Texto original: Al-Hayat
Autor: Yassin al-Hajj Saleh
Fecha: 16/12/2012
Tres fuerzas organizadas trabajan para influir en la situación en Siria
según les conviene: las fuerzas internacionales que actúan a través del grupo de
“Amigos de Siria” que se reunió en Marruecos y reconoció a la Coalición
Nacional Siria como único representante legal del pueblo sirio, lo que
significa quitarle la legitimidad al régimen asadiano; la propia Coalición
Nacional, que ha conformado un marco más amplio para la oposición pero que
carece de cohesión interna; y finalmente el régimen asadiano, que se supera a
sí mismo en su enfrentamiento con los sirios utilizando misiles de largo
alcance y cócteles molotov, agotando sus medios en una guerra que eligió él
mismo e impuso a sus gobernados revolucionarios. El régimen aún puede hacer
mucho daño, pero desde ahora e incluso antes, no es más que una parte.
Pero hay también una cuarta fuerza, no organizada, que sigue hacia delante y
no parece que las tres fuerzas organizadas anteriores puedan influir en ella de
la manera que les convenga: la revolución. Y no nos referimos, cuando hablamos
de la revolución, a fuerzas concretas o a un grupo de las fuerzas más
destacadas, sino a una ingente convulsión social que nadie que trabaja en su
marco puede dominar y que se define por un alto grado de descentralización. Su
forma más destacada hoy es la resistencia violenta esparcida contra el régimen
en decenas de puntos del país a diario. El cómputo total de los frentes activos
de vez en cuando puede sumar centenares, aunque no actúen todos a la vez. No
hay un sistema nervioso, que siente y moviliza, o una red de comunicaciones organizada
para coordinar el trabajo entre cientos de grupos combatientes ni las
actividades armadas y las civiles de diverso tipo (de ayuda o de comunicación
además de las manifestaciones que salen cada vez que pueden, algunas de las
cuales son muy críticas con los grupos combatientes locales o claramente
opositoras a los mismos).
Esta estructura tan esparcida tiene la gran ventaja de impedir al régimen lograr
una victoria sobre la resistencia armada; pues no hay una cabeza que pueda ser
cortada o un frente concreto que pueda romperse, pero es a su vez, una “ventaja”
limitada por la efectividad de la resistencia armada debido a la debilidad de
coordinación y de trabajo organizado. Contribuye a ello el hecho de que gran
parte de los combatientes son civiles, no disciplinados militarmente y sobre cuyo
comportamiento dominan la valentía y la improvisación. Originariamente, la
mayoría de los combatientes no tienen orientaciones políticas o ideológicas
concretas más allá del rencor hacia el régimen y puede que la mayor parte de
ese rencor sea fruto de sucesos durante la propia revolución. Pero hoy se está
expandiendo entre estos grupos una tendencia a la religiosidad, especialmente
al salafismo, del que es complicado valorar su grado de expansión y
profundidad. Hay mucha confusión sobre este punto debido a la confluencia del ascenso
real de los grupos salafistas, con la excesiva preocupación que los medios de
comunicación, especialmente los árabes, expresan sobre ellos, y con las condiciones
mismas de la revolución que impiden que aparezcan distinciones ideológicas o
políticas entre la resistencia al régimen y una resistencia clara a las formas
de religiosidad extremista, como podía observarse en condiciones más relajadas.
Esto sabiendo que estas resistencias se han visto de veras aquí y allá, a pesar
de todo, y de que esto preocupa a los resistentes armados, y no solo los que participan en la revolución por otros
medios.
Esto para saber dónde tienen lugar las operaciones efectivas, y para decir
que no comprendemos nada importante de lo que sucede en Siria en lo referente a
las fuerzas organizadas. De las fuerzas organizadas, vivas, que son la “revolución”,
una fuerza mayoritaria, caótica y subversiva, seguimos sin saber apenas nada,
incluidos nosotros los que vivimos aquí en el país. Esto no se debe solo al
tamaño de la revolución y la ausencia de un centro o frente que tenga una
autoridad unida, sino que también se debe a que ha caminado respirando al
unísono desde hace 21 meses sin detenerse. No ha mostrado más que una única
cara con la que se enfrenta al régimen con medios diferentes. Después de un
tiempo, cuando caiga el régimen tal vez comencemos a conocer la conformación de
la revolución, sus complicaciones y sus diversas y contradictorias
aspiraciones. En ese momento, comenzará la revolución a distinguirse, podremos
verle otras caras y entrará en nuevos marcos de lucha.
Ojalá una comprensión de esta complicada realidad que parece que va a
complicarse más sea lo que ha empujado a los “Amigos de Siria” a aumentar su
apoyo político a la Coalición Nacional. Parece que esto es un intento de las
fuerzas internacionales y regionales organizadas de influir, por medio de una
fuerza siria organizada, en la situación siria no organizada en direcciones que
convengan a las fuerzas influyentes en la agrupación de “nuestros Amigos” o al
menos un impedimento de que vaya en direcciones dispersas y demasiado yermas,
como temen los estadounidenses al incluir el Frente de Al-Nusra sirio en la
lista negra de las organizaciones terroristas. Lo que se sobreentiende
implícitamente tras esto es que el régimen caerá en un tiempo no muy lejano
porque no sabe cuáles son los fantasmas y monstruos que pueden quedar libres si
se alarga la crisis siria.
No hace falta que uno tenga reservas por las razones que sean acerca de la
Coalición Nacional (y el que escribe estas líneas no las tiene) para ver que es
improbable que la coalición juegue un papel unido e influyente una vez caído el
régimen, pues carece de fuerza propia y saca el peso y legitimidad que tiene de
abrazar la cuestión de la revolución por un lado y de haberse ganado el
reconocimiento internacional por otro. Si cae el régimen, en lo que la
Coalición apenas tendrá un papel importante, esta es candidata a dividirse por
distintas razones que han provocado una ruptura radical de algunos de sus
miembros con el régimen, especialmente entre islamistas y no islamistas. El
reconocimiento internacional está dirigido contra el régimen y para arrebatarle
la legitimidad más que por un entusiasmo especial por la Coalición. Por ello,
su actividad terminará con la caída del régimen. Lo más probable es que el
final del régimen sea también el final de la Coalición.
En cuanto al régimen, es la tercera fuerza organizada que no seduce a nadie
con las ventajas de la organización, sino que seduce por el caos y la total
destrucción, El régimen asadiano ha logrado hacer de sí mismo la peor de las
opciones de los sirios con diferencia, pues además de su esencia criminal,
lleva consigo todos los vicios que se puedan reprochar a los otros, incluida la
fabricación de “yihadistas”, el que la sociedad siria quede desintegrada y nazcan
en ella odios intrínsecos, y el que se produzca una decadencia nacional general
en todos los niveles. ¿Quién no está deseoso de deshacerse de tal pesadilla?
Librándonos de él nos encontramos ante un despertar doloroso no ante dulces sueños,
pero no hay otra alternativa, a fin de cuentas, que el despertar doloroso.
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