Texto original: Al-Jumhuriya
Autor: Yassin Al Haj Saleh
Fecha: 08/03/2019
Sammur, en otras ocasiones te he
escrito sobre cosas nada agradables, situaciones que no deberían haberse dado,
y sobre un mundo que se ha vuelto peor durante los años de tu ausencia. Esta
vez, voy a escribirte sobre la esperanza que se mantiene viva incluso en un
mundo como este: la amistad y la gran cantidad de solidaridad y apoyo de muchas
y muchos en prácticamente todo el mundo. Y puesto que no puedo mencionarlos a
todos, pero sí es preciso nombrar algunos ejemplos, a través de ti quiero decir
a todas las amigas y amigos en todos los lugares del mundo que no doy por
sentados la generosidad y amor que ellas (la mayoría son mujeres) me profesan,
que, si no les doy las gracias en cada ocasión, no se debe a que mucho de lo
que han hecho es algo que merezco de forma natural por ser su amigo, ni por ser
el marido de la ausente Samira. Sé que ellas nos dedican sus esfuerzos, tiempo
y energía, y supongo que, a través de nuestra historia y la historia de Siria,
conocen esa lucha extremadamente solitaria, radical y desesperante, pero que
continúa a pesar de todo y, por ello, genera esperanza.
La verdad, Sammur, me resulta
mucho más difícil escribir así que cuando lo hago con un espíritu crítico y
analítico. He heredado una especial dificultad a la hora de expresar mis
sentimientos cuya magnitud precisamente tú, entre toda la gente, no necesitas
que te explique, y quizá por esa razón en concreto me hice escritor: para huir
de lo que no sé cómo decir, y después para pedirlo, a pesar de todo, con
rodeos. Sin embargo, intentaré decir algo sobre el amor a las mujeres y hombres
que quieren a la ausente Samira y que apoyan a su compañero que sufre la pérdida.
También pediré perdón por solo mencionar algunos nombres.
Naomí Ramírez, desde Madrid, ha traducido y publicado cada carta que te he
enviado, en ocasiones apenas unas pocas horas después de su publicación en
árabe. Naomí fue también quien tradujo las palabras que escribiste durante el
asedio en Diario del asedio a Duma 2013 [1]. “La causa de Samira se ha
convertido en una causa personal”, dice Naomí, que añade que traduce las cartas
porque “cuentan la historia y vida de una activista importante de la revolución”.
También me contó que un hombre español que leyó tu libro en compañía de su hija
Laura, dijo que si tuviera otra hija, la llamaría Samira. Naomí ha apoyado la
causa siria desde el principio, traduciendo, escribiendo y comunicando, y hasta
hoy sigue haciéndolo, no a pesar de los horrendos derroteros por los que discurre
la situación, sino debido a ellos y para enfrentarse a ellos.
Igual que Naomí, Souad Labbize,
la poeta franco-argelina, ha traducido las cartas al francés. Souad ha
traducido las cartas porque eres muy “querida” para ella, y porque tu historia
da una idea de la historia de Siria. Souad considera que somos una única
familia a la que une la causa de la liberación y no la sangre o el credo. Es el
parentesco de las revoluciones. Hoy en Argelia se están produciendo
manifestaciones en contra de la “renovación del mandato” por quinta vez de
Bouteflika, que apenas habla o se mantiene de pie (en Argelia lo llaman: “la
quinta regencia”), y Soaud tiene el corazón allí puesto.
Sammur, no sabes nada de Souad o
Naomí, y yo no las he conocido hasta después de tu desaparición. Aún más, a día
de hoy, no he conocido en persona a Nurah El Assouad, la ítalo-siria que vive
en Italia desde hace muchos años pero cuyo corazón ha permanecido ligado a
Siria. Ha encontrado en las cartas tal sensación de unión que sus amigos la
avisan en cuanto se publica una nueva carta, para que la traduzca. Antes de Nurah
y junto a ella, tradujeron algunas de tus cartas Sami Haddad, Filomena
Annunziata , Marianna Barberio, Giovanna De Luca y Roberta Pasini. A Sami lo
conozco de los años de universidad, antes de la cárcel, pero llevamos 39 años
sin vernos. Giovanna ha traducido tu libro al italiano y se publicará en breve
gracias a la ayuda de Francesca Scalenci, que hace un par de meses escribió un
bonito poema sobre ti y sobre Siria. Conocí hace poco a estas dos mujeres
italianas, siendo tú nuestro punto de unión. Creo que nuestras amigas se
identifican contigo y quieren “izar la bandera que cayó en el campo de batalla”,
como dice Souad Labbize.
Al inglés las ha traducido Murhaf
Fares, un joven sirio que realiza su tesis doctoral en Oslo. Murhaf quería que
muchas más personas te conocieran a ti y nuestra “excepcional” historia que
combina lo personal con mucho de lo general. Mediante la traducción de esta
historia de “combinación inquebrantable, pero dura” Murhaf ha querido expresar
su solidaridad con la ausente. Nuestra historia infunde esperanza a nuestros
amigos que nos dan esperanza.
Tus palabras en el Diaro del
asedio a Duma 2013, que ya están disponibles en español gracias a Naomí,
espero que puedan leerse pronto en inglés si algún editor se interesa por
ellas. Sarah Hunaidi, una chica siria que vive y estudia en EEUU, ha sido la
encargada de traducirlas. No nos conocemos en persona. Espero que podamos
conocerla juntos.
En todas partes, en nuestra
región y en el mundo, tenemos compañeros y compañeras que no dejan de apoyarte.
Fue muy emotivo recibir hace unos días la carta de una amiga británica que me decía
que había puesto una vela por ti y por mí en la catedral de Exeter, que había
pedido que se rezara por nosotros, que en todo lugar que entra a rezar deja una
petición similar y que en todas partes encenderá una luz por ti, Sammur.
Había apodado a esta mujer, que
sé que es profundamente creyente, “la santa”, pero siempre se opone, diciendo
que prefiere que la llame amiga. Se llama Sian, y quiere que nuestra historia
se conozca para que nadie pueda decir que no sabía. Dice que quienes han
conocido la historia en las zonas rurales, donde ella vive con su marido,
experto en medioambiente y que estudia el comportamiento de los animales
salvajes por la noche y el efecto que produce en su vida la iluminación
eléctrica, la paran y le preguntan por nosotros o si hay noticias.
No me he referido más que a
algunos de los que no conoces en persona y a quienes he conocido después de tu
desaparición, pero hay muchas y muchos que conoces y no conoces, en Siria y
fuera de ella, desde Líbano a Yemen, pasando por Egipto o Turquía, y realmente
de todas partes. Y antes de todos ellos, están todos los sirios y sirias, pues
a pesar de las heridas que empujan a todos a encerrarse en sí mismos, tras ocho
años extremadamente duros, se ve en Siria una gran humanidad, valentía y
dignidad. Desgraciadamente, esta imagen está incompleta, pero las sirias y los
sirios, en el exilio y dentro del país, han demostrado que el éxito asadiano a
la hora de crear a sirios que se matan entre sí continuamente ha sido limitado,
y que hay una Siria diferente, libre, solidaria y generosa, viva en incontables
sirias y sirios. Esos son la revolución siria. La mayoría de ellas y ellos
pertenecen a la generación más joven.
Gracias a esas amigas y amigos,
muchas y muchos han conocido a través de ti a Samira de Siria y a Siria. Aspiro
a que todo ser humano en este universo sepa de ti. Sé que es complicado, pero
con la participación de esas amigas y amigos, tu voz ha llegado lejos.
Somos un mundo completo, Sammur.
No somos un barrio, un clan o una sociedad cerrada. Un mundo esperanzado que te
quiere y echa de menos: el mundo de Samira.
[1] Publicado por Ediciones del Oriente y del
Mediterráneo.
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