Texto original: Al-Hayat
Autor: Hassan Haydar
Fecha: 28/02/2013
El mensaje que la oposición siria recibirá hoy en Roma es
que los estadounidenses y los europeos no lucharán por acabar con Bashar
al-Asad y que adoptan la “solución rusa” que tiene como base los Acuerdos de
Ginebra, a cambio de que Rusia se comprometa a no luchar para mantener al régimen
de Damasco, sino que, al contrario, ayude a su marcha de forma progresiva.
Los representantes de la Coalición Nacional escucharán que
ellos y todos los opositores han de aceptar negociar de cara a la etapa de
transición durante la cual Asad se mantendrá como presidente con poderes
formales y que el mantenimiento de las ayudas económicas y militares “no
letales”, además del apoyo político, dependerán de si aceptan dicha oferta.
En la práctica ese es el punto al que llegaron los ministros
de Exteriores de EEUU y Rusia, Kerry y Lavrov, durante su encuentro en Berlín
anteayer, al cual precedieron algunas señales claras desde Washington de que
había puesto el expediente en manos de Moscú, a condición de que Rusia aceptara
que lo llevaran entre ambos, exactamente como sucedió en Yemen. En ese caso, el
expediente fue entregado al Consejo de Cooperación del Golfo, cuya exitosa iniciativa,
que terminó con un acuerdo histórico sin derramamiento de sangre, apoyaron
Washington y Moscú.
La oposición siria intentó escaparse del encuentro en Roma
para evitar ser humillada y provocar una mayor división en sus filas, pero ha
tenido que ceder ante la realidad internacional y aceptar participar. Kerry ha
insistido en entregarles el mensaje él mismo.
Si los opositores vieron en la “renuncia” del ministro de Exteriores
sirio Walid al-Muallim en Moscú, que anunció que su gobierno estaba de acuerdo
en dialogar con la oposición armada, una mera maniobra que rápidamente cesó
Damasco cuando puso como condición que se depusieran las armas, los
estadounidenses, que al parecer han recibido garantías rusas sobre la seriedad
de la propuesta de Muallim y las promesas de que se adoptarán ciertas medidas
por parte del régimen, quieren que la oposición dé pasos positivos equivalentes
cuando el sábado se reúna en Estambul para elegir al presidente del gobierno de
transición que pretende formar. Washington ha insistido en que se elija a una
personalidad moderada que acepte el diálogo y pueda imponerlo, y que si ello no
es posible, que se olviden de la idea de un gobierno de transición
completamente y que se espere a que comiencen las negociaciones con Damasco y
se materialice la idea de un gobierno conjunto.
Pero este “escenario de color de rosa” al que han llegado
estadounidenses y rusos necesita muchos factores para tener éxito, ya que la
confianza es nula entre ambos –oposición y régimen- y construirla necesita
mucho tiempo y esfuerzo. Tal vez sea eso a lo que se aferra Moscú, pues puede
que la presidencia de Bashar termine antes que las negociaciones lo hagan, y
con ello se ganaría la fama de haber renunciado a su aliado.
No obstante, la realidad sobre el terreno no permite que se
repita la experiencia yemení en Siria, pues la guerra ha dejado tras de sí una
destrucción y unas pérdidas humanas y económicas inmensas, además de provocar
unas cicatrices profundas en el tejido social sirio que no será fácil hacer
desaparecer. Ambas partes siguen aferradas en la práctica a sus posturas y
creen que pueden, con un poco de ayuda, provocar la derrota del otro e imponer
sus condiciones.
También hay una variedad de partes exteriores que influyen
en la cuestión, pues lo que acepte Moscú puede no convenir a Irán, implicado
con armas, dinero y hombres y que quiere meter la solución política en su cesta
de negociaciones con Occidente. Por otra parte, lo que apoyen los árabes que
están del lado de la oposición puede no recibir la aprobación de otras partes
que intentan mantenerse en un punto medio, como Egipto y Turquía.
El resumen positivo es que todos se han convencido de que le
régimen de Asad no puede seguir y que el proceso de extracción sigue siendo
el más conveniente para dibujar el mapa de influencias del nuevo régimen.
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