Texto original: Al-Quds al-Arabi
Autor: Elías Khoury
Fecha: 06/01/2014
Señora, no tengo más que las palabras que dibujo en forma de
rosa roja para ofreceros en este inicio de año. Una rosa roja que vierte la
sangre derramada de vuestros hijos e hijas durante estos tres largos años.
No puedo, yo que estoy suspendido de la cruz de vuestro dolor, más que inclinarme sobre el suelo que se ha coloreado del rojo de la sangre y el rojo del sueño, y posar la rosa que he arrancado del jardín de las palabras a vuestros pies.
No puedo, yo que estoy suspendido de la cruz de vuestro dolor, más que inclinarme sobre el suelo que se ha coloreado del rojo de la sangre y el rojo del sueño, y posar la rosa que he arrancado del jardín de las palabras a vuestros pies.
Sham [1], no puedo más que repetir tu nombre, para
protegerme de la desesperación con desesperación, y del dolor que hay tras el
dolor. Te escribí una vez que mi
patria me duele y hoy te escribo de nuevo, y me quejo de ti ante ti,
mientras abrazo tus heridas en mi pecho y vivo contigo los dolores de nuestra
nueva Nakba.
En el pasado, los palestinos solían llamar a su país la
Siria del Sur, cuando el país era un sueño de democracia e independencia. Del
mismo modo, los libaneses levantaban la bandera árabe en las plazas de sus
ciudades viendo en el Bilad al-Sham un modelo del país que debían construir de
nuevo.
¿De qué sirve volver al pasado? Cuando hablamos de nuestro
sueño abortado, nos tachan de románticos y ajenos a la realidad. Pero, cuando
intentamos ser realistas como esta época quiere que seamos, descubrimos cómo ha
caído la realidad y cómo se ha convertido en despojos a los pies de la
dictadura salvaje que provoca en y para nosotros una segunda Nakba que quizá
sea más cruel y salvaje que la primera.
No quiero comparar entre las dos Nakbas, pero si fue posible
alegar nuestra ingenuidad política y nuestra debilidad para justificar nuestra
Nakba en Palestina, hoy no tenemos excusa posible para nuestra segunda Nakba en
Siria, nuestra decadencia política y moral en Líbano y la fragmentación iraquí
que no perdona.
En el pasado llamábamos a Palestina la Siria del Sur, y ese
nombre era un signo de esperanza de liberación del despotismo otomano y del
colonialismo occidental, y de construcción del Estado democrático. Pero, ¿cómo
la llamamos hoy?
¿Nos veremos obligados a llamar a Siria la Palestina del Norte
al ver cómo se destruye el país con barriles de pólvora, cómo la gente es
humillada, cómo se ven obligados a desplazarse de sus casas, cómo pasan hambre
y cómo son secuestrados?
¿Qué decimos a los secuestradores de Razan Zaitouneh y sus
compañeros? ¿Cómo hablamos de los secuestradores del Padre Paolo, que roban la
revolución, destruyen los valores y destrozan lo que el régimen de la dictadura
asadiana no ha podido destruir en cuatro décadas? Muchas preguntas y signos de
interrogación, pero antes de decir nada, quiero preguntar a Ahmad Jarba y a los
líderes de la Coalición qué han hecho sus amigos saudíes, patrocinadores del
Ejército del Islam que ha secuestrado a Razan. ¿Es que Siria y sus
revolucionarios no valen nada para vosotros? ¿Habéis perdido la lengua? ¿Creéis
que podéis dirigir un pueblo que al inicio de su revolución gritó “el pueblo
sirio no tiene hambre” con el dinero del petróleo y el gas después de que la
dictadura haya logrado matarlo de hambre? ¿Cómo os atrevéis a hablar cuando
Razan Zaitouneh, Samira Jalil, Wael Hammada y Nathim Hamadi son privados de la
palabra y se encuentran en un lugar desconocido?
Nuestra Nakba en Siria tiene tres nombres. La primera es la
Nakba del salvaje déspota –Bashar al-Asad-
y su escuadrón de asesinos y carniceros que han decidido quemar Siria. Después,
la Nakba de los ejércitos de Al-Qaeda y sus semejantes: los fundamentalistas de
quienes se desprende el olor del petróleo, y que quieren borrar la existencia
nacional para sustituirla por un discurso producto de la decadencia que
pretende sacarnos del tiempo.
Finalmente nuestra tercera Nakba es la de la élite política
opositora que ha decidido dirigir desde fuera y se ha encomendado a la
estupidez de la intervención exterior. Una intervención que no tardó en llegar,
pero que no lo hizo como, ingenuamente, esperaban, sino que vino a favor del
dictador por medio del apoyo ilimitado iraní y ruso.
Tres nombres que se alían para crear una nueva Nakba en
Siria, haciendo del Bilad al-Sham, desde su sur palestino a su norte sirio,
pasando por su oeste libanés, un escenario de muerte. Y del mismo modo que los
estadounidenses venden la Siria del Sur al ogro israelí, venden la Palestina
del Norte al monstruo de la destrucción y la extinción. Y al igual que la élite
política palestina sigue pendiente de la ilusión de las negociaciones y la debilidad
de delegar en el “mediador” estadounidense, la oposición siria sigue suspendida
en su impotencia y entrega sus cartas a los países del Golfo mientras espera un
gesto estadounidense que les salve de la destrucción. Son estas preguntas sin
respuesta en el horizonte. Pero vos, señora mía, os mantenéis en pie sobre la
destrucción y renunciáis a la muerte.
Desde el campamento de Yarmouk, donde los hijos de Hebrón expulsados
en 1948 son presa de la hambruna, hasta las dos Ghouttas del sufrimiento por el
hambre, los bombardeos y la humillación; desde Alepo que se levanta hoy contra
la humillación de Da’esh (Estado Islámico de Iraq y Siria según sus siglas en
árabe), gimiendo bajo los barriles explosivos, hasta Kafranbel, desde donde
salió el grito de la revolución contra la oscuridad que quieren imponer a Siria
y su pueblo, resistís, señora, como nadie lo ha hecho. Asediada por la muerte y
la traición, levantáis vuestros ojos humedecidos por las lágrimas ardientes, y
gritáis por vuestra libertad y la nuestra.
No seréis la Palestina del norte en el sentido de nuestra
nueva Nakba, sino que seréis toda Palestina cuando logréis echar a la muerte de
encima de vuestros hombros y os erijáis de nuevo como nombre con que llamar a
la libertad. Aceptadnos, señora, como hijos que aprendemos ante vos a deletrear la palabra ‘libertad’, aceptad esta
rosa roja, y perdonadnos.
[1] Se refiere a Siria o a Damasco.
?Porqué el ateo y casi converso criptoislamista Elías Khoury, nunca hace referencia a la persecución de cristianos, por los musulmanes radicales?. ?Porqué le duelen tanto los sunitas sirios, si ellosa nunca jamás han tenido ni un ápice de compasión por nadie sobre la tierra?.
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