Texto original: Al-Hayat
Autor: Yassin al-Hajj Saleh
Fecha: 13/01/2013
Bashar Al-Asad no tiene quien participe en su “solución
política”. ¿Quién iba a participar? ¿Los terroristas, takfiríes y
asesinos? ¿Esos que están pagados por actores regionales? Uno puede no
encontrar a un compañero adecuado para casarse, pero ¿niega eso su deseo de
matrimonio? Tal vez no encuentre al compañero adecuado, tal vez a nadie le
guste como compañero, pero ¿qué culpa tiene si no lo encuentra?
La situación de Bashar al-Asad es la misma que este sujeto
que desea casarse. Pero ¿cuándo no ha sido esa su situación? ¿Cuándo ha tenido
compañeros de pensamiento sobre la cuestión siria? ¿Es esta ausencia de
compañeros resultado de la situación excepcional en Siria hoy, como dijo el
presidente heredero, o es la definición del régimen del padre y el hijo?
La realidad es que la “Siria de al-Asad” es el país en que Asad no tiene
compañeros. Su propio nombre niega la participación. En esta Siria hay
sirvientes y vasallos, pero no hay compañeros o socios, ni enemigos, ni
contrarios. Esto es resultado de la formación de la “Siria de al-Asad” y su
profunda “constitución”, y no es algo que haya nacido hoy o hace 22 meses. El
señor Bashar no habría heredado el gobierno de la “república” si no hubiera
sido porque el señor padre se encargó de cortar toda cabeza política
independiente en el país, ya fuera asesinándola, encarcelándola, negándola,
adiestrándola, cooptándola o corrompiéndola. ¿Es entonces la falta de
compañeros una situación desgraciada con la que choca el señor Bashar, o es en
cambio la conditio sine qua non para que ocupe el puesto que hoy ocupa?
¿Habría sido alguien como él presidente de Siria si los sirios hubieran sido
libres, contrarios a él y partícipes en (los asuntos) de su país?
Pero ¿no hemos oído ya esto sobre la falta de partícipes de boca de una
potencia regional que habló también sobre los “terroristas” y “asesinos” para
concluir que no tienen quien participe en la “solución política”, cuyo nombre
es, según lo llama dicho actor, “proceso de paz”? Se trata de un actor conocida
también por su oscilación entre la negación de la existencia de un pueblo
entero y su genocidio político y moral, además de la destrucción de sus condiciones
de vida, lo que ha dejado totalmente en sus manos la decisión de rendirse y no
recibir nada, o resistirlo. Entonces se rebela contra los terroristas y los
asesinos, que no son serios en su participación en el “proceso de paz” y no
tiene nada que darles. El nombre de esa parte es… Israel.
A pesar de que “la ciencia de la revolución” asadiana dice que la revolución
tiene pensadores y líderes, algo que no ha encontrado en la supuesta revolución
siria el hombre que siempre se siente incomprendido (y hace graciosas
digresiones que lo hacen menos comprensible todo aún), a pesar de esta “ciencia
de la revolución”, Bashar no ha encontrado más que a Israel, que ocupa el Golán
y es el enemigo nacional de los sirios, para usarlo como ejemplo. Con un
poquito de esfuerzo podría no haber caído en ello.
¿Se trata de un chiste mordaz? Es la lógica de la estructura política siria
en la que Bashar ocupa el primer puesto, la “constitución” como ya se ha dicho.
Esta estructura que se basó desde el inicio hace cuatro décadas en la
transformación de los sirios en sirvientes, y en su genocidio político y moral,
es una copia original de la estructura organizativa de la relación de Israel
con el pueblo palestino.
La diferencia es que las víctimas del genocidio israelí son los enemigos palestinos,
mientras que los sirios son los exterminados en la “Siria de Asad”. En ambos
casos, el genocidio político y moral es el preludio catalizador del genocidio
físico. ¿Acaso la vida de eso “chusma inmunda” no tiene el mismo valor que la
vida de Bashar? Hace más de una generación su padre fue víctima de un intento
de asesinato, y su tío se encargó de matar a mil personas de esa “chusma” en la
cárcel de Tadmor. Ese es el parámetro y el hombre lo sigue a pies juntillas.
Y es también el parámetro israelí y colonialista como bien es sabido.
Es precisamente esta estructura israelí la que se reflejó días después del
discurso en el acuerdo de intercambio de prisioneros sirios del régimen con los
prisioneros iraníes que tenía el “Ejército Libre”. El hecho es bien extraño: el
régimen sirio liberó a los 2.136 sirios que tenía detenidos, hombres y mujeres,
y a algunos turcos para que los luchadores opositores liberasen a 48 iraníes
detenidos desde el pasado mes de agosto. Todo lo que sabemos de los sirios
detenidos es que eran activistas pacíficos políticos y de derechos, algunos de
los cuales se oponen a la lucha armada.
¿Quién es el sirio cuando la resistencia libera a sirios que había detenido
el régimen mientras que el régimen asadiano libera a iraníes? Ciertamente,
Bashar no tiene compañeros… sirios.
Y lo raro pasa a ser surrealista cuando sabemos que el régimen se negó en
otra ocasión a intercambiar prisioneros sirios en sus cárceles por militares y shabbiha
en manos de la resistencia armada. El régimen asadiano no se basa solo en la
negación del valor humano de los opositores, sino que niega el de todos los
sirios. Los sirios son de uno de estos dos tipos según su tradición: un
partidario servidor cuya vida carece de valor o un opositor cuya vida también
carece de todo valor. Como los enemigos, los partidarios del régimen no son
compañeros de Bashar al-Asad en la “Siria de Asad”. Sueñan si piensan que lo
son y ellos son los únicos responsables de ello. Son sirvientes y seguidores,
escudos vivos que defienden al señor y su séquito. Y el señor es uno por
definición.
Cuántas veces han descubierto los hombres del régimen, desde Abd al-Halim
Khaddam pasando por Ghazi Kanaan y Riad Hiyab hasta llegar a Manaf Tlass y su
padre que son sirvientes, que no pueden contradecir en nada al régimen que los
considera sus pilares y que pierden su inmunidad y dignidad si lo hacen. Ello
también se aplica a Faruq al-Sharaa y todos los que no son señores en su país
ni compañeros en el gobierno de Siria. No hay compañeros en este régimen en el
que Bashar al-Asad casi ocupa hoy una posición impersonal, siendo un mero
título oficial de la autoridad efectiva que hoy ocupan las relaciones de
parentesco sanguíneo y sectario y actores fuera del país. Una posición sin
precedentes para garantizar su permanencia y cohesión. Lo que dice el
vergonzoso acuerdo de intercambio es que la “Siria de (Bashar) al-Asad” es un
país vasallo de Irán y muy independiente de… Siria.
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