Autor: Elias Khoury
Fecha: 08/10/2012
En dialecto decimos: “¡Basta de hablar!” para decir que no
sirve de nada hablar y que hacerlo se ha convertido en una aburrida repetición.
Cuando tu interlocutor se alarga, hace digresiones y se queda en las
introducciones sin darte nada más porque no quiere llegar a ello o lo desconoce,
o porque quiere ocultarlo se acaban las palabras y seguir hablando es como arar
el agua.
También decimos en dialecto: “Remueve en el agua y habrá
agua”, porque quien rebusca en el agua no encontrará más que agua, pues el agua
no tiene forma ni color, el “agua es del color del recipiente”, como decían los
árabes. Es estúpido seguir removiendo porque el agua seguirá siendo agua.
En esta situación nos encontramos en lo referente a la
aburrida discusión sobre el régimen sirio, pues la cuestión no es ideológica o
de pensamiento en absoluto. Es decir, no creo que ningún ser racional pueda
justificar un régimen republicano hereditario, canturrear las genialidades
políticas y de pensamiento del dictador, o hablarnos del pensamiento del
partido Baaz, pues el pensamiento de ese partido se extinguió en el momento en
que los militares usurparon el poder. Basta con que un ser racional lea “La
experiencia amarga” de Munif al-Razaz, que fue elegido como sucesor del
fundador del partido Michel Aflaq en la Secretaria General para asegurarse de
lo estúpido de hablar de la ideología del partido Baaz. Una ideología que
pisotearon los militares del partido con sus botas antes de que Saddam Hussein
dibujara el triste destino de Michel Aflaq, que terminó su vida en Bagdad, bajo
la misericordia de los verdugos. No hablaré de la obra de teatro de ensalzamiento
del islam “del profesor”, pues debemos dejar ese capítulo para sus hijos, para
que anuncien la verdad del amargo fin de su padre. No creo tampoco que ningún
ser racional pueda justificar los actos de los secuaces de la cárcel de Tadmor
(Palmyra, 1981) o los carniceros de la masacre de Hama, o los que participaron
en el sacrificio de los campamentos de Tell al-Zaatar y Shatila.
Un régimen que ha perdido
todas sus justificaciones. Incluso su supuesto socialismo, los Makhlouf y sus
socios se han encargado de convertirlo en un capitalismo salvaje que ha devorado
las riquezas sirias y han destruido la enseñanza pública, que era el mayor
logro sirio de la independencia.
A este régimen no le queda más que el secreto del antiimperialismo,
pero ¿qué es el antiimperialismo? Comenzó con la muerte de la capacidad de decisión
nacional palestina independiente y terminó con la implicación de Líbano y su
conversión en un semillero de ladrones y asesinos, y el tratamiento de la zona
de la Siria histórica como si fuera un imperio asadiano, que evita todo choque
directo con el ocupante israelí y cuya estrategia se basa en jugar sus cartas
por medio del uso de Líbano y Palestina como plataforma negociadora, que ojalá
salve al régimen de la trampa de su derrota en el Golán. Así, el frente sirio fue
agraciado con la larga calma resultante del secreto de la filosofía del antiimperialismo
al estilo baazista.
Nada se sostiene en ninguna conversación sobre el Baaz
asadiano, incluso el espectro del peligro islamista que el régimen convirtió en
su mayor espantajo, no es más que una cortina, pues ¿cómo el islam
fundamentalista puede suponer un peligro, mientras el régimen se alía con otros
islamistas que en poco se diferencian en su estructura doctrinal e ideológica,
a saber el islamismo de los mullahs? ¿Cómo quiere que tengamos miedo de los
islamistas si los que vienen de Irán y Líbano luchan al lado de los shabbiha
y el ejército contra el pueblo sirio?
El régimen sirio ha logrado explotar la ingenuidad y la
decadencia de algunos intelectuales tardíos que se acostumbraron a someterse y
ser dóciles, para sacar discusiones estridentes, cuyo eco ha llegado a los
periódicos occidentales, sobre su supuesto laicismo y el hecho de constituir un
muro de contención frente al fundamentalismo. Lo curioso es que la nueva
estrella y filósofo del régimen, que logró llevarse a algunas plumas
occidentales a su campo, es el pensador Michel Samaha, al cual parece que ir
acompañado de los servicios secretos y de explosivos no lo asistieron cuando
era extrema la necesidad de hacer estallar sectariamente el norte de Líbano y
echarle la culpa a Al-Qaeda.
Qué miseria la del Baaz, desde Michel Aflaq, que era educado
y escondió sus tendencias fascistas recónditas tras una túnica romántica, era
callado, poco amigo de charlar, e intentaba crear una filosofía para su Baaz; hasta
Michel Samaha, ese que llenó los canales por satélite de palabrerías y una
elocuencia que aprendió de sus profesores en el partido de las Falanges Libanesas y de su
amigo Elie Hobeika, el carnicero de Shatila, que perpetró su masacre por orden
del ejército israelí y en coordinación con él. Qué miseria desde el primer
Michel que intentó resucitar la nación árabe y la destruyó, hasta el segundo,
que fue hasta el final en su intento de destrucción y recurrió a la filosofía
de la protección de las minorías en Oriente, para hacer estallar el norte de
Líbano haciendo de las minorías su mayor víctima.
La discusión política, ideológica o cultural ha perdido
todos sus significados y escribir se ha vuelto un absurdo. ¿Cómo respondes a
una lógica que carece de lógica, cómo dialogas con un interlocutor ensordecido
que repite las mismas palabras y te habla de la soberanía nacional y su rechazo
a la intervención extranjera después de haber legitimado su país todo tipo de
intervenciones creyendo que puede convencernos de que un oficial de los
servicios secretos sentado en el Kremlin, que se excede creyéndose un zar, es
el heredero de Lenin? Lo increíble es que la lógica del régimen coincide con la
lógica de sus enemigos, los reyes del petróleo y los sheijs del gas, que
deforman la imagen de la revolución, aprovechando las desgracias sirias para mostrar
su ayuda en los campamentos de refugiados en la televisión, después de
convertir su poder económico en un medio para comprar protegidos y someter a
algunos grupos armados a sus consideraciones ideológicas.
El gran poeta egipcio Salah Yahin gritó “Qué sorpresa” tras
el shock de la derrota de junio de 1967 y escribió sus cuartetos, que se
convirtieron en un anuncio de la queja, la preocupación y la desesperación.
Nosotros, a los que nos ha hecho rebosar el tiempo de las
absurdeces, el salvajismo y la sangre, el tiempo del heredero cuyo precio pagan
los sirios en muerte y destrucción, ¿qué decimos? ¿Encontraremos palabras que
salven a nuestras palabras de la muerte? ¿Cómo las encontraremos si estamos suspendidos
en la respuesta a una lógica sin lógica? Decimos al dictador y su entorno, que
poseen la lógica del asesinato, la destrucción, el bombardeo y el exilio
forzado: “Iros. Basta. Se acabó el juego, señores. El tiempo se ha puesto en
vuestra contra en manos de los niños de Daraa y todos vuestros intentos de
escaparos de beber la copa del final serán inútiles. Bebed del vaso desde el
que vertisteis a vuestro pueblo durante más de 40 años. Basta, iros al
infierno. El pueblo de Siria sabrá cómo diseñar su lenguaje y su espíritu y
recuperar sus ciudades y pueblos, y enterrar vuestras imágenes en la memoria de
la vergüenza".
Vamos a ver que rebuzna horita Khoury, el patrón de este blog.
ResponderEliminarYa habló el Gran Cajuna. Los sírios van apañados con gente así. Si hay una burguesía con Al-Assad, está mal porque es un régimen. Si se forma una burguesía al servício del capitalismo, está bién porque esto sí que le pone. Venga, acostaros ya.
ResponderEliminarQue manía con insultar... Si no te gusta lo que se traduce, no lo leas.
ResponderEliminarOjala estos bocas tuvieran un tercio de neuronas que este señor
ResponderEliminarQué maravilla de texto, y qué ganas de gritar a las cotorras que adoran al régimen sirio sin haber pisado Siria en su vida que se den un paseo por allí, vuelvan y nos lo cuenten.
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