Texto original: Al-Hayat
Autor: Yassin al-Hajj Saleh
Fecha: 30/12/2012
La revolución siria es representativa de las otras
revoluciones árabes en el sentido de que la postura de EEUU y de cualquier otra
potencia internacional no es especialmente importante. La revolución siria está
dirigida contra una práctica política interior y su enemigo es el régimen, y no
alguna parte exterior. Por ello, la revolución no ha presenciado la quema de
banderas estadounidenses ni eslóganes contra sus ciudadanos o los de otros
países. Los estadounidenses tras las revoluciones de Túnez, Egipto, Libia y
Yemen, sintiendo que había algo árabe nuevo que había que probar, adoptaron una
actitud positiva hacia las protestas sirias, lo que no dio a nadie en Siria la
oportunidad de enfrentarse a ellos.
El 8 de julio de 2011, el embajador estadounidense en
Damasco, Robert Ford, visitó la ciudad de Hama, escenario de manifestaciones de
centenares de miles de personas. Los hamawíes le dieron la bienvenida y
lanzaron ramas de olivo a su coche. Fue un testigo bien recibido del pacifismo
de su revolución y de la amplitud de participación. Su visita además llevaba
implícito un deseado apoyo moral y una duda sobre la versión del régimen de que
había protestas limitadas, armadas y salafistas. Se entiende que la peripecia
provocó un profundo enfado en el régimen, y despertó en su contra el discurso
del antiimperialismo, contrario de forma innata a EEUU y a Occidente. Con ello,
la revolución siria quedó convertida en una maniobra exterior y una conspiración.
El 13 de septiembre de 2011, Ford y otros embajadores
occidentales visitaron la ciudad de Dariya para dar el pésame por la muerte del
activista pacífico Ghiath Mátar, que murió bajo tortura. Ello fue también un apoyo
moral deseado, y una clara acusación de falsedad a la imagen que el régimen
daba de la revolución.
Ello arrebató a los estadounidenses el amargo calificativo
de enemigo a ojos del público sirio de la revolución, pero no significa que se
produjera una cambio radical en la postura generalmente dudosa hacia los
estadounidenses y sus políticas, sino que se trataba de una nueva clase de
pensamiento sobre las grandes potencias, sobre una clase más profunda fundamentada
en la duda y y la enemistas. Esta nueva y distinguida clase podía fortalecerse
según el desarrollo de los acontecimientos y las posturas que adoptasen los
estadounidenses. Puede decirse que ni un solo día ha pasado en la historia de Siria
sin que las posturas del público sirio general no fueran negativas en lo que a
los estadounidenses se refiere, por no decir positivas, más que en 2011.
En el otoño de 2011, y después, creció rápidamente el componente
armado de la revolución siria y las peticiones se ampliaron: una intervención
exterior en pro del pueblo sirio, zonas de exclusión aérea o corredores
humanitarios. Parecía que los estadounidenses eran prudentes con estas propuestas
sin tener alternativas a las mismas. Los EEUU no solo se abstuvieron de ofrecer
ayuda militar alguna a la resistencia siria armada, sino que impidieron a los
países árabes que ofrecieran la que desearan y es posible que presionaran a
Turquía para confiscar los arsenales de armas de la resistencia siria. Esto
mientras los responsables en EEUU y en la OTAN anunciaban una vez tras otra que
no tenían planes de intervenir militarmente en Siria. Todo ello parecía una
forma de dar al régimen la oportunidad de aplastar la revolución y en la
práctica así ha sido, como también lo ha sido con la advertencia que los
estadounidenses hicieron al régimen de que no utilice las armas químicas a
finales de este verano, que parecía un permiso para utilizar todo tipo de armas
excepto esas.
En el verano de 2012, se empezó a oír más y más en los
centros de los revolucionarios y los políticos sirios que a los EEUU les conviene
que los sirios se destruyan entre sí y que si no apoyan al régimen en realidad,
tampoco apoyan a la revolución para que ponga fin a la lucha contra él. Las
dudas van en la dirección de que eso es lo que conviene a Israel, que tiene gran
influencia en la conformación de la política estadounidense en Oriente Medio y
dichas dudas se expresaron claramente en el lema del viernes 19 de octubre de
2012: “EEUU, ¿tu rencor no se ha saciado con nuestra sangre?”
En 2012, aparecieron grupos yihadistas que se convirtieron
poco a poco en una preocupación creciente para EEUU. En otoño de 2012, los
estadounidenses presionaron para conformar un marco opositor amplio que
debilitara el peso de los islamistas en la oposición, y tal vez entrar en
negociaciones con partes del régimen. La secretaria de Estado Clinton a finales
de octubre pasado habló de que el Consejo Nacional Sirio ya no era la formación
más conveniente de la oposición, palabras que provocaron descontento por su
falta de respeto y su prepotencia.
Hace pocas semanas, Washington puso al sirio Frente de
Al-Nusra en la lista negra de organizaciones terroristas, lo que provocó la ira
en los centros de los revolucionarios sirios que en su mayoría no apoyan a
dicho frente. Parece que es un intento de imponer las paranoias de EEUU a la
revolución siria y provocar la lucha intestina, mientas que sigue la lucha
contra el régimen asadiano. El lema de las manifestaciones del 14 de diciembre
de 2012 era una respuesta directa a la iniciativa estadounidense: “No hay más
terrorismo en Siria que el de Asad”.
Hace poco, Riad Turk, el destacado opositor sirio, dijo que
EEUU no quiere que la revolución siria triunfe, unas palabras que encuentran
mayor eco hoy que en ningún otro momento desde el inicio de la revolución.
De forma general puede decirse que 2012 ha registrado un
retroceso en la imagen positiva de EEUU en Siria. La postura no se ha deslizado
a una enemistad violenta, ni ha llegado a la quema de banderas, pero los sirios
hoy dudan más de los estadounidenses de lo que lo hacía el año pasado. Puede
que no sea correcto hablar de la iniciativa EEUU-Rusia que lleva consigo
Brahimi y que exige la permanencia de Bashar al-Asad en su puesto hasta
mediados de 2014 y la preservación de los servicios de seguridad y el ejército,
pero ha quedado patente para los sirios que EEUU es la parte más anquilosada de
cara a su revolución de entre todas las potencias occidentales.
No hay duda grosso modo de que los estadounidenses no
han materializado una política clara frente a la situación en Siria en 2012 y
en los últimos meses parece que su política se ha centrado en lo que es un
efecto secundario de la revolución siria; es decir, la aparición de grupos
yihadistas en 2012.
Han fracasado en atraer la postura internacional hacia los
intereses de cambiar el régimen sirio, por no decir que han sido un freno en
esa dirección. El cambio de régimen en Siria debía ser el punto de encuentro entre
el interés nacional sirio y el interés ilustrados de EEUU, como debía provocar
un gran cambio en el ambiente político de la zona, iniciando nuevas dinámicas
políticas, internas y regionales.
En cualquier caso, parece hoy que cuanto más se alarga la
lucha siria, peor es para nosotros por una razón y para los EEUU por otra, y
peor para la imagen que tenemos nosotros de ellos y ellos de nosotros.
Es increíble como hay quienes se dicen revolucionarios, amantes de la libertad y la igualdad, defensores de los derechos del pueblo,y por otro lado apoyan a un enfermo mental, asesino que se escuda tras las supuestas maquinaciones imperialistas para derrocar un gobierno "Bien constituido" para obtener el apoyo de los Izquierdistas inconsecuentes y con doble moral del mundo, que hacen oídos sordos antes los gritos de ayuda de un pueblo masacrado y cierran los ojos ante el genocidio que Bashar comete y agranda día a día con su propio pueblo.
ResponderEliminarmi apoyo, mi fuerza y ayuda para los hermanos sirios y el ejersito libre
Viva Siria, Viva la Revolucion
Sin duda es triste, pero no hay más sordo que el que no quiere oír y es imposible razonar con ellos...
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