Texto original: Facebook
Autor: Burhan Ghalioun
Fecha: 21/04/2013
Ahmad Moaz al-Jatib es de las personas queridas que entraron
en el campo de la política siria en las más difíciles condiciones, y no hay
nadie mejor que yo para comprender su deseo de dimitir, un deseo que yo mismo
sentí previamente, debido a las intermitentes presiones a las que se enfrenta
quien recibe un puesto de responsabilidad en la cuestión siria, sea fuera de la
Coalición o especialmente dentro. Un deseo que se debe también a la parálisis
que caracteriza la acción de los sirios y que empuja a todo grupo a barrer para
casa, sin preocuparse por el interés general y sin ningún espíritu de
responsabilidad, por no decir ningún concepto de acción pública; es decir, para
el pueblo, la gente y la patria.
Pero lo que no he entendido es el significado del contexto
en el que el presidente de la Coalición Nacional presentó su dimisión y la
justificación que dio para ello. Que los interesados, y me refiero a los
miembros de la Coalición, sepan que no vas a seguir y que deben buscar una alternativa
es algo natural, y es así como debe ser, pero que lances tu dimisión ante los
países extranjeros, aunque se llamen a sí mismos Amigos de Siria, significa que
te comportas como si fueras un empleado en una empresa suya y no quisieras
seguir siéndolo. Por ejemplo, presentas tu dimisión porque no han hecho lo que
les pediste, como si supusieras que la causa es su causa, y como si sus
recortes en tu contra te impidieran seguir.
El presidente de la Coalición no es el representante de los
Amigos de Siria ni trabaja a su cuenta y, porque no fue nombrado por ellos, no les
presenta a ellos su dimisión. Su dimisión se la presenta a quienes le eligieron,
que son los miembros de la Coalición, que se supone que representan al pueblo
sirio, y nadie presenta su dimisión al pueblo sirio porque quienes dicen ser
sus amigos no han se han hecho amigos suyos.
La presidencia de la oposición no es un honor ni una celda
de oro. Es, al contrario, una gran, importante y cansada responsabilidad y una incesante
preocupación. Abandonarla sin una justificación seria es desentenderse del
deber y la responsabilidad, imagina si se hace con el pretexto de que la sociedad
internacional no complace al presidente. Si esta dimisión fuera correcta, no sería
patriótico que ningún nuevo candidato aceptara la presidencia, porque hacerlo
sería aceptar de la comunidad internacional lo que Moaz al-Jatib no acepta, y
que su patriotismo es dudoso. Y si fuera correcto que nuestra objeción a la
débil postura internacional se transformara en nuestra dimisión, todos los
miembros de la Coalición deberían hacer lo mismo, aún más, sería un deber
nacional disolver la Coalición.
Comprendo que se presente la dimisión en protesta por los
compañeros que no trabajan ni colaboran lo suficiente conmigo para lograr las
misiones que se nos asignan, pero no entiendo cómo voy a dimitir para protestar
por la no satisfacción por parte de la comunidad internacional de mis legítimas
peticiones. En tal situación, ¿quién trabajará para satisfacerlas? ¿Cómo
cambiaremos las posturas de los países para que sean más acordes con nuestras
peticiones? Además, ¿por qué espero que mi dimisión sirva para cambiar las
posturas de dichos estados que, de todos modos, no están demasiado interesadas
en nosotros y nuestra causa? Al contrario, puede que exploten la dimisión para
justificar su austeridad y lanzar la pelota nuevamente al campo de la dividida
y débil oposición.
Moaz al-Jatib es una gran energía y una gran pérdida.
Debería haber seguido porque es la persona más adecuada con diferencia para
esta etapa, a pesar de todas las críticas que algunos le han lanzado por no
ceñirse a las reglas establecidas de la acción política, y quizá por eso. Pero
su dimisión, en la forma en que la ha presentado, ha debilitado a la revolución
y a la oposición. Un revolucionario no dimite porque su enemigo o su aliado no
le reconozcan o no le traten como deben. Un revolucionario sigue llamando a la
puerta hasta que logra su objetivo, y llama con más fuerza aún, pero no se
retira, ni se debilita ni se asquea del comportamiento de sus enemigos o
incluso sus amigos, virtuales o supuestos.
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