Texto original: Al-Hayat
Autor: Salamah Kayleh
Fecha: 20/02/2013
Sí, hay un gran sector de la izquierda árabe e internacional
que lo hace bajo el lema del rechazo, la resistencia y el antiimperialismo. Se
trata de una izquierda que estaba relacionada con el esquema soviético
previamente, esquema que partía de que la lucha internacional es una lucha
contra el imperialismo, que es el “círculo principal”, entendido como
imperialismo estadounidense básicamente, que dirigía el modelo capitalista en
su conjunto.
Por ello, todo el que se oponía o difería con el imperialismo
estadounidense pasaba a estar en el “bando nacional” o “progresista” o
“libertador” y había que aliarse con él por necesidad. Esa “conciencia” o “concepción”
ha seguido dominando a aquellos y dirigiendo sus políticas. Ello a pesar de la
caída de la Unión Soviética y de los países socialistas, situación que ha
creado un nuevo mundo que ya no posee las mismas características que en la
guerra fría (es decir, la guerra entre el capitalismo y el comunismo),y a pesar
de que la idea misma era un error marxistamente hablando, y expresaba la
política del Estado soviético en su lucha internacional, que se suponía que
debía atraer al eje de su política a todos los que se oponían al imperialismo.
Eso es lo que hicieron los partidos comunistas en general, sin tener en cuenta
la realidad objetiva en sus países.
Por ello, siempre estaban unidos a fuerzas que no eran
comunistas ni socialistas, sino que eran en su esencia capitalistas aunque
difirieran con el imperialismo estadounidense en concreto. Por ejemplo, se
unieron al Baaz, que estableció una autoridad que se alió con las autoridades
soviéticas, pero cuyas relaciones económicas eran con los estados capitalistas
europeos, y defendían su socialismo aunque lo único que tenía de socialista
eran sus lemas, cuyo contenido expresaba el “socialismo de la pequeña
burguesía” o el “socialismo de los campesinos”, y era el Baaz quien
representaba a esos sectores sociales. Este “socialismo” inevitablemente daba
lugar a un desarrollo capitalista, y posteriormente mafioso.
A pesar de todos los errores de la experiencia, aquellos no corrigieron
las ideas en las que se apoyaban, sino que siguieron dominados por el “hecho” en
sí.
Esos mismos, también defendieron a muerte a los “yihadistas”
y los “Hermanos Musulmanes”, que se oponían al imperialismo, como decía esta
izquierda, aunque los islamistas no utilizasen el concepto de imperialismo y
careciesen de una política basada en lo político. Esta izquierda también acusó
a todo aquel que se negó a apoyar a los islamistas o a aliarse con ellos de
estar de parte del imperialismo. Por ello, prepararon el camino a los
islamistas para convertirse en la primera fuerza “opositora” al régimen y la
primera fuerza “anti-imperialista”. Así, era obvio que llegarían al poder tras
las revoluciones que han tenido lugar. Esta política no solo ha fortalecido a
los islamistas, sino que también ha debilitado a las fuerzas de izquierda, bien
porque estas fuerzas, en su discurso político, aparecían como un margen para
los islamistas, lo que los hacía estar en apuros con el régimen, o bien porque
los anti-imperialistas tendían a apoyar a los islamistas en vez de a la
izquierda que los glorificaba. Ello es lo que aumentó el volumen de los
islamistas y marginó a la izquierda.
Esta izquierda no se detuvo ante lo que se acaba de exponer: no criticó su alianza con o
su apoyo a los islamistas. Y ello a pesar de que la puesta en valor de los “Hermanos”
y los islamistas en general es resultado en cierta medida de este canturreo
mediático y propagandístico “de izquierdas”, que los asentó como fuerza
opositora o como fuerza anti-imperialista. La “lógica de la concepción” siguió
siendo la misma, y el principio general heredado de los soviéticos siguió
dominando su visión. El concepto del círculo central siguió siendo clave en el
análisis, unido a la visión “política”; es decir, la visión de la política como
hechos, posturas y relaciones, sin una comprensión profunda de la naturaleza de
las fuerzas, ni de los intereses de clase, ni de las relaciones entre las
fuerzas y las clases. Por ello, (esta izquierda) repite los mismos errores y se
queda marginada y, desde el margen, se arrepiente y habla de conspiraciones,
además de insultar.
Esta izquierda sigue el mismo patrón metodológico, en
cualquier parte: en Siria y con los islamistas. Y por tanto, si ha fracasado en
la primera postura, necesariamente también fracasará ahora. Ve “la divergencia”
entre el poder (sirio) y EEUU en concreto (no con todo el imperialismo, ya que hay
relaciones con Europa y Turquía) sin aproximarse a las causas de esa
divergencia, partiendo de una comprensión de la naturaleza de clases del poder,
como supone el marxismo y la naturaleza de sus intereses. ¿Por qué diverge con
EEUU y firma un pacto estratégico con Turquía y se esfuerza por atraerse a
Europa, por no decir que intenta entenderse con EEUU (incluso con mediación
sionista en algún momento)? ¿La estructura económica materializada en la última
década supone un enfrentamiento con los EEUU o una unión con ellos, o quizá con
el modelo capitalista? Finalmente, ¿por qué se produjo la divergencia con EEUU?
Era importante para esta izquierda que “existiera la
divergencia” que comenzó a caracterizar previamente,
con adjetivos “abstractos”, resultado de una preconcepción y una pre-definición
de todo lo que diverge con el imperialismo estadounidense. Es decir, resultado
de “moldes preparados” que valen para todo aquel que aparente estar en contra
de EEUU. Estos moldes se aplicaron a los islamistas en su momento y hoy se
aplican a las autoridades sirias. Eso es lo que se llama una visión formal, que
se somete a presupuestos que nada tienen que ver con la realidad, ya que no se
definen claramente las clases que se están apoyando, sino que la pre-delimitación
política es la que provoca las “ilusiones” sobre la naturaleza de estas fuerzas
que se amoldan a ese presupuesto. Por tanto, todo el que está “en contra del
imperialismo” forma parte de las clases revolucionarias o progresistas (o la
burguesía nacional), aunque su divergencia con el imperialismo no llegue al
punto de una verdadera lucha, sino que tal vez imponga una competencia o un
intento formal de marginar la lucha entre las fuerzas de clases semejantes. Así,
los “Hermanos”, en términos de clase, son los capitalistas comerciales
tradicionales insertos en el poder económico mundial. Las autoridades sirias
son “nuevos hombres de negocios” que trabajan como una mafia en los sectores de
servicios como todos los capitalismos gobernantes, y esa naturaleza suya es la
que ha provocado la revolución, como sucedió en Túnez, Egipto, Yemen y Libia, y
en Marruecos y Jordania ha hecho que se iniciara un movimiento revolucionario, pues
la estructura de clases es semejante. Por tanto, hay que preguntarse por la
causa de la divergencia entre la mafia siria y el imperialismo estadounidense (a
pesar de que esta mafia es parte de la estructura capitalista mundial).
Así, hay una contradicción que nace frente el imperialismo,
que es en su base una contradicción de los pueblos, y también existe una
divergencia por uno u otro motivo en el marco de la competencia o la
aclimatación con el poder imperialista, como resultado de la naturaleza de la
clase que domina todas las circunstancias para que se produzca una revolución.
¿Damos, entonces más importancia a una divergencia marginal entre la clase
dominante con el imperialismo en vez de a la profunda contradicción entre esta
clase y el pueblo?
El estudio de la estructura de clase y la realidad política
ha quedado fuera de los intereses de esta izquierda, a pesar de ser una
prioridad marxista, y la base de su método materialista. En consecuencia, no
son conscientes de las contradicciones de clase, sino que ven la divergencia
política, justo porque su conciencia es una conciencia politiquista (es decir,
de hechos, que sigue la política de las autoridades y los partidos, las
relaciones internacionales y las declaraciones de las fuerzas). Y toda la lucha
de clases queda fuera de esa visión, porque lo político no se funda sobre el
conocimiento de la realidad económica y las contradicciones de clases, y en
consecuencia de su representación política, sino que parte en exclusiva de lo político.
Todo ello está fuera de las posibilidades de la “razón
formal” (la razón que sigue la lógica formal del blanco y negro sin ver la gama
de colores entre ambos).
La razón es formal y superficial y el resultado es necesariamente
una política errónea. Ello no es izquierda, pero ¿qué intereses expresa? ¿Es
acaso un “reacondicionamiento” del pasado, que sigue relacionado con las
ilusiones de ideas que la realidad ha superado?
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