Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elías Khoury
Fecha: 22/04/2013
Al margen del
resultado de las luchas que se están librando en la provincia de Homs y en
torno a la ciudad de Qusayr, lo que debe señalarse es que los miembros de
Hezbollah que luchan junto al régimen sirio y sus shabbiha cometen hoy
el mayor error letal de su historia. Y las consecuencias de este fatídico error
no solo les alcanzarán a ellos, sino que se extenderán a toda la secta cuya
representación monopolizan, y a todo Líbano, porque este será el último y
definitivo juego suicida en la historia de los suicidios creada por la
estructura sectaria combatiente libanesa durante las cuatro últimas décadas.
He dicho que
debe señalarse el error, no he dicho que deba advertirse de él, porque el
tiempo de las advertencias parece haber pasado y ya no hay ninguna fuerza moral
que pueda influir en la decisión tomada en Teherán, y que Hezbollah ejecuta en
colaboración con la Guardia Revolucionaria iraní y las Brigadas Al-Quds.
Es el error
letal en el que pensábamos que el pragmatismo de los líderes de Hezbollah no
caería, pero parece que la naturaleza vence a al adiestramiento, como dicen los
árabes, y que la estructura religioso-sectaria no puede superar su naturaleza
estructural, dado que es parte de la segregación socio-política que creó la
enfermedad sectaria por una parte, y que su relación con el régimen de la
autoridad del jurisconsulto (velayat-e faqih) reduce sus posibilidades.
Así se encuentra luchando en Homs y sus alrededores bajo el paraguas de un
discurso que nada tiene que ver con el discurso de la resistencia que fabricó
su halo simbólico en una etapa previa.
Volvamos a la
raíz de la cuestión; es decir, al entrecruce de intereses entre el Irán de
Khomeini y la Siria asadiana que asoció la resistencia a la ocupación israelí
de Líbano a una sola parte: Hezbollah. Esta asociación y anexión se hizo por
medio de la fuerza y la violencia cuando se expulsó a la izquierda laica que
fundó la resistencia nacional contra la ocupación antes de la caída de Beirut
en 1982. La historia olvidada y velada es testigo de las purgas cruentas a las
que se vieron sometidos los comunistas para sacarlos de la ecuación de la
resistencia cuya mecha encendieron, purgas que llegaron a su punto álgido con
el asesinato de un gran número de líderes de la resistencia y sus cuadros, a
cuya cabeza estaban el escritor Hussein Muruwwa y el pensador Mahdi Amil (Hasan
Hamdan).
La verdad sea
dicha, la expulsión de la izquierda laica de la resistencia supuso un capítulo
negro en la historia de Líbano, porque bajó el telón sobre la posibilidad de
construir una unidad popular libanesa resistente fuera de la polarización
sectaria.
Pero el éxito
de la operación no está solo en la represión a la que se han visto sometidos
los sirios a manos de Hezbollah y el movimiento Amal, sino a factores propios
entre los que destaca el desplome de la estructura soviética por una parte y,
por otra, la pérdida de liderazgo del Partido Comunista entre las opciones de
la resistencia y la participación en la guerra civil, sobre todo en la
sangrienta guerra del monte.
Pero la memoria
chií libanesa y árabe tendía a perdonar este pecado debido a la entrega y
seriedad que distinguieron a la acción de la resistencia islámica, que lograron
la victoria histórica de 2000 al obligar a las fuerzas de la ocupación israelí
a retirarse del sur ocupado a las fronteras internacionales de Líbano sin
condiciones. Fue este un precedente en la lucha árabe-israelí que debía cambiar
las ecuaciones del horizonte de dicha lucha, si no hubiera sido porque
Hezbollah cayó en una ecuación interna libanesa de carácter sectario desde la
retirada del ejército sirio de Líbano en 2005.
La guerra de
julio de 2006 reunía las características para haber devuelto la brújula a su
posición natural, pero el eje sirio-iraní decidió que Hezbollah, con su fuerza
militar creciente suponía una alternativa a la hegemonía del régimen sirio que
se desintegraba, y que podía lograr por medio de esta fuerza que Líbano
siguiera a dicho eje.
Los errores
acumulados desde 2005 han llevado a Hezbollah a un callejón sin salida,
especialmente tras el estallido de la revolución siria, al convertirse en el
partido de resistencia contra el pueblo sirio, llegando a reconocer la
participación en operaciones de combate dentro de territorio sirio en los
alrededores de Damasco y la zona de Homs. Aquí el partido cayó en un error
letal, y se convirtió en un factor de aumento de la tensión sectaria en Siria,
que al-Asad buscaba lograr desde el comienzo de la revolución siria, y en cuya
exacerbación han participado algunas fuerzas armadas en la revolución por medio
de un discurso takfirí y fundamentalista. Lo que hoy hace Hezbollah bajo
endebles pretextos, como la protección de la resistencia chií en la región de
Damasco, o la defensa de los libaneses de secta chií que viven en la zona rural
de Homs abre las puertas del infierno y elimina las fronteras de Líbano.
El infierno que comienza hoy no tiene relación alguna con la identidad del vencedor en Siria, pues tras la caída efectiva del régimen dictatorial, las opciones ya no están entre la victoria del régimen y la victoria del pueblo. El régimen no vencerá, no puede vencer. Las opciones ahora son una victoria de la oposición o el encaminarse a una opción divisoria imposible; es decir, la opción de la larga guerra civil.
El infierno que comienza hoy no tiene relación alguna con la identidad del vencedor en Siria, pues tras la caída efectiva del régimen dictatorial, las opciones ya no están entre la victoria del régimen y la victoria del pueblo. El régimen no vencerá, no puede vencer. Las opciones ahora son una victoria de la oposición o el encaminarse a una opción divisoria imposible; es decir, la opción de la larga guerra civil.
En ambos casos,
la decisión de participar en la lucha en Siria es un suicidio seguro. En caso
de que venza la oposición, las heridas creadas por la participación de
Hezbollah en los combates no se cerrarán con celeridad. Además, el hecho de que
haya borrado las fronteras entre Líbano y Siria significará que el rediseño las
mismas será extremadamente difícil, lo que quiere decir que están poniendo las
bases para un suicidio libanés colectivo, dadas las posibilidades de que la
lucha se traslade a la Bekaa principalmente. En cuanto a la opción de que se
llegue a una larga guerra, ello significará que Líbano será uno de sus campos
de batalla principales, lo que conllevará la pérdida definitiva por parte de
Hezbollah del territorio sobre el que se sostiene.
¿Era este
desarrollo inevitable? A pesar de mi falta de que no creo en la determinación
histórica, temo que este desarrollo no tiene alternativa. La estructura
sectaria puede poseer muchas cualidades, entre las que destaca la fuerza
militar, pero no puede poseer una racionalidad que la proteja del suicidio. La
resistencia no puede ser propiedad de una secta, independientemente de todos
los sacrificios que haya acumulado históricamente: la resistencia al enemigo
nacional es una estructura supraconfesional que se apoya en la idea de la
defensa de la patria y la unidad popular. Por su parte, la estructura sectaria
es una estructura disgregadora que divide a los ciudadanos según su adscripción
religiosa, empujándolos así al suicidio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario