Texto original: Al-Hayat
Autor: Dellair Youssef
Fecha: 03/05/2013
La electricidad está cortada desde hace horas. Hace mucho
frío. Nos reunimos alrededor de la estufa, que funciona por primera vez a
finales de este invierno (conseguimos con mucha dificultad diesel hace apenas
unos días), hablamos del pan y la imposibilidad de conseguirlo, y en el fondo
se escuchan los misiles y la artillería que bombardea zonas cercanas…
Bienvenido a Damasco.
Mi viaje a Damasco comenzó a principios de febrero de este
año en busca de la verdad y de mí mismo en el corazón del fuego y la muerte.
Llegué a la ciudad después de atravesar un camino tortuoso, lleno de peligros,
a pie en muchas ocasiones. En este viaje me trasladé entre las zonas en el
corazón de la capital dominadas por el régimen y las zonas que controla el ESL
en la zona rural de Damasco y Al-Ghouta. Viví en muchas casas dado mi interés
en conocer más detalles y para esconderme de los espías de la seguridad.
La mayoría de las conversaciones con las familias que me
acogieron fueron sobre los acontecimientos que estaban teniendo lugar sobre el
terreno y las condiciones de vida, como la continua falta de pan, la pérdida de
combustible como gasolina y diesel y los continuos cortes en la corriente
eléctrica. Las discusiones también se centraban en las zonas a las que
posiblemente se desplazarán en caso de que la zona sea víctima de bombardeos o
se reanuden los enfrentamientos. Pero a pesar de lo que sufren los sirios,
intentan adecuarse a las condiciones de vida incluyendo la falta de agua, y los
cortes en varios momentos del día. Así por ejemplo, han puesto grandes
contenedores de agua en “el barrio” y utilizan cualquier cosa que sirva para
transportar agua desde un grifo a un contenedor para llenarlo cada vez que el
gobierno hace llegar el agua potable a la zona. Con ello, los habitantes
garantizan que haya suficiente agua para dos días al menos. Esta escena se
repite en la mayoría de los barrios de Al-Ghouta oriental. Tal vez, entre las
más extrañas imágenes que vi está que se fuman cachimbas en todas partes, tanto
por parte de los civiles como de los miembros del ESL (a los que los civiles
llaman “revolucionarios”). También el internet como medio de comunicación está
muy extendido, especialmente Facebook y Skype.
Se pueden observar muchas otras cosas mientras paseas por
las calles de Damasco y sus alrededores, como el esparcimiento de los
desplazados y refugiados de las zonas peligrosas a las zonas relativamente
seguras, como algunas escuelas en el corazón de la ciudad de Damasco, o en tiendas
que cubren las tierras de cultivo en Al-Ghouta oriental. Es muy doloroso ver a
un niño que bebe del agua reservada para el ganado, o a una familia que come
mientras las ovejas les rodean, ya que viven en una granja, huyendo de los
violentos bombardeos sobre la zona de Jobar, al este de la capital.
No muy lejos de Al-Ghouta subes a un autobús que llega al
centro de la ciudad, a una zona que conforma un centro residencial de los
oficiales y miembros del ejército sirio, y escuchas al conductor decir: “Que
cada uno revise las pertenencias de los demás”. Y ello es un indicio claro del
miedo que tienen incluso de sí mismos, y buscan paquetes explosivos o dinamita
en las pertenencias de cada uno.
Otra escena que uno puede encontrarse en el corazón de
Damasco, en un día nevado, son los “comités populares” que el régimen conformó
para su defensa y para mostrar al mundo el apoyo que recibe de los civiles,
jugando con la nieve a “el ESL y el ejército de Asad”. Y es extraño que
reconozcan entre ellos la existencia del ESL y la nieguen en público y lo
describan como grupos armados.
Paseas por Al-Ghouta y disfrutas de tu libertad como quieres
(naturalmente si exceptuamos los bombardeos aéreos y las incursiones con
misiles). Cantas, gritas, insultas al presidente, te manifiestas y elevas los
lemas que te gustan. Y cuando el fuego caiga sobre ti desde el cielo, no te
será difícil encontrar una velada revolucionaria en otro lugar más seguro, en
las que los “revolucionarios” canten sus canciones y repitan sus lemas
revolucionarios en voz alta sin miedo. Pero mientras paseas, sin duda te
encontrarás muchos misiles sin estallar hundidos en la tierra. La gente no los
mueve por miedo a que exploten, pero lo más sorprendente que vi fue que se
vendían combustibles en las calles de las distintas poblaciones de Al-Ghouta en
botellas de un litro o dos , debido a lo caros que son y por lo complicado que
es conseguirlos, de gasolina, diesel y gas.
Viví en algunas casas de civiles que habían huido de sus
casas hacia otras zonas, me senté en sus sillas y utilicé sus utensilios para
comer. Viví con sus fotos y recuerdos, viví con gente que no conocía
personalmente, pero que sentía que conocía muy bien y en el cuaderno en que
tomaba notas recogí un fragmento de las memorias de uno de ellos, que me
pareció un joven universitario al que su novia había dejado no hacía mucho
tiempo:
“Una vez más me siento solo en este lugar abarrotado, solo
reviso las imágenes suspendidas en mi memoria. Intento apretar el botón para
llamar pero mis manos me traicionan. Te llamo en secreto y hablo de ti en
público, sabiendo que no te prolongaré más. Te echo de menos, y cuánto deseo
abrazarte. Me canso de mi imaginación, y canto y río, pero la muerte aquí ha
anidado en mi corazón. Te llamo a cada instante, pero no respondes. Ahora
siento que algo en mi interior se suicida, o más bien, muere por tus golpes”.
En aquel lugar al que el mundo mira como un lugar de guerra
civil y quela gente no vive como una revolución, en ese lugar las miradas, los
telediarios y los artículos de periódico se centran en los misiles, los
aviones, las balas y la muerte, pero nadie se fija en los detalles pequeños de
la vida, en cómo conseguir pan, en cómo van los niños a la escuela (o similar)
cada mañana. El mundo no ve hoy las risas de los “revolucionarios” ni sus
bailes. Nadie se fija en un joven que ha perdido a su novia, ni una novia que
añora, pero que no se reúnen porque los disparos son muy intensos en el cruce a su casa. Solo allí, en Siria puedes
oír una melodía de esperanza que resucita de la muerte, solo allí ves a alguien
morir para que vivan otros, solo en Siria ves esta expresión escrita sobre cada
pared: “Quítate las sandalias al pisar tu tierra, pues la tierra de Siria está
hecha de los restos de sus jóvenes”.
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