Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Abdel Bari Atwan
Fecha: 19/10/2012
El león herido y cercado se enfrenta a una revolución armada
interna, por eso, no sorprende que golpee al oeste en Líbano y al norte en
Turquía: porque no quiere caer solo, o dejar a sus enemigos festejar su caída.
Decimos esto a raíz del coche bomba que logró hacer explotar
al archienemigo de Siria, el general Wissam al-Hasan, jefe de la Inteligencia
del aparato de seguridad interno libanés, detrás del cual todos los dedos
apuntan a que estaba Siria.
El señor Saad al-Hariri, presidente de la Corriente del
Futuro acusó al presidente Bashar al-Asad personalmente y Walid Junblatt, el líder
druso, hizo lo mismo, yendo incluso más allá cuando dijo que el presidente
sirio había quemado Siria y quería quemar Líbano también.
Lo que ahora cabe preguntarse con fuerza es que si este hombre,
que estaba considerado como el más
fuerte del aparato de seguridad libanés, ha sido eliminado con tanta facilidad
un día después de su llegada a Beirut, no parece que vaya a ser difícil para
sus asesinos, estén dentro o fuera de Líbano, llegar a cualquier líder político
o de la seguridad libanesa.
El general Al-Hasan no fue asesinado salvajemente y por
medio de un coche bomba como fueron asesinados otros responsables libaneses
contrarios a Siria, comenzando por Bashir Gemayel[1], René Moawad[2], Rafik
Hariri[3], y Gibran Tueni[4], por descubrir redes de espionaje del Mosad
israelí en las que estuvieran implicados libaneses, palestinos u otros árabes, sino porque
desafió al régimen sirio y este, el régimen, está pasando la más crítica etapa
de su historia (la de lidiar con la oposición armada), y descubrió la implicación
del señor Michel Samaha, ex ministro de Comunicación, en una operación de
traslado de armas y explosivos en su coche a Líbano para utilizarlos en asesinatos
de políticos libaneses que apoyasen la revolución armada en Siria, según las
investigaciones.
El general Hasan fue más lejos de lo que el régimen sirio
podía soportar, cuando pidió llamar al teniente Ali Mamluk, director de la
Seguridad Nacional, y a la doctora Buthayna Shaaban, consejera del presidente
Asad, para interrogarlos sobre el tema de los explosivos del ex ministro de
Comunicación, como acusados en el caso.
Puede que algunos argumenten que la investigación sobre el
asesinato no ha comenzado aún y que es pronto para acusar a Siria o a quien sea.
Tal discurso es correcto y está en su lugar, pero ¿en qué momento han llevado las
investigaciones sobre los anteriores asesinatos en Líbano a identificar a la
parte que los llevó a cabo?
El mensaje que quiere dirigir el régimen a sus enemigos en Líbano
y tal vez a otros lugares de la zona árabe y Turquía lleva más de un
significado y va dirigido a más de una parte, pero se resume en que ha decidido
trasladar la lucha fuera del país y que puede hacerlo si quiere, como demuestra
el asesinato del hombre de la seguridad más importante de Líbano.
Hace unos meses se decía que había una lista de futuros asesinatos
en Siria que incluía un grupo de personalidades políticas en Líbano a las que
se esperaba que el propio general Al-Hasan proporcionara protección. Cosas del
destino, él ha sido la primera víctima de esta lista y no es de extrañar que
continúe la serie en los días y semanas venideros.
Se trata de un fallo de seguridad muy peligroso en todos los
aspectos que provocará el pánico y el terror entre las élites políticas
libanesas y algunas personalidades siria opositoras que tienen en Líbano su
base de operaciones para socavar a las autoridades en Damasco, y pasar las
armas y los voluntarios de forma ilegal hacia el corazón de Siria y los frentes
abiertos.
El asesinato del general Al-Hasan es algo malo para Líbano, y
para todo el entorno sirio en general, apenas recuperado de la guerra civil que
lo desangró a él y a cientos de miles de sus hijos y que duró cerca de quince
años. El fantasma de la guerra civil sectaria acecha sobre Líbano y tal vez este
asesinato sea la mecha que pueda encenderlo. Líbano vive una situación de
polarización sectaria y política nunca vista, pues por un lado está el bando de
Siria, que incluye a Hezbollah, el movimiento Amal y el Partido Nacionalista
sirio, y por el otro, el bando del Reino de Arabia Saudí, que incluye al bloque
del 14 de Marzo y algunas otras fuerzas suníes.
Es paradójico que este asesinato haya llegado dos días
después de las declaraciones que hizo el señor Hariri en las que aseguró que
había encargado al diputado Iqab Saqar supervisar las operaciones de
coordinación de la financiación de la oposición siria y darles todo el apoyo. Este
se encontró con distintas personalidades de la oposición Siria en la ciudad
turca de Estambul y estos aseguraron que el señor Saqar estaba en la cima de un
gran imperio que ofrecía amplios servicios logísticas a la oposición que se enfrenta
al régimen. Esto recuerda a un papel semejante jugado por “la oficina de servicios” que fundó el doctor
Abdallah Azzam junto a su joven ayudante en aquel momento, Osama Bin Laden, en
Peshawar para apoyar a los muyahidines árabes en la guerra afgana para sacar a
las fuerzas soviéticas y derrocar al régimen comunista de Kabul a principios de
los ochenta.
El fuego de la cruenta guerra civil siria ha llegado a la
punta del vestido libanés y no es de extrañar que se produzca un desplome
securitario que lleve a una guerra de asesinatos y contra asesinatos, que pueda
empujar al país de nuevo al ciclo de la guerra civil.
Tal vez el asesinato del general Wissam al-Hasan haya sido
una coincidencia, pero ¿no prendió la mecha de la guerra civil libanesa en 1975
en la misma zona cuando las fuerzas de las Falanges atacaron un autobús lleno
de palestinos? ¿Se repetirá la historia?
Líbano ha sido siempre el campo de las guerras por delegación, enfrentándose en
su terreno y luchando la mayoría de las fuerzas regionales, sirias e israelíes
especialmente. Estas son consideraciones geográficas y lecciones de la historia,
y los países, como el ser humano, no pueden huir de sus destinos.
Un nuevo episodio comienza en este país de seguridad
trastornada, y que se encuentra en una crisis económica (con una deuda de
50.000 millones de dólares), y se trata de un episodio cruento en todos los
sentidos, y abierto a todas las posibilidades. El único consuelo es el
dinamismo del pueblo libanés y su vitalidad, un dinamismo que se ha mostrado en
el hecho de que la vida continúa y los restaurantes, centros de ocio y
cafeterías están repletos en la zona de Achrafieh, donde tuvo lugar la
explosión, como si nada hubiera pasado.
[1] Ex líder de las Falanges libanesas.
[2] Presidente de consenso para poner fin a la guerra civil
en Líbano.
[3] Ex primer ministro libanés asesinado en 2005.
[4] Ex director del periódico Al-Nahar, asesinado en 2005.
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