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martes, 17 de abril de 2012

¿Hay una cuestión “cristiana” en la revolución siria?


Texto original: Al-Quds al-Arabi

Autor: Elías Khoury

Fecha: 17/04/2012 (Día de la independencia en Siria)


Hay una cuestión errónea y perjudicial que se plantea en la revolución siria: la postura cristiana. La razón por la que existe esta cuestión nace de la conjunción de dos errores.

El primero es la comparación que se establece entre la postura cristiana y la de los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes en Siria, como en Egipto, no han desencadenado la revolución, sino que la han apoyado, a pesar de que haya ciertas dudas acerca de su tardío involucramiento en Egipto y sus actividades actuales. El error de esta comparación es que no hay un movimiento de Hermanos Cristianos para compararlo con el partido de los Hermanos Musulmanes, que se niegan a llamarse partido y prefieren el significado más ambiguo que conlleva la palabra “asociación”. Incluso los partidos cristianos libaneses no son religiosos en el sentido teológico, sino en el sentido sectario y es eso lo que lleva a algunos a dudar de su vocación cristiana. La terrible experiencia durante la guerra civil libanesa a la que se ha puesto el nombre de los cristianos nacionalistas, no fue más que una mercancía sectaria envenenada que sugería que los cristianos eran colaboradores o traidores en general, excepto el grupo que se salvó de entre ellos que se puso a sí mismo el calificativo de nacional. La creación de este grupo político fue un claro anuncio de la rendición de los laicos ante el discurso sectario.

El segundo error es apoyarse en lo que declaran los patriarcas cristianos, cuando los centros de los patriarcas de Antakya (Siria y Líbano) están en Damasco, excepto el maronita, lo que explica su sometimiento a las presiones del régimen dictatorial en Siria. En lo que respecta al patriarca maronita, además de en lo religioso, actúa también en lo político, después de “que se le haya dado la gloria de Líbano”, como dice la conocida expresión[1]. En sus posturas, expresa la caída del bloque político maronita en Líbano tras las desgracias que provocaron los líderes políticos de la secta con sus decisiones políticas y sus imaginarias alianzas exteriores, además de la danza de la muerte cuya coreografía diseñaron por medio de su alianza con el régimen asadiano en Siria antes de caer al abismo de la alianza suicida con Israel. Esto no significa que las demás sectas libanesas sean mejores, pues la estructura política sectaria está dominada por la colaboración con el exterior (y cuando se pierde ese apoyo, se debilitan y se desintegran).

Naturalmente, las posturas del patriarca maronita Bishara al-Ra’i[2] sorprendieron a todos, pero son menos incendiarias que las posturas declaradas por el general Aoun[3], que suponen un claro apoyo al régimen sirio, más aún sabiendo que el citado general fue reciclado por la familia Asad para que fuera el patriarca político de los cristianos en la zona de la Siria histórica. Además de estas declaraciones, las últimas posturas de algunos patriarcas y obispos solo han servido para echar más leña sobre la idea de que existe una alianza entre las minorías en la zona de la Siria histórica contra la mayoría musulmana suní.

Creo que se exagera la importancia de estas posturas y que hay una mala intención en su lectura. Exceptuando la vergonzosa postura adoptada por el patriarca maronita, las posturas de los líderes espirituales religiosos en Siria no son peores que las del Muftí suní de la República en Siria  que ha extendido su apoyo a los crímenes cometidos por el régimen. Esto se debe a que el mecanismo de represión del régimen ha puesto a los líderes religiosos en una posición nada envidiable y les ha convertido, finalmente, en una parte del aparato del poder.

Por el contrario, hay un vacío de político y cultural que ha creado la dictadura de tal manera que ha dejado a la revolución espontánea que estalló en Siria totalmente incapaz de formar un frente político real que incluya a todos los componentes del pueblo y tranquilice a los que tienen miedo, en medio de la ola de temor que ha engendrado el aparato de dicho régimen y en cuyo engendramiento han colaborado algunas fuerzas takfiríes[4] que han sido hasta hace poco sus aliados en muchos puntos, desde Al-Qaeda en Iraq hasta Fath al-Islam en Líbano.

Tal vez la mayor mentira que han logrado elaborar los muros del miedo es que el régimen sirio es un régimen alauí que protege a la secta alauí. Lo cierto es que este régimen mafioso es multisectario, pero se protege con los alauíes y quiere hacer de ellos el combustible en su lucha a vida o muerte para mantenerse en el poder. Lo extraño es que algunas voces laicas hayan caído también en el discurso del miedo y la atemorización presentando una explicación conspiradora de la historia del movimiento nacional árabe, convirtiéndose así la arabidad en una invención cristiana, el laicismo en una huida del Estado islámico y la idea del nacionalismo en un “neo-estalinismo bizantino” según decía el autor del artículo “Cristianos contra suníes” (Al-Hayat, 8 de abril de 2012).

Este discurso adopta, sin darse cuenta tal vez, el pensamiento fundamentalista que ve en los movimientos nacionales árabes una conspiración de las minorías contra el Estado otomano. Es decir, basta con mencionar algunos nombres cristianos de la etapa fundadora del nacionalismo para calificar a este movimiento de conspiración, como si Mustafa Kemal (Ataturk) hubiera sido cristiano o judío como dicen algunos, o como si Gamal Abdel Nasser hubiera pertenecido a alguna de las minorías. Se trata de meras proyecciones que no pueden ver el significado de la independencia del pensamiento cultural y las connotaciones positivas de que una gran parte de las élites de las minorías religiosas se implicasen en el movimiento nacional como indicio de emancipación y liberación en busca de nuevas ideas de la época contemporánea. Este pensamiento conspirador no hace más que apoyar la supuesta inevitabilidad del apoyo de las minorías al dictador por miedo a la mayoría. Se trata de una suposición destructiva no solo para las minorías, sino para toda la existencia nacional. Pero ¿dónde está el problema?

¿Acaso es necesario que creamos a Bichara al-Ra’i y sus semejantes, o debemos ir hacia la construcción de una nueva unidad nacional cuya base sea la ciudadanía y su proyecto el deshacernos de la dictadura aunque el coste de ello suponga el retorno a la primera cuestión que ha embalsamado la dictadura? Es cierto que la revolución siria ha pasado y pasará por momentos difíciles y también es cierto que se han dado prácticas erróneas por parte de los revolucionarios, pero lo cierto además de esto es que la revolución devuelve a las personas su derecho de decidir su vida y abre las puertas de la libertad. La dictadura ha quedado en el pasado incluso aunque lograra alargar su vida un tiempo asesinando aún más y amenazando y mintiendo como hace. Y la cuestión de futuro para Siria es la cuestión de la democracia y la libertad tras cuatro décadas de despotismo, y no una cuestión relacionada con las minorías, sino una cuestión nacional cuya respuesta ha de encontrarse entre todos.

[1] Cuando se menciona el nombre del santo Marón, se añade “que la gloria de Líbano le sea dada” y recientemente, se le comenzó a aplicar al patriarca maronita (algo en lo que no todos están de acuerdo).
[2] Véase este texto.
[3] Michel Aoun es lider del partido Movimiento Patriótico Libre, una coalición principalmente cristiana, con una visión secular de la política y actualmente aliada de Hezbollah en la coalición 8 de marzo, pro-siria. Sin embargo, en el pasado, su enemistad con Siria le obligó a abandonar Líbano. Se le califica de oportunista.
[4] Takfirí: grupo que considera a todos los que no actúan según los preceptos que ellos establecen como los que han de seguir los buenos musulmanes como infieles (kafir) que han de ser “excomulgados”.

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