Autor: Mustafa Aba Zayd
Fecha: 20/01/2012
En las revoluciones de los marginados, las revoluciones de los pueblos para recuperar sus derechos robados, normalmente y como es natural, muchos jóvenes ahogados en la pobreza, la ignorancia y la desorientación, pueden encontrar un nuevo camino que les proporcione la esperanza de una vida mejor. Entonces, encontramos al joven que había llenado el barrio de problemas y había mantenido ocupada a la policía con sus asuntos, convertido hoy en el guardián del barrio que protege a sus habitantes y dirige sonrisas de satisfacción y tranquilidad a la gente, gente que le sonríe de la misma manera.
Lo que no es natural es que esos jóvenes se conviertan, con toda la complejidad, todo el rencor y todo el deseo de venganza de todo lo que consideran la causa de sus penas que llevan en su alma, en líderes del movimiento y sus motores. No es normal que determinen el destino y la evolución de la revolución, ni que repartan diplomas de buena conducta a unos y se los quiten a otros.
Sí, todos queremos derrocar al régimen de los Asad y acabar con décadas de humillación y robo de la voluntad, nunca divergiremos en eso, pero desde el primer día queremos hablar de los errores en voz alta y clara para que la polémica y la lucha se retrasen hasta la etapa en que la voluntad triunfe.
Cuando el ignorante habla, tiene derecho a hacerlo, pero cuando el intelectual necesita el permiso del ignorante para hablar, tenemos un problema. Cuando la discusión sobre el proceso revolucionario se convierte en una traición a la sangre de las víctimas y cuando nos sometemos a una voluntad despótica, tozuda y estúpida para decidir por dónde y cómo continuar, asintiendo con la cabeza solo porque estamos unidos por el objetivo de derrocar al régimen, también tenemos un problema. Cuando nos vemos obligados a guardar silencio ante la militarización sectaria y los cobardes asesinatos movidos por la venganza en las ciudades y pueblos de Siria para no poner obstáculos en el camino hacia el derrocamiento del régimen, damos lugar a una catástrofe en el momento de la victoria de la revolución de la verdad.
Todos sabemos que hay quien se ha subido al carro y quien lo dirige ahora hacia un final que todos sabemos que está escrito y por el que hemos trabajado con las mismas manos que lo comenzamos.
Manteneos a salvo y mantened a la patria.
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