Texto original: Al Arabiya
Fecha: 18/07/2011
Damasco (AFP):
A los actores gemelos Muhammad y Ahmad Malas no se les había ocurrido representar una obra teatral en una prisión; sin embargo, eso fue lo que sucedió… Los dos jóvenes actores fueron detenidos tras la manifestación de los intelectuales en el barrio damasceno del Maydan y, en la sala de interrogaciones, representaron de forma improvisada su obra “La revolución de mañana se aplaza hasta ayer”. Esta ya había sido representada previamente en el marco del “teatro de la habitación”, en el cual los dos jóvenes representan sus obras en una habitación del domicilio familiar, como lugar alternativo habiéndose quedado los teatros de la ciudad demasiado pequeños para las aspiraciones de ambos. En la obra, los dos hermanos se reparten los papeles del manifestante detenido y el agente de seguridad que le interroga, pero el interrogatorio se transforma rápidamente en una conversación familiar de la vida cotidiana de la calle siria.
En la representación original o, lo que es lo mismo, la presentada fuera de la cárcel, se evoca la lengua de los agentes de seguridad y el terrible trato que dan a los detenidos, así como la humillación a la que se enfrenta la genta cuando es arrestada.
El diálogo trata, quizá por primera vez en el teatro sirio, la discusión sobre la adscripción religiosa, para terminar descubriéndose que en los orígenes de ambos (el detenido y el policía) se entremezclan las distintas confesiones que, en el fondo, confraternizan. Así, el que pertenece a los servicios de seguridad, que habla el dialecto de la costa, resulta ser suní, mientras que el manifestante, que habla el dialecto damasceno, desciende de una familia originaria de la costa y de una madre cristiana.
El personaje del agente de seguridad es presentado de forma cómica, por un lado, por su imitación exagerada del dialecto costero y, por otro, por la escandalosa ignorancia que demuestra cuando pronuncia la palabra Facebook durante el interrogatorio. No obstante, el tartamudeo del manifestante, su miedo y su desconcierto también resultan cómicos. Todo ello da a la obra su carácter cómico.
La obra critica con dureza los medios de comunicación sirios, así como a la Asamblea Popular [Parlamento] por su conocida actuación durante el discurso de Bashar al-Asad. Por otro lado, confirma que los sirios se debaten entre dos opciones: el miedo o las alabanzas al estilo de los poemas declamados por los miembros del Parlamento. Esto queda patente cuando al manifestante se le da la oportunidad de entrevistarse con el presidente para explicarle lo que sucede y el miedo se lo impide. Por su parte, el agente de seguridad es incapaz de hacer nada más que declamar poemas y elogios ante el presidente.
Finalmente, la obra concluye con la lectura de la Fátiha* por el alma de todos los caídos en Siria, convirtiéndose estos en el denominador común que une al poder y a los manifestantes.
Lo novedoso en la representación de los hermanos Malas, según nos ha aclarado la agencia France Press, es que tuvieron que representar la obra sin música, lo que redujo la duración de la misma a 17 minutos. Del mismo modo, el atrezzo no contaba más que con una manta que Ahmad Malas se puso sobre la tripa para imitar la gran barriga de los agentes de seguridad. La caracterización explica por qué Ahmad tuvo que quitarse las vendas que le cubrían la herida que el golpe con una vara le había abierto en la cabeza, ya que con ellas, no parecía un agente de seguridad. Se la quitó y la colocó en la cabeza de su compañero, que hacía el papel de manifestante.
Los hermanos Malas dicen que “el público lo conformaban los compañeros manifestantes y algunos agradecieron las oportunidad de haber asistido a la representación. Pero lo más importante es que también estaban los detenidos pro régimen que habían atacado las embajadas francesa y estadounidense, y algunos agentes de seguridad de la rama de seguridad penal”.
Muhammad Malas cuenta que “al principio de la representación los agentes de seguridad se asustaron e intentaron pararla, pero nosotros les convencimos para que nos dejaran continuar”. Añade que “a fin de cuentas, lo que no pudimos decirle al inspector directamente, lo dijimos durante la obra”.
Ahmad Malas asegura que “con lo que más disfrutamos en esta experiencia fue la nada común correspondencia entre el lugar donde suceden los acontecimientos en la obra, la prisión, y el lugar de representación”, añadiendo que “esta representación nos ha hecho tener más fe en el teatro de la habitación y creer en el dicho: ‘dame dos metros cuadrados y te doy un teatro’”.
Los hermanos llaman la atención sobre las interrupciones del público. “Nos vimos obligados a limitar las reacciones del público y poner un poco de orden del público: las risas, ponerse la mano en la boca, aplaudir sin hacer ruido…”
Los hermanos concluyen: “Ahora bien, ni la obra ni el diálogo con los inspectores, cuya simpleza quedó al descubierto, nos harán reconciliarnos o ser tolerantes con ellos. Nos tuvieron en unas condiciones pésimas, en celdas con criminales, con los que han cometido asesinatos o violaciones y con proxenetas”.
* Primera azora del Corán.
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