Autor: Sadek Abed Alrahman
Fecha: 28/02/2020
No resulta sencillo explicar lo que está sucediendo entre Turquía y Rusia, puesto que ninguna de ellas ha publicado claramente el contenido de los acuerdos y entendimientos que habían alcanzado entre ellas y que parecen estar derrumbándose; sin embargo, lo que parece seguro es que Rusia está violando hoy los pactos que había ofrecido a Turquía, puesto que Ankara no habría forzado a sus soldados a adentrarse tanto en territorio sirio si no hubiera habido un pacto con Rusia que estipulara que el régimen y sus aliados no les iban a atacar. Y he aquí que la propia Rusia se ha involucrado directamente en la tarea de atacar a dichas fuerzas.
Resulta útil volver un poco la vista atrás hasta el primer ataque directo y claramente intencionado por parte de las fuerzas del régimen sirio contra las fuerzas turcas, a las afueras de Saraqeb el 3 de este mes de febrero de 2020 y que concluyó con el asesinato de cuatro soldados turcos cuando las fuerzas turcas estaban intentando afianzar sus posiciones en todas las carreteras que conducen al centro de la ciudad para evitar que las fuerzas del régimen entraran en ella. No obstante, en una de las carreteras transitables en la que las fuerzas turcas no se habían apostado aún, un camino secundario hacia Saraqeb a través del pueblo de Tronba, situado al oeste de la anterior, las fuerzas del régimen se adelantaron a las turcas lanzando un ataque que allanó el camino para entrar en la ciudad y que acabó con la vida de varios soldados turcos.
Volviendo aún más atrás en el tiempo, las fuerzas del régimen sirio estuvieron un tiempo dando vueltas alrededor de los puntos de vigilancia turcos que bloqueaban su camino, sin llegar a hacerles nada, y sin que las fuerzas turcas, por su parte, intentaran evitar el avance de las del régimen. El primer ejemplo lo tenemos en el punto de Morek, en la zona rural septentrional de Hama, y después en Al-Surman, Tell Touqan y Maar Hitat. Cuando las fuerzas del régimen se aproximaron a Saraqeb, las fuerzas turcas intentaron desplegar sus posiciones a lo largo del perímetro de la ciudad para dificultar la posibilidad de moverse alrededor de la misma; sin embargo, el ataque del régimen contra las fuerzas turcas cerca de Tronba fue más rápido. Dicho ataque no pudo perpetrarse sin acuerdo, o tal vez instrucciones rusas, algo que confirma la plena participación de este país junto al régimen en la batalla para tomar el control de Saraqeb.
¿Qué significa esto? Sin duda significa que Turquía iba en serio en sus intentos de evitar la entrada del régimen en Saraqeb, pero ¿por qué Saraqeb en concreto? No lo sabemos con seguridad, pero lo más probable es que el avance de las fuerzas del régimen con apoyo ruso y a tal velocidad sin precedentes estuviera fuera de los acuerdos turco-rusos, por lo que Turquía se vio en una posición bastante incómoda, frente a cerca de millón y medio de desplazados cerca de sus fronteras, la mayoría de los cuales viven al raso y cuyo número aumenta cada día, y también de frente a los intentos de que la presencia de sus fuerzas en Idleb careciera de significado o utilidad.
Las fuerzas turcas no lograron evitar que el régimen entrara en Saraqeb y las operaciones de las fuerzas de este último han continuado hacia el norte en dirección a la zona rural de Alepo. También han ejercido presión sobre el eje de Qmenas, que precede inmediatamente a la ciudad de Idleb al oeste. Todo ello da la impresión de que las fuerzas del régimen tienen la firme intención de continuar su guerra hasta tomar el control de la provincia de Idleb, en su totalidad o su mayor parte, lo que supondrá la aglomeración de millones de desplazados en la frontera turca, un desprecio hacia el ejército turco y su gobierno. Esto ha llevado a Turquía a adoptar una postura más firme, que se ha traducido en una serie de operaciones militares contra las fuerzas del régimen, que han concluido con la nueva toma de control por parte de las facciones opositoras de la ciudad de Saraqeb y a un aumento de su efectividad frente a las fuerzas del régimen y sus aliados. También han provocado una respuesta asadiana y rusa que se ha cobrado la vida de más soldados turcos.
Pero, ¿por qué Rusia se afana en apoyar al régimen en una gran operación como esta que ha provocado una crisis en sus relaciones con Turquía hasta el punto de llegar casi a una guerra total, así como una crisis humanitaria de enormes dimensiones, vergonzosa para Turquía y Occidente y que pone a las facciones contrarias al régimen en una posición de defensa directa de su existencia, lo que supone un feroz enfrentamiento en el que el régimen sufre ingentes pérdidas de vidas y medios, según confirman los avances de las batallas en los últimos días?
En Idleb no hay ninguna fuerza que pueda suponer una verdadera amenaza para el régimen o Rusia, y nada en el comportamiento de Turquía y las facciones sirias aliadas con ella indicaba que tuvieran la intención de lanzar ningún ataque contra el régimen. En lo que respecta a Hay’at Tahrir al-Sham ya no es más que un extremadamente andrajoso proyecto autoritario local, cuya máxima aspiración es que le dejen una pequeña zona en la que pueda gobernar durante un tiempo. Idleb tampoco tiene ninguna importancia estratégica, pues no tiene riquezas ocultas ni está en una zona central de Siria de forma que pueda hacer tambalearse el dominio del régimen y sus aliados. El hecho de que haya carreteras internacionales que pasan por ella es mucho menos importante económicamente que la gran cantidad de dinero que se pueda gastar en controlarlas mediante crueles y costosas guerras. Los pretextos declarados por Rusia de proteger a los ciudadanos sirios del terrorismo, son demasiado estúpidos para siquiera debatirlos y basta con responder con las imágenes de cientos de miles de desplazados que prefieren vivir sin techo que volver a vivir bajo el gobierno del régimen de Asad, donde reinan la intimidación diaria, el asesinato bajo tortura y las políticas de castigo colectivo.
Los países de todo el mundo han dejado a Rusia proteger al régimen sirio como ha querido, y Turquía en concreto ha colaborado con ella en la contención de las facciones opositoras hasta dejarlas sin capacidad de enfrentarse al régimen por sí solas. Entonces, ¿qué quiere Rusia?
Probablemente quiera dos cosas: que todos los enemigos del régimen en Siria se rindan y acepten la solución rusa al estilo de los pactos de Daraa, la zona rural de Damasco y la zona rural septentrional de Homs; y, en segundo lugar, que el mundo colabore con ella en el afianzamiento del régimen de Asad y su financiación mediante proyectos de reconstrucción y ayudas internacionales. Si no logra estos dos objetivos, parece que no hay posibilidad de que Rusia recoja los frutos políticos y económicos de su guerra en Siria.
Sin embargo, el dilema ruso-sirio yace en la dificultad de hacer realidad ambas aspiraciones, porque la primera supone que Siria se mantenga como país exportador de refugiados que huyen del infierno de la represión y la venganza que siguen a los pactos de reconciliación, como ya hemos visto en Daraa, la zona rural de Damasco y otros lugares. La segunda exige lo contrario: que Siria deje de ser un país exportador de refugiados porque Occidente no aceptará pagar para financiar el régimen sirio mientras este siga exportando refugiados al exterior del país.
Parece que la solución a la que ha llegado Rusia en colaboración con su pequeño aliado en Damasco es llevar el problema al límite y poner a los países de todo el mundo frente a la realidad de facto: no existe otra solución que aceptar volver a normalizar las relaciones con el régimen y financiarlo, y que, en contrapartida, no hay ninguna solución política mínimamente lógica por la cual los sirios vayan a dejar de abandonar su país a la primera oportunidad que se les presente, salvo que el régimen y sus aliados dejen de matarlos. Esa es la situación actual: Bashar al-Asad le dice al mundo que va a seguir matando sirios hasta que se le acepte como gobernante legítimo y la reconstrucción se financie exclusivamente a través de él, y para ello cuenta con el apoyo firme de Moscú, a cuyos líderes no les tiembla la mano.
Tal vez nos encontremos en una situación sin precedentes en la historia: un régimen político que presiona a los países del mundo para lograr su reconocimiento mediante el permanente asesinato de su pueblo. El mensaje ruso-asadiano es el siguiente: debéis reconocer nuestra victoria política y económicamente y, si no, seguiremos construyendo el infierno en forma de ingentes matanzas, guerras de exilio forzado y oleadas de refugiados. Una vez tengamos vuestro reconocimiento, seguiremos construyendo un infierno distinto en el que mataremos lentamente a los sirios que se han rendido, mientras vosotros financiáis las fábricas de muerte y humillación que nos esforzamos en poner en pie.
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