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jueves, 15 de diciembre de 2011

Soy palestino sirio

Texto publicado como actualización de estado en Facebook de un chico llamado Iyad



Soy palestino sirio y no un mero palestino que vive en Siria. Soy un palestino sirio, ¿sabéis por qué? No es porque el abuelo del abuelo de mi abuelo llegara de Haytal, que está en el Golán ocupado (en la zona de Al-Zawiyya entre el Hawran y el Golán) y del que estoy convencido de que ni tres cuartos, por no decir la mitad de mi familia, no ha oído hablar en su vida. 

No, no es eso. Se trata de que he nacido en Siria y he crecido en ella. Se trata de que he estudiado en sus escuelas y he hecho el servicio militar en sus tierras. Cuando me casé tuve que sacarme los permisos de reclutamiento, de residencia… Como hacen todos los sirios.

También esperé de pie pacientemente ante las puertas de las organizaciones de consumidores y en la cola del horno. Me quejé de este soldado o aquel miembro de los servicios de seguridad que, creyéndose superior a la persona que tenía al lado, quería ponerse delante, pero me callé y me aguanté. Soy al que le bajaron el sueldo y me puse a dar vueltas de puerta en puerta por los edificios del gobierno para completar mis trámites legales. Para ello tuve que pagar sobornos y cafés por aquí y por allá, siempre manteniendo mi sonrisa.

En este país he ido al teatro, al cine, a fiestas y a veladas poéticas con una felicidad que me inundaba el corazón sin que nadie me forzase. También salí en manifestaciones de apoyo (al régimen) espontáneas cuando estaba en la escuela sin que nadie “me forzase”.

Yo, como todos los sirios, me reía hasta la saciedad de la comicidad y la simpatía de los sirios, pero también mis entrañas se revolvían cuando me obligaba a soportar la rancidez de muchos actores vacíos de forma y contenido.
Yo soy quien sufrió indigestión de comer Yarmiz, [sigue una larga lista de platos sirios, algunos típicos de regiones concretas] aceitunas de Tadmor y manteca de Deir Ezzor.

Soy palestino sirio y este país es tan mío como de los sirios, ni más ni menos. Nadie me dice “eres un invitado y has de ser educado” porque seré educado y le diré “un invitado que te da mil vueltas”.

Soy de aquí y quien no lo crea que venga a que le enseñe la casa en que nací en el campo de refugiados en Homs, las tumbas de mi padre, mi hermano, mi abuelo y mi abuela en el campo de Yarmuk en Damasco y las tumbas de mis múltiples parientes en Daraa, Hama, Alepo y Latakia, cuyos huesos se han convertido en kohl y su carne en comida para los gusanos de Siria y no los de Palestina.

Yo soy ese de cuyos amigos la mitad son sirios de todas las confesiones y regiones del país. Son amigos que me invitaron a sus bodas y me dieron el pésame cuando murió algún pariente mío.

En resumen, soy un palestino sirio y no un palestino que vive en Siria. Por eso, cuando mi país se libere y vuelva a él no venderé mi casa en el campo de refugiados, ¿sabéis por qué? No por presumir ni por venir a pasar el verano o el invierno, sino simplemente porque mi espíritu y el espíritu de mi familia quiere quedarse viviendo aquí.

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