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sábado, 12 de octubre de 2019

La operación turca y el origen de las guerras que están por venir

Texto original: Al-Jumhuriya
Autor: Colectivo Al-Jumhuriya
Fecha: 11/10/2019


A pesar de las intensas declaraciones internacionales y árabes de rechazo a la operación militar turca lanzada el miércoles pasado por la tarde, y a pesar de las múltiples declaraciones estadounidenses sobre las duras sanciones a las que se enfrentará Ankara en caso de traspasar unas líneas rojas que nadie ha delimitado con exactitud, la magnitud y la naturaleza de las operaciones militares que lleva a cabo el ejército turco, con el apoyo de facciones sirias que dependen de él, sugieren que Turquía ha obtenido la aprobación tácita de los países que dominan la geografía siria, empezando por EEUU y Rusia, para arrebatar el dominio sobre ciudades y municipios sirios de manos de los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la franja fronteriza con Turquía.
La forma en que Trump anunció la retirada de las fuerzas estadounidenses de Siria el pasado lunes dio la impresión de que EEUU daba luz verde al ejército turco para hacer lo que se le antojara, y que EEUU iba a retirarse totalmente de la zona de la Yazira siria; sin embargo, las declaraciones posteriores del propio Trump, de responsables del Pentágono y de congresistas redujeron esa impresión y llevaron a pensar que la operación militar turca sería muy limitada y que se limitaría quizá a la zona comprendida entre Ra’s al Ayn/Serê Kaniyê y Tal Abyad, sin adentrarse demasiado en territorio sirio.
No obstante, la operación turca se inició con el bombardeo con misiles y artillería, además de bombardeos aéreos, sobre todo el territorio fronterizo, a lo largo de unos 400 km entre Ayn Diwar, cerca del río Tigris en el extremo oriental de Siria, hasta la zona rural de la ciudad de Ayn al-Arab/Kobane, cerca del Éufrates, pasando por Al-Malikiya/Dêrika, Qamishle, Amuda, Derbasiya, Ra’s al-Ayn y Tal Abyad. También se produjeron bombardeos aéreos sobre las posiciones de las FDS en el interior de la provincia de Raqqa, cerca de Ayn Issa. Debido a la extensión de las zonas afectadas, resulta complicado vaticinar cuál será la magnitud de la operación y sus límites sobre el terreno, pero los ejes principales en los que se han centrado las batallas e irrupciones terrestres que comenzaron la noche del miércoles al jueves se mantienen, hasta el momento de escribir estas líneas, limitadas principalmente a los alrededores de las ciudades de Tal Abyad y Ra’s al-Ayn, donde han avanzado las fuerzas turcas y las sirias que dependen de ellas y tomado el control de varios pueblosy colinas al este y oeste de ambas ciudades, tras librar enfrentamientos más o menos violentos con los combatientes de las FDS.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los bombardeos turcos durante los dos primeros días han provocado diez víctimas civiles en varias zonas, mientras que los enfrentamientos y ataques recíprocos han provocado la baja de cuarenta combatientes de ambos bandos. Además, han provocado el desplazamiento de setenta mil civiles, en su mayoría habitantes de Tal Abyad, Ra’s al-Ayn y Derbaya, la mayoría de los cuales se han dirigido a zonas alejadas de las operaciones, particularmente en la provincia de Hasake. Los efectivos de las FDS han respondido a los bombardeos turcos con proyectiles de mortero y cohetes Katyusha sobre Jarabulus y sus alrededores, en la zona rural nororiental de Alepo, donde dominan las facciones de la operación Escudo del Éufrates, partidarias de Turquía, lo que ha provocado muertes y ha dejado también heridos entre los civiles. También han alcanzado las ciudades turcas de Akçakale y Nísibis, sumando allí también muertos y heridos entre los civiles.
Parece que las fuerzas turcas pretenden rodear las ciudades de Tal Abyad y Ra’s al-Ayn para obligar a los combatientes de las FDS a retirarse por miedo a quedar totalmente cercados, lo que facilitaría a las fuerzas agresoras la entrada en ambas ciudades. Las operaciones terrestres parecen indicar que pretenden también tomar el control de ambas ciudades y la franja fronteriza entre ambas, adentrándose hasta una distancia desconocida en territorio sirio.
Teniendo en cuenta las declaraciones de Trump y de los responsables estadounidenses sobre la retirada de las fuerzas estadounidenses de la zona de las operaciones, y sobre los límites que Ankara no debe traspasar, lo más probable es que la incursión terrestre no supere los treinta kilómetros, que es la profundidad hasta la que, a día de hoy, han llegado las fuerzas estadounidenses frente a Tal Abyad y Ra’s al-Ayn y la franja que las une. Este análisis se corresponde con las declaraciones ayer del Secretario de Estado estadounidense sobre le hecho de que la primera etapa de la operación solo se centraría en una franja de 120 kilómetros de largo y 30 de profundidad. Sin embargo, la falta de claridad de la postura estadounidense y la ampliación de las zonas de bombardeos más allá de esos límites, así como la insistencia de los responsables turcos de que esta es solo una etapa de la operación, dejan la puerta abierta a la posibilidad de que las incursiones terrestres lleguen a incluir toda la franja fronteriza al este del río Éufrates más adelante.
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Fuente: Liveuamap
En el plano árabe, Egipto, Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin han condenado la operación y han llamado a su detención inmediata. Egipto, además, ha hecho convocado una reunión urgente de la Liga Árabe el sábado para abordar la cuestión. Qatar, de forma individual, ha emitido un comunicado apoyando la operación. Por otra parte, en el plano internacional, Francia, Alemania y Gran Bretaña han rechazado la operación y han llamado a su detención inmediata, mientras que la postura rusa ha sido ambigua y no determinante, como la de EEUU, aunque de forma distinta. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo ayer que su país comprende “la legítima preocupación de Turquía en lo relativo a la seguridad de sus fronteras”, indicando a Turquía que debía abordar sus temores por medio del Acuerdo de Adana y anunciando que su país “tratará de establecer el diálogo entre Ankara y Damasco, así como entre Damasco y los kurdos”. Añadió también que la operación turca era la consecuencia natural del comportamiento de EEUU en la región. Por su parte, Teherán, aunque ha reiterado que comprende los temores de Ankara en lo referente a la seguridad, hizo ayer un llamamiento, emitido por su Ministerio de Asuntos Exteriores, a la inmediata detención de la operación y a la retirada de las fuerzas turcas de Siria.
Las distintas posturas internacionales y la indeterminación de Rusia y EEUU provocaron una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU el jueves, que concluyó sin que se adoptara ninguna resolución ni se anunciara ninguna postura determinante sobre la operación. Parece claro que las únicas partes internacionales que pueden influir en el devenir de la operación de veras son EEUU en caso de que prosiga o no con la retirada de sus soldados de otras regiones, y después Rusia, cuyo papel será determinante en caso de que las fuerzas estadounidenses continúen con su retirada y se desentiendan de las Fuerzas Democráticas Sirias. Parece evidente que Moscú intentará reconducir la cuestión para transferir el control de la mayor cantidad posible de territorio a manos de las fuerzas del régimen sirio y sus aliados, lo único que puede hacer que EEUU decida no retirarse de más zonas, por miedo a que las tropas iraníes se desplieguen en ellas, ya que ello debilitaría su postura en su punga con Irán.
Aún no están claros cuáles son los puntos fuertes en los que las FDS pueden apoyarse en esta batalla. Frente a la determinación turca de disolver las “Unidades de Protección Popular” (YPG, según sus siglas en kurdo), el ala militar siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, columna vertebral de las FDS y quien domina de facto las zonas bajo su dominio, y frente a su clara intención de cambiar el equilibrio demográfico en la zona por medio de la repoblación con cientos de miles de refugiados, según ha declarado Erdogan más de una vez, las FDS, en caso de que EEUU prosiga con su retirada, solo podrán ampararse en Rusia y el régimen sirio, lo que conllevará su disolución y la eliminación de su proyecto, tal y como confirmó ayer el viceministro de Asuntos Exteriores del régimen sirio, Faisal Mekdad. Como declaró, el ejército sirio estaría dispuesto a trasladarse a la zona y protegerla, a condición de que se acordaran las “reconciliaciones necesarias”. Es bien sabido que el concepto de reconciliación, según lo entiende el régimen sirio, implica la disolución de las fuerzas armadas y las organizaciones políticas que no dependen de él y el sometimiento incondicional de sus miembros y de la población de las zonas en que se despliegue al ejército y fuerzas de seguridad del régimen. Eso mismo es lo que dijo Faysal Mekdad claramente cuando confirmó su rechazo al diálogo con “quienes hablan desde la lógica secesionista o considerando que son una fuerza de facto que debe imponerse”.
El Partido de la Unión Democrática (PYD, por sus siglas en kurdo) y sus combatientes carecen de alianzas reales en las que apoyarse en la región, puesto que su comportamiento a la hora de gobernar e imponer su control hará que todos, salvo un sector de la población kurda que lo apoya, se desentiendan de él rápidamente en caso de que pierda el amparo estadounidense. Este partido ha reprimido todas las voces opositoras entre los kurdos y ha perpetrado innumerables violaciones y crímenes contra muchos de los componentes de la región. Muchos de los habitantes confían en que la operación turca sirva para volver a sus pueblos y casas de los que fueron expulsados por las FDS.
No obstante, aunque esta operación permita a algunos desplazados forzosos recuperar su derecho de retorno a sus hogares, el objetivo no es ese, sino que tiene que ver con la defensa de la seguridad nacional turca tal y como la ve su Estado y pondrá los ingredientes para una nueva catástrofe que se cierne sobre todos los habitantes de la Jazira siria. Una zona esta que ya ha sufrido una serie de desgracias como resultado del salvajismo del régimen sirio y su comportamiento genocida, posteriormente por haber caído muchos de ellos en manos del criminal Daesh y, finalmente, como consecuencia de las operaciones de la destructiva Coalición internacional y el dominio de las FDS sobre toda la región, un domino que ha conllevado todo tipo de violaciones, represión, y exilio forzado y que exacerbará la tensión en las ya de por sí complicadas relaciones entre los componentes de la región: árabes, kurdos, siriacos y asirios.
La operación turca empeorará y complicará estas relaciones al introducir en la memoria de la población más elementos de enemistad, derramamiento de sangre y exilio forzoso, provocando durísimas consecuencias humanitarias para los sirios que viven en las zonas bombardeadas de la Jazira, sobre todo, debido al hecho de que estas zonas ya han recibido un número nada desdeñable de desplazados al haberse mantenido, en su mayoría, cuasi seguras durante los últimos años. La operación en Afrin sirve para vaticinar el posible futuro que espera a la región en caso de que la operación continúe y se expanda. Dicha operación ya provocó el exilio de decenas de miles de kurdos de sus municipios y pueblos en Afrin y sus alrededores, y la toma del control por parte de facciones que se comportan como bandas armadas, deteniendo, secuestrando, confiscando salarios e imponiendo su lógica, doctrinas y fundamentalismo siempre que podía. De ello dan cuenta la destrucción de muchos santuarios religiosos y la imposición de la vestimenta marcada por la jurisprudencia religiosa sobre las mujeres en muchas regiones de Afrin.
No hay nada que nos permita pensar que el comportamiento de estas facciones será diferente en las zonas de la Yazira. Más aún, todos sabemos que su toma del poder implicará el desplazamiento de decenas de miles de kurdos de sus casas por miedo a la venganza y las represalias con la excusa de su relación con las YPG kurdas. En el menos malo de los escenarios, esta operación supondrá una modificación en el equilibrio demográfico en Tal Abyad y Ra’s al-Ayn y sus alrededores, que abrirá nuevas heridas profundas en el tejido social de la zona. En el peor de los casos, una total retirada estadounidense supondrá el dominio de Turquía y sus aliados sobre la mayor parte de la franja fronteriza; es decir, sobre la mayoría de las ciudades que históricamente han tenido una alta densidad de población kurda. Será una gran catástrofe cuyos efectos permanecerán durante generaciones. Por otra parte, también supondrá el retorno del dominio del régimen y sus aliados a las restantes zonas de la Yazira, como Raqqa, la zona rural septentrional de Deir Ezzor y amplias zonas de la provincia de Hasake, con sus catastróficos resultados para la población de esas regiones y para la causa siria en su conjunto. Todo ello será la antesala de la inevitable naturalización de las relaciones entre el régimen y Turquía, bajo patrocinio ruso, lo que supondrá la aniquilación de la causa siria en el ámbito político, una vez aniquilada sobre el terreno.
Puede darse otro escenario menos terrorífico, que es que las tropas estadounidenses se retiren de todas las regiones de amplia presencia kurda y permanezcan en las de densidad poblacional árabe en el sur de la provincia de Hasake, la zona rural septentrional de Deir Ezzor y Raqqa, que implicará literalmente el intercambio de una parte de su población y será una trágica farsa en la que las fuerzas árabes tomen el control, con apoyo turco, de las zonas históricamente kurdas, mientras que las fuerzas kurdas, con apoyo estadounidense, tomarán el control de las zonas históricamente árabes, repitiendo así lo sucedido en Afrin y Tal Rifaat. En dichas operaciones, las facciones opositoras participantes en la batalla utilizaron el pretexto de la toma del control por parte de las fuerzas kurdas sobre la árabe Tal Rifaat y el exilio forzoso de su gente, para terminar expulsando a todos los combatientes kurdos del resto de zonas kurdas y dejarlos al mando de Tal Rifaat, cuya población árabe sigue en el exilio.
Además de las consecuencias militares y humanitarias de la operación turca, cuya dimensión aún no está clara, y ante la gran diferencia en el equilibrio de fuerzas entre las fuerzas atacantes y las defensoras, las FDS tienen una carta que todos temen que pongan en juego como venganza y forma de darle la vuelta a la partida: vaciar sus cárceles abarrotadas con más de catorce mil combatientes de Daesh, entre ellos extranjeros cuyos Estados se niegan a reacoger, y que estos se unan a los últimos reductos de la organización en el desierto y sus células aún operativas en zonas de la Yazira. Ello supondría el renacimiento de Daesh y su capacidad de amenazar a todas las regiones del este de Siria.
Los efectos de la operación turca no se limitarán a la geografía siria, porque la muerte de soldados turcos durante las operaciones y las víctimas civiles en territorio kurdo debido a los proyectiles que lanzan las FDS no tendrán un efecto positivo para los refugiados sirios en Turquía, y podrán abrir la puerta a una nueva ola de racismo que los acuse nuevamente de pasividad y cobardía, mientras que los turcos libran en su lugar su batalla de liberación del “terrorismo”. Esta operación, según se desprende de las declaraciones oficiales turcas, puede también provocar la deportación forzosa de más de un millón de refugiados sirios desde Turquía a las zonas sobre las que tome el control la operación militar.
Las anteriores consecuencias que puede tener la operación turca por sí solas no son lo único que ha provocado que una gran parte de los opositores sirios se opongan a ella, sino que también se debe, en los ámbitos sentimental y político, al hecho de que “el ejército nacional” haya borrado el estandarte de la revolución siria y lo haya mostrado como un estandarte dependiente de Turquía y las exigencias de su seguridad nacional. También han contribuido a ello la realidad de que esta operación no servirá más que para hundir la causa siria aún más en el lodo de las violaciones y crímenes cometidos en su nombre por parte de aquellos a quienes se presupone como parte de ella y de que esta operación no se encuadra en el contexto de la lucha contra el régimen de Asad, por mucho que quienes la apoyan digan lo contrario: lo cierto es que quizá sirva para reforzar su posición y la de sus aliados. Por último, el rechazo proviene del hecho de que esta operación inaugurará una serie de nuevas guerras y conflictos en la región y que se trata de un nuevo episodio en la serie de nuestra violación como sirios y la utilización de nuestra sangre para beneficio de potencias y Estados extranjeros a quienes no les importan nuestros derechos, nuestra dignidad ni nuestras causas.

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