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jueves, 30 de agosto de 2012

El "Ejército sirio Libre" un ejército de víctimas al cual su denominación ya le pesa demasiado


Texto original: Al-Hayat

Autor: Hazim al-Amin

Fecha: 26/08/2012



Qué injusto parece juzgar al “Ejército Sirio Libre” como un ejército que debe someterse a unas normas de rendición de cuentas a las que se someten los ejércitos, pero es una injusticia necesaria a pesar de todo. Ello cuando la función de “ser injustos con los familiares (la gente del propio país)” debe ser conocida por el “Ejército Sirio Libre”, que ha de saber que el ojo del vigilante está al acecho y que no dejará pasar ningún exceso que suceda o pueda suceder, pues estos afectan a la revolución antes que a sus enemigos.

La discusión sobre el papel del “Ejército Sirio Libre” no se acerca a la realidad de este ejército ni tiene en cuenta sus dificultades. Se trata de una discusión que se da en el exterior de Siria, una discusión que ha inventado este ejército y que ha dibujado una imagen de él, asignando funciones virtuales de sus “brigadas”. Se dice, por ejemplo que el “Ejército Sirio Libre ha hecho esto” y uno se imagina un ejército, un liderazgo y una decisión, pero eso no es lo que hay y la realidad es que lo primero que ha afectado a este ejército es su nombre. Es decir el ser considerado un  “ejército”, tal y como indica su denominación, y el definirse como, según la versión dominante, unidades desertoras del ejército sirio regular cuyos oficiales y efectivos se han trasladado al otro lado del frente y han comenzado a enfrentarse con las unidades que han desertado del mismo. La mayoría de las veces a este pensamiento lo acompañan imaginaciones sobre las armas, la artillería y los planes de guerra, alimentadas con los delirios de los opositores en el exterior que hacen públicos los planes de acciones “precisas” llevadas a cabo por el “Ejército Sirio Libre” bajo su patrocinio a través de los canales por satélite. En el interior, cuán errónea e injusta parece esa creencia, que expone a los grupos combatientes a frustraciones fruto de unas aspiraciones irreales.

Esta no es la situación de los grupos que combaten al régimen en Siria para nada. En primer lugar, no son un ejército, sino que su conversión en un “ejército de partidarios” aún precisa tiempo y trabajo. Tampoco son unidades desertoras del ejército regular, pues los combatientes de estos grupos que han desertado del ejército regular no suponen en muchos grupos más de un 30%. De hecho, la mayoría de los oficiales que han desertado del ejército regular no se han unido a estos grupos, sino que se han marchado hacia los países del entrono (Turquía y Jordania) que han levantado, por razones aún poco claras, campamentos para los oficiales, más parecidos a centros de detención, pues se les prohíbe salir de ellos si no es con un permiso militar. En cuanto a las armas que están en manos de esos grupos no tienen nada que ver con las armas de los ejércitos. Son armas ligeras, escasas e incoherentes, que no dan consiguen llevar a cabo operaciones completas. En cuanto al secreto de su resistencia, su perseverancia y la coherencia de sus miembros es resultado de su firme y determinante deseo de enfrentarse al ejército del régimen y alejarlo de las zonas de los civiles.

Es probable que Libia fuera menos acertada en la denominación que se sugirió y adoptó para los armados de la revolución. Son “revolucionarios” con todo lo que conlleva la palabra de capacidad, petición de disculpas y rendición de cuentas. Son revolucionarios cuya relación con las armas y la guerra es nueva y que son víctimas de un régimen que deben poner un límite a sus deseos de venganza. Cuánto se parece esto a lo que hoy pasa en Siria. “El Ejército Sirio Libre” es la imagen de las víctimas del régimen en Siria. Son personas que han tomado las armas y no se trata de un ejército de ángeles, sino de un ejército de víctimas en una realidad que no es angelical.

En tal definición no hay petición de perdón alguna, sino un intento de corrección y una búsqueda de responsabilidades por la pérdida de los valores pacíficos, que fueron la característica principal de la revolución durante su primer año. El régimen naturalmente es el primer y absoluto responsable de la militarización. Pero también hay otra característica del movimiento sirio en el interior ahora que ha de destacarse: los armados de la revolución no son los que la dominan absolutamente, y la capacidad de los grupos civiles de influir y corregir es muy grande, pero ha retrocedido no solo por la dictadura de las armas y el paso de la revolución a la guerra, sino también por el desplazamiento y marcha de muchos activistas civiles, por no mencionar el hecho de que  el régimen ha matado a la mayoría de la primera generación de la revolución pacífica.

Se ha producido un impacto determinante sobre cualquier acción civil en la revolución siria y en las guerras que se están desarrollando y trasladándose desde la periferia al interior. Un porcentaje nada desdeñable de los activistas civiles que no salieron de Siria y no han sido asesinados son hoy líderes de las unidades del “Ejército Sirio Libre”. Se han rendido, obligados, al enfrentamiento armado, y pocos de  los que no han pasado de (trabajar en) los municipios y las ciudades a los frentes, siguen estando en activo. Sus sociedades dependen de sus actividades en los medios, las manifestaciones y el auxilio (de heridos, desplazados, etc.), algo que los une con los valores primigenios de la revolución, el amor y el deseo de retomarlos. Las ciudades pequeñas, los municipios y los pueblos siguen siendo focos de la revolución en los que se ven eslóganes pacíficos y se habla de los errores en los frentes, además de pedirse treguas y pactos, diciendo equivocadas: no es tiempo ahora de rendir cuentas sobre los excesos, primero queremos que caiga el régimen.

En las ciudades y municipios a los que se aferran los grupos llamados “Ejército libre”, el “pacifismo” sigue teniendo un valor. La gente de Bennish por ejemplo, cuando quisieron recibir a los periodistas visitaron sus municipios y les dijeron: “Pasad la noche en nuestra ciudad y os organizaremos una manifestación nocturna”. No dijeron en cambio: “Os organizaremos una demostración militar” aunque las armas estaban disponibles para ello.

El “pacifismo” aún mantiene su atracción a pesar de la expansión de la militarización y sus valores a lo largo y ancho de la revolución, y la debilidad que ha afectado al “pacifismo” puede ser compensada si la oposición civil decide volver de Turquía, Beirut y Ammán, un retorno que es posible y que ya han llevado a cabo activistas que abandonaron y después volvieron ante la imperiosa necesidad.

El “Ejército Sirio Libre” no es un ejército, sino que son unidades locales e improvisadas. Se trata de un ejército civil que se abre a todo aquel que le interesa el hablar de superarse y de posibilidades. La prolongación en el tiempo de la crisis en Siria, unida a la continuación del deseo internacional de mantenerse precavidos y al margen, empuja a este ejército civil a hacia la geminación y la ampliación de sus márgenes. Las caras “locales” de los líderes de las brigadas se verán infiltradas por máscaras de “señores de la guerra” e intimidadores, y los oficiales no podrán dar una única imagen del revolucionario en las zonas rurales que rodean las ciudades, ni en sus límites y alrededores.

No son ángeles, y por supuesto tampoco son demonios, son víctimas del régimen y a la facilidad de la víctima para convertirse en verdugo puede ponérsele límite en primer lugar acelerando la solución (de la crisis) y en segundo lugar con la vuelta de los ejércitos de activistas que residen fuera de las fronteras a los grupos de la revolución y sus frentes.

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