Fecha: 22/07/2011
Autora: Samar Yazbek*
El levantamiento sirio entra en su quinto mes y reconfigura los interrogantes que hicieron despertar a los sirios, haciendo que dejaran de ser esclavos de un régimen policial en manos de una familia para convertirse en personas que exigen libertad y dignidad.
Puede parecer inútil tratar la singularidad del levantamiento tras el ingente derramamiento de sangre, si no es para dejar constancia del cambio radical que han llevado a cabo los sirios y de que su levantamiento supone la escena más dramática y difícil de la “primavera árabe”, debido a la complejidad de la situación regional siria y a la hegemonía del régimen dictatorial policial.
Si se quiere ser sincero sobre la singularidad de lo que está sucediendo en Siria, es justo hablar de una revuelta moral excepcional llevada a cabo por el pueblo y que se considera el foco de una nueva visión purificada y de la erradicación de la humillación del individuo y el desprecio de su dignidad, que no tiene nada que envidiar en nobleza a las hazañas y epopeyas que protagonizaron otros pueblos en el movimiento del resurgir de los valores humanos. Y aunque aún sea pronto para evaluar esta excepcionalidad, podemos hablar de unos primeros rasgos y señas:
1. Los intentos del régimen sirio de arrastrar el levantamiento hacia la violencia no han tenido éxito y se ha preservado su carácter pacífico a pesar del salvaje asesinato de los manifestantes que se comete a diario y a pesar del bombardeo de las ciudades y su bloqueo, las detenciones, el maltrato y la persecución. Y por ello, el levantamiento ha preservado una esencia humana que no han tenido otras revoluciones del mundo, a saber: enfrentarse a la muerte con el pecho descubierto. Este valor por sí mismo conformará una excepción en historias futuras, más aún, será un ideal en la posibilidad de enfrentarse a la cultura de la muerte con la cultura de la vida y la tolerancia. Exceptuando situaciones violentas excepcionales y minoritarias, el carácter pacífico del levantamiento sigue siendo la regla a pesar de que el régimen ha facilitado la distribución de armas entre los ciudadanos a través de sus hombres, especialmente en la zona costera. Además, ha alimentado la propensión a la violencia con la ejecución de miembros de su ejército, de los aparatos de seguridad, de la policía y de ciudadanos comunes, acusando a los “infiltrados” y “salafíes” (como son llamados los manifestantes).
2. Desde que Hafez al-Asad tomó el poder, tras un golpe de Estado militar en 1970, surgió una nueva sociedad siria modelada conforme al clanismo, el sectarismo, las diferencias religiosas y las diferencias étnicas apoyada en el reparto de beneficios y la distribución de prerrogativas entre los grupos que se pegaron al régimen. Sin embargo, el levantamiento ha proporcionado un ideal contrario a esto ya que todas las partes que conforman las sociedad se han unido y se han enfrascado en una lucha añadida contra el régimen con el objetivo de echar abajo el supuesto de que el mantenimiento de las minorías está ligado a su mantenimiento y que las minorías están en contra del levantamiento o temen por su futuro lejos del régimen. Los meses que sucedieron al inicio de la revuelta confirmaron lo contrario, a pesar de la encrucijada en la que se vio metida la secta alauí, que se puso, en general, de parte del régimen debido al miedo, la incitación y la movilización sectaria que llevaron a cabo los miembros del régimen en las zonas con cierta tensión sectaria. No obstante, la escisión no ha tenido lugar, ni siquiera con las consecuencias de medio siglo de insistencia del régimen en alimentar esta división entre los hijos de una misma nación, ni tampoco con la aún latente posibilidad de que el régimen provoque una guerra civil (como ha sucedido en Homs recientemente). Temores de este tipo seguirán existiendo incluso tras la caída del régimen a través de sus seguidores, puesto que la difícil misión no termina con la caída de las dictaduras, sino que continúa tras su marcha y los efectos de destrucción que dejan en las sociedades.
3. La alineación de la secta alauí en las filas del régimen es resultado de lo citado anteriormente y pueden ser discutidas en dos vertientes. La primera está relacionada con la opresión y el maltrato que el régimen ha llevado a cabo contra dicha secta desde que intentó borrar su contenido moral, filosófico y de pensamiento y convertirla de ser un grupo de oposición y “víctima” que ha sufrido cientos de años de marginación, pobreza y terror, a ser un grupo dictador y un “verdugo” que impone a los demás la crueldad y el despotismo a través del aparato de seguridad y las unidades conformadas según una base sectaria. Hoy, el régimen sigue el mismo método y la destrucción de más elementos de pertenencia nacional de esta secta a cambio de sembrar el terror en los corazones de sus conciudadanos y la cimentación del pensamiento aislacionista. Es decir, el primer perjudicado por este régimen dictatorial, de hecho y no de forma excepcional, son los miembros de esta secta.
La segunda vertiente es el hecho de que el supuesto de que esta secta se ha alineado al completo con el régimen no es cierto, pues existe un importante sector de intelectuales y activistas opositores que se han puesto del lado del levantamiento y han salido a las calles a manifestarse, así como un grupo de mujeres activistas que han participado con fuerza a pie de calle. Esto quiere decir que la élite intelectual de la secta alauí conforma un verdadero soporte del levantamiento y es parte del mismo. Esto se considera otra de las hazañas del levantamiento, pues este no se ha apoyado en la estrategia de una única dimensión, sino que el movimiento de la calle y el de los intelectuales se han imbricado de forma más significativa entre las minorías.
En Hama, el día en que mataron a cerca de cien personas, los manifestantes empezaron su protesta repartiendo ramos de violetas entre los agentes de seguridad, los cuales les respondieron disparando. Los manifestantes han preservado un comportamiento ético superior, porque en ningún caso se ha traspasado el límite de la defensa personal (apenas hay algunos casos individuales de uso de violencia), siendo lo natural que el ser humano recurra a la violencia si se enfrenta a la posibilidad de ser asesinado. Los sirios se han enfrentado a todo tipo de asesinatos y a la tergiversación mediática con entereza y transparencia, una lección que se une a la valentía, para que este levantamiento se defina como puro y limpio.
5. El movimiento de la calle se ha mantenido por delante del movimiento de los intelectuales y el lema de derrocar al régimen ha sido una de las peticiones a las que los manifestantes no han renunciado. Ha sido este movimiento el que ha terminado por incluir a los intelectuales, escritores y los que se preocupan por la situación general, y no al revés. Según se desarrollaba la protesta, a pesar de los distintos manifiestos, las reuniones de la oposición y el reconocimiento de las peticiones, los manifestantes se han mantenido fieles a su movimiento y no han aceptado renunciar a ninguna de sus peticiones.
6. El movimiento de los jóvenes de la nueva generación ha dado un salto cualitativo que supone una excepción desde los años 40, especialmente porque los jóvenes que trabajan a pie de calle con los manifestantes (los Comités Locales, la Unión de Comités y otros) son en general de clase media instruida y el núcleo del futuro de Siria que se levanta sobre una nueva mirada basada en los intereses de la gente y el compromiso con esta, y la recreación de un nuevo ser humano. Esto por sí mismo es un golpe revolucionario contra la ética en la cual se han educado los sirios durante décadas (como “yo y después de mí el Diluvio” o “el que se casa con mi madre pasa a ser mi tío”). Esos jóvenes, ajenos al marco sectario y a los intereses de unos pocos, trabajan con seriedad y fidelidad por la liberación de una esclavitud que ha asfixiado a los sirios durante las pasadas décadas y de un régimen dictatorial y corrupto que continúa matándoles salvajemente desde hace cuatro meses.
En consecuencia, si las revoluciones árabes han hecho que los conceptos de los movimientos de cambio en el mundo se reinterpreten y han servido de anticipo a otros movimientos, el levantamiento en Siria será el foco y el corazón de este cambio moral, lo que implica que los escritores y los pensadores deberán estudiarlo y reflexionar sobre él, como una lección excepcional en la elevación de los valores de la valentía y la tolerancia.
*Samar Yazbek es una escritora y periodista siria.
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