Autor: Abd al-Rahman Sadiq
Fecha: 21/06/2016
El
amanecer del 13 de marzo de 2016 fue un amanecer triste para el Ejército Sirio
Libre (ESL) y la revolución siria, especialmente para la gran cantidad de gente
contraria a Al-Qaeda y sus formas en Maarrat al-Nu’man y el conjunto de la
provincia de Idleb. Los sirios se despertaron con la noticia de que Al-Nusra
había tomado el control de todas las sedes de la Decimotercera División (del
ESL) en Maarra y sus alrededores y que había confiscado sus municiones. Además,
la facción armada de Yund Al-Aqsa (“Soldados de Al-Aqsa”) había asesinado a
seis combatientes.
No
obstante, también ese día supuso el amanecer del movimiento pacífico popular
que lleva ya más de 100 días en pie: un movimiento excepcional que se mantiene
en condiciones muy complicadas y duras, y cuyos responsables mantienen que continuarán
a cualquier precio, hasta lograr sus peticiones.
El
enfrentamiento militar y sus antecedentes
Las
manifestaciones contrarias al régimen sirio volvieron con fuerza a decenas de
ciudades y municipios sirios con motivo de la tregua de finales del pasado mes
de febrero. La bandera de la revolución siria volvió a aparecer en las plazas y
calles en diversos puntos, y las manifestaciones del 4 de marzo, viernes al que
los activistas pusieron el lema de “la revolución continúa”, fueron clave en
esos días.
Aquel
día en el que salieron manifestaciones en Maarrat al-Nu’man y
decenas de ciudades y municipios de la provincia de Idleb, en las que se izaron
banderas de la revolución siria, los efectivos del Ejército Al-Fath (“de la
conquista”) atacaron a los manifestantes en la ciudad de Idleb y quemaron las
banderas de la revolución siria, además de detener a algunos activistas.
El
hecho de que se levantara la bandera de la revolución siria con profusión
provocó una conmoción en todo el norte de Siria, especialmente en las zonas
donde domina el Ejército Al-Fath, tanto la ciudad de Idleb, como en otras zonas
de alrededor. Dicho ejército es una alianza de varias facciones, entre las que
destacan el Frente de Al-Nusra y Ahrar al-Sham, además de otras que anteriormente
habían formado parte del ESL. El documento fundacional del Ejército al-Fath imponía
la renuncia a todas las banderas de las facciones, incluida la de la revolución
siria, y solo permitía el uso de su bandera. Sin embargo, la violencia de los
partidarios del Frente de al-Nusra, y la insistencia de los efectivos del Ejército
Al-Fath en que su mandato debía aplicarse en todas las manifestaciones que
tuvieran lugar en las zonas bajo su dominio, denotan la firme voluntad de
Al-Nusra de hacer efectivo su dominio a través del Ejército Al-Fath en toda la
provincia de Idleb.
Maarat
al-Nu’man se encontraba entre las zonas más destacadas que no habían sometido
al control del Ejército Al-Fath en Idleb, pues ahí se encontraba la sede
principal de la Decimotercera División del ESL y el sentir general era contrario
al pensamiento y proyecto de Al-Qaeda. Además, muchos de sus habitantes son
combatientes de la Decimotercera División, que no forma parte del Ejército
Al-Fath. A la manifestación del 4 de marzo en Maarra acudió el teniente coronel
Ahmad Sa’ud, dirigente de
la Decimotercera División, y varios oficiales de la Decimosegunda División
y la División del Norte del ESL. Quizá esto fue lo que provocó la ira de los
miembros y partidarios del Frente de Al-Nusra en la ciudad: decenas de ellos se
dirigieron a la Plaza de la Libertad (antes llamada, Plaza del Partido) tras la
manifestación y dispararon al aire, gritando lemas contrarios a la tregua. Más
aún, descolgaron la bandera que estaba izada sobre el edificio que da a la
plaza, según han confirmado todos aquellos activistas y habitantes de la ciudad
con los que hemos hablado.
El
poder ejecutivo del Ejército al-Fath anunció el 10 de marzo la prohibición de
izar la bandera de la revolución en las zonas bajo su dominio, algo que se
cumplió en grado variable en las manifestaciones convocadas por los activistas
el viernes 11 de marzo. El porcentaje de acatamiento de la orden fue
directamente ligado al grado de poder que ejercían el Frente de al-Nusra y Yund
al-Aqsa en las zonas rurales de Idleb.
Para
resolver las diferencias, se convocó una reunión a las siete de la tarde del 12
de marzo. Cuando llegó la hora en la que se suponía que debía celebrarse la
reunión, grupos de miembros del Frente de al-Nusra, con apoyo de Yund al-Aqsa
atacaron las sedes y controles de la Decimotercera División en los municipios
de Haysh, Jan Shaijún, Yabala, Gadfa y los campos de Al-Hamidiya, además de
cercar la ciudad de Maarrat al-Nu’man, donde se encuentra la sede principal de
la División, por medio de largas filas de soldados, que la atacaron desde
cuatro ejes diferentes. Después, emitieron un comunicado en el que se leía que
“la facción denominada Decimotercera División ha asaltado las sedes del Frente
de al-Nusra en la ciudad de Maarat al-Nu’man”, algo que la Decimotercera División negó
rotundamente. El día siguiente amaneció con la mayoría de sedes
de la Decimotercera División tomadas por el Frente de al-Nusra y la facción Yund
al-Aqsa, que además habían confiscado grandes cantidades de munición y
equipamiento, y habían detenido a decenas de sus combatientes y asesinado a
seis de ellos.
Abderrahim
al-Mi’mar, activista de medios de comunicación cercano a la Decimotercera División,
natural de Maarrat al-Nu’man, testigo de la mayoría de los acontecimientos y participante
casi diario en las protestas que se han sucedido hasta hasta el momento, declaró
lo siguiente a Al-Jumhuriyya: “Durante la reunión convocada por el dirigente del
Frente de al-Nusra, el sheij Abu Anas Harim, nos sorprendió la noticia de que
miembros del Frente habían atacado las sedes y puestos de control de la Decimotercera
División en Haysh, Jan Shaijún, Yabala y Gadfa, ayudados por combatientes de
Yund al-Aqsa. Habían atacaron con proyectiles de mortero y Shilka las zonas de
Al-Hamidiya en las que se encontraba la División, que es donde se encontraban
los almacenes principales de munición.
El asalto había sido preparado con minuciosidad, pues lo primero que
habían hecho los combatientes de Al-Nusra había sido cortar el camino entre
Marrat al-Nu’man y Al-Hamidiya. Posteriormente, amplias formaciones de
efectivos se movilizaron en cuatro direcciones hacia Maarra.
El sheij
Ahmad Alwan, presidente del tribunal religioso de Maarra, y el sheij Abd
al-Mu’ti al-As’ad, dirigente del Batallón ‘Ibad al-Rahman (Siervos del Clemente),
dependiente de la Legión al-Sham, intentaron intervenir para evitar el
enfrentamiento, pero las fuerzas atacantes rechazaron toda iniciativa, e
insistieron en seguir con la ofensiva.
Ninguna facción ofreció su
apoyo a la Decimotercera División, y miembros de la Legión al-Sham intentaron ejercer
de fuerzas de contención. Sin embargo, su número era reducido y la insistencia
de los miembros de Al-Nusra en que se produjera un enfrentamiento los obligó a
retirarse para evitar el derramamiento de sangre. En ese momento, los civiles
salieron a protestar a la calle. Los combatientes de la Decimotercera División
intentaron defenderse a sí mismos y sus sedes, pero era imposible, pues la
mayoría de sus efectivos en encontraban apostados en los frentes abiertos
contra el régimen en la zona sur de Alepo y el norte de Latakia. Además, la División
acababa de enviar a cerca de 400 miembros a luchar en la zona norte de Alepo
contra Daesh. A todo ello se unen el ataque contra los puestos de control y las
sedes de la División fuera de Maarra, y el aislamiento de Maarra de su entorno
y de los almacenes de armas y municiones en los campos de Al-Hamidiya.
Miembros de Al-Nusra, entre
ellos muchos inmigrantes, se retiraron de los frentes abiertos contra el
régimen para enfrentarse a la Decimotercera División, como si se tratara de una
guerra contra la apostasía. A quienes les contradecían, según nos han contado,
les decían que iban a acercarse a Dios al luchar contra los apóstatas, y que
hicieron caso omiso a todas las iniciativas, llamadas y protestas de los
civiles de Maarra.
El sheij Jalid Qitaz, el juez
religioso de la División, y Abu Ahmad al-Zayn, lanzador de misiles TOW de la
misma, intentaron dirigirse a Al-Hamidiya para ver cómo estaba allí la
situación. El sheij Qitaz fue detenido, y el coche de Al-Zayn fue atacado con
misiles anti-tanque, lo que le provocó importantes heridas, a las que, no
obstante, sobrevivió. El coronel Al-Samahi decidió entregar las sedes de Maarra
a los combatientes de Al-Nusra para evitar el derramamiento de sangre, y fue
detenido con algunos miembros de la División, después de que miembros de
Al-Nusra ofrecieran garantizar la seguridad de todos, excepto Al-Samahi, al que
consideraban un apóstata que debía recibir su castigo según lo dispuesto por
Dios. Los miembros de la División rechazaron la oferta de pleno.
La mañana del 12 de marzo amaneció
con la noticia de que había más de 65 combatientes de la División detenidos, y
que las fuerzas atacantes habían tomado el control de la mayoría de equipos,
equipamiento y munición de la División en Maarra, Al-Hamidiya y sus
alrededores, incluyendo la munición de los efectivos que estaban haciendo
guardia en los frentes del sur de Alepo. También habían confiscado las
ambulancias y la excavadora que se usaba para
levantar escombros, y habían tomado el control de los almacenes de la
Asociación Sanabil al-Jayr y los equipos del hospital apoyado por Médicos Sin
Fronteras. Sin embargo, lo más truculento es que los miembros de Yund al-Aqsa habían
ajusticiado a seis combatientes de la División que se habían negado a retirarse
del cuartel de Al-Hamidiya, y habían profanado sus cadáveres.
La movilización popular: condiciones y derroteros
El funeral de los mártires de la División se celebró el 13 de marzo, y se
convirtió en algo parecido a una manifestación llena de ira, que condenó la
agresión del Frente de al-Nusra a la Decimotercera División. Ese mismo día
comenzó un movimiento popular pacífico de expresión de ira, cuyo núcleo duro
son las familias de los mártires y detenidos de la Decimotercera División, a
quienes se une un amplio espectro de personas contrarias a los métodos de
Al-Qaeda.
La Decimotercera División accedió, pero propuso añadir a los sheijs Ayman Harush y Abu Anas Kanakari, algo a
lo que el Frente se negó rotundamente. A pesar de ello, la Decimotercera
División aceptó referir el caso al tribunal conformado por los tres sheijs
propuestos por Al-Nusra. La movilización se mantuvo en los días posteriores, y
los manifestantes atacaron el 15 de marzo, en el quinto aniversario de la
revolución siria, la sede de la facción Sham al-Umma, que había rendido
pleitesía a Al-Nusra recientemente.
El tribunal constituido para solucionar la disputa comenzó sus trabajos,
pero no tardaron en sacar un comunicado el día 25 de marzo en que renunciaban a
valorar el asunto, aludiendo a “los altercados, las posturas adoptadas por cada
una de las partes y el hecho de que Yund al-Aqsa no se había presentado ante
los jueces”. La Decimotercera División arguyó que la verdadera razón era “que
pedimos que nos entregaran nuestras armas y munición robadas”, pero el Frente
de al-Nusra se negó, añadiendo que no era responsable de lo que hiciera Yund
al-Aqsa.
"Desde el primer día estamos pidiendo que nos devuelvan nuestras armas,
y aquí seguimos 100 días después con la misma demanda.
No nos satisfará más que la implantación de lo establecido por Dios.
100 días y seguiremos"
Abderrahim al-Mi’mar cuenta que: “El Frente al-Nusra se negó a someterse a
la ley de Dios, y rechazó devolver las armas a la División, algunos de cuyos
miembros siguen luchando en los frentes con las armas que les quedan,
especialmente los misiles TOW, que Al-Nusra no ha podido quitarles, mientras
que la mayoría de miembros permanecen encerrados en sus casas, lejos de los
frentes que deberían estar vigilando porque no hay armas. La Decimotercera División
ya no tiene presencia armada efectiva en Maarrat al-Nu’man, y la movilización
que se mantiene no es la organizada por la División en sí, sino por los naturales
de Maarra, en cuyo núcleo están los miembros de la Decimotercera División a los
que el Frente de al-Nusra atacó, sus familias y sus amigos. Si muchos de los
que apoyan a Al-Nusra dicen que se trata de diferencias locales y familiares,
todo lo que ha acontecido y el posterior comportamiento de del Frente, que
rechaza toda solución que preserve la dignidad de la Decimotercera División y
sus armas, y la dignidad de la gente de Maarra, confirma que el ataque había
sido planeado con antelación, y que vino a culminar lo que Al-Nusra había hecho
con otras facciones del ESL, a fin de ejecutar el plan de Al-Qaeda en Siria. El
tribunal religioso que Al-Nusra había propuesto para dirimir la situación, era
totalmente favorable al Frente, y a pesar de ello, la Decimotercera División
había aceptado que fueran ellos los árbitros para poner fin a la situación. Sin
embargo, Al-Nusra y Yund al-Aqsa son los responsables del fracaso de dicho
arbitraje debido a su continua dilación”.
Al-Mi’mar añade que: “Al-Nusra envió una oferta con varias iniciativas,
entre ellas, la de cambiar el nombre de la Decimotercera División para que pasara
a ser una brigada más, y apartar al teniente coronel Ahmad Sa’ud del liderazgo
de la División, a quien consideraban un agente de EEUU. Sa’ud se encontraba
fuera de Siria cuando comenzó el enfrentamiento, pero la División rechazó la
iniciativa porque consideraba que llevarla a la práctica suponía aceptar
someterse a la voluntad y el proyecto del Frente de al-Nusra. Por otra parte,
Al-Nusra también comenzó a dar pasos para reducir la ira popular, entre ellos,
la liberación de todos los presos, incluidos Jalid Qitaz y el coronel Ali
al-Samahi. Además, se presentó una iniciativa a los familiares de los seis
asesinados que incluía el pago de una indemnización por los mártires a cambio
de que dejaran de participar en las manifestaciones. Las familias respondieron
que eso era un asunto privado y que había otro público que debía resolverse
primero: los excesos del Frente de al-Nusra y su confiscación de las armas de
los hijos de Maarra. Esto demuestra la profundidad y firmeza del compromiso del
pueblo con el movimiento”.
Pero, ¿cómo logrará el movimiento continuar si parece claro que no hay
fuerza militar capaz de disuadir a Al-Nusra y Yund al-Aqsa? ¿Cómo se puede
explicar que el Frente de al-Nusra no haya seguido luchando hasta acabar con la
Decimotercera División si lo que ha hecho es una continuación de lo que ha
hecho con el Movimiento Hazm, el Frente de Revolucionarios de Siria, y otras
facciones antes?
Al-Mi’mar contesta: “Los miembros de Al-Nusra no pueden cometer una masacre
en Maarra porque eso provocaría un retroceso de su popularidad, que ya está en
retroceso de por sí. Cuando el movimiento popular es amplio y global es difícil
enfrentarse a él sin provocar una masacre. Además de ello, la ciudad de Maarra
no tiene gran importancia militar como para que el Frente de al-Nusra abra una
confrontación en ella, sino que está apostando por que el tiempo acabará
poniendo fin a la movilización, sobre todo porque tiene el control de la mayor
parte de la provincia de Idleb gracias a su alianza con el Ejército Al-Fath. Al-Nusra
no ha logrado acabar con la Decimotercera División debido al amplio apoyo
popular que tiene, algo que no tenían el Frente de Revolucionarios de Siria,
por ejemplo, al que la gente acusaba de corrupción. Al-Nusra está jugando la
baza del tiempo, y del aislamiento impuesto al movimiento en Maarra, provocado
por el miedo atroz a los paquetes explosivos de Al-Nusra, al discurso religioso
takfirí del salafismo yihadista, y a cualquier enfrentamiento interno lo
suficientemente grande como para dar al régimen de Asad una oportunidad de
avanzar. Jabhat al-nusra apuesta por el tiempo y el olvido, y nosotros no
permitiremos que eso pase: nuestra movilización continuará hasta que logremos
nuestras peticiones, sea cual sea el precio, y tardemos lo que tardemos”.
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"El pueblo es la facción más fuerte" |
Dos
cuestiones vienen a la mente. La primera está relacionada con los que llevan a
cabo la organización de la movilización y su relación con la Decimotercera
División. La segunda tiene que ver con la Decimotercera División, su realidad y
su futuro.
Al-Mi’mar
explica: “No hay un comité propiamente dicho para organizar el movimiento, sino
uno no oficial en el que se encuentran uno o dos miembros de la División, pero
esto no niega la realidad de que es un movimiento popular y no faccionario, ya
que el resto de miembros del comité son civiles, naturales de Maarra. También
es natural que se vean afectados por la agresión al corazón del movimiento que
protesta por dicha agresión, pero la movilización no se relaciona con la Decimotercera
División como tal, sino con la necesidad de poner un límite a los excesos y
dominio impuesto de Al-Nusra, con la defensa de la idea del ESL, y con la
bandera de la revolución, bajo la cual hemos ofrecido cientos de mártires.
También se relaciona con logar la demanda de libertad por la que salimos contra
el régimen de Asad.
En
lo que se refiere a la Decimotercera División, esta sigue luchando con las
armas que quedan en manos de los combatientes, incluso en los frentes de la
zona sur de Alepo, donde se encuentra el Ejército Al-Fath, porque nuestra
batalla principal seguirá siendo contra el régimen de Asad, pase lo que pase.
Además, la División sigue ofreciendo servicios a los civiles en los sitios
donde sigue presente y con las posibilidades que tiene, y esperamos que las
condiciones cambien y que la División, con sus armas, regrese para poder
continuar con su papel en la lucha contra el régimen, como hacía hasta ahora”.
El
horizonte del movimiento y las posibilidades de que se expanda
La
tregua colapsó, como deseaba El Frente de al-nusra, y la ciudad de Maarrat
al-Nu’man se ha visto recientemente expuesta a varios ataques de los aviones
rusos y del régimen sirio. Uno de ellos dirigió su ataque contra el mercado
popular de verduras, dejando decenas de víctimas. Al mismo tiempo, las facciones
del Ejército Al-Fath, a cuya cabeza estaba Al-Nusra, han logrado varias
victorias en la zona sur de Alepo, en colaboración con otras facciones,
incluida la propia Decimotercera División. Sin embargo, Al-Nusra ha ido aumentando
sus transgresiones en la zona rural de Idleb a la par que lograba dichas
victorias militares. Entre dichas transgresiones, está la detención de varios
miembros del Consejo Local de Kafranbel, y la ejecución en Salqin del joven
Muhammad Obeid, natural de Saraqeb, acusado de apostasía.
"La lucha no es entre la Decimotercera División y el Frente de Al-Nusra,
sino entre el pensamiento de la revolución y falsedades de Al-Qaeda"
Tales
violaciones han provocado el aumento de la ebullición popular, que se ha
manifestado con concentraciones en Kafranbel y Saraqeb. Sin embargo, la
cuestión se ha mantenido limitada a unos puntos concretos, y sin lemas claros.
Quizá entre las razones de que haya habido unas reacciones tan limitadas, esté
el temor que provocan los paquetes explosivos enviados contra varias personas
recientemente, entre ellos líderes de Ahrar al-Sham, y el miedo a cualquier
enfrentamiento interno mientras las facciones están luchando contra el régimen
en la zona sur de Alepo. Por su parte, la aviación del régimen sirio y la rusa
han aumentado sus masacres en la mayor parte de Idleb y sus alrededores.
El
movimiento se mantiene en Maarrat al-Nu’man a pesar de todo esto, pero sigue
pareciendo aislado, especialmente a nivel de medios, pues la mayor parte de
plataformas y agencias de noticias revolucionarias en Idelb y otras zonas lo
ignoran por completo.
Uno
de los habitantes de Saraqeb comenta a Al-Jumhuriyya, bajo condición de
anonimato por cuestiones de seguridad, lo siguiente: “Nos han llegado noticias
de una agresión del Frente de Al-Nusra contra la Decimotercera División en
Maarrat al-Nu’man, que ha provocado protestas. Sin embargo, nos lo cuentan como
si se tratara de un mero enfrentamiento entre dos familias, a pesar de que para
mí y para muchos de mis amigos, el asunto está claro desde el principio. Al-Nusra
pretende acabar con la Decimotercera División, como ha hecho con otras facciones
del ESL antes, porque no quiere presencia alguna del ESL. Lo que quiere es
dominar todas las zonas liberadas. A pesar de que el tema está claro para
todos, y de que la gente siente empatía con la Decimotercera División y el
movimiento en Maarra, la gente no está preparada para meterse en una aventura
como esta, especialmente después de que los paquetes explosivos que se hayan
cobrado vidas, y tras los terribles resultados de la lucha interna en Al-Ghouta
oriental.
El
Frente de al-Nusra domina haciendo uso del miedo, el discurso religioso y la acusación
de apostasía y descreimiento, y no es posible enfrentarse a Al-Nusra mientras
la gente no esté preparada y haya un sentimiento general de ira e inquietud.
Eso o que una de las facciones grandes tome la decisión de rebelarse contra el dominio
de Al-Nusra”.
No
parece que se den las condiciones necesarias para que el movimiento se expanda
fuera de Maarra ahora, ni parece que los manifestantes en Maarra vayan a
rendirse, ni que la tendencia pueda invertirse con facilidad: Al-Nusra ya no
tiene carta blanca para ejecutar sus planes como antes, y por primera vez ha
fracasado en su intento de erradicar una facción a la que había declarado querer
erradicar. Del mismo modo, no parece que los factores del tiempo y el
aislamiento estén haciendo que los activistas de Maarra den un paso atrás en su
movimiento, que celebró su día 100 bajo el lema: “El levantamiento de los
nietos de Al-Maarri [1]”.
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#LevantamientoDeLosNietosDeAlMaarri #100DíasDeManifestaciones |
No
hay duda de que lo que pase a partir de ahora dependerá de la continuación del
movimiento, de la posibilidad de que se expanda y de que otras ciudades y
municipios se sumen a Maarra en su levantamiento. Sin embargo, también depende
de las condiciones políticas y lo que suceda en el campo de batalla, y está
ligado al proceso de negociación y las políticas de las distintas partes internacionales
y regionales: obligar al régimen de Asad a ofrecer alguna renuncia será un
factor importante en la creación del ambiente adecuado para el retroceso del
proyecto de Al-Qaeda en Siria, algo que parece que nadie en el mundo quiere
hacer.
[1] Abu-l-Ala al-Maarri, pensador, poeta y filósofo ciego del siglo X-XI, natural de la ciudad y símbolo de la misma, que rechazó que la religión tuviera la verdad absoluta.