Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elias Khoury
Fecha: 18/07/2017
La campaña
mediática contra los sirios en Líbano se desarrolla en medio de la sangre
derramada en los sótanos de interrogación libaneses. Llama la atención que las
fuerzas políticas libanesas dominantes estén viviendo en un estado de coma
consensuado que convierte toda crítica en una traición, llegando hasta el punto
de confiscarse las pruebas de los cadáveres de las víctimas sirias para que no
se les practique la autopsia en el hospital Hotel Dieu, ¡en aplicación de una
sentencia judicial! ¿Dónde hemos llegado y quiénes somos? ¿Es cierto que los
detenidos en los campamentos de refugiados de Arsal han escuchado una copia
literal de lo que han escuchado cientos de miles de detenidos en Siria? ¿Se ha
convertido el ‘¿queréis libertad?’ en una acusación en Líbano, como lo es en
Siria? [1] La lógica dice que debemos esperar los resultados de la
investigación, pero ¿de qué investigación estamos hablando en este contexto de
histeria del odio y la represión, y en medio de toda esta destrucción salvaje?
Es curioso que
en esta campaña participan dos bandos: uno pseudo-libanés, que encuentra en la
víctima siria un chivo expiatorio para su represión política, puesto que lo que
aún queda de los delirios de grandeza del presidente de la Corriente Patriótica
Libre, Jubran Basil, se complementa con las declaraciones del presidente de las
Fuerzas Libanesas, el señor Samir Geagea, en el que amenazaba a Naciones Unidas
con enviar a un millón y medio de refugiados sirios en barcos hasta su sede en
Nueva York [2]. Este bando, que representa los restos del maronismo político,
con su odio a los árabes, los sirios y los palestinos especialmente, expresa su
incapacidad de manejar la realidad política libanesa dominada por Hezbollah,
recurriendo a un lenguaje bravucón vacío y cuidando al ejército libanés, por si
así consigue recuperar algo de influencia en el reparto de cuotas
parlamentarias que ha ordeñado a la vaca libanesa hasta la última gota.
El otro bando es
un bando religioso-ideológico que, para empezar, no reconoce las fronteras
nacionales, y que envía a su ejército a Siria para expulsar a la gente de
Qusair y Qalamoun hacia Arsal, y que participa en la guerra de purgación
sectaria que dirige Qasem Suleimani en Iraq, además de inmiscuirse en todo lo
que puede, como si Líbano fuera una gran potencia que tiene la capacidad de
enviar sus hordas fuera de sus fronteras.
¿Cuál es la
relación entre ambas entidades, que están encerradas en su subjetividad
libanesa y que son de naturaleza sectaria, por lo que Líbano no significa nada
para ellos, y cómo han producido esta extraña alianza sobre la sangre y el
dolor de los sirios y las sirias?
No nos digáis
que es una batalla contra el terrorismo. El general Aoun no fue al mausoleo de
Mar Maron en Barad, en la provincia de Alepo, en 2008, por miedo al terrorismo.
En aquel momento no había terrorismo ni quienes aterrorizaran, sino que había
un proyecto de alianza de las minorías contra la mayoría. Fue un tono que no
debería haberse malogrado y después brutalizado en su guerra contra el pueblo
sirio, si no hubiera sido por este contexto de locura que se llama guerra
contra el terrorismo que ha supuesto la rendición de Mosul a la organización
del “Estado” (Daesh), y la incitación de Al-Qaeda y los islamistas takfiríes en
Siria como preludio a la destrucción del país y la humillación y expulsión de
su pueblo fuera de las fronteras.
Los regímenes
del despotismo se daeshizan ahora con sus prácticas salvajes, como pasó con
Daesh, que se despotizó y se convirtió en la otra cara del régimen despótico, y
su versión cruda.
Antes de que nos
den lecciones sobre la necesidad de no criticar al ejército porque es una línea
roja, deben dejarnos bien claro qué quieren decir con ejército regular libanés:
¿el que sigue una política libanesa clara y pretende alejarse de la crisis
siria, o el otro ejército libanés que lucha en Siria y ocupa sus tierras? También
nos preguntamos dónde conviven ambos ejércitos, puesto que uno mira hacia el
interior y el otro hacia el interior y el exterior. ¿Cuáles son las reglas de
este juego infernal que escapa a todo objetivo político dado que la clase
política se limita al pillaje y a tragar?
Estas cuestiones
ya no tienen importancia en este país cuyos hijos solo aspiran a dos cosas:
cubrirse y huir si se puede. Así se han asegurado los sectarismos racistas
libaneses su posición en el mapa de la destrucción y la sangre, y el refugiado
sirio, al que expulsó de su patria la brutalidad del régimen y las milicias, se
ha convertido en blanco de la humillación diaria, la represión y el miedo. Han
olvidado que los trabajadores sirios, antes de la ola de refugiados, fueron quienes
edificaron Líbano con su cansancio y su sudor, y que la agricultura libanesa se
nutre de agricultores sirios estacionales. También parece que han olvidado que
su Líbano era una parte de Siria, con sus ciudades costeras y sus cuatro
circunscripciones, y que el juego del racismo estúpido contra el refugiado
pobre, desplazado y expulsado de su país no es más que un síntoma de bajeza,
indignidad e intimidación de los débiles.
No les diremos “despertad
del coma” porque la cuestión de los refugiados sirios no debería haber tomado
este cariz brutal si se hubiera tratado con la racionalidad propia de unas
instituciones gubernamentales que se comportan como instituciones responsables
de su territorio y su pueblo y quienes se refugian ahí. No se despertarán.
Nadie en este mundo árabe se quiere despertar, ni nadie en el mundo de entre aquellos
implicados en la peor tragedia del nuevo siglo que ha comenzado inmerso en la
sangre de los árabes. Nadie. Los sirios y las sirias son hoy la conciencia de
un mundo que ha perdido la conciencia. ¿Cómo puede suceder todo esto sin que
nadie mueva un dedo salvo cuando piensa que puede hacerse con una parte de los
despojos de Siria? Siria ya no tiene sirios. Ese es el sueño real de los Asad y
todas aquellas fuerzas sectarias que les rodean en la región. La libertad del
pueblo sirio se ha convertido en una lección de muerte para los pueblos del
mundo, gracias a los árabes del petróleo que han ahogado Siria en una ideología
fundamentalista cubierta de dinero de petróleo y gas. Están matando a Siria
ante nuestros ojos, que se han quedado ciegos. ¿Recuerdas, querido lector, a
ese ser humano sirio que gritó una vez “soy un ser humano, no un animal”? [3]
Quieren que ese ser humano se abstraiga de su humanidad y se conforme con ser
un animal. Cuando los refugiados huyeron a los países del entorno (Líbano,
Turquía y Jordania), descubrieron que los países de refugio querían que fueran
animales y que no tendrían otra opción más que agarrarse a su humanidad.
Solos.
Sirios y sirias, estáis solos. Solos quiere decir solos. No os fieis de nadie.
Estáis solos en el aislamiento y solos en el dolor. Solos pagáis el precio del
declive de los árabes, de la muerte y humillación de vuestras almas ante las
grandes potencias, y de la rendición de vuestros regímenes a Israel. Solos, oh
solos. Solos vosotros; oh, solos nosotros.
[1] Son tristemente célebres los vídeos de
soldados del régimen y milicias paramilitares (grabados por ellos mismos) golpeando
a activistas y civiles al grito de “¿Queréis libertad? Pues aquí la tenéis”.
[2] La Corriente
Patriótica Libre es actualmente la principal fuerza política cristiana en el
parlamento libanés, liderada por Michel Aoun, actual presidente del país. Las
Fuerzas Libanesas conforman otra entidad política que se define como laica
aunque recibe apoyo principalmente de los maronitas.
[3] El vídeo
original puede verse aquí:
“Soy un ser humano, no un animal. Soy un ser humano, no un animal. Y todos
ellos también”.
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