Texto original: Al-Jumhuriya
Autor: Sadek Abed Al-Rahman
Fecha: 16/02/2018
Cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores francés emite un
comunicado que dice que lo que está pasando en Al-Ghouta supone una violación
del Derecho Internacional Humanitario, cuando una de las instituciones de la
ONU, UNICEF, emite un conciso comunicado que dice que “No hay palabras que
puedan hacer justicia a los niños asesinados”, tal vez eso signifique que gritar no
sirve de nada.
¿Por qué tenemos que gritar en árabe, inglés, francés y
todas las lenguas del mundo? La respuesta es sencilla: para que el mundo sepa
lo que sucede y se movilice para detener el exterminio. Sin embargo, el mundo
lo sabe y no hace nada: así se completa el círculo de sensación de impotencia,
y parece incluso que los gritos están vacíos de significado.
De Mistura dice que lo que sucedió en Alepo puede repetirse
en Al-Ghouta, y la propia ONU considera que las operaciones de
evacuación forzada en Siria pueden considerarse crímenes de guerra. De Mistura
es el enviado de la ONU; y por lo tanto, la ONU lo sabe. ¿Por qué tenemos que gritar? ¿¡De
qué sirve!?
¿Gritamos para que las fuerzas populares activas en el mundo
se movilicen y presionen a sus gobiernos? No parece que eso tenga utilidad alguna,
porque que los pueblos del mundo sepan lo que pasa en Siria es extremadamente
complicado, especialmente desde que los periodistas, académicos, empresas
mediáticas y partidos políticos de todo el mundo, han inundado el espacio
mediático con mentiras, desinformaciones y verdades alternativas que dicen que
lo que sucede en Siria es una guerra del gobierno legítimo contra grupos
terroristas. Eso si suponemos que hay fuerzas populares capaces de presionar
para cambiar las políticas de los países. Pero, ¿de qué países hablamos? Si
Rusia no cambia sus políticas, el resto de países del mundo no puede hacer nada si no es al margen del pacto de Naciones Unidas, y no parece que nadie
vaya a hacerlo. La sangre de los sirios y sus vidas no lo valen, según parece.
Ni siquiera las fotos de las víctimas revuelven a nadie: ya
nadie quiere verlas, ni les interesan. Una mujer que vive en EEUU me
dijo ayer, después de enviarle un vídeo en que se veía cómo rescataban a niños
de debajo de los escombros en Hamuriya: “¿Y cómo sé yo que en el mismo edificio
no había miembros del Freente de Al-Nusra? ¿Y cómo lo sabes tú? Nada certifica
que el régimen se haya puesto a los civiles como objetivos”.
En años anteriores, le habría contestado con ira y gritos,
pero esta vez fue diferente. Intenté no gritar, e intenté decirle que la presencia
del Frente de Al-Nusra o de cualquier otro grupo en la zona que sea no
justifica los bombardeos indiscriminados, y que el uso de misiles no dirigidos
contra zonas donde hay civiles es un crimen que va en contra de las leyes
internacionales de la guerra. Intenté decirle que quien asedia Al-Ghouta y quien
ha provocado toda esta guerra es el régimen sirio, y que los bombardeos y el asedio en
Al-Ghouta constituyen “un asesinato de miembros
de un colectivo humano, un ataque de graves consecuencias físicas contra miembros
de un colectivo humano y el sometimiento de un colectivo humano, a propósito, a
condiciones de vida con las que se pretende destruirlos físicamente total o
parcialmente”. Eso es literalmente un crimen de
exterminio según la legislación internacional. Pero todo esto no sirvió de nada, porque
dijo que las facciones de Al-Ghouta lanzaban misiles no dirigidos contra los
barrios residenciales en Damasco también, y que eso era un crimen según
lo que yo mismo había dicho. Le contesté que estaba de acuerdo con ella en ese
punto, pero le dije que el hecho de que una facción armada cometiera
infracciones de la legislación internacional no justificaba la comisión de
crímenes de exterminio contra la población de la zona en la que se concentra
dicha facción. Además, ¿cómo se puede equiparar una infracción de la legislación
de guerra con un crimen de genocidio sistemático, cometido a la vista de todos? ¿Podemos olvidar que el hecho de que la guerra continúe se debe a que el régimen se ha negado a cumplir las resoluciones internacionales, mediante su
continuo rechazo a discutir la transición política?
El hilo de la conversación siguió su curso y se ramificó, y
nos sumergimos en innumerables detalles, hasta que quedó claro que hablar era totalmente inútil. Así, terminó diciendo que se
solidarizaba con todas las víctimas civiles, y que condenaba a todas las partes
que estaban asesinando civiles sistemáticamente, incluido el régimen
dictatorial en Damasco, y que rezaba para que esta maldita guerra terminara
pronto.
Ese fue solo un ejemplo de la inutilidad y la incapacidad, pero son innumerables. Entonces, ¿para qué seguimos hablando y
gritando? ¿Hay algo que podamos hacer para detener el exterminio de Al-Ghouta
oriental? Nada más que esperar que la presión internacional contra el régimen
lo obliguen a detener los bombardeos, y lo más probable es que nuestros gritos
no provoquen esa presión. Tampoco sirve la perseverancia militar de las facciones
opositoras en Al-Ghouta frente a las campañas terrestres,
porque pueden evitar que el régimen domine el terreno, pero no detendrán la
devastación provocada desde el aire, ni el asedio, ni la muerte debido a la falta de
medicinas y alimentos. Tal vez semejante
perseverancia pueda obligar al régimen a cambiar sus cálculos, pero nuestro
grito tampoco tendrá mucho efecto aquí, pues los factores influyentes serán los equilibrios
militares, las posturas de las partes que apoyan a las facciones y el liderazgo
de las propias facciones y sus políticas.
¿Tenemos que pedir a las fuerzas militares y civiles activas
en Al-Ghouta que se rindan? Es una pregunta que resuena en las mentes de
muchos, sin saber cómo responderla, debido en primer lugar a que no sabemos a ciencia cierta si tienen esa opción siquiera, ni cuáles son
las condiciones y exigencias de dicha rendición. ¿Éxodo forzoso o someterse
totalmente y rendirse a lo que el régimen decida hacer con ellos como sucedía
entre vencedores y vencidos en oscuros tiempos inmemoriales? ¿Hay alguna parte
internacional que haya dicho estar dispuesta a garantizar la seguridad de los
civiles si los combatientes se rinden? ¿Tenemos derecho a pedir a los
combatientes que se rindan a un régimen que sigue matando sistemáticamente bajo
tortura en las cárceles? Nosotros, los que estamos fuera del asedio y la guerra,
no podemos hacer otra cosa que respetar la decisión de los asediados, sea la
que sea.
¿Nos callamos, entonces, y esperamos al resultado de los
equilibrios de fuerzas internacionales y los equilibrios militares? Esa opción tampoco
existe. No podemos aceptar la muerte de nuestra gente en silencio.
Los que residimos fuera del territorio bélico y el asedio no
sabemos qué tienen que hacer los que están en su interior, pero no debemos
callarnos. Se pueden certificar los crímenes con el objetivo de buscar la justicia, se puede
gritar, se puede escribir y se puede tomar la palabra para que el crimen siga vivo en la
memoria del mundo. También está la solidaridad con nuestra gente asediada y
expuesta a la muerte, y está también el hecho de escribir la historia para no
dejar que esos “vencedores” la escriban como quieran.
Tal vez no tengamos forma de detener el exterminio, pero
tenemos que apuntar claramente a él y a sus patrocinadores. También
podemos pensar en qué lo ha hecho posible a plena luz del día y en qué puede
servir como base para que no se repita.
Y más importante, si estamos fuera de la batalla, el asedio
y la muerte, no estamos fuera del relato. Si sentimos culpa, incapacidad o que no
hacemos lo suficiente, y nos castigamos por no haber hecho cosas que hoy creemos que teníamos que
haber hecho antes, hoy podemos hacer lo que toca hacer, que es no
permitir que se anonimice a los perpetradores y asesinos y se normalice su presencia, ni que se acepte la versión de una “guerra civil de la que todos son
responsables”. La guerra siria hoy es el resultado de la represión de una
maravillosa revolución popular con todo tipo de armas. Esa es la historia que
hay que defender por todos los medios, porque solo ella puede hacer justicia a
las víctimas y preservar su dignidad.
Debemos seguir gritando, y pensando en lo que ha sucedido y
sucede. Solo así podemos defendernos de cara a las autoridades corruptas del
mundo, y solo así podemos participar en la salvación de las vidas que aún se
pueden salvar.
Defender una Revolución siempre es necesario, y un compromiso moral, para los que pensamos que el Poder en todas sus manifestaciones, y sobre todo hoy día, se muestra en la administración extrema de la MISERABLE ABUNDANCIA, y del crimen.
ResponderEliminarPero cuando hablamos de revolución, de que hablamos?
De revoluciones troqueladas lejos de los pueblos, utilizando las injusticias que sufre para planear la destrucción sistemática de SOBERANÍAS, Estados, Países, la destrucción de los mismos por parte de las MISMAS POTENCIAS QUE LOS CREARON HACE CIEN AÑOS?
Pues ese es el PAISAJE desde hace unos años en ORIENTE MEDIO, y países Limítrofes.
Ahi esta las DESTRUCCIÓN Y SU CONVERSIÓN EN ESCOMBRERA, de LIBIA, IRAK, YEMEN, LÍBANO, Y SIRIA.
Hay revolucionarios en Siria, parte de sus pueblos, pero ellos SIN LUGAR A DUDAS, no son sujetos activos, ni responsables en la RESISTENCIA CONTRA EL RÉGIMEN.
Esa resistencia está compuestas por una compleja maraña de agentes involucrados desde el primer momento en la guerra y con un fin, dentro de una estrategia general para la zona, DESTRUIR SIRIA COMO ENTE SOBERANO, ACABAR CON UN ESTADO, AYER FIRME ALIADO, COMO GADAFI ANTES, Y AHORA UN MOLESTO ESTORBO PARA LOS PLANES DE DOMINIO SOBRE LA ZONA POR PARTES DE FUERZAS INTERNACIONALES, Y LOCALES, y las responsabilidades se reparten tal vez en diferentes grados, entre OCCIDENTE, los EEUU, a la cabeza, Arabia Saudita, Qatar, Los Emiratos, Turquía, Iran y Rusia, y cada uno de ellos se ha ido involucrando por intereses propios, y en diferentes momentos de esta HORRENDA GUERRA.
Y Horrendo, terrible, es lo que ha pasado en AFGANISTÁN, y sigue sucediendo; lo que ha pasado en LIBIA, y continua pasando, en Yemen, en Sudan...Y HORRENDO, CRIMINAL Y SANGRIENTO HA SIDO Y ES LO QUE HA PASADO EN IRAK.
Y ahí muchos agentes que están visiblemente implicados en SIRIA, no lo estaban, directamente, en estos conflictos.
HAY QUE GRITAR, EN TODAS LAS LENGUAS, ALTO EL FUEGO EN SIRIA, Y FUERA LAS POTENCIAS EXTRANJERAS DE SU TERRITORIO.