Texto original: Al-Hayat
Autor: Yassin al-Haj Saleh
Fecha: 16/02/2016
Lo más
parecido a un foco de atención mundial tras los atentados del 11-S y en cierto modo desde el fin de la
guerra fría es "la guerra contra el
terrorismo". Y lo que plantea este artículo es que se trata de una
cuestión altamente peligrosa, pues la situación en el mundo hoy va a continuar
yendo de mal en peor, a no ser que se produzca un cambio rápidamente.
Para
empezar, el mundo necesita un foco, un punto al que dirigirse, o que sea omnipresente
en la actividad de las instituciones internacionales y las de las grandes
potencias, con el surgimiento de una estructura mundial de pensamiento que ello
conlleva. Algunos pensadores en Occidente han observado "el fin de las grandes
narrativas" y el fin del "progreso" y la “modernidad". De
sus análisis, cargados de etnocentrismo, brota un enorme sentimiento de
impotencia. Las cosas siguen ese curso y el mundo (entiéndase Occidente) no da
más de sí, y solo puede describirlo y observar los cambios, sin hacer nada. Como
mucho,se puede denunciar la situación por medio de utopías aun cuando ya no
queda utopía en la que todos estén de acuerdo en el mundo actual. Todo esto
sucede mientras el mundo se vuelve más mundo que antes, debido a la caída de
las barreras políticas e ideológicas que antes lo dividían, el avance
irrevocable de un capitalismo sin competencia y la revolución de las
comunicaciones.
En el
vacío
del proyecto
mundial, se ha colado el proyecto de los internacionalistas más poderosos:
"la guerra contra el terrorismo". Este proyecto se ha presentado
desde el inicio de la guerra, sea cual sea esa guerra, como un proyecto para el
mundo. La guerra significa violencia, asesinato y destrucción de recursos.
También significa invertir en la industria armamentística y dedicar mucho
dinero a ello. Significa, por otra parte, declarar la alarma y provocar
la movilización por razones de
odio, además de la producción de ideologías y doctrinas que justifican tanto la
guerra y como el odio, dando preferencia siempre a los poderosos de la
industria bélica y armamentística, y a los ricos y aquellos que controlan la
información.
La
guerra contra el terrorismo fue la prioridad estrella de la administración de
Bush hijo, que provenía de una familia petrolera acaudalada. Su padre había sido
presidente antes que él, y previamente, director de la CIA. Él mismo se rodeó de
los máximos representantes neoconservadores, que creían firmemente en las
virtudes de la violencia para hacer un mundo más seguro para los
estadounidenses y para que el siglo XXI fuera su siglo. La guerra contra el
terrorismo es también muy útil para Israel, armado hasta los dientes y apoyado de
forma escandalosa a la par que rastrera por EEUU. La guerra permite a
Israel abrir un paréntesis en la lucha palestina y despojar a los palestinos de
su lucha, habiendo sido ya despojados de su patria ocupada. Desde que EEUU decidió
inmiscuirse en la lucha siria hace aproximadamente año y medio, quedó patente
que lo que hacía era insertar la cuestión siria en la guerra contra el
terrorismo. Con ello, los revolucionarios sirios fueron despojados de su causa
y, a cambio, se les dio una a los semejantes de Bashar al-Asad. "La guerra
contra el terrorismo" conviene mucho al régimen de la dinastía asadiana
cuyo imponente ministro de Asuntos Exteriores dijo hace unos días que un
terrorista es "todo aquel que se levanta en armas contra el Estado".
Esto le permite, igual que a Israel, convertir toda resistencia en una forma
execrable de terrorismo, a fin de que las potencias internacionales se
posicionen a su favor. La guerra contra el terrorismo es también muy conveniente
para la Rusia de Putin, por ejemplo, porque permite echarle el guante a Siria.
Así, hoy, "la pobre Siria parece un hueso entre los colmilos de un
perro", tal y como dijo el gran poeta sirio que murió joven, Riad al-Salih
al-Husayn [1]. Por último, la guerra contra el terrorismo es muy útil para los gobernantes de todos los países
árabes sin excepción, porque les permite despojar a sus gobernados de armas y
de política, y ponerlos bajo las órdenes de los poderosos que gobiernan.
Se dice
que Rifaat al-Asad, hermano de Hafez al-Asad y vicepresidente suyo en su
momento, además de tío de Bashar y dirigente de las Brigadas de Defensa, la
formación militar-securitaria responsable de las masacres de Tadmor en 1980 y
Hama en 1982, dijo: "Di Palestina y erige las horcas". Parece una
frase demasiado inteligente como para que la dijera Rifaat, pero una similar
sirve como lema para la guerra contra el terrorismo: "Di terrorismo y
prepara las horcas". O "Di terrorismo y ocupa países, inaugura
cárceles como Guantánamo o Abu Guraib, o destruye países como Chechenia,
Afganistán, Iraq, Gaza y Siria. Los islamistas tienen su propio equivalente:
"Di islam y degüella a quien quieras" o "Di que Dios es grande y
confisca todos los bienes públicos y privados que gustes".
"La
guerra contra el terrorismo" es un asunto central en el Estado, que debido
a que se encuentra luchando contra el terrorismo, no puede considerarse
terrorista. Ni EEUU, ni la Rusia de Putin, ni Israel, ni los Asad han sido
nunca fuerzas terroristas. Ello a pesar de que la última de ellas ha provocado
una ingente crisis internacional que a día de hoy se ha cobrado la vida de
470.000 sirios según publicaba The Guardian hace unos días, y ha dejado
un total de muertos, impedidos y heridos, que ronda los dos millones, lo que
supone más del 11% de la población siria. Eso no es terrorista, porque los
terroristas son aquellos que se resisten a su gobierno, y al hombre que tiene
en su historial la destrucción de Grosny. Todo aquel que tiene un Estado no es
terrorista, y de hecho conviene que sea nuestro aliado en la lucha contra el
terrorismo, aunque sea un despreciable asesino como Bashar al-Asad.
La
lucha contra el terrorismo como una cuestión internacional no implica que una
cuestión claramente securitaria con la que deben tratar los cuerpos policiales se
convierta en aquello a lo que aspiran las políticas de los estados y las
corrientes de pensamiento, sino que es mil veces peor. Lo que permite es que
los poderosos se erijan sobre los cuellos de los débiles, y que los poderosos y
ricos ejerzan la autoridad en un mundo que nunca había visto tal concentración
de riqueza y poder, ni tal falta de sentimientos por parte de los poderosos y
ricos que gobiernan, ni tal salvajismo por su parte.
Pero si
hemos aprendido qué es la guerra y cuál es su sistema, ¿qué es, pues, el
terrorismo y quiénes son los terroristas? Lo cierto es que la autoridad conoce
el terrorismo, y el terrorismo, por tanto, está en manos de quienes llevan a
cabo la guerra contra el terrorismo, y quienes la escogen como punto de focalización
global. El terrorista es quien yo, el poderoso y rico dueño del ‘Estado’, decido
que representa una amenaza para mí. Toda revolución y toda oposición armada es
terrorismo, según dicha lógica.
Los
terroristas de hoy tienen dos características claras: la primera es que son
débiles, pues en su mayoría no son estados. La tendencia general es considerar
que todos los estados son algo bueno (esa ha sido la evolución de Bush hijo a
Obama), y los no-estados son todos malos, siendo la resistencia al “Estado” lo
peor de todo. En contrapartida, la guerra contra los terroristas es buena, pues
da trabajo a la industria armamentística y sus empresas, y permite probar las
nuevas armas y entrenar a las fuerzas armadas, sin ser una carga para los
presupuestos, tal y como dijo el luchador contra el terrorismo, Putin, sobre su
guerra del lado de los asadistas. La segunda característica de los terroristas
es que a día de hoy, el 100% de ellos son musulmanes. Esta es una
característica cada vez más acentuada que, o bien nos llevará a un sectarismo
internacional que regresará a la Edad Media sobre las bases de la
ultra-modernidad, o bien a una gran masacre contra los musulmanes. No es
necesario que la masacre tome la forma de cámaras de gas en cuarteles de
detención según el precedente nazi, pues nada impide que se trate de una
masacre química (el primer ensayo fue la masacre de Bashar al-Asad en Al-Ghouta
oriental en agosto de 2013) o nuclear (a la que Putin hizo referencia hace dos
meses). La realidad es que probablemente veremos un primer capítulo de esta
masacre en Siria donde las posibilidades de que Bashar al-Asad se mantenga como
gobernante son cada vez mayores, aun cuando el número de sus víctimas llega al medio
millón.
Los
islamistas, y especialmente la corriente salafista yihadista, están
verdaderamente preparados para el terrorismo, pues no diferencian entre lo
civil y lo militar, lo que refuerza la debilidad de su sentimiento humano y
social, y ha provocado un daño alarmante en Siria, Iraq y Afganistán. Sin embargo, la
guerra contra el terror no es una guerra contra terroristas habituales, sino un
enfrentamiento mundial para que los poderosos dominen e impongan su autoridad
mundial sobre los pobres y débiles en todas partes. Si uno mira desde la
perspectiva internacional, verá que esos terroristas apenas suponen un problema
de seguridad, y que enfrentarse a ellos no debería haber sido principal
objetivo en un mundo que insiste en alejar la paz y la política y que precisa continuamente
de la guerra.
Queda
decir que la guerra contra el terrorismo, como punto de referencia global es lo
que explica el acuerdo estadounidense-ruso que sigue sorprendiendo a muchos. No
es que los estadounidenses, que han inventado esa guerra, no sepan qué decir
cuando Rusia se adentra en el escenario sirio bajo el amparo de su propia
invención, sino que, más bien, ello obedece a cuestiones estructurales más profundas:
el mundo de los poderosos y los estados contra los débiles desperdigados. La
guerra contra el terrorismo es el terrorismo de los poderosos contra los
combatientes desperdigados y desorganizados, más que la guerra de los poderosos
contra los débiles.
El Estado de hoy es un terrorismo organizado, o bien, el
monopolio del proyecto del terrorismo y la definición del mismo y de la
legalidad. Se trata de un terrorismo organizado contra toda resistencia. Putin,
Obama, Bashar y Netanyahu están muy próximos entre sí en este sentido, que es
mucho más importante que cualquier otro, pues es el de la guerra interminable.
[1] Poeta sirio nacido en Daraa en 1954 que murió en circunstancias sospechosas en 1982.
Un recuento sobre algunos de los atentados terroristas más recordados, el dañino efecto del terrorismo en todo lugar y época:
ResponderEliminarhttps://alexanderstrauffon.blogspot.com/2015/10/los-peores-atentados-terroristas-de-la-historia.html