Texto original: Al-Quds al-Arabi
Fecha: 19/09/2011
Autor: Elias KhourySeis meses después del estallido de la revuelta siria y seis meses después de que se iniciara el flujo constante de sacrificios que han ofrecido los hijos e hijas del pueblo sirio, debemos hacer a las fuerzas políticas de la oposición siria la una petición que hemos estado postergando.
Mi pregunta surge de una realidad que todos conocemos, a saber, que la revuelta siria, como el resto de revueltas árabes no ha sido resultado de la acumulación del trabajo de los grupos de la oposición, pues a ellos, como al régimen dictatorial, les ha sorprendido la revuelta. La revolución vino de una conciencia que se conformó en un lugar profundo de la razón y la esencia del pueblo. Este lugar ya no puede soportar o comprender las razones para que la terrible dictadura se haya mantenido durante más de cuatro décadas.
Este lugar no está ligado de ninguna manera al género de las discusiones políticas en las que los regímenes son diestros y a las que han logrado arrastrar a la oposición. Estas discusiones parecen haber olvidado que la dignidad del ser humano ha sido destruida y sostienen que la dictadura debe mantenerse para evitar el colapso de la “resistencia”, para que las corrientes fundamentalistas takfiríes [1] no se hagan con el poder, o bien para evitar una guerra civil sectaria.
Los jóvenes de las revoluciones árabes optaron por las peticiones básicas e hicieron de las obviedades de la vida lemas para sus revoluciones: comenzaron con la libertad y la dignidad y anunciaron que los sistemas dictatoriales que habían asfixiado a las sociedades hasta destruirlas debían desmoronarse, como primera condición para comenzar a discutir sobre el futuro. Sin embargo, las revoluciones árabes no han venido de la nada, sino que los sacrificios de varias generaciones de intelectuales y opositores y la valentía de los que se opusieron a la tiranía y la injusticia, enfrentándose a la muerte, la cárcel y el exilio y conformando los antecedentes sobre los que se erigió una nueva generación de luchadores, son el horizonte de la libertad que se construyó con sangre. Esto nos lleva a una realidad que no puede obviarse: la existencia de un gran vacío político que las conferencias que se celebran dentro y fuera de Siria y los comités que se forman de manera urgente no pueden llenar. La realidad del movimiento político indica que los partidos de la oposición y sus fuerzas, dentro y fuera, no pueden hacerse cargo de la dirección del movimiento popular, una explosión social sin precedentes.
Estos partidos y fuerzas, como resultado de la represión salvaje de la que han sido víctima durante décadas, no están preparadas para dirigir este tipo de movimientos, además de que carecen de los instrumentos mentales y organizativos necesarios para dirigir una revolución popular que ha estado expuesta a los más terribles y salvajes métodos de represión.
Por otro lado, la revolución siria ha elegido su propia manera de organizarse, lo que los luchadores y luchadoras han llamado “coordinadoras”. Y a pesar de que este sistema de organización no parece claro para los que siguen los hechos o empatizan con la causa desde lejos, este sistema popular ha probado su capacidad de dirigir el movimiento y organizar manifestaciones en las más difíciles condiciones por las que puede pasar una revolución.
Lo que está viviendo Siria no es represión, es una serie de terror sin precedentes, donde se reúnen el asesinato, la tortura y los castigos colectivos, mientras se camufla el crimen utilizando un compuesto desorientador que ha decidido que los manifestantes y los que protestan son bandas armadas.
En esta terrorífica atmósfera, la perseverancia del pueblo y la insistencia en enfrentarse al aparato de la muerte con gritos en pro de la libertad deben maravillarnos a todos. El pueblo sirio ha demostrado en su revuelta que es el más valiente y que merece su papel en la vanguardia del mundo árabe con creces.
Ahora bien, las proezas no deben ocultar una realidad que ha comenzado a suponer una carga para la revolución, y no me refiero a los activistas sirios que se mueven por el mundo para apoyar a la revolución, pues ello constituye un derecho y un deber. No obstante, me permito llamar la atención sobre el hecho de que ha de existir una separación clara entre el apoyo a la revolución y su liderazgo. El liderazgo de la revolución no puede caer en paracaídas, sino que es resultado de una acumulación llevada a cabo por el pueblo a través de las formas de organización que ha hecho emerger. Nadie tiene derecho a imponer su liderazgo desde fuera en nombre del apoyo a la revolución.
En otras palabras, lo que sucede en el plano organizativo fuera de Siria no está del todo madurado y, por tanto, es incapaz de crear una formación que conduzca la revolución y la represente. Es necesario volver a la base de la revolución y trabajar desde ella para definir una referencia política y moral.
El primer paso debe ser la creación de esa referencia, para que se convierta en un marco en el que interaccionen las coordinadoras como paso previo a la creación de una formación política cuya función ha de ser conducir a Siria de la dictadura a la democracia.
Nuestros amigos dentro y fuera de Siria saben que la referencia de esta revuelta está en Siria y que lo que se pide es que se dejen a un lado las viejas diferencias para establecer un programa con pasos claros, que comience con el punto de consenso nacional, que es la caída del régimen dictatorial, y defina las características de la etapa de transición hacia la democracia.
Esta etapa es totalmente nueva y la incapacidad de los símbolos de la oposición de comprender la realidad de que las peticiones del pasado pertenecen a una etapa anterior que no volverá significa una única cosa: dejar a la revolución siria en la oscuridad de lo desconocido.
La conformación de esta referencia, entendida como parte integrante de las coordinadoras de la revolución siria, permite forjar una interrelación saludable con los distintos liderazgos del exterior. Ello con el fin de construir un marco en el que insertar un Comité Nacional Sirio, cuyo papel será la obtención de apoyos y la creación de fuentes que garanticen la continuidad de la revuelta hasta que caiga el régimen.
Los jóvenes de la revuelta siria saben que esta larga noche siria no se aclarará con rapidez [2] y que ante ellos hay arduas tareas y grandes sacrificios, pero saben también que no hay vuelta atrás y que no hay otra opción que enfrentarse a la oscuridad con perseverancia, desafiantes y optimistas. La revolución no espera a nadie, los líderes democráticos sirios deben comprender que la historia no espera y que hoy deben conformar una referencia moral y política que colabore en la construcción del horizonte del cambio.
[1] Takfirí se refiere a una corriente dentro del amplio abanico de movimientos islamistas que considera que todo el que, a su juicio, no es buen musulmán, ha de ser considerado infiel (káfir).
[2] El autor hace referencia a un poema del tunecino Abu-l-Qasim al-Shabbi de principios del siglo XX en el que llamaba a los pueblos a luchar por su libertad.
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