Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elías Khoury
Fecha: 23/02/2015
El juego de Hafez al-Asad ha llegado a su final lógico: la
Siria de Asad se ha convertido en un protectorado iraní y en un campo de lucha
regional salvaje. A su lado, la guerra libanesa parece haber sido un mero
ejercicio preparatorio para la guerra siria. El dictador cuyo ejército invadió Líbano
en 1976 con el pretexto de poner fin a la guerra civil y evitar la división, no
frenó la guerra, sino que utilizó sus fuerzas armadas para acabar con Líbano.
Las guerras se fueron sucediendo sin fin bajo la sombra del dominio militar y
de los servicios secretos sirios, y el régimen político libanés entró en un
ciclo aterrador de desintegración, que le llevó a una total sumisión a la
hegemonía siria.
Se trataba de un juego extremadamente complicado que exigía
alianzas contrapuestas, engaños y eliminación de enemigos, de forma individual
y colectiva. Una alianza sirio-saudí por un lado, y otra sirio-iraní; tensiones
y harmonía con Israel que llevaron a la expulsión de la resistencia palestina
de Líbano; y después, una cruenta lucha por Líbano dentro de unas fronteras
claras que llevó a Asad a hacer que Hezbollah dominará sobre la resistencia,
como un preludio de su dominio sobre la confesión chií.
Asad jugó en Líbano al juego del conflicto sectario con astucia.
En Siria, el régimen ‘laico’, o llamado laico, parecía el más capaz de jugar
con y contra las confesiones libanesas. Por eso, el régimen de Asad dirigió una
operación de eliminación del laicismo izquierdista, para poder dedicarse a confeccionar
el ascenso y descenso de las confesiones libanesas. En su momento, el señor Abd
al-Halim Khaddam [1] adoptó con maestría el papel de Fuad Pasha, el visir otomano
que supervisó el fin de la guerra civil libanesa del siglo XIX, según un pacto
internacional que puso las bases del mutasarrifato [2], la primera formación política
en la zona basada en las cuotas sectarias.
En Líbano, en medio del cruento juego sectario, Asad puso la
base, sin darse cuenta, de la guerra siria, la cual ha llegado a su punto de inflexión
iraní al convertirse Qasim Suleimani en el líder militar de lo que queda de
Siria en manos del régimen. Por su parte, Asad hijo no es más que una imagen
sin poder, que no tiene otra función que la de ofrecer una cobertura a la lucha
por el control de Siria.
El periodista británico Patrick Seale -que fue amigo de Asad
padre, al que escribió una biografía con la que blanqueó su imagen, como hacen las
mafias con su dinero- había escrito previamente un libro titulado La lucha
por el dominio de Siria. La biografía de Asad, tal y como la escribió
Seale, insinuaba que la época de las luchas por el dominio de Siria había
terminado. Pero la historia, cuando se venga, nos da una lección de crueldad y
vileza: he aquí la historia que se venga, convirtiendo el régimen que erigió
Asad en un trapo, y haciendo de Siria un campo de lucha regional para el
asesinato y la desgracia.
Podemos ver que, tras la máscara del poder absoluto con la
que se presentaba el régimen despótico, se habían tejido frágiles equilibrios que
permitían al régimen mantenerse, y que le dieron a su terrible máquina de la
muerte un poder absoluto sobre el pueblo sirio. El régimen que erigió Asad
padre se basó en un preciso equilibrio en el que Arabia Saudí jugó un papel
clave, y se protegió tras la alianza entre los saudíes, los egipcios y el
régimen sirio, una alianza que llevó al mundo árabe a la deriva.
El componente saudí del régimen no solo se materializó en la
configuración del poder en Líbano tras los Acuerdos de Taif, cuando este se
dividió entre un incipiente harirismo y el régimen securitario, sino que
también fue parte de la estructura interna del régimen de Asad. El golpe contra
este elemento saudí comenzó en Siria con la destitución del eje
Khaddam-Kanaan-Shihabi [3], antes de eliminarlo, y llegó a su punto álgido en
el asesinato de Hariri. Tras la máscara del poder absoluto, el régimen de Asad
era preso de los precisos equilibrios regionales, que comienzan en Arabia Saudí
y terminan en Irán. Cuando el régimen decidió, bajo el liderazgo del hijo
inexperto, volverse contra una parte de sus anteriores aliados, comenzó la
etapa de su caída, cuya inevitabilidad fue anunciada por las revoluciones
árabes.
La trayectoria que sigue Siria hacia la libanización,
provocada por el afán del régimen de aferrarse al poder como a un clavo
ardiendo, y su predisposición criminal a matar a cientos de miles de sirios, desplazar
a millones, y destruir ciudades y aldeas mediante bombardeos salvajes, ha hecho
de la cruenta experiencia libanesa, un ejemplo insignificante frente a un
crimen global.
Se dice que uno de los teóricos de Daesh, llamado Abu Bakr
al-Nayi escribió el libro La administración del salvajismo, que es una
especie de guía ideológica que llama al establecimiento de un sistema de
valores basado en el terrorismo y la expansión del miedo, mediante el recurso a
la lucha y la represión salvaje. Es cierto que Daesh ha constatado con pruebas
de sangre y vídeos de gran profesionalidad que su salvajismo va en serio. Sin
embargo, lo que hoy no sale en las noticias es que el verdadero fundador del
régimen del salvajismo fue el despotismo, y que el salvajismo del régimen sirio
es igual que el de Daesh, si no es superior. Aunque el régimen cubre su
salvajismo con un discurso político sobre la resistencia y el antiimperialismo,
lleva a Siria y a la zona a una lucha sectario-religiosa de un salvajismo sin
límites.
La operación israelí en el Golán ha demostrado la presencia
de líderes de la Guardia Revolucionaria iraní junto a Hezbollah en la zona.
Parecía como si Hezbollah quisiera desequilibrar la ecuación en Siria y la zona
por medio de la activación del frente del Golán a través de la resistencia. Sin
embargo, el anuncio de la presencia del general Qasim Suleimani en el sur de
Siria, como líder del ataque contra las posiciones de la oposición siria armada
en la zona, acabó rápidamente con esa posibilidad, ya que el general iraní no
había venido a dirigir a la resistencia contra Israel, sino a dirigir una de
las batallas de la guerra siria, probando que quien participa en una guerra
civil sectaria pierde la capacidad y las ganas de resistir a la ocupación.
Todos los grupos regionales e internacionales –desde los
países del Golfo a EEUU, pasando por Turquía- han participado en la conversión
de Siria en una carta; sin embargo, el gran responsable es el régimen, que
desde el estallido de la revolución popular ha actuado como una mafia y ha
convertido sus fuerzas armadas en un ejército de ocupación extranjero.
La Siria de Asad se ha terminado. El propio Bashar al-Asad
firmó su final en el momento en que pidió a las milicias chiíes de Líbano, Iraq
e Irán que se enfrentaran a los salafistas yihadistas, la mayoría de cuyos
líderes fueron liberados de sus cárceles. Pensó que podría jugar con las corrientes
takfiríes y aprovecharse de ellas, como intentó con Fath al-Islam en Líbano [4].
Por tanto, él y los takfiríes son dos caras de la misma moneda: el
aplastamiento cruento de Siria, su destrucción y su conversión en un campo de
lucha para otros.
La historia es cruel y malvada. Hafez al-Aad creyó que podía
subirse a la espalda del monstruo sectario y jugar con él en Líbano, pero este
monstruo se ha vuelto contra él y acecha a su régimen para convertirlo en
despojos.
[1] Ex vicepresidente sirio, que en época deHafez al-Asad
fue uno de sus prohombres, que fue destituido en 2005 por suponer una amenaza
para Bashar al-Asad. Por ello decidió presentarse como opositor y fraguar una
alianza con los Hermanos Musulmanes en 2006.
[2] A modo de simplificación, se trata de una entidad política
creada en Líbano al estilo de los cantones, basada en la adscripción religiosa.
[3] Ghazi Kanaan fue el hombre fuerte de Siria en Líbano,
director de los servicios secretos ahí, hasta su misterioso suicido en 2005.
Hikmat Shihabi fue Jefe del Estado Mayor en Siria, que dimitió por sorpresa
en 1998 cuando su relación con Khaddam empezó a aprecerle a Bashar al-Asad un
peligro para su sucesión en el mando del país un par de años antes de la muerte
de su padre.
[4]Organización palestina en Líbano con vinculaciones con
los servicios secretos sirios. En 2007 se produjeron enfrentamientos con el
ejército libanés en Nahr al-Bared.
La presidencia del Líbano es sólo nominal, ?porqué la gente dice que los maronitas dominaban al país de los cedros, si sólo les correspondía ese cargo sin valor?. Incluso cuando vino el cambio político, los marouni conservaron ese puesto, lo cual ratifica la insignificancia de esa presidencia y la falacia de los izquierdistas e islámicos. ?Porqué esa obsesión de la izquierda árabe de sólo criticar a la confesionalidad en ese estado del medio oriente, si siempre han callado, incluso hoy en día, la islamicidad de cada otro país de esa región?. ?Cómo se puede ser socialista-marxista o no- sin ser ateo, o al menos laico secular?.
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