Poema escrito por un joven sirio que hace un llamamiento a la libertad surgido desde lo más profundo de su alma. Aunque se publicó hace un tiempo, se detectaron algunos errores de significado que decidimos subsanar. Personalmente, queremos agradecer al autor su colaboración en la revisión de la traducción.
Las palabras en negrita corresponden a las que aparecen en el vídeo según las lee.
Publicado originalmente en redes sociales y el 14/07/2011 en Kebreet.
Oh, mi país!*
Oh, mi país…
Ensombrecido por nubes oscuras,
oculto bajo noticias,
te has vuelto un nudo de ansiedad,
cubierto de polvo y confusión.
Aquello que, demasiado viejo, se rompió
necesita ser cambiado,
y tan solo quedará la luz
que ha nacido en nosotros.
Oh, mi país…
Oh, joven del collar de caña,
cuyas formas son interminables.
De mil colores se tiñen
un millón de clérigos y santos.
Y los vivos, muertos, todos juntos
Se han levantado y han vuelto a gritar,
se han levantado juntos,
se han levantado y han vuelto a gritar
“Mi libertad es mía y de nadie más”.
No se hereda.
Oh, mi país,
Oh, el que se ha tragado el filo de la espada
y cuyas mejillas se han ahogado en llanto.
Oh, el que no se doblega por tierra.
Oh, el que no se doblega por mar.
El que abraza a los dos pueblos.
Siempre que te pregunto:
“¿por qué ahogas a ambos?,
me susurras: “Juntos… Desde Alepo a Palestina”.
Una promesa que no olvidaremos.
Oh, mi país…
Oh, viernes del cambio, oh viernes de la liberación,
del pensamiento, de la excomulgación y de la destrucción.
Oh viernes de los desposeídos, de los oprimidos, de los que nada tienen, de los derrotados.
Oh viernes del honor, de echar agua sobre el fuego de las vides.
Oh viernes de los barrios, de la carrera y del destino.
Oh viernes de aquel cuyo cuerpo fue lacerado por el viento
La pasividad nos ha carcomido
Oh viernes de quienes vimos como el plomo se
derramaba entre nuestros dientes como una brida.
Ofuscados, sentados, dudando…
Lo llamaremos viernes del falafel,
¿o por qué no viernes del algodón?
La gente ha inventado su propio sentido de la justicia
y trotan a su ritmo como una manada de caballos.
Se llamará viernes de nuestra tierra.
Oh, mi país…
¿La libertad de quién te guía
a casa de la familia por la tarde… y te pasea por el barrio
y te viste de cuadros dibujados con tiza…?
“Iremos…
a millones.
Ya no queda humillación y la muerte
se precipita hacia mí…
con el pisoteo de los traidores.
Traidor… su pueblo está a punto de completar el camino…
Y el que no se acerque
se quedará sin sitio el día prometido”
¿La libertad de quién te dibujó?
A fin de cuentas, lo que verdaderamente importa es la libertad
Libertad, cómo brillas
en una noche que se ha aclarado…
Oh mi país…
Oh mi gente del color del cielo,
de la arena
y de la hierba.
Juntos rezamos y juntos nos embriagamos,
juntos dejamos que las ropas del pasado
se alejen a lomos de las gacelas.
Juntos decimos que Dios es grande,
juntos tocamos las campanas,
juntos florecemos,
juntos dibujamos el sol en las mejillas de las jóvenes,
juntos sudamos, jóvenes de cuerpos dorados,
juntos aman los espejos del deseo,
y recuerdan débilmente la humillación del pasado.
Quieren gritar: “Levantaos y deshagámonos juntos de la desdicha”
Mi gente que, hace un mes o dos, floreció…
No olvidéis que nuestra tierra es más grande,
Y que el conjuro ha desaparecido hace tiempo.
La llave es que te impliques, hermano,
como ser humano que eres.
Tu gente y la mía en el pasado
dejaron en nuestros corazones una vela
para que nos guíe.
¿Dónde está la esperanza, gentes mías?
Pobres de nosotros,
si no fuera porque dentro
tenemos una luz que nos guía hacia donde ir…
Y aún hay esperanza en nuestros corazones…
* El autor imagina en todo momento a Siria como una mujer; sin embargo, en español, “país” es masculino.
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