Testo original: Facebook
Autor: Oussama Mohammed
Fecha: 13/02/2014
Homs sale de Homs del mismo modo que Haifa salió de Haifa. Homs ha salido de Homs y Wi’am ha dejado su sitio. No ha guardado las llaves, pues esta es más pobre que aquella tragedia.
“Hoy ni todo Homs ha sido capaz de contener las lágrimas de Wi’am”.
Así lo describía Basel, que tomó una instantánea a solo unos suspiros de ella. “Despedía
a los que se marchaban, y lloraba, lloraba, lloraba… Hasta que se le cortó la
respiración y se puso a toser”.
Basel publicó la imagen de Wi’am y de los que se marchaban,
y contó la historia.
Cuando Wi’am se despierte en la Homs destruida y desangelada
y respire, le reprenderá por contar detalles insignificantes mientras acontece
la mayor desgracia homsí de esta era. Todos los sirios valientes se han visto
afectados por este síndrome de la civilización, y solo se piden ser tiernos.
Homs no ha sido lo suficientemente amplia para contener las
lágrimas de Wi’am, pues su llanto no es otro que el diluvio del tiempo: del
pasado, de este instante, del futuro, y del tiempo de la justicia. Wi’am, sí,
el tiempo de la justicia. Ese día en que el tiempo será consciente de que la
humanidad no merecía ver la salida de los habitantes de Homs, la salida de una
muerte injusta, un asedio criminal y un bombardeo asesino.
Wi’am ve en sus lágrimas que la ciudad ha sido asesinada
cada día, sometida a un dolor psicológico salvaje. Ve que los nobles habitantes
de Homs fueron asediados, que se defendieron y que entraron de la mano de la
muerte al arbitrio de la ruleta rusa. Ve que esas familias que salieron a las
calles cantando a la paz, la justicia y la libertad son hoy expulsadas de esas
mismas calles, desapareciendo al final como la angustia. Y ahora, ahora, los
echan de sus casas, de sus memorias, hacia un nuevo cuartel de confinamiento existencial
de fronteras oscuras. Y así es como salieron los habitantes de Haifa de Haifa:
la muerte los asedió y los lanzó a un bote salvavidas.
¿Qué muro de separación erigido con el cemento del racismo
rancio, el clasismo podrido, el nacionalismo corrupto, la superioridad
terrenal y la política torpe consiente este castigo colectivo?
¿Qué muro de separación es este –que no es otro que el mundo
entero-, que asedia la historia de los habitantes originarios y su belleza con
política? ¿Qué muro criminal es este que necesita mil martillos para ver que la
gente de Homs, esos por los que llora Wi’am, son seres humanos sometidos a un
castigo colectivo, y que el castigo colectivo es una cultura demente y criminal?
¿Y para ver que esas mujeres y niños son seres humanos, sentimientos, amor y
dignidad, a los que ha engañado el mundo déspota, insinuando que les devolvían los derechos que se les han arrebatado para crear con ellos una historia trucada
sobre la naturaleza del despotismo, el despotismo que ha destruido una vida que aquí se hallaba desde el nacimiento de la patria?
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