mi vida”, dice Yafra a Al-Hayat, añadiendo que “A mí me es más fácil moverme que a un hombre, especialmente en los controles de seguridad y ello me ayuda a pasar ayudas a las zonas que están siendo bombardeadas, algo que un joven no podría hacer”.
“Dahia” asiente y añade: “Por ser una joven he podido salvar a muchos jóvenes que estaban en manos de los servicios de seguridad y cuando acompaño a los jóvenes después de las manifestaciones, pueden retirarse con una cierta sensación de seguridad. También escondemos las banderas de la independencia y las pancartas bajo la ropa. Así nos salvamos y puedo, como mujer, reducir la represión de los chequeos en los controles de seguridad cuando nuestro coche lleva medicamentos o ayudas”. “Dahia” habla con mucha pasión del papel de las albórbolas de las mujeres en las manifestaciones. Estas albórbolas infunden ardor en las gargantas de los manifestantes y atraen a los que están parados. “La albórbola tiene una influencia mágica en las manifestaciones. No puedo describirlo sino diciendo que las revolucionarias sirias aprovechan con inteligencia lo que tiene de positivo la dificultad de enfrentarse al miedo masculino por ellas y su interés en proteger a sus familias en ellas”. Yafra dice: “Muchos jóvenes me impiden estar en algunos sitios o hacer algunas cosas porque soy una chica. Me dicen: ‘No vayas con nosotros a la manifestación de Zabadani porque la situación es peligrosa, no entres en el contrabando de bolsas de sangre porque es un riesgo’ ¡Como si fuéramos a las manifestaciones a divertirnos!”. “Esto al margen de la llamada a ‘las libres’ a echarse a un lado en las procesiones de los funerales y en las grandes manifestaciones”.
“Dahia” informa de cómo los jóvenes siempre se lanzan a proteger a las jóvenes en las manifestaciones, pero, al margen de esta “bondad”, ello hace dudar a los manifestantes e incrementa las posibilidades de que sean detenidos porque “ellos se preocupan por nosotras y se olvidan de ellos mismos, algo que es muy negativo y peligroso para todos, hombres y mujeres”. Añade que, siendo joven, no puede nunca participar en las manifestaciones de los barrios populares, pero ella y su amiga no desesperan. “Seguimos intentando con algunos jóvenes de estas zonas que acepten nuestra participación en sus manifestaciones”.
Umm Hussam también se ha visto presionada por parte de los manifestantes que temen que sea detenida o golpeada, lo que muchas veces la empuja a discutir con ellos en mitad de la manifestación: “Cuando me harté de su excesiva preocupación por mí, como si fuera una niña, les grité ‘¿Queréis libertad y me reprimís?’Pero no me enfado con ellos porque su miedo por mí está justificado”.
“Dahia” no tiene miedo de que la detengan o la golpeen con las porras o con las manos, ni siquiera si lo hacen con descargas eléctricas incluidas. Ya ha probado todo, pero “tengo mucho miedo de ser violada. Aún así, el riesgo merece la pena, mi voz ahora garantiza mi lugar en la Siria del futuro”.
Hace poco una mujer tuvo una visión a las 4am y se le encomendo orar por el pueblo de Siría, ella dice que vío a una mujer joven, corriendo mientras era perseguida luego que escribio en paredes,una verdad de lo que acontece con la gente de Siría. atrocidades que se cometen contra hombres y mujeres de ese país.
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