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martes, 21 de febrero de 2012

El lenguaje político y el lenguaje revolucionario

Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 21/02/2012


Tras los vetos ruso y chino en el Consejo de Seguridad, Siria se encuentra en un nuevo punto de inflexión. Es como si el régimen hubiera obtenido un permiso internacional para llevar la represión a límites de salvajismo sin precedentes por medio del bombardeo diario e incesante sobre Homs. Ha optado por la solución militar sin preocuparse por los resultados. Pero esta solución ha demostrado su inutilidad pues, exceptuando los ingentes números de víctimas mortales y heridos, y el gran destrozo que azota las ciudades, el régimen se encuentra ante una puerta cerrada y entre sus víctimas solo halla una mayor determinación para continuar con la resistencia. Aquello a lo que se enfrenta el régimen republicano hereditario en Siria no son fuerzas militares a las que pueda vencer y aplastar, sino que se enfrenta a una revolución popular verdadera muy arraigada, por lo que sus victorias militares carecen de sentido. Entra en Zabadani y estalla el Mezze en Damasco, bombardea Homs y Daraa se levanta, lo intenta en Hama y se da de bruces con Alepo. Ya no hay forma de acabar con ello y el veto y el apoyo ruso no servirán porque la revolución escapa ya a sus posibilidades de control.

Esta verdad que ya conocen todos no será, desgraciadamente, un momento para que el régimen eche la vista atrás. Bashar al-Asad ha perdido todas las oportunidades pensando que era capaz de repetir la lección que dio el régimen en Hama en 1982, olvidando que los tiempos han cambiado, y que lo que era posible en el pasado es hoy imposible. Por eso, se encuentra en un pozo de sangre en el que se ahoga sin saber que la revolución siria posee sus métodos y ha logrado un maridaje entre la manifestación pacífica y la protección de la misma. Esto es una experiencia única en su género si se compara con el resto de las revoluciones. Los sirios lo han conseguido a consecuencia de la locura del aparato de represión, que quería desde el principio de la revolución en Daraa optar por la solución militar y, por ello, sigue empujando a un enfrentamiento armado entre el aparato del régimen y el pueblo. Los sirios han sabido cómo evitar caer en la militarización total de su revolución y por ello merecen más que nuestra consideración. Tras el terrible bombardeo de Homs, Damasco ha encontrado la forma de llevar las manifestaciones al corazón del Mezze, dando a la dimensión popular de la revolución, que es su instrumento principal, su lugar como instrumento principal. Pero la revolución siria no se enfrenta solo al peligro de la militarización, sino que también se enfrenta al peligro de la separación de la política de la realidad sobre el terreno debido a los intentos de las fuerzas regionales e internacionales de utilizar Siria como un campo de lucha abierta.

A pesar de que algunas voces han pedido la internacionalización y la intervención militar, incluidos miembros de la oposición siria, tanto la internacionalización como la intervención extranjera las ha comenzado el régimen al apoyarse en Rusia e Irán. Las armas fluyen hacia el ejército del régimen y la apuesta total por la política rusa se ha convertido en su único eslogan político. Desgraciadamente, los que defienden la alianza con Rusia olvidan que los sueños zaristas de Rusia y que acarician la imaginación del señor Putin no tienen relación con el pasado, que se extinguió con la caída de la Unión Soviética. Y mientras el apoyo efectivo con dinero y armas lo recibe el régimen, el pueblo no ha recibido de sus nuevos supuestos amigos (EEUU, Europa y los estados del Golfo petrolero) más que promesas 

Tal vez hoy estemos ante un nuevo punto de inflexión conocido como “apoyo humanitario” por un lado y, por otro, apoyo limitado al Ejército Sirio Libre. Sin embargo, no se trata de más que de un apoyo limitado cuyo objetivo es contener la revolución. Y aquí es donde llega la gran paradoja de la revolución siria: el régimen es incapaz de acabar con ella, pero no ve ante sí más que le camino de la violencia, y con ello arrastra al país a convertirse en un campo de luchas regionales e internacionales. Por su parte, las fuerzas que ayudan a la revolución quieren contenerla, y eso no se logrará más que prolongando el sufrimiento en medio de un baño de sangre.
El lenguaje de la revolución que han creado los y las jóvenes de las coordinadoras, y que se ha convertido en un símbolo vivo del heroísmo que personifica Homs con su perseverancia legendaria, no tiene nada que ver con el lenguaje de esta política belicista internacional y regional, que no ve en el sufrimiento del pueblo sirio más que un medio para saldar cuentas. Rusia quiere que los cadáveres se amontonen para volver a ser un país poderoso y EEUU quiere aprovechar la muerte en Siria para dar una lección a Rusia y debilitar a Siria como nación. Por su parte, el Golfo petrolero no ve en la revolución siria más que una ventana hacia la lucha política y confesional con Irán. Esta realidad, al contrario de lo que muchos piensan, es la única salida del régimen, pues sabe que su tiempo está llegando a su ocaso y que no hay marcha atrás. Así, ve que solo prolongando la crisis y poniéndola al servicio de las luchas internacionales podrá alargar su vida. En consecuencia, seguirá su cruenta lucha y sus evasiones, con la esperanza de beneficiarse de la transformación de la nación siria en un campo, para procurarse un lugar en los acuerdos y apostando por la militarización demente en zonas rurales y urbanas, para destruir la revolución siria desde dentro.

Siria ya no puede sucumbir a la solución militar como imaginan los dirigentes del régimen dictatorial, un régimen que quiere ponerla hoy en el centro de las luchas regionales e internacionales y con ello, destruir el país como hicieron otros regímenes represivos árabes que se han desplomado después de llevar al país a la catástrofe.

La esperanza está, por tanto, fuera de las ecuaciones del lenguaje político que domina hoy, la esperanza está atada a los y las jóvenes de la revolución siria, a un pueblo que ha rechazado la humillación, que construye su libertad con sus manos y que funda una nación a partir de la voluntad de sus hijos. El lenguaje de la revolución es el que debe dominar, no el lenguaje de las políticas regionales e internacionales que conducen a Siria al matadero. La revolución vence con sus hijos, solo con ellos, con su voluntad de que Damasco vuelva a ser el centro de la arabidad y de que Siria vuelva a ser la nación de todos sus hijos, sin divisiones sectarias ni étnicas.

Cuando Siria vuelva, todos los jugadores internacionales y regionales descubrirán que las revoluciones árabes, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan, son la puerta de entrada para que la zona recupere su soberanía y su decisión nacional, y son el umbral para que las cosas vuelvan a su sitio al terminar la larga era de la decadencia que ha dado al traste con las cuestiones importantes, a cuya cabeza está la cuestión palestina.

2 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo con el plantiamiento que hace, porque en Siria combaten son mercenarios del exterior unidos con extremistas salafitas de Siria. En Alepo y Damasco han explotado carros bombas puestas por Al - Qaeda, esto no es revolución, esto es terrorismo. La muerte de periodistas de EEUU y Francia infiltrados, uno ve que si hay grupos sanguinarios combatiendo contra el ejército de Siria. La oposición internacional no tiene eco dentro de Siria..., los detestan, son apátridas. Este señor, Elías Khoury, escribe las mismas mentiras de la prensa internacional Occidental.

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    1. Hola Javier.
      Creo que en primer lugar, Elías Khoury merece un inmenso respeto por la figura literaria y de pensamiento que representa.
      Ahora bien, si lo que está pasando en Siria son meros atentados terroristas perpetrados por "grupos sanguinarios" en contra del ejército, yo me pregunto si ese ejército, o mejor dicho, los cuerpos más leales al régimen, no son también "grupos sanguinarios" que atentan contra la población desde el primer día de este levantamiento.

      En cuanto a la oposición internacional, entiendo que te refieres al Consejo Nacional Sirio. Sí, es cierto, se han alejado demasiado de la realidad sobre el terreno y no han satisfecho muchas de las aspiraciones del pueblo, probando que en muchos casos los intereses personales están por encima de los comunes. De ahí a extender esa notable incapacidad a toda la población supone una tremenda infravaloración de las capacidades de un pueblo para levantarse y exigir su libertad y su dignidad (según tú, esto no es una revolución, ni un alzamiento popular, ni nada). Es el pueblo el que a diario se juega la vida y, al margen de las divergencias y polémicas en torno al Ejército Sirio Libre, sigue siendo ese pueblo en última instancia quien paga los errores de un lado y de otro y quien sufre el constante ataque perpetrado por las fuerzas de seguridad, los cuerpos paramilitares y los "ayudantes" venidos de Irán, Líbano e Iraq. ¿Son ellos también apátridas?

      Finalmente, el terrorismo, hasta donde yo sé carece de una definición internacionalmente aceptada, si bien se coincide en el hecho de que supone una serie de actos destinados a provocar el terror entre la población y, por extensión en los organismos del Estado siempre con algún fin concreto.

      ¿Sabes lo que se dice desde el comienzo de la revolución? Que ha caído el muro del miedo. Este régimen ha gobernado por medio de un arma muy poderosa: el miedo, un miedo que se mete en lo más profundo de las personas y las mantiene bien controladas para evitar todo tipo de disidencia. La gente desconfiaba hasta de quien compartía la cama con ellos, toda persona podía ser un chivato del régimen. Si seguimos esta lógica, ¿quién es el terrorista? ¿No será ese que, caído el muro, pretende sembrar el terror matando a la población como si pretendiera aniquilarla antes de dejar el poder?

      Te recomiendo que dejes de leer medios como Prensa Latina, las informaciones que publica la agencia de noticias siria SANA o los artículos que se publican en Red Voltaire, o al menos, que los compares con otros muchos que contradicen de forma absoluta lo que dicen aquellos. Te aseguro que cuando alguien desde dentro de Siria te dice "Prefiero la muerte a la humillación" o cuando grita "¿Dónde está la conciencia humana?", sabes que esa persona, por sola que se sienta, no cejará en su empeño de alcanzar la libertad. Quien no quiere abrir los ojos a lo que pasa dentro, sin por ello obviar que algunos pretenden subirse al carro de la revolución y sacar provecho (como hizo el líder de Al-Qaeda, al cual los comités locales contestaron en un comunicado), está tan cegado como la máquina represora del régimen.

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