Texto original: Global Voices
Autora: Marcel Shehwaro
Fecha: 12/03/2014
Durante mucho tiempo he considerado que la pregunta más
difícil de responder o sobre la que escribir es ¿quién soy? Una pregunta
especialmente difícil hoy, tras tres años de revolución, cuando ya no sé a
ciencia cierta cuánto queda de esa joven que era antes. Sin embargo, escribir
para vosotros puede ser una verdadera oportunidad para volver a definirme a mí
misma, o al menos, volver a recordarme cómo veo a este ser con el que vivo, y
que soy yo.
Hoy tengo veintinueve años. Me llamo Marcel, que significa
el pequeño luchador, y vengo de una familia “pequeña”. Mi padre, que Dios lo
tenga en Su gloria, era un hombre de religión cristiano y mi madre, que Dios la
tenga también en Su gloria, era ama de casa y una gran madre.
Estudié odontología en Alepo hasta que me di cuenta de que
estaba muy interesada en los asuntos públicos y, por ello, reorienté mis
estudios hacia las ciencias políticas, concretamente las relaciones
internacionales y diplomáticas. No sé cómo voy a escribir sobre mí si no os
hablo de mi ciudad, Alepo, a la cual me parezco muchísimo: cansada, agotada, llena
de incendios, movida por el deseo de vivir y dividida.
Alepo es la segunda ciudad más grande de Siria, en la que
solía haber, según las estadísticas, cinco millones de habitantes, de los
cuales no sé bien cuántos quedan hoy en su interior, ni cuantos se han
refugiado en ella desde otras ciudades.
Desde muy temprano, descubrí mi habilidad para utilizar la
lengua, ya sea como expresión oral o escrita. Quizá se trate de una
característica que heredé de mi padre. El caso es que no tardé en disfrutar los
ejercicios de expresión en el colegio que a la mayoría le parecían aburridos.
Del mismo modo, me acostumbré a leer todo lo que caía en mis manos y a escribir
en todo soporte que encontraba y sirviera para ello: facturas, servilletas de
papel de un restaurante, en los márgenes de los libros que leía… Lo natural
pues, era que comenzara un blog donde poder encontrar todos los soportes y
posibilidades abiertos a mi alcance. Y así comencé y lo primero que hice en
2008 fue publicar una canción revolucionaria de Majida al-Rumi. En aquel
entonces, tenía amigos que pagaban el precio de la palabra en los centros de
detención del régimen sirio, un hecho suficiente para hacer que la cuestión de
la libertad de opinión en mi mente se reflejara en una serie de rostros que exigía
recuperar. Así, desde temprano, me posicioné en contra del régimen sirio como
represor de las libertades públicas y de la vida civil.
Entonces, comenzó la revolución en Egipto y todas nuestras
capacidades de movilización se paralizaron salvo en la esperanza de que en
Siria también estallara una revolución, que es lo que sucedió y a ella me uní
sin pensarlo. En primer lugar, me sumé por medio de la escritura y después por
medio de las manifestaciones, pero en mi mente se mantiene aquel éxtasis asustado
y tímido, aquel débil e inseguro tono de voz cuando gritaba “El pueblo quiere
derrocar al régimen”, tras el cual las balas comenzaban a caer sobre nosotros,
disparados por los agentes de seguridad del régimen. Entonces, los que estaban
a mi alrededor comenzaban a correr, y fue entonces cuando descubrí que yo era
una de esas personas a las que el miedo les impide correr y se convierten en un
obstáculo en el camino de aquellos que corren. Finalmente, un amigo me agarró
de la mano para protegerme. Desde ese primer día, he vivido muchas historias
sobre la relación con la muerte, las heridas y las detenciones en las que uno
de los héroes más razonable que yo intervenía para salvarme.
Tardé un poco en tener mi propio dosier en las oficinas de
seguridad sirias, sobre todo si se tiene en cuenta que por cada diez
ciudadanos, el régimen tiene uno o más informadores. En aquel entonces, tras un
año de manifestaciones y de escuchar consejos de mi familia, de mi entorno o de mis
amigos sobre cómo ser más racional, llegó el momento determinante en el que
perdí una parte de mí para siempre. Mi madre murió en un punto de control de la
seguridad siria en Alepo, y a raíz del gran apoyo que recibí de los
revolucionarios, que llevaron consigo mi dolor y rosas rojas durante el funeral,
me llamaron para interrogarme semanalmente acerca de mis actividades
revolucionarias.
A partir de ahí, la revolución armada comenzó a acercarse a
mi ciudad. Yo estaba en contra de las armas en todas sus formas y soñaba con un
cambio pacífico que garantizara los derechos de los sirios con los mínimos
sacrificios. La verdad es que grandes sectores de la ciudad fueron liberados,
quedando mi casa, mi calle y la zona que conocía en las zonas controladas por
el régimen sirio.
Cuando los interrogatorios se volvieron más serios y el
peligro de detención planeaba sobre mí, decidí aceptar una beca de estudios en
Inglaterra para estudiar un máster de Derechos Humanos. Como cualquier
superviviente de los acontecimientos sangrientos que había vivido, me veía una
y otra vez durante ese año empujada por el sentimiento de culpa a volver a
Alepo, donde iba de casa en casa cuando el regresar a mi casa se hizo demasiado
peligroso. Con ello, mis amigos también se expusieron al peligro debido a mis
actividades y a mi presencia entre ellos. Así que tomé la decisión correcta de
irme a las zonas liberadas de Alepo a vivir, dejando tras de mí amigos,
familiares, recuerdos, una casa, las tumbas de mis padres y muchos aspectos de la
vida que había conocido.
Allí comenzaron los nuevos desafíos, como la vida de una
activista en la guerra, sola su familia ni su entorno, en un nuevo contexto del
que no sabía más que no había sedes de la seguridad y que contenía en sí todas
las demás caras de la muerte. Además, era una de las pocas que no llevaba velo
en un entorno conservador, sencillo y amable a pesar de la violencia. Por tanto,
me enfrentaba a los desafíos de la terrible soledad a la posibilidad de ser
secuestrada, desafíos a los que unas veces me enfrentaba y en otras estaba
agotada para ello, siempre rodeada de historias de héroes que podían inspirar a
uno a cambiar.
Por todo eso, y porque en la vida diaria hoy se experimentan
más sucesos de los que se pueden llegar a experimentar en una vida, he decidido
escribiros un diario, o a veces unos recuerdos, sobre la vida que seguimos
amando a pesar de todo lo que hemos vivido.
Podéis leerme y empatizar conmigo, o leerme y juzgarme duramente según la ocasión, pero lo que os ruego es que todo lo que os escribo se transmita, una distancia entre el sueño y el deseo de cambio y la confianza de que ello está al alcance de la mano, aunque el sueño esté lejos o duela.
Saludos:
ResponderEliminarParte de la estrategia Assadiana consiste, en presentarse como defensor de la libertad religiosa de los cristianos sirios; eso hace que muchos ortodoxos y católicos europeos, africanos y latinoamericanos, al igual que protestantes y mormones estadounidenses caigan en el error de apoyar la tiranía.
Por eso sería bueno que el equipo de traducción, vertiese al español y al árabe, éste artículo que escrito por un teólogo cristiano ortodoxo mismo, desvela las tramas de corrupción y colusión con el estado, dentro del clero ortodoxo del medio oriente.
Aunque cabe recordar que lo mismo podría escribirse del clero druzo e islámico en sus distintas sectas...
AINA Editorial
Will the Assyrian Orthodox Church Split After the Death of the Patriarch?
By Augin Kurt Haninke
Posted 2014-03-27 03:52 GMT
The main actors are the bishops who are entitled to vote at the synod which will elect a new patriarch, but behind the scenes different interests are at work, such as the Ba'ath regime in Syria and the Turkish government, who is keen to move the Patriarchal See from Damascus back to the Zafaran Monastery in Mardin, Turkey...The reason was that they criticized Bishop Kaplan for his involvement in a financial scandal involving millions of dollars. He had borrowed money from the church and the congregation to bring home a fictitious legacy of 30 million dollars from Nigeria. In fact, he was tricked by the Nigerian mafia and then tried to borrow even more money to complete the legal proceedings he had initiated against the Mafia. He also pulled Bishop Cicek into the affair and Assyrians in Europe borrowed large sums with Bishop Cicek as guarantor for the loan. Bishop Cicek was also forced to mortgage his own residence and the monastery of St. Afrem in Holland as collateral for the bank loans for "Project Nigeria." Eventually all the money was lost without a trace. It is likely that not only Nigerians but also people within the Syrian Orthodox Church leadership got a piece of the pie. Cicek was about to reveal the whole hoax, but he died mysteriously in a hotel at the airport in Dusseldorf, Germany, in 2005...
http://www.aina.org/releases/20140326225209.htm