Texto original: Al-Nahar
Autor: Ali Hammada
Fecha: 21/05/2013
El asesinato de Wisam al-Hassan fue la primera señal de que
Irán había tomado la decisión de intervenir directamente en la lucha en Siria,
y naturalmente, todas las consideraciones árabes, occidentales y locales concernientes
coinciden en que Hezbollah perpetró el asesinato del jefe de los Servicios de
Inteligencia de las Fuerzas de Seguridad Interior para terminar de meter mano
en Líbano a través de la seguridad. La retirada de Ashraf Rifi (Director
General del ISF) fue el complemento natural para pavimentar el camino a Líbano,
y para hacer entender a quienes deben entender que el partido tiene mucha
influencia y que afecta a todos cuando así se decide.
La entrada de Hezbollah, paulatina en un principio y total
en las batallas de Quseir, los alrededores de Homs, Sayida Zaynab, Zabadani y
otras, fue la segunda señal de que Irán está luchando directamente sobre el
terreno en Siria y haciendo uso de todos los instrumentos a su alcance desde el
Hezbollah libanés al Hezbollah iraquí, pasando por los cuadros militares
iraníes de la Guardia Revolucionaria. Irán, exhausta económicamente, se ha
beneficiado, debido a las sanciones impuestas sobre su programa nuclear y a
través de su aliado Nuri al-Maliki, de los recursos económicos y en especie de
Iraq para cubrir parte del gasto de guerra en Siria. De hecho, sigue
presionando a Iraq, que está al borde de una guerra civil confesional.
A pesar de que el régimen en Siria siente un cierto placer dada
la ausencia de una resolución occidental para intervenir, poner fin a la
batalla y acelerar la caída del régimen, y a pesar del discurso iraní directo o
indirecto (Hezbollah), que insinúa que la situación del régimen y de la alianza
que lucha tras él y con él ha mejorado notablemente, quizá la realidad sea
menos positiva. La implicación directa en Siria le puede suponer, como creen
árabes y occidentales, hundirse en un fango del que no será posible escapar sin
pagar un precio demasiado alto. Más aún, se puede escuchar en las grandes capitales
toma de decisiones en el mundo lo siguiente: ¿Cuál es el inconveniente de que
Siria se convierta en el Vietnam de Líbano y lo desangre económica y moralmente?
Económicamente por los mil millones de dólares mensuales que se gastan para
cubrir la carga de la lucha y el apoyo al régimen. Moralmente por la
destrucción de todo el apoyo social acumulado previamente en el Levante árabe a
lo largo de las tres décadas pasadas sobre la ola de la cuestión palestina y el
enfrentamiento con Israel. Está claro que Hezbollah, el brazo
militar-securitario de Irán, está pagando un precio doble por tener su apoyo en
una base popular árabe oriental, mientras su implicación cruenta en Siria
alerta de que esta acabe convertida en una fosa común pasa sus mejores jóvenes
combatientes, y en una fosa moral para todo el apoyo popular acumulado durante
veinte años o más. La realidad es que el partido, por necesidades de su tarea
original, no ha podido evitar mostrar su verdadera cara: es una organización
iraní militar-securitaria con un público libanés drogado por el chovinismo
confesional instintivo.
Occidente no se preocupa por las víctimas en Siria, ni le
importa que alcancen los cien o doscientos mil muertos mientras el resultado
final sea convertir a Siria en el Vietnam de Irán, y los cementerios queden abarrotados con los
cadáveres de los hombres armados de Hezbollah que regresen de llevar a cabo el “deber
de la yihad” en Siria. Y mientras tanto, Bashar sigue beneficiándose de una
protección israelí incuestionable… Arriba la resistencia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario