Texto original: Al-Jumhuriyya
Autor: Karam Nachar
Fecha: 18/04/2013
Los líderes de los Hermanos Musulmanes no se equivocan
cuando se enfrentan a la última campaña lanzada contra ellos haciendo gala de
una gran dosis de victimismo, pero al mismo tiempo no reconocen responsabilidad
alguna en haberse granjeado la enemistad de la opinión pública que apoya a la
revolución, y que se ha vuelto con toda su variedad de fuentes de pensamiento,
capaz de aceptar todo lo que se diga de la organización. En el lado contrario,
los exiliados, con su odio a los Hermanos, ya sean intelectuales o políticos, tienen
serias dificultades al hablar de la “hegemonía de los Hermanos” sobre el cuerpo
político principal de la revolución, pero tampoco reconocen su responsabilidad
en el inicio de ese problema, ni en los giros políticos de su renovada crítica.
Y entre uno y otro bando, el resultado es una gran cantidad de leyendas en un
tiempo revolucionario en el que se supone que las cosas han de descubrirse y
cuestionarse. En vez de poner los cimientos de las tradiciones democráticas que
organicen las diferencias entre las fuerzas políticas en competencia, hemos
caído en las polémicas de considerar al otro un traidor, polémicas que no solo
tienen dimensiones regionales, sino que hacen también que las fuerzas militares
del Ejército Sirio Libre (ESL) entren en el ámbito de los comunicados y contra-comunicados.
Puede que el más simple y profundo indicio de lo miserable
de la polémica política actual sea su carencia de un mínimo de acuerdo con la
realidad, por ejemplo: ¿quiénes son los miembros de los Hermanos Musulmanes y
quiénes los representan en la Coalición Nacional? Entre el modesto número de
Hermanos y las exageradas valoraciones contrarias se esconde en realidad una
imagen mucho más compleja del amplio sector islámico que hasta hoy sigue siendo
ambigua en sus características e interrelaciones. Entre ellos, algunos, como
Ahmad Ramadán, parecen más una especie de portavoces de los Hermanos
Musulmanes, mientras que otros, como el grupo de Imad al-Din al-Rachid, parecen
verdaderos competidores de los Hermanos. Mientras de estos dos últimos se
difunden las destacadas relaciones de las que disfrutan con actores regionales
y brigadas armadas, el resto, como Nayib Gadban o Usama al-Qadi aparecen como
académicos independientes, que casan en su pensamiento “islam” y “liberalismo”.
Finalmente, con la formación de la Coalición Nacional, ha pasado a primer plano
el nombre del hombre de negocios Mustafa Sabbagh y su grupo de representantes
de comités locales que también tienen un aura islámico, pero cuyas relaciones
con los Hermanos siguen siendo completamente desconocidas.
En realidad el mayor denominador común entre todos ellos no
es su relación con los líderes regionales, ni la naturaleza de su orientación
islámica, ni la afanosa búsqueda de influencia entre las brigadas y los
revolucionarios (todo ello parece cambiante, no solo entre un grupo y otro,
sino también entre un mes y otro en el mismo grupo, y según los muchos cambios
regionales y sobre el terreno). No, el mayor denominador común es el tipo de “gnosis” política que se aprecia en los
acuerdos partidistas y pactos al margen, que son el contrapunto del discurso
público, claro y detallado, y que a los que están fuera de “bastidores” –e incluso
algunos que están dentro- les parece una mezcla de ignorancia, alevosía y
conspiración. Este tipo de política es natural, sin duda, en un parlamento
elegido y cuyos bloques son conocidos, y también en un partido político
concreto. Sin embargo, en un cuerpo político representativo, pero no elegido, y
en un tiempo en que el deseo de saber, de cuestionar y de criticar al poder
estalla, es temerario y provoca reacciones, como las que siguieron a la
elección del señor Ghassán Hitto como presidente del gobierno de transición. La
ambigüedad de los islamistas del CNS y de la CNFORS en sus relaciones se ha
convertido hoy en una carga para ellos, no en un logro, y la política de juegos
de mesa que han seguido desde las primeras conferencias de la oposición se ha
convertido a ojos de muchos en un anuncio de arribismo, no de valía.
Pero peor que la ambigüedad de los islamistas y sus
bastidores es el falso puritanismo que muestran sus enemigos hoy. Frente a la
narrativa que habla de un “golpe” dirigido por los Hermanos, merece ser mencionado
también el “repliegue” esencial dirigido en primer lugar por las fuerzas que
conforman el Comité de Coordinación Nacional, desde que rechazaron ratificar el
Acuerdo de Doha a principios del verano de 2011, y en el que participaron tan
solo una pequeña muestra de otras agrupaciones políticas. Este repliegue se
manifiesta hoy en el discurso del tipo “os lo dijimos”. Nos dijeron, por
ejemplo, que la intervención militar extranjera no llegaría, pero la realidad
es que lo que nos dijeron fue que “no debe” llegar, y que todos debían
rechazarla para que el trabajo común fuera posible. Nos dijeron que el CNS
sería una catapulta para los islamistas
y los trepas, pero ¿quiénes rechazaron unirse al CNS en primera instancia y
hacer oír su voz por medio del mismo? Nos dijeron que los Hermanos y otros intentarían
colarse en las filas de las brigadas armadas, pero, también, ¿quién se ha
puesto en contra del ESL desde el inicio y se ha alejado de él? En realidad, y
en contraposición a la gnosis de los islamistas y su acción, lejos de los
focos, sus enemigos hablan mucho y presentan interesantes análisis, pero dejan
pasar en su discurso su propio papel como políticos y observadores… La conspiración
de los Hermanos lleva preparada tiempo y no pueden hacer más que escribir sobre
ella en los periódicos.
La falsedad de este discurso anti-Hermanos se muestra
también por medio de la total falta de atención al coste político real del
actual enfrentamiento con los Hermanos, pues cuando muchos hablaban de la
competición saudí-catarí antes y después de la elección del gobierno temporal,
la más importante lucha sigue siendo en torno a la visión estadounidense, que
dice que es necesaria una solución política basada en un gobierno de transición
que agrupe al régimen y la oposición. ¿Los enemigos de los Hermanos atacaron al
señor Hitto por estar ligado a los islamistas antes mencionados o porque su
elección dificulta esta orientación estadounidense? ¿Escucharán los sirios de
algunos de sus líderes de la oposición una explicación clara de lo que pasa en
las dependencias del embajador Robert Ford, que recientemente ha afirmado que
la “negociación” es el único camino para poner fin a la crisis siria? Tal vez
entonces y solo entonces desaparezca la última de las leyendas y la opinión
pública siria será capaz de adoptar una postura clara de cara a las interminables
repulsiones y atracciones de la oposición.
Pero hasta entonces tal vez sea digno de mención en primer
lugar que la esperanza de Siria hoy no está más que en entrar de lleno en la
batalla contra el salvajismo asadiano hasta el final, y que cualquier solución que
perjudique a las brigadas armadas no salvará al país, sino que lo empujará al
abismo. Hasta que EEUU sepa qué opción escoger en este sentido, debemos
mantener a nuestros amigos regionales, y hemos de llevar a cabo una política perfectamente
equilibrada entre ellos. Dicha misión no será fácil ni agradable, y lo más
probable es que en la etapa post-Asad suponga una vida política parecida al
modelo libanés o al iraquí, donde el pluralismo político viene a cuenta de la
soberanía nacional y la posición regional. Ese el coste de la larga dictadura y
de la división social, y no tanto el producto de los políticos, y en cualquier
caso es menos mala a largo plazo en lo referente a la continuación de la
dictadura. Pero la responsabilidad de los políticos sigue siendo mantener un
mínimo de transparencia y claridad en su camino. O eso o la opinión pública los
nombrará en busca de un único líder salvador... antiguo o moderno.
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