Autor: Elías Khoury
Fecha: 03/12/2012
1. La
cuestión palestina:
Las dos
victorias palestinas son contradictorias. En Gaza la “Columna de nube” israelí
ha acabado convertida en una columna de fuego, pero en vez de alumbrar, el
fuego sigue la trayectoria del “pueblo de Israel” como viene en la Torá. El
fuego de Gaza ha sido la prueba de que la nube de la leyenda no ha podido
enfriar el fuego de la resistencia, la invasión de Gaza ha acabado fracasando y
los invasores han probado su fracaso y se han visto obligados a retroceder
después de haber cometido todos los crímenes que han podido. En Naciones Unidas,
Palestina ha tenido éxito, a pesar de las enormes presiones estadounidenses, y
ha adquirido el estatuto de Estado observador. Con ello se ha dado un cambio
cualitativo en la situación política que los israelíes pretendían imponer y a
la que llamaron negociación sin condiciones; es decir, la previa aceptación de
las directrices israelíes. Palestina se ha convertido, según la legislación
internacional, en un Estado ocupado, y ya no hay territorios disputados, lo que
da la vuelta a la situación que los israelíes y estadounidenses conformaron
desde la derrota de la Segunda Intifada.
Las dos
victorias palestinas no son victorias más que en el nivel simbólico; es decir
en el nivel de la confrontación de voluntades. Su importancia recae en el hecho
de que ambas suponen una nueva base que permite retomar la lucha palestina
contra la ocupación en mejores condiciones en el marco del enfrentamiento con
una derecha israelí hegemónica que sigue pensando que su fuerza militar le
permite disfrutar del deleite colonial sin límites.
Dos
victorias contrapuestas que no se complementarán hasta que se completen y se
conviertan en parte de la estructura política y del proyecto de lucha unida,
que posee una estrategia y la capacidad de unir la resistencia política a las
resistencias popular y armada.
Tras la
muerte de Arafat, la política palestina se dividió en dos cantones, pues el
liderazgo palestino que trabajaba en dos niveles complementarios (la diplomacia
y la resistencia) se dividió cuando vio que los horizontes de los Acuerdos de
Oslo, de tan mala reputación, no permitían que se mantuviera dicha
complementariedad, sino que acabaron con ella y produjeron meras ilusiones.
Hoy, tras la
muerte clínica y práctica de Oslo, la acción nacional palestina no puede
huir de la unidad nacional sobre una única base llamada resistencia a la
ocupación por todos los medios convenientes. Y ello exige que las dos victorias
simbólicas se unan en un único crisol y que comience la unidad nacional y se
supere la época negra de la división.
Los
palestinos no pueden seguir perdiendo toda esta sangre, todo este sudor y todas
estas lágrimas.
Es el tiempo
de la unidad y la resistencia.
2. La
cuestión de los Hermanos egipcios:
No sé cómo
los Hermanos Musulmanes han conformado su proyecto constitucional. ¿Es que de
veras piensan que pueden controlar la revolución del 25 de enero por medio de
un anuncio constitucional dictatorial y un referéndum de una constitución que
han redactado los islamistas en solitario? El problema de los Hermanos es que
piensan que pueden comportarse como un partido único, que la victoria de Mursi
en las elecciones presidenciales con un margen muy estrecho le da unos poderes
absolutos y que el intercambiar una dictadura militar por una de los Hermanos
es posible.
Se vislumbra
una confusión entre los Hermanos que parece ser parte de un plan claro para
aislarse en el poder, pues no han cumplido ninguna de sus promesas y en vez de
comportarse como una fuerza de la revolución se comportan hoy como si fueran la
única fuerza.
La condición
para escribir una nueva constitución es un amplio consenso social y nacional.
Una constitución no es el sitio para librar batallas ideológicas y de
pensamiento, sino que ha de ser la base común que organiza esas batallas y
construye los medios para solucionarlas de forma democrática y pacífica. Lo
lógico es que la nueva constitución de Egipto sea punto de consenso entre todas
las fuerzas políticas que derrocaron la dictadura, un marco para la cuestión de
la alternancia en el poder y la fuente que determine que la idea de ciudadanía
ha de ocupar el lugar de la idea de los “súbditos”.
La
revolución egipcia ha dado esperanzas de que el cambio es posible, de que hay
un lugar para todos, de que las corrientes islamistas pueden inspirarse en el
modelo turco para sumergirse en un provecto de construcción democrática, y que
las plazas de la revolución conforman un punto de encuentro entre los laicos y
los islamistas para construir un nuevo modelo de equilibrio social que no esté
basado en la opresión.
Pero lo que
está claro es que las huellas de la larga época de la dictadura, además del
ambiente intelectual cerrado en el que viven los Hermanos de Egipto, les han
llevado a tomar esas decisiones tan temerarias. Decisiones que provocarán extremas
polarizaciones en el seno de la sociedad egipcia y puede que supongan que los
Hermanos sean las primeras víctimas de su experiencia en el poder.
El proyecto
de Mursi debe ser derrocado en la calle, pues ese es el único camino para
salvar a la democracia egipcia recién nacida, y ello es responsabilidad de los
jóvenes de la revolución en primera instancia, de las fuerzas políticas
civiles, liberales y de izquierdas en segundo lugar, y de los jóvenes de los
Hermanos que participaron en la revolución e impusieron a su organización el
participar en ella en tercer lugar.
El anuncio
constitucional y con él el proyecto de Constitución deben ser derrocados en la
calle. Pero si la Hermandad insiste en jugar al juego de la calle contra la
calle llevará a Egipto por el camino del caos, que puede significar una sola
cosa: el preludio del retorno de la dictadura militar.
3. Siria, la
hora de la caída:
Ha llegado
el momento de la caída del régimen de los asesinos en Damasco. El pueblo sirio
vencerá sin el “favor” de nadie. Los sirios han luchado solos como un pueblo
que posee la voluntad y que puede desafiar, rebelarse contra y resistir frente
al aparato de represión más salvaje. Pero la hora de la caída debe ir
acompañada de la construcción y ello es responsabilidad de las fuerzas
políticas sirias en la Coalición Nacional.
Ya no se
puede retrasar la creación de un marco político y legal para la Siria
post-Asad. Lo que hace falta hoy es más importante que la creación de un
gobierno provisional, a pesar de lo importante que es eso. Lo que se exige hoy
es la conformación de una visión democrática que organice las relaciones
políticas y sociales en una sociedad que ha sufrido mucho tiempo la dictadura.
La Siria democrática debe estar al nivel de los sacrificios que ofrece. Y ello
exige a las fuerzas revolucionarias y los intelectuales la redacción de un
proyecto de ley político-moral que se erija como la fuente de autoridad para la
etapa de fundación del nuevo sistema democrático.
No hay
excusa para las fuerzas políticas sirias opositoras, pues la revolución en el
momento de la victoria deberá enfrentarse a los escombros del horror y los
intelectuales de la revolución deberán ser conscientes de que su papel
intelectual ha pasado a ser una conditio sine qua non para la
construcción de una nación democrática que borre la sangre y las lágrimas de la
faz de la Tierra.
Me permití la libertad de enviar este artículo suyo a una página de Chile Continente.cl de Chile que es gente progresista y de los cuales hay algunos como yo que comparten sus criterios. Gracias.
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