Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elias Khoury
Fecha: 12/12/2011
Es como si Siria estuviera naciendo hoy, envuelta en la sangre de sus hijos. Ahora, bueno desde hace diez meses, los sirios y sirias construyen su nación de nuevo. Van hacia la luz de su muerte con las frentes altas, gritando para exigir libertad. Así nacen las palabras y la lengua, nacen del polvo de la tierra cubierta de la sangre de sus víctimas, del gemido de los heridos y del grito de los detenidos.
Las antiguas palabras ya no sirven, la política de los políticos ha perdido su significado y su utilidad, hoy estamos ante un fenómeno más amplio que todas las micro y macro políticas. Hoy es el día en que se fundamentan los significados y se crean los horizontes.
Basta con que presenciemos y seamos testigos de cómo nace la libertad en los labios, convirtiéndose en palabras y canciones; basta con que escuchemos al pueblo entrelazando sus brazos en las manifestaciones de la libertad mientras se enfrenta a la muerte; basta con que veamos cómo ilumina el ser humano su libertad desafiando a la muerte y cómo grita frente a un muro de represión sordo que se resquebrajará finalmente ante el terror de la matanza de los niños que prendió la mecha de la revolución siria.
Hoy la historia que escribe el ser humano devuelve el significado a la geografía. Hoy, es decir hace diez meses, los nombres de los lugares se llenan de significados; hoy, o sea hace diez meses, aprendemos la geografía de la libertad mientras paseamos con nuestras almas por las ciudades, pueblos y aldeas. Descubrimos a Daraa y sus niños, a Hama y su cantor asesinado, a Homs y su barrio Al-Wa’r, su heroicidad y su río Orontes, a Idleb, a Deir Ezzor, a Dariya, y al pueblo damasceno de Al-Ghutta que se ha cubierto de los jazmines de las víctimas.
Esta es una nación que nace del grito de sus niños transformado en el levantamiento de un pueblo que sueña con una única palabra: libertad. Se trata de un pueblo que lucha por recuperar su dignidad perdida bajo las botas del despotismo. Es una nación cuyo nacimiento anunció Daraa con los dedos desnudos de los niños para después encenderse a orillas del Orontes, y extenderse desde el barrio damasceno del Maydan hacia todas las plazas. En ellas, esta nación se perfuma con el olor de la sangre de las víctimas que han hecho de Homs una leyenda de desafío. Es un país que ha añadido a la memoria de Maysalun* y a la revolución siria contra el colonialismo francés un nuevo recuerdo, el creado por la revolución popular que lleva diez meses en pie. Es esta una revolución sin precedentes en la que el pueblo destruye la muerte valiéndose de ella y no se arrodilla ante el miedo, como tampoco retrocede ante el temor de la represión, la muerte, la tortura y la destrucción. Es una historia de sacrificios, pacienca y determinación, una historia sin parangón, una historia que hoy anuncia el nacimiento de una nueva nación creada por su pueblo, un pueblo que lucha en la soledad de la desesperación y la soledad de la esperanza, sin esperar nada de nadie.
Es un pueblo que sabe que el camino ya ha sido trazado y que no retrocederá porque ha bloqueado el camino de vuelta con dolor y sangre. No hay sitio en esta gran epopeya más que para los sueños. Es una epopeya en la que su héroe se dibuja como un mosaico formado por miles de pequeñas teselas, una epopeya en la que los individuos van a la muerte para entrar en el muro que la representa y allí se convierten en un único ser tanto en la imaginación como en la memoria. Allí dibujan su nueva nación sobre la imagen de sus grandes sacrificios.
Sobre ellos y para ellos debe escribirse porque lavan nuestra conciencia y nuestros ojos con la esperanza que sacan de la tristeza y con los ruegos que nacen del fondo de la desesperación. No temáis, habéis venido a la muerte y quien la vence y la desafía, muere victorioso y no teme a nada.
Esta es la lección de la libertad en las ciudades sirias y sus regiones y pueblos. Cada ciudad es ua historia compuesta por mil historias y cada vida es un resumen del sentido de la vida, del mismo modo que cada muerte es un comienzo. Nos inclinamos ante el miedo cuando este tapa nuestros ojos. Los cerramos y os vemos, queremos decir cosas, pero no nos ayudan las palabras. ¿Cómo se articula una lengua que abraza a la muerte y que acoge en su regazo una desesperación que ha llegado a su clímax en el cruce de la esperanza?
…
Pareque que la polémica política sobre la revolución siria y sus relaciones regionales futuras está fuera de contexto: las palabras del presidente del Consejo Nacional Sirio, Burhan Ghalioun, y las respuestas del Secretario General de Hezbollah han puesto sobre la palestra la cuestión en un momento y un lugar poco convenientes. La mayoría piensa que las declaraciones de Ghalioun sobre la futura relación con Irán y Hezbollah ha sido malinterpretada porque no estaba del todo clara. Fue Riad al-Turk quien corrigó la interpretación para poner las cosas en su sitio: Siria no tiene más enemigo que la ocupación israelí, la relación con los países del entorno y los partidos libaneses y no libaneses vendrá determinada por las posturas que estos tomen sobre la revolución del pueblo sirio. Son unas palabras sencillas y claras que cierran las puertas a las apuestas y, por ello, los discursos que quieren encubrir una postura de apoyo al régimen sirio no tienen sentido en las expresiones de la revolución y la resistencia. La revolución siria no ha de tranquilizar a nadie, sino que lo que se exige es la solidaridad con un pueblo que se expone a los más salvajes métodos de represión.
Es ese el examen que el régimen político libanés no ha aprobado y que muy probablemente tampoco aprobarán los regímenes árabes. Sin embargo, todas las discusiones inútiles se detienen hoy ante la imagen del médico de la revolución siria, Ibrahim Uthman, y la historia comienza de nuevo con la imagen de la desobediencia civil que abre las puertas de la libertad.
*Batalla contra los franceses en 1920.
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